InfoCatólica / No sin grave daño / Etiquetas: infierno

25.09.25

Descendió a los infiernos

Tintoretto

Las palabras del Papa León XIV sobre el descenso de Cristo a los infiernos dan pie para abundante reflexión. ¿A quiénes descendió el Señor en el Sábado Santo y a quiénes liberó? No se ha de olvidar que de la condenación eterna no hay redención posible, eso fue sentenciado por la Iglesia en el caso del origenismo y su “apocatástasis” o salvación final de todos los condenados, demonios y hombres.

Según esto, Cristo no bajó a los infiernos para dar una “segunda oportunidad” a los condenados, de que pudieran optar por Él y salvarse, ni tampoco para llevarlos a todos al Cielo sí o sí.

La tradición ha enseñado que se trata de las almas de los justos anteriores a la venida del Verbo en la carne, que habían muerto en gracia de Dios, pero no podían todavía entrar al Cielo dado que todavía no se había obrado la Redención.

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18.01.24

El infierno una vez más

Signorelli

Además de las recientes declaraciones del Papa Francisco acerca de su deseo personal de que el infierno esté vacío, hay un video del P. Fortea donde, sin decir que el infierno está vacío, atenúa considerablemente las penas infernales y hace otras afirmaciones que no parecen consonantes con la doctrina católica.

Con ese motivo se nos ha ocurrido, para empezar, reseñar brevemente lo que dice el Evangelio según San Mateo, nada más, sobre el castigo infernal. Luego analizaremos algunas afirmaciones del P. Fortea.

Como siempre, todos los resaltados en negrita son nuestros.

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26.11.23

Un diálogo sobre el pecado original

Pecado original

-          La doctrina del pecado original es injusta, porque implica que alguien es culpable por un pecado que él no ha cometido.

-          Sería injusta  si dijese que se es personalmente culpable del pecado que otro ha cometido, pero no dice eso la doctrina del pecado original, sino que el pecado original originado (es decir, heredado) es un estado de culpa no personal.

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20.04.20

La condenación eterna como autoexclusión del pecador

Juicio Final

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”.”

Este texto del Catecismo es interpretado por algunos en el sentido de la siguiente tesis:

La condenación eterna depende exclusivamente de la decisión del pecador de cerrarse definitivamente al perdón divino”.

Esta tesis es la que queremos analizar en este “post”.

Entendemos que así formulada la tesis no es conforme con la fe católica.

Suele ir acompañada de expresiones tales como “Dios no envía a nadie al infierno”, “Dios no quiere la condenación del pecador impenitente, en todo caso la permite”, etc.

Intentaremos exponer en lo que sigue lo que se debe pensar de ellas. 

Todos los resaltados en negrita son nuestros.

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11.04.20