New York, New York

Solamente estuve una vez en los EEUU; en concreto en la ciudad de Nueva York, especialmente, aunque no exclusivamente, en Manhattan. Quien no haya ido y desee hacerlo, que vaya. Merece mucho la pena. No hace falta que detalle aquí los motivos que hacen de Nueva York una ciudad completamente singular, una de las grandes capitales del mundo.

EEUU ha sido golpeado por el coronavirus. Muchos muertos, demasiados, sobre todo en Nueva York. Pero tampoco debemos perder el sentido de la proporción: EEUU tiene más de 300 millones de habitantes. Es uno de los países más poblados del mundo y uno de los más urbanizados.

El Congreso y el presidente, Donald Trump, aprobaron muy pronto un paquete de medidas para hacer frente a las necesidades de los afectados por el coronavirus

Por si fuese poco lo de la pandemia, se ha extendido por EEUU una ola de indignación y de protesta por la muerte de George Floyd. Si lo que ha sucedido se parece a lo que hemos visto en los medios, no tiene pase. Es un homicidio, un abuso, algo intolerable.

Parece que todo ese inmenso país se ha conmovido. Esta misma tarde me han enviado unas imágenes de unos “Amish” con pancartas. No es para menos. Las fuerzas del orden tienen, en una democracia, el monopolio de la violencia, pero no para ejercerla de cualquier modo, sino en conformidad con la ley.

El policía que, por lo que parece de un modo muy claro, ha causado la muerte de George Floyd, tiene que responder por ese abuso ante los tribunales y ha de hacer frente a la posible condena que se derive de esa comparecencia.

Se entiende la reacción de la sociedad, la protesta, la indignación. Pero un mal no se combate con otro mal. Poca justicia se le haría a la primera víctima aumentando, sin necesidad, el número de muertos – más si estos son inocentes - .

Lo deseable sería que indignación y moderación fuesen de la mano. No se detiene la cadena del mal añadiendo mal al mal. Solo se le hace frente cortando esa fatal transmisión.

No puede ser que la policía reaccione de modo tan desproporcionado. No es aceptable, tampoco, que sobrevuele la sospecha, o más que sospecha, de racismo.

Que la sociedad proteste, es necesario. Que lo haga pacíficamente, también. Y que la Justicia actúe, con rigor, resulta indispensable.

Guillermo Juan Morado.

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