Bachata y puritanismo

Parece que ha habido un cierto revuelo motivado por el hecho de haber grabado unas secuencias de un vídeo promocional de una canción en algunas estancias de la más destacada catedral de España.

La canción, y el baile correspondiente, entran dentro del género de lo que se denomina “bachata”, un canto popular dominicano de origen africano. Un canto, y un baile, que festejan lo sensual y lo erótico, que no dejan de ser, con sus luces y sombras, dimensiones de lo humano y del amor.

El catolicismo no tiene nada de puritano. El puritanismo se caracterizó por ser un movimiento anticatólico y por defender una rigidez moral extrema en la conducta y en las costumbres.

El puritanismo moderno añade a su significado originario la nota grave de la hipocresía. Grandes puritanos pueden ser, en su vida privada, en sus sueños ocultos, grandes depravados. No importa, si no trasciende, si no se sabe.

El catolicismo no es puritano porque cree en la Encarnación: El Hijo de Dios se hizo hombre. Lo que vincula a Dios con el hombre no es una palabra etérea, sino una Palabra encarnada, capaz de hacerse semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Pero tampoco el abismo del pecado pudo disuadir a Dios en su voluntad salvífica: el que no conocía el pecado asumió en carne propia la distancia que acarrea el pecado. La asumió para vencerla.

No es católica la rigidez moral extrema en nada. Ni en la conducta, ni en las costumbres, ni en los juicios. Uno puede equivocarse, sobre todo en un juicio práctico, ordenado a una decisión práctica. Quizá las premisas teóricas sean correctas, pero la concreción práctica puede resultar errónea.

Las personas que tienen a su cargo el culto de la catedral y la atención al templo catedralicio son seres humanos, capaces de acertar y de errar. Si normalmente cumplen bien con su cometido, no se entiende que por un fallo sean señalados como enemigos de la fe. Esta desproporción, esta severidad de juicio, por no ser humana, no podrá jamás hacerse pasar por cristiana.

Si se permite bailar una bachata en espacios de la catedral, lo más probable es que no se haya acertado. Hay otros miles de sitios donde bailar, ya que una catedral es un lugar dedicado al culto.

Reconocer el error, explicar por qué se concedió el permiso, y trazar unas pautas para que no vuelva a repetirse es lo que se ha hecho y lo que debe hacerse. Sin exagerar. Sin sobredimensionar nada. Sin caer en el puritanismo y menos en la hipocresía.

Siendo más humanos, seremos más creíbles. Nos avala, nada menos, que la Encarnación del Hijo de Dios. Que no es licencia para vivir por debajo de lo que somos – hombres – , sino para alcanzar el culmen de lo que estamos llamados a ser, sin dejar de ser lo que éramos: santos.

 

Guillermo Juan Morado.

Los comentarios están cerrados para esta publicación.