Poco a poco los católicos regresamos

Me refiero a que regresamos, los católicos, a la celebración de la Santa Misa con más fieles físicamente presentes. Es muy comprensible que esta reincorporación sea progresiva. No se contaba con “avalanchas”. Nunca las hay, más allá de celebraciones puntuales de un santo, de un patrón, de una fiesta. No hay “aludes”. No. Tampoco los había.

Cada domingo, en general, caben en nuestros templos más personas de las que realmente vienen. Vienen los que vienen, que son muchos, si se hace la suma de todos los templos. Pero son menos de los que han sido bautizados. Una situación que debe cambiar, porque el Bautismo es sacramento de fe, no de apostasía.

Toda esa (sobredimensionada) dramática, o tragedia, de “por favor, la Santa Misa” no se cumple en general. Sí se verifica en la paciente parcela, en el paciente “rebaño” que está ahí cada día y que ayuda siempre. En esa paciente parcela hay jóvenes, adultos, ancianos y, sin duda, algún sacerdote. Esa paciente parcela sostiene, hoy por hoy, la presencia de la Iglesia en nuestros pueblos, barrios y ciudades.

Esa presencia no se da, normalmente, sin un sacerdote. Pero tampoco se da si, junto al sacerdote, no hay otros creyentes en serio, casi incondicionales, que están, como se suele decir, “a las duras y a las maduras".

Yo veo en esta presencia, sin alharacas, un indicio de la proximidad de Dios. Una proximidad que Dios garantiza, a pesar de los pesares, por medio de su Iglesia, en las concreciones más humildes y cercanas de la misma. No será la última de estas la parroquia.

Y veo, y espero, casi al mismo tiempo, una nueva etapa. De menos inercia y de más compromiso. No podremos dar por hecho nada, si nada nos compromete a que algo sea un hecho concreto a nuestro alcance.

Espero que, de lo excepcional, aprendamos todos. Para mejor.

Guillermo Juan Morado.

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