InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Junio 2010

28.06.10

Había estado (II), escrito por Norberto

Melitón había acreditado en muchas ocasiones su valor, su valentía, además de sus dotes de mando, habían sido premiadas con el grado de decurión, el más joven de toda la V Legión (Macedónica), requiriendo un permiso del centurión, y la recomendación por escrito del legatus, pero a Melitón nada parecía fuera de su alcance, lo que se proponía lo conseguía. Podía contarse con él, su cohorte le admiraba, su turma le adoraba, pues daba la cara por sus hombres, y, no solo en la retaguardia sino en la batalla: más de la mitad de sus hombres, mayores, en edad que él, le debían la vida, pues, heridos, había cargado con ellos, bajando del caballo, hasta lugar seguro, antes de proseguir el combate, todos, desde el prefecto hasta el último recluta, sabían de qué materia estaba hecho Melitón, su lema era Gloria victore, honor victe.

Estaba acampada su cohors equitata en las afueras de Damasco, cuando su centurión le llamó para encomendarle una misión, él pensaba que, de nuevo le propondrían un puesto en la escolta del imperator, ya lo había rechazado dos veces, pues no quería volver a Roma y se enfurecía si alguien le pedía explicaciones, sin embargo esta vez era distinto.

-Ave centurio!

-Ave decurio!, acompáñame, el legatus quiere verte.

Apenas repuesto de la sorpresa, siempre disciplinado calló y no indagó para qué, la primera autoridad de la V Legio, le requeriría, ya había hecho servicios especiales otras veces, pero nunca con órdenes directas de la primera autoridad. El legatus fue a recibirles al porche que daba cobijo a la puerta de entrada de la residencia, no era un palatius sino una domus dignatarii, acogedora, y acogedor parecía Cayo Fabio Mario, que compartía nombre con el gran reformador militar, de quien era descendiente, y digno, por cierto.

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26.06.10

El camino, el seguimiento, la libertad

Homilía para el XIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

El Señor inicia el camino de Jerusalén, un itinerario que conduce a la cruz. El rechazo de los samaritanos, como, antes, el rechazo de los de Nazaret (cf Lc 4,16-30), muestra la dificultad de su tarea: “No lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén” (Lc 9,53). La repulsa de los samaritanos se convierte, de algún modo, en un preludio de la repulsa de la cruz.

La respuesta de Jesús ante el rechazo es la paciencia y la mansedumbre. Una actitud que debemos hacer nuestra, cuando, también hoy, la Buena Noticia del Evangelio, la novedad que proviene de Dios, es rechazada en la medida en que se contrapone a la lógica de este mundo. El Evangelio, como un visitante inoportuno, no es recibido, ya que la dirección a la que apunta – la entrega absoluta de la cruz – contrasta con el impulso dominante de la búsqueda de uno mismo, con la instalación cómoda en el egoísmo y la autosatisfacción.

En un discurso dirigido a los jóvenes en Malta, el Papa Benedicto XVI mostraba, en continuidad con la respuesta que Jesús dio a Santiago y a Juan, partidarios de mandar bajar “fuego del cielo”, la necesidad de no asustarse ante el rechazo y la urgencia de no dejarse arrastrar por un espíritu de venganza: “Encontraréis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana”.

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25.06.10

El joven San Pelayo

San Pelayo, mártirNacido en Albeos (Crecente, Pontevedra), en el año 911 o 912, Pelayo era sobrino del Obispo de Tui, Hermoigio – quien también es contado como santo -. Cuentan los hagiógrafos que en la escuela de la catedral aprendió gramática y se inició en la Liturgia, actuando como monaguillo.

España sentía sobre sí el peso de la dominación musulmana. El que se proclamaría, en 929, primer califa de Córdoba, Abderramán III, unificador del al-Andalus, venció en el 920 a los leoneses y navarros en la batalla de Valdejunquera.

Un éxito militar que repercutió directamente en la vida del joven Pelayo. Su tío, el obispo, fue apresado y llevado a Córdoba. Pelayo era su rescate. En un principio, se trataba de un rescate provisional: el niño, como rehén, ocuparía la plaza del anciano, mientras éste conseguiría el oro necesario para, a su vez, liberarlo. Pero esta liberación no tuvo lugar, ya que el obispo, enfermo, murió antes de lograr su propósito.

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24.06.10

San Guillermo, un peregrino

San Guillermo nació en Vercelli, de una noble familia, hacia el año 1085. A los quince años se dedicó a recorrer los principales santuarios de Europa; entre ellos, Santiago de Compostela. Intentó, también, ir a Tierra Santa, pero fue disuadido por San Juan de Matera y por otra razón aun más contundente: una paliza propinada por unos ladrones.

A raíz de ese desagradable incidente, se dirigió a Montevergine. Buscaba la soledad, y en ese lugar fundó, en 1128, la congregación benedictina de Montevergine. La regla que impuso a los monjes era muy austera: “en las comidas no se permitía el vino, la carne, la leche y sus productos y, durante tres días a la semana, no había otro alimento que verduras y pan seco”.

Pero no fue éste el último destino de su peregrinación. Los monjes se sublevaron ante tanto rigor y San Guillermo eligió a un prior que gobernara la comunidad. Y así vivió, posteriormente, en el Monte Cognato y en la llanura de Goleto, en cuyo monasterio murió el 24 de junio de 1142. En 1807, su cuerpo fue trasladado a Montevergine.

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23.06.10

La Natividad de San Juan Bautista

La Natividad de San Juan Bautista

La Iglesia sólo celebra lo santo. En realidad, celebra al Santo de los santos, a Dios nuestro Señor. Celebra su grandeza, su majestad, su gloria, que se manifiesta en las obras de la creación y de la salvación. Los santos son, igualmente, obras de Dios, signos luminosos de su presencia en lo que, sin ellos, sería la plena oscuridad de la historia.

Por esta razón sólo figuran tres natividades en el calendario litúrgico. La primera, la que causa mayor admiración y maravilla, es la de Jesucristo, el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, el Emmanuel, el Dios con nosotros nacido de la Virgen.

Figura también la festividad de la Natividad de la Virgen María; la criatura que siempre fue santa. En Ella, por el misterio de su Concepción Inmaculada, no se pueden separar la santidad y el ser. Muestra así que no sólo el origen, sino también la plenitud del ser es Dios. María es, desde el comienzo, toda de Dios y para Dios.

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