El infierno una vez más

Signorelli

Además de las recientes declaraciones del Papa Francisco acerca de su deseo personal de que el infierno esté vacío, hay un video del P. Fortea donde, sin decir que el infierno está vacío, atenúa considerablemente las penas infernales y hace otras afirmaciones que no parecen consonantes con la doctrina católica.

Con ese motivo se nos ha ocurrido, para empezar, reseñar brevemente lo que dice el Evangelio según San Mateo, nada más, sobre el castigo infernal. Luego analizaremos algunas afirmaciones del P. Fortea.

Como siempre, todos los resaltados en negrita son nuestros.

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Mt. 3, 7 – 12.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?  Dad el fruto que pide la conversión.  Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.  Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».” 

Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego.”

Mt. 7, 13 – 14:

Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.”

Mt. 7, 17 – 19:

Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.”  

Mt. 7, 22 – 23:

Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.”

Mt. 10, 14 - 15

Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies. En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquella ciudad.”

Mt. 10, 28:

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.” 

Mt. 11, 21 – 25:

«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».

Mt. 13, 30:

Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.”

Mt. 13, 40 – 43:

Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos:  el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” 

Mt. 13, 49 – 50:

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.” 

Mt. 16, 24 – 27:

Entonces dijo a los discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.  Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?  Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.”

Mt. 18, 6 – 9:

Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo! Si tu mano o tu pie te induce a pecar, córtatelo y arrójalo de ti. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que con las dos manos o los dos pies ser arrojado al fuego eterno. Y si tu ojo te induce a pecar, sácalo y arrójalo de ti. Más te vale entrar en la vida con un solo ojo que con los dos ser arrojado a la gehenna del fuego.”

Mt. 22, 11 – 14:

Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».”

Mt. 24, 38 – 41:

En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.” 

Mt. 24, 48 – 51:

Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.”

Mt. 25, 13:

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.”

Mt. 25, 34. 41 – 46:

Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. (…) Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.  Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.  Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.  Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».”

Mt. 26, 24:

El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».”

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Jesús anuncia la futura llegada del Reino de Dios, que irá acompañada de un Juicio sobre los hombres, del cual va a resultar para cada uno la entrada en el Reino Eterno de Dios o el ser arrojado a la “gehena del fuego” por toda la Eternidad.

El término más usado por Nuestro Señor para describir el infierno es el “fuego”.  Ya San Juan Bautista, el precursor, habla de la “hoguera que no se apaga”, expresión que es equivalente a la de “fuego eterno”. Es notable que esta referencia al fuego y a la eternidad de la pena infernal aparece ya en boca del Precursor, antes de ser pronunciada por el mismo Jesucristo.

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Nuestro Señor dice todo lo contrario de aquello de “hay que esperar que el infierno esté vacío”. Más bien dice que son pocos los que se salvan y muchos los que se pierden. Aquí no puede estar hablando del infierno como mero riesgo, amenaza, peligro o posibilidad, porque eso lo es para todos, y no solamente para “muchos”. Está hablando por tanto del infierno, es decir, de la condenación eterna, como realidad efectiva, y está diciendo que va a afectar a “muchos”.

Tampoco puede ser que esté diciendo que muchos entran por el camino de la perdición, porque muchos viven una vida de pecado, de la cual sin embargo luego han de salir mediante el arrepentimiento. Porque a estos también hay que contarlos entre los que entran por la puerta estrecha finalmente. 

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El día del Juicio, dice el Señor, será más llevadero para Sodoma y Gomorra que para las ciudades que no han creído en su predicación a pesar de los muchos milagros que hizo en ellas.

Esto habla de varias cosas: 1) La gravedad del pecado de la incredulidad, es decir, de la negativa a creer ante el Evangelio suficientemente predicado (¡sin duda que la predicación del Señor fue suficiente!) 2) La gravedad del castigo de Sodoma, puesto que ha sido elegido para hacer un argumento “a fortiori” respecto del castigo de Cafarnaúm.

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El Señor dice que hay que temer al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena, y lo pone en contraposición con los que pueden matar el cuerpo, pero no el alma. Está hablando de la opción que debe tomar todo ser humano: desagradar al mundo, que puede matar el cuerpo, pero no el alma, o desagradar a Dios, que puede enviar el cuerpo y el alma a la gehena, es decir, al infierno.

El tema de fondo son las persecuciones que han de sufrir los cristianos en las cuales deberán optar por conservar su vida traicionando a Cristo, o ser fieles a Cristo perdiendo su vida. Lo que se dice entonces es que es Dios el que envía a los condenados al infierno, y se está hablando del estado definitivo de los condenados, es decir, después de la resurrección universal, cuando estarán en el infierno en cuerpo y alma.

Se afirma por tanto la inmortalidad del alma, que no muere con la muerte del cuerpo, sino que puede ser llevada junto con el cuerpo, después de la muerte y la resurrección, a la gehena del fuego, la cual sólo puede ser llamada “eterna” si el alma y el cuerpo de los resucitados y condenados duran para siempre

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Veamos lo que dicen al respecto algunos Padres de la Iglesia.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 34,2

Mirad el modo de que se valió para hacerlos superiores a todos: aconsejándoles a despreciar por temor a Dios, no solamente las preocupaciones y las calumnias y los peligros, sino lo que es aún más terrible que todo esto, hasta a la misma muerte; por eso añade: “Sino temed más bien a aquel que puede arrojar al infierno vuestro cuerpo y vuestra alma.”

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 34,2

Observad además que no les promete librarlos de la muerte, sino que les aconseja el despreciarla, que es mucho más que el librarlos de la muerte y que les insinúa el dogma de la inmortalidad.”

San Agustín, de civitate Dei, 13,2

No se verificará esto antes que el alma esté unida al cuerpo con una unión de que jamás se separará y sin embargo, aun entonces se llama propiamente muerte del alma, porque no vive de Dios y muerte del cuerpo, porque aunque no deja de sentir el hombre en su última condenación, sin embargo, como este sentimiento no le proporciona ninguna dulzura ni tranquilidad alguna, sino el dolor de la pena, merece con muchísima razón que se le dé el nombre de muerte.”

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Siguiendo con los textos del Evangelio según San Mateo, vemos que más precisamente, serán los ángeles, como ministros y servidores de Dios, los que arrojen al infierno a los condenados.

Teniendo en cuenta de que el Señor está hablando de lo que pasará al fin de los tiempos, el llanto y el rechinar de dientes coincide con el estado de cuerpos resucitados que tendrán entonces los condenados.

 En el Juicio Final estará en juego el alma de cada uno. El hombre salvara o perderá su alma cuando el Hijo del Hombre, Jesucristo, venga a juzgar y a dar a cada uno según sus obras.  Aquí Jesús se presenta como Juez que premia a los buenos y castiga a los malos. No se habla de un autocastigo del pecador, sino que se pone toda la atención en el castigo que Dios aplica al pecador. El premio consiste básicamente en salvar el alma, y el castigo, en perderla. Como ya dijimos, dado que el alma es inmortal, se entiende que el castigo sea eterno.  En efecto, no se trata de perder el alma en el sentido de quedarse sin ella, sino de la perdición, en la cual alma y cuerpo serán arrojados a la gehena.

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En contra de la aspiración al “infierno vacío” habla también el dicho del Señor: “muchos son llamados, pocos elegidos”, dicho además en el contexto de una parábola en la que a alguien lo atan de pies y manos y lo arrojan a las tinieblas exteriores, donde hay llanto y rechinar de dientes.  Esa idea de “elección” divina, que parte inevitablemente en dos a la humanidad y no es lógicamente compatible con el “infierno vacío”, se refuerza con los otros anuncios en los que de una pareja de personas cualquiera una es tomada, y la otra dejada.

El contexto no parece ser el de “miren que esto puede pasar”, simplemente, sino más bien “miren que esto es lo que va a pasar, así que asegúrense de estar del lado correcto”. Esto es compatible con la recomendación de “velar”, en el contexto de unas parábolas, como la de las vírgenes necias y las vírgenes prudentes, en las que hay quienes “velan” y quienes no lo hacen.

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En Mt. 25, 41 – 46 viene la síntesis más completa de todo lo anterior. Los condenados van al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, así como el Reino de Dios ha sido también preparado antes de la creación del mundo para los que se salvan. Esto es coherente con lo se ha dicho más arriba acerca de la elección divina. Los que se salvan han sido elegidos, y esto, “desde la creación del mundo”. En el caso de los que se condenan, se habla igualmente de una “preparación” de su castigo, y es lógico por tanto pensar que también ha sido “desde la creación del mundo”.

Los que han de estar en ese fuego eterno son los resucitados y condenados, de modo que es un fuego físico que atormentará a sus cuerpos, y es el mismo que atormentará a los demonios, los cuales sin embargo no tienen cuerpo. Es entre otras cosas debido a esa irrefutable conclusión bíblica que Santo Tomás de Aquino explica en el Suplemento de la Suma Teológica (cuestión LXX artículo III) cómo el fuego físico puede afectar a una realidad inmaterial como es el alma separada del cuerpo tras la muerte.

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Dice en efecto ahí Santo Tomás:

Por el contrario, la misma razón hay de las almas separadas, y de los demonios, para que puedan padecer por el fuego corpóreo. Pero los demonios padecen por él, porque son castigados por este fuego, al cual serán arrojados los cuerpos de los condenados después de la resurrección, cuyo fuego es menester que sea corpóreo: y esto se hace evidente por esta sentencia del Señor (Matth. 25, 41): apartaos de mi malditos al fuego eterno que está aparejado para el diablo , etc. Luego también las almas separadas pueden sufrir por el fuego corpóreo.”

Y Santo Tomás explica ahí mismocómo los espíritus angélicos y humanos pueden sufrir del fuego corporal, distinguiendo la operación propia y natural del fuego de la que tiene como instrumento del castigo divino, y distinguiendo entre la unión entre el espíritu y la materia en la que aquel es la forma sustancial de ésta, y aquella otra unión accidental en la que el espíritu se encuentra en un lugar debido a la materia, que es como los ángeles, por ejemplo, están en un lugar, por ejemplo, cuando operan sobre ese lugar. Dice que los cuerpos pueden hacer que el ángel esté en un lugar de ese modo, pero no pueden hacer que el ángel o el alma separada quede vinculado a ese lugar sin poder abandonarlo, éste es propiamente el efecto penal que el fuego tiene sobre los espíritus, no por su propia naturaleza, sino como instrumento del castigo divino, por el cual es contrariada la voluntad de estos espíritus, los cuales, al percibir este daño que se les inflige, sufren también espiritualmente.

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Ese fuego es “eterno”, por lo que ha de atormentar a los cuerpos de los condenados humanos sin consumirlos. La opción de que los consuma y la eternidad afecte solamente al fuego y no también a los cuerpos atormentados por él queda eliminada por lo que sigue: “Irán éstos al castigo eterno”. Es el castigo de los condenados humanos el que es eterno, lo cual exige que ellos mismos, alma y cuerpo, sigan existiendo para siempre.

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Finalmente, a los condenados más les valdría no haber nacido. Es claro que se está hablando de los condenados al hablar de Judas, porque si Judas no se hubiese condenado y más le valiese a Judas no haber nacido, no se ve qué podría tener de peor el estado de los condenados comparado con el de Judas.  En la hipótesis de que Judas finalmente se haya salvado a pesar de todo, no se entiende esa frase del Señor. Es imposible decir del que está finalmente en la Vida Eterna que más le valdría no haber nacido, por más sufrimientos por los que haya tenido que pasar para llegar allí.

De hecho, la existencia de una pena eterna por el pecado impenitente es algo que pasa a primer plano, por lo menos, precisamente por la predicación de N.S. Jesucristo, y a partir de Él es que forma parte de la enseñanza de la Iglesia. No encontramos en el Antiguo Testamento una claridad tan grande acerca del premio y el castigo más allá de esta vida.

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Frente a esto, afirma el P. Fortea que el infierno es el mayor mal, porque es eterno. En el trasfondo está la minimización del pecado que hace el P. Fortea en toda esa presentación.  El mayor mal no es el infierno, sino el pecado. A diferencia del pecado, el infierno tiene algo bueno, a saber, que es justo.

El pecado, por su parte, es ofensa a Dios, que es el Bien Infinito, y por ese lado viene el aspecto de infinito que tiene el pecado, que justifica, contra lo que dice el P. Fortea, como veremos, la eternidad de las penas del infierno.

Por el contrario, el P. Fortea entiende que todo pecado de la creatura es algo simplemente finito y como tal no merece una pena eterna.

Y entonces, dado que él acepta lo que la Escritura dice acerca de la eternidad de la pena infernal, se pregunta cuál puede ser su justificación, y la única respuesta que se le ocurre es que el dolor del infierno no sea “paroxístico”, o sea, que la pena de los condenados sea bastante mitigada y que de hecho pueda coexistir con una especie de “felicidad natural”.

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No hay lógica en esta respuesta. Si una pena eterna es injusta, es injusta por más mitigada que sea. Si se encuentra que ha habido un error por exceso al condenar a alguien a diez años de cárcel, lo que corresponde es acortar o eliminar la pena, según el caso, no decirle que durante esos diez años va a poder mirar la tele todos los días.

Cuanto más si la pena es eterna.

Aparte de que ante la eternidad de la pena cualquier mitigación de la misma es al final cosa de chiste.

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El punto central, parece, en la tesis del P. Fortea es la negación de la pena de sentido, es decir, del sufrimiento corporal de los condenados, que en las palabras del Señor en los Evangelios consiste ante todo en el tormento del fuego.

Parece claro que la convicción del P. Fortea en este punto es diametralmente opuesta a lo que expresa Nuestro Señor Jesucristo en los Evangelios.  Mientras que Jesús, como hemos visto, no pierde oportunidad, casi, de hablar del fuego del infierno, al P. Fortea le parece absolutamente inaceptable que los condenados sufran de ese modo.

Para él, el fuego del infierno es algo puramente espiritual. Hay también subyacente en este modo de pensar, parece, una minusvaloración de la resurrección de la carne, y en general, de la función del cuerpo en la identidad y el destino de la persona humana. Si es toda la persona, cuerpo y alma, la que peca y se mantiene impenitente en su pecado, es lógico que sea toda la persona, cuerpo y alma, y no solamente el alma, la que sufra la pena por el pecado.

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La pena de sentido, rectamente entendida con el común de los teólogos católicos de todos los tiempos como pena corporal infligida por un fuego corpóreo, hace imposibles los ratos de solaz y esparcimiento y la misma “felicidad natural” (!!!) que el P. Fortea concede a los condenados.

Recordemos que la pena de sentido, según los Evangelios, no es solamente eterna, sino además incesante. En efecto, dice el Evangelio según San Marcos:

 “Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.” (Mc 9, 43 – 48):

Otras traducciones no siguen el criterio tan restrictivo de la “Nueva Biblia de Jerusalén” (que además elimina, por razones de crítica textual, dos versículos que aparecen en otras traducciones) y traducen, en el primer caso, “ir a la gehena, al fuego inextinguible”, matiz que encuentran en el griego “asbeston”.

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Pero además, y ya que estamos, parece haber también aquí una minimización de la pena de daño, es decir, de la pérdida de la visión beatífica.

En efecto, el P. Fortea argumenta como si una vez suprimida la pena de sentido ya no quedase ningún obstáculo importante para la “felicidad natural” de los condenados, cuando toda la tradición católica insiste en que la pena de daño es inmensamente más grave y terrible que la pena de sentido, y sin duda que es además continua.

¿Qué “felicidad natural” puede coexistir con la frustración eterna de haber perdido al Bien Supremo que es Dios y que de hecho es el único fin y sentido posible de nuestra existencia?

Mientras que el P. De Lubac negaba erróneamente la posibilidad misma de un fin último natural para el hombre, el P. Fortea parece admitirlo no solamente como hipótesis posible jamás de hecho realizada, como hace comúnmente la teología católica, sino además como algo que de hecho se realiza, al menos en algunos casos.

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Y ya que estamos en las minimizaciones y minusvaloraciones, le toca también al infierno, del cual dice el P. Fortea que muchas personas ya lo llevan dentro en esta vida, sobre todo cuando están encerradas en el odio, etc.

Es claro que no hay comparación posible entre los sufrimientos de esta vida, sean los que sean, y el infierno. Es esencial a la idea del “infierno” la pérdida de toda esperanza, como bien puso Dante en la puerta infernal al comienzo de su “Comedia”. Es más, esa pérdida de toda esperanza es parte principal del sufrimiento de los condenados, el saber que su estado es definitivo y para siempre. Mientras que en esta vida la esperanza es siempre una posibilidad. No tiene sentido, propiamente hablando, hablar de un “infierno en esta vida”.

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Esa minimización del pecado y minusvalorización de la justicia lleva al P. Fortea a decir que la única razón por la que Dios mantendría en la existencia para siempre, sin aniquilarlos, a los condenados, es porque de todos modos para ellos sería mejor existir que no existir, incluso en esas condiciones, y de ahí la tesis de la “felicidad natural” de los condenados.

En efecto, se pregunta por qué Dios no los aniquila, dado que su pecado en todo caso no merece una pena eterna, mientras que su sufrimiento será sin duda eterno si no son aniquilados por Dios.

Lo cual da una idea bien pobre de la Bondad, la Justicia y el Poder divinos. Como ya dijimos, si la eternidad de la pena no es merecida, entonces simplemente no tiene que existir. Lo que el P. Fortea nos presenta es un “dios” que tolera, por impotencia, una injusticia eterna y debe conformarse con suavizarla un poco.

Como es una constante en todo el vídeo, el P. Fortea contradice aquí una vez más a Nuestro Señor Jesucristo. Donde él dice que para los condenados es mejor existir que no existir, el Señor, como ya vimos, dice que para Judas habría sido mejor no haber nacido.

Porque sin duda, el ente es objetivamente bueno, y es mejor que el no ente, pero el ente que se encuentra en la situación en que se encuentran los condenados, desde su propio punto de vista subjetivo, sin duda que preferiría la inexistencia, y por eso precisamente el infierno es una pena, es decir, algo contrario a la voluntad del que lo padece.  

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El P. Fortea argumenta que el que se condena se cierra tan definitivamente a Dios, que ya no puede ser salvado, y por tanto, las dos únicas alternativas son su aniquilación o una eternidad en el infierno en la que pueda gozar de una “felicidad natural”, dado que en todo caso esa eternidad del sufrimiento infernal no sería merecida como pena.

Como ya dijimos, la premisa que ante todo falla en esa argumentación es la que dice que la creatura racional no puede merecer una pena eterna.

En realidad es al revés: si la pena por el pecado no es eterna, no es en definitiva pena alguna.

Porque el ángel y el alma humana son inmortales: una vez que existen, existen para siempre.

Por tanto, si el destino final, y “eterno” en el sentido de “para siempre”, de todas las creaturas racionales es el Cielo, entonces no hay diferencia alguna, en definitiva, entre el santo y el pecador, el que se salva y el que se condena.

En efecto, una pena por el pecado que sea solamente temporal y no eterna, iría seguida, lógicamente, de la entrada del ex-condenado en el Cielo, para toda la eternidad. Y frente a esa eternidad de goces celestiales, el tiempo finito pasado en el infierno sería exactamente nada.  

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No es entonces, sólo o principalmente, que Dios no pueda convertir al ser humano, por ejemplo, que muere impenitente, sino que Dios quiere el justo castigo eterno que se sigue de su pecado, que es el único castigo posible para el pecado de un ser naturalmente inmortal.

Por otra parte, si la razón de ser de la eternidad de las penas del infierno es la cerrazón libre e irremediable del condenado, entonces esa misma razón dura por toda la eternidad y es ella misma la que justifica la eternidad de la pena. El condenado es alguien que eternamente permanece en el libre rechazo del amor de Dios, y por tanto, eternamente merece la pena por ese rechazo.

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El P. Fortea insiste en que Dios no es causa del infierno, no crea el infierno, no inflige sufrimiento a los condenados, solamente permite todo ese mal.

Esto tiene que ver, por un lado, con la negación que el P. Fortea hace de la pena de sentido. Porque es claro que si en el infierno hay un fuego corpóreo, como dijimos arriba, ha de estar también en algún lugar, como también han de estar en un lugar los cuerpos de los condenados humanos después de la resurrección, y tanto ese fuego como ese lugar han de ser, obviamente, creados por Dios. No hay ente fuera de Dios que no sea creado por Dios.

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De hecho, el único mal del que Dios no es causa es el mal moral o pecado, y solamente lo que pertenece al orden del mal moral es lo que Dios “permite”. El infierno no es un mal moral, sino que es la pena por el mal moral, y como tal, es justo y bueno, no es permitido, sino querido por Dios.

Y como es querido por Dios, el infierno es causado por Él. Dios quiere y causa indirectamente el mal físico, al querer un bien que es inseparable de ese mal, como la caridad de los médicos es inseparable de la enfermedad. Pero quiere y causa directamente el bien, como es el bien de la pena justa en cuanto tal.  De modo que las penas infernales, en tanto males físicos, son queridas y causadas indirectamente por Dios, y en tanto penas por el pecado, son queridas y causadas directamente por Él.

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El P. Fortea dice que si Dios pudiese salvar a los condenados, lo haría. Lo cual implica que Dios quiere salvarlos. A lo cual hay que responder distinguiendo: A) Considerados simplemente en tanto que creaturas suyas: Concedo. B) Considerados, en concreto, en tanto que pecadores: Subdistingo: A) Suponiendo su arrepentimiento: Concedo. B) Sin que se arrepientan: Niego.

El pecador no puede estar en el Cielo manteniendo su actitud de rechazo de la ley divina, ni Dios quiere eso. Dios puede cambiar, con su gracia, esa actitud, pero eso es justamente mover al pecador al arrepentimiento. Fuera de esa hipótesis, es decir, considerado en tanto que pecador definitivamente impenitente, Dios no quiere tenerlo en el Cielo. Y si ésa es la situación irreversible de los condenados, entonces Dios no quiere en concreto salvarlos.

Porque además es absurdo que Dios quiera algo que Él no puede hacer. Lo único que cae fuera del Poder divino es lo contradictorio, y es claro que lo contradictorio, como tal, no puede ser querido.

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Por ahí llega el P. Fortea a decir que sólo el pecado contra el Espíritu Santo lleva a alguien al infierno, al cual define como el rechazo burlón de la oferta del amor divino.

Obviamente que nada de eso dice en la Escritura, ni en la Tradición, ni en el Magisterio de la Iglesia.

Dice el Señor en Mt. 12, 32:

Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero.”

El P. Fortea parece interpretar estas palabras en el sentido de que lo único que no será perdonado, y por tanto, llevará a algunos al infierno, será la blasfemia contra el Espíritu Santo.

Contra esto, la Iglesia enseña que todo aquel que muera en pecado mortal va al Infierno, y para el pecado mortal solamente exige materia grave y voluntariedad plena. La materia grave se encuentra en cualquiera de las prohibiciones absolutas del Decálogo: no matar, no mentir, no robar, no cometer adulterio, etc, con todas las precisiones que luego hace la Teología Moral.

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Como dice el mismo P. Fortea, qué sea esa “blasfemia contra el Espíritu Santo” ha sido y es muy discutido entre los teólogos.

Una interpretación acorde con la enseñanza de la Iglesia es la de San Agustín, que simplemente identifica la blasfemia contra el Espíritu Santo con la impenitencia final, que consiste justamente en morir en estado de pecado mortal sin arrepentimiento:

El primer beneficio que reciben los fieles es el perdón de sus pecados en nombre del Espíritu Santo. Contra este don de la gracia es contra quien protesta el corazón impenitente: esta impenitencia es la blasfemia del Espíritu, la cual no será perdonada ni en este mundo ni en el otro (…)” (San Agustín, Sermones, 71)

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El P. Fortea insiste en la idea de la condenación eterna como exclusiva autocondenación del pecador, en la cual Dios no interviene para nada, sino que más bien contempla como espectador.

En ese sentido se habla a veces de que el pecador “se condena”. Pero ahí hay que distinguir entre condenación activa y condenación pasiva, y condenación como obra del pecador y condenación como obra de Dios.

Cuando decimos que el pecador “se condena”, estamos hablando de la condenación activa como obra del pecador, que es el acto del pecado, sobre todo el pecado de la impenitencia final, que arroja al pecador en el infierno.

La consecuencia de esa autocondenación activa del pecador es la condenación pasiva, que es el estado en que se encuentran los pecadores en el infierno, y que a diferencia de la anterior, que es un pecado, es una pena por el pecado, y como tal, es justa y buena.

Siendo justa y buena, esta condenación pasiva de los pecadores no puede no tener a Dios por Causa Primera. No hay bondad ni justicia fuera de Dios que no proceda de Dios.

Lo que Dios no causa, sino que solamente permite, es la autocondenación activa del pecador, es decir, el pecado y la impenitencia final.

Pero Dios no es espectador, sino Causa, de la condenación pasiva de los que se condenan.

El condenado no puede ser aquel que se juzga y se condena a sí mismo al infierno, porque no tiene autoridad para ello, y por eso en la Escritura y en la fe de la Iglesia, expresada en el Credo, el Dios el Juez de los condenados, no los condenados mismos. Y lo que hace el Juez es sentenciar, o bien absolviendo, que no es este caso, o bien condenando.

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El P. Fortea viene a decir que Dios no nos ha revelado estos aspectos tan positivos del infierno para evitar que corramos todos a pecar. En conexión con esto, dice que en la Revelación divina hay solamente “algunas pinceladas” sobre el infierno, y que eso nos impide entrar demasiado en detalles en lo relativo a las penas infernales.

Con esto logra ocultar el aspecto más notable del Nuevo Testamento sobre este tema, que ya hemos señalado: la insistencia “machacona” y sin precedentes con que el Señor vuelve una y otra vez sobre el tema del infierno pintado con colores realmente terribles.

Con las solas “pinceladas” del fuego eterno, del gusano que no muere, las tinieblas y del llanto y rechinar de dientes alcanza para una idea del infierno realmente terrorífica.

Y pensar o sugerir que el Señor en cierto modo nos estaba mintiendo al ocultarnos la “felicidad natural” que viven los condenados, la cual está en verdad totalmente ausente del Nuevo Testamento, es algo que por lo menos resulta chocante para un católico.

Porque además, si ésa era la “estrategia” del Señor, el P. Fortea, revelándola, la ha echado a perder irremediablemente. Alguien podría concluir lógicamente: “Ahora que sabemos que en el fondo “no pasa nada”, a vivir que son dos días.”

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Finalmente, el P. Fortea calcula la cantidad posible de condenados, y le da un resultado de a lo sumo cuatro millones. Sería inaceptable, según él, que el 25 %, digamos, de la humanidad se condenara.

Nuevamente el desacuerdo frontal entre el P. Fortea y las palabras del Señor en los Evangelios que dicen que muchos son llamados y pocos son elegidos, y que muchos entran por la puerta de la perdición y pocos por la puerta que lleva a la Vida.  Comparativamente, el 25 % no son muchos, sino pocos.

Pero no digamos nada de los cuatro millones. En el contexto de la humanidad actual de unos 8.000.000.000 de seres humanos, representa un 0,05 %, pero es que habría que tomar en cuenta a todos los seres humanos que han vivido hasta el día de hoy. Algunos calculan que han sido 120.000 millones. Sobre esta base, los condenados representarían el 0,003 %.

Es decir, alrededor de una de cada 30.000 personas.

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En definitiva, el método del P. Fortea es lo que es ante todo inapropiado. Repetidamente acude que “le parece”, “le parece armonioso”, es “de sentido común”, etc. Si algo es obvio en la fe católica es que la Revelación divina sobrepasa muchas veces lo que a nosotros nos parece sensato o armonioso, y por eso el único método posible es apegarse a la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

77 comentarios

  
PdB
Creo que en la crítica que hace de Fortea ud. Hierra en algún punto.

1) la pena no puede ser corporal porque la Resurrección será sólo del cuerpo (glorioso) para los salvos. Los condenados, nunca volverán a poseer un cuerpo. El fuego del infierno tiene según Nuestro Señor un efecto como el fuego en esta tierra, sólo.que no se consume. Pero ha de notarse que tras la muerte física, las realidades del más allá no se regirán por las leyes de esta naturaleza que nosotros conocemos. Por tanto, ojo con como entendemos y explicamos realidades como cuerpo, fuego, etc. una vez la criatura ha recibido su justo juicio

2) las revelaciones particulares efectivamente hablan de que el infierno es un lugar, muchos dicen que en el centro de la Tierra. Pero no debe uno asimilar lugar a uno con coordenadas físicas de nuestra naturaleza limitada

3) el infierno es creación de Dios en tanto en cuanto ha querido Dios en su infinita sabiduría separar el trigo de la cizaña. Es el lugar sin Dios. Es su ausencia completa la que caracteriza el infierno. No hierra quien dice que el infierno no es creación de Dios en tanto en cuanto es la decisión de la criatura impenitente. Dios quería que todos se salvasen, pero no todas las criaturas quieren lo mismo.

4) lo realmente único, original y no se puede decir que heterodoxo que dice Fortea del infierno es eso de que Dios incluso a esas almas les rebaja el dolor y el sufrimiento. No lo creo, pero no sé puede afirmar que sea un error

Saludos en Cristo

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En todo caso, no hierro sino que yerro.

Pero tampoco. Dice Jn 5, 28 - 29:

"No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio.…"

En armonía con Dn 12, 22:

"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno."

Por eso dice el Catecismo:

"1038 La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46)."

La referencia a Hechos 24, 15:

"teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos."

Por eso dice también la Profesión de Fe del IV Concilio de Letrán de 1215:

"(...) El, que según la divinidad es inmortal e impasible, El mismo se hizo, según la humanidad, pasible y mortal; El también sufrió y murió en el madero de la cruz por la salud del género humano, descendió a los infiernos, resucitó de entre los muertos y subió al cielo; pero descendió en el alma y resucitó en la carne, y subió juntamente en una y otra; ha de venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos: todos los cuales resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, ora fueren buenas, ora fueren malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno; y éstos, con Cristo gloria sempiterna.(...)"

La decisión de la creatura impenitente no es el infierno, sino que es el pecado que lleva al infierno, que es consecuencia del mismo. Por eso distingo en el "post" entre condenación activa de la creatura misma, que es lo primero, y que es el pecado, y condenación pasiva, que es la pena por el pecado, y que tiene a Dios como Causa Primera.

Dios quiere que todos los hombres se salven, y es Omnipotente, de modo que todo lo que quiere, lo hace, pero no todos se salvan, por tanto, hay distinguir entre querer y querer en Dios. Hay un querer divino condicional y un querer divino absoluto. El primero se realiza solamente si se da una condición, el segundo se realiza sin más. Dios quiere condicionalmente que todos se salven, a saber, si no pecan, o si, pecando, luego se arrepienten.

Lo "original" del P. Fortea no es que hable de la mitigación por parte de Dios de la pena del infierno, que eso ya lo hizo Santo Tomás, sino que niega la pena de sentido, no tiene en cuenta seriamente la pena de daño, afirma una "felicidad natural" de los condenados que es incompatible con el infierno mismo, y niega que sea justa la eternidad de las penas del infierno, entre otras cosas.

Saludos cordiales.
18/01/24 9:55 PM
  
Francisco de Argentina
Con todo respeto le pregunto. Me causa extrañeza lo que el infierno es un lugar porque los cuerpos resucitados ocuparán un lugar y que se haga tanto incapié en que el fuego del infierno es fuego como el que vemos en la actualidad.
¿En que lugar esta Cristo?
¿Cómo puede ocupar un lugar y sin embargo atravesar puertas que sí ocupan un lugar?
¿Cómo puede haber fuego? ¿Cual va a ser el combustible de ese fuego y el comburente y el oxigeno? ¿Habra oxigeno en el infierno para que se produzca la combustión?

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Los condenados resucitarán, pero no con cuerpos gloriosos como los bienaventurados, sino más bien con cuerpos oprobiosos. Y así no se puede argumentar como si los cuerpos de los condenados resucitados fuesen de la misma cualidad que los cuerpos de los bienaventurados resucitados.

Pero además, el mismo cuerpo resucitado y glorioso está en un lugar. Eso es evidente por los mismos relatos evangélicos que muestran las propiedades extraordinarias y sobrenaturales de los cuerpos resucitados y gloriosos. Por ejemplo, se narra que la tarde del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar en que estaban los discípulos, apareció Jesús en medio de ellos. Aquí está a la vez lo extraordinario y lo propio de todo cuerpo: lo extraordinario es que entra estando las puertas cerradas (y cualquier otra abertura, se sobreentiende) y lo propio de todo cuerpo es que está en un lugar, es decir, en esa habitación, en medio de ellos.

Por supuesto, el milagro está en que el cuerpo glorioso de Cristo Resucitado supera la ley natural de la impenetrabilidad de los cuerpos al atravesar las paredes de esa casa sin por otra parte destruirlas. Santo Tomás enseña en el Suplemento de la Suma Teológica que dos cuerpos pueden estar en el mismo lugar, solamente por milagro divino.

En cuanto al fuego, el combustible y el comburente, se aplica el principio que dice que Dios puede hacer por sí mismo todo lo que hace por medio de las causas segundas, porque en la Causa Primera se precontiene toda la virtud que luego se distribuye entre las causas segundas. Así, por ejemplo, Dios hace que los accidentes eucarísticos subsistan sin inherir actualmente en ningún sujeto, porque con su poder de Causa Primera suple todo el efecto que el sujeto sustancial, por ejemplo, el pan, puede realizar naturalmente en orden a la subsistencia de los accidentes del pan.

Es decir, que si el oxígeno y la materia que arde tiene poder para hacer que el fuego exista, mucho más Dios, que es el Creador de todo ello. Pero incluso más sencillamente, Dios tiene el poder, si quiere, de crear y mantener en la existencia todo el oxígeno y todo el combustible que sea necesario. Aunque por lo dicho recién, tampoco tendría porqué ser necesariamente de este modo, en vez de ser por un efecto directo de la sola Omnipotencia divina.

Saludos cordiales.
19/01/24 12:34 AM
  
Jorge Cantu
Gracias, estimado Néstor por esta necesarísima exposición en tiempos de poco acierto y poca profundidad racional y espiritual aún en los que hoy ante el mundo son considerados (debieran ser, pero no) las 'lumbreras' de la catolicidad.

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Gracias y saludos cordiales. Sólo cuando en la Iglesia se vuelva en serio a la Escolástica y al tomismo podremos salir de este marasmo doctrinal. Si para algo ha servido este período post-conciliar, es para mostrar que en este tema las "terceras vías" no existen.
19/01/24 12:49 AM
  
Jorge Alberto
Dios creó el cielo y la tierra. No leemos que creó el cielo, la tierra y el infierno. Bueno, pudiera pensarse en que no creó el infierno directamente.

Dios, pues, crea el cielo y la tierra, ¿sabiendo que millones y millones y millones de criaturas, angelicales o humanas, irán (lamentablemente o justamente, según se mire) al infierno; sabiendo que una ínfima parte en comparación, acaso mucho menos del 1% del total, logrará salvarse a duras penas? Por supuesto, es posible pensar en eso, sin quitar nada de la infinita bondad de Dios y de su asombrosa justicia... Terrible es el Amor de Dios. En este caso, se diría que la batalla por las almas (en cuanto a la cantidad) la tiene ganada Satanás.

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Que Dios creó el cielo y la tierra quiere decir que creó todo lo que no es Dios, incluyendo los millones de galaxias, y también a los ángeles, que son inmateriales. Incluyendo, por tanto, también el infierno y el purgatorio.

Y así tiene que ser necesariamente, porque el Ser Necesario sólo puede ser Uno, todo otro ente es contingente, y por tanto, causado por el Ser Necesario.

Eso del 1 % es gratuito. No conocemos porcentajes, fuera del hecho de que los Evangelios dicen que son muchos los que se pierden y pocos los que se salvan.

El diablo no gana batalla alguna, porque se salvan todos aquellos que desde la Eternidad Dios ha elegido para que se salven, y no deja de salvarse ni uno de ellos.

La Iglesia, por supuesto, debe llamar a todos a la fe y a la conversión, porque sólo Dios sabe quiénes son los elegidos.

Saludos cordiales.
19/01/24 2:45 AM
  
Federico Ma.
Sí, Néstor, "hierro": "ferreus malleus heterodoxorum"! (vel hereticorum). [martillo férreo de heterodoxos o herejes]. Muy bueno. Muchas gracias: Dios te lo pague. Y lamentable, por cierto, lo de ese sacerdote...

Aplicando lo que citas de san Agustín sobre cómo entiende el pecado contra el Espíritu Santo, a saber, como la impenitencia final (i.e., morir en pecado mortal), entonces sí (y sólo entonces) puede decirse que "sólo el pecado contra el Espíritu Santo lleva a alguien al infierno" de facto. Pues todo pecado mortal, si bien de suyo merece la condenación eterna, no lleva de hecho al infierno sino en cuanto se muere en el mismo, esto es, en cuanto se es finalmente impenitente: en cuanto, según la interpretación de san Agustín, se peca contra el Espíritu Santo.

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Muchas gracias. En efecto, así entendida, la blasfemia contra el Espíritu Santo sí que es la única causa de condenación, pero porque es la misma impenitencia final que se puede tener en cualquier pecado mortal de soberbia, ira, gula, lujuria, codicia, etc.

O se la podrá entender de otro modo. El hecho es que nunca se puede contradecir la doctrina católica que dice que va al infierno el que muere impenitente en un pecado mortal, y que el pecado mortal es el que tiene materia grave y plena voluntariedad, sin que haga falta ningún otro requisito.

Saludos cordiales.
19/01/24 2:55 AM
  
Antonia Prunés
Lucía de Fátima describió la visión del infierno en sus Memorias: "Mientras Nuestra Señora decía estas palabras, abrió sus manos una vez más, como lo había hecho en los dos meses anteriores. Los rayos de luz parecían penetrar la tierra, y vimos como si fuera un mar de fuego", escribió. "Sumergidos en este fuego estaban demonios y almas en forma humana, como tizones transparentes en llamas, todos negros... Por tanto, el infierno NO ESTA VACIO y debemos orar y hacer penitencia para que más almas no se condenen.
19/01/24 10:03 AM
  
Centurión Cornelio
Perdón por el segundo comentario, "si la pena por el pecado no es eterna, no es en definitiva pena alguna, magnífica reflexión, don Néstor, y además parece un error considerar la eternidad como "tiempo infinito", y de ahí que repugne a algunas imaginaciones pusilánimes.

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Muchas gracias. Que la pena del infierno es eterna quiere decir simplemente que dura para siempre. No se la equipara por eso con la Eternidad de Dios, que es un eterno presente sin antes y sin después y sin sucesión. No es propiamente temporal tampoco, sino que pertenece a una categoría intermedia entre el tiempo y la Eternidad que los medievales llamaron "aevum" ("evo" en castellano).

Saludos cordiales.
19/01/24 10:24 AM
  
sofía
No creo en el "Dios" de la doble predestinación calvinista que es un ser injusto y absurdo. Y me temo que sigo sin poder ver la diferencia con la doble predestinación que usted propone. A mí me parece lo mismo.
Dios no ha creado a nadie para condenarlo.
Otra cosa es que Dios ofrezca la salvación a todos y que algunos -o muchos- la rechacen al rechazar a Dios, quien respeta ese libre rechazo, porque libremente quiere ser amado - es absurdo el amor impuesto obligatorio, el amor es libre y a quien no quiera amarle, Dios le dejará rechazarle, irá por tanto al infierno que el mismo ha elegido.
Y en cuanto a las formas de rechazar a Dios, la clave está en lo que no ha puesto usted en negrita: "porque tuve hambre y no me diste de comer...etc "
Creo en el Dios de Jesucristo, ese misterio de amor Trinitario, y en ningún otro. Y no se parece al absurdo dios de Calvino, con disfraz "filosófico" o sin él.

Saludos cordiales

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Lo único que hago en el "post" es llamar la atención sobre las palabras que el Señor pronuncia en el Evangelio, al decir que el Reino ha sido preparado desde la creación del mundo para los que lo heredan, y al decir que el fuego eterno ha sido "preparado" para el diablo y sus ángeles, lo cual no tiene nada de abusivo entenderlo de una preparación también desde la creación del mundo, porque además no tendría sentido asignarle una fecha posterior.

No hay nada de calvinismo en todo eso ni en los Evangelios en general.

Lo que sí es calvinismo, y no está en ese pasaje del Evangelio, es decir que Dios creó a algunos para que se condenen, entendiéndolo en el sentido de que quiso su condenación eterna antes de prever su impenitencia final, y no después de haberla previsto desde la Eternidad.

Por mi parte, nunca propuse una doble predestinación. Hay predestinación para los que se salvan, y reprobación para los que se condenan. Pero la predestinación es anterior a la previsión de los méritos de los que se salvan, mientras que la reprobación, entendida como el decreto de condenación eterna para los que se pierden, es posterior a la previsión de sus culpas finalmente impenitentes, como dije arriba.

El cuanto al motivo para ir al infierno, es el que la Iglesia siempre ha enseñado: el pecado mortal impenitente, independientemente de cuál sea la materia de ese pecado, si es un pecado de omisión, como los que aparecen en Mt. 25, o de comisión, como puede ser el robo, el homicidio, el adulterio, etc., etc.

Saludos cordiales.
19/01/24 12:28 PM
  
Chico
Para el hombre que tiene libertad es necesario que exista cielo e infierno, frente al Amor. Si libremente con gracia, elige al Amor se salva. Si desprecia al más grande Amor quiere el más grande castigo que por ese desprecio merece: Infierno eterno
19/01/24 2:37 PM
  
Franco
Si he entendido bien, Néstor (o no demasiado mal), Dios es causa de la pena de daño de modo análogo a como es causa de la ley natural. Así como Dios elige cierta ley natural eligiendo y creando cierta naturaleza específica con la cual estas leyes se identifican (y no definiendo la ley natural como si de leyes positivas se tratase), leyes cuya violación trae sus consecuencias, elige crear seres racionales, y por lo tanto libres, de cuyo rechazo al bien infinito se deriva la única pena posible para toda naturaleza racional, que es la pena de daño, permanente, como los espíritus mismos.

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Por lo que he visto, al menos, el tema de la causalidad de la pena de daño no es muy tratado por los teólogos. La parte sencilla, me parece, es que siendo la visión de Dios un don divino sobrenatural, al no dar ese don a los condenados, Dios causa la pena de daño.

La parte difícil es que parece ser que la pena de daño es algo inevitable en el condenado, y que entonces se daría igualmente aunque Dios no hiciese nada, por así decir.

Hay que notar que en todo caso, las acciones del condenado crean en él una exigencia de la pena de daño, pero obviamente no pueden mover a la Voluntad divina a negar el don de la visión beatífica, eso debe ser algo que Dios hace en forma independiente, como todo lo que hace.

Y todavía está la cuestión de si la imposibilidad de que el condenado se arrepienta es metafísica, o sea, absoluta, dependiente del principio de no contradicción, o solamente natural, y abierta por tanto al cambio por una milagrosa intervención divina.

En el segundo caso sería más evidente, claro está, que hay una libre intervención divina en la pena de daño y en la eternidad de la misma.

En todo caso es cierto que Dios mantiene libremente en la existencia para siempre a los condenados privados de la visión beatífica, pues podría sin duda aniquilarlos.

Saludos cordiales.
19/01/24 3:20 PM
  
Masivo
Las referencias al fuego creo que deben entenderse a que hasta época muy reciente, se creía que el fuego era un elemento, cuando en realidad es un fenómeno de una reacción entre elementos. No podemos llamar fuego a algo que no sea la emisión energética producida por la reacción entre comburente y combustible, salvo como metáfora. Por lo que creo que es una metáfora del sufrimiento, en este contexto. Es significativo también que cada cultura imagine los tormentos del infierno en relación a su contexto, como fuego en los pueblos semíticos, o hielo en los nórdicos, por lo que la metáfora es más evidente: cada uno imagina el mayor dolor físico que conoce por su entorno.

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Como dije, Dios puede hacer todo lo que hacen las causas segundas. De lo contrario habría que decir, por ejemplo, que no podemos llamar "hombre" a lo que no nace de la unión un óvulo y un espermatozoide, pero Dios creó a Adán directamente.

La esencia de una cosa, además, no viene determinada por sus causas eficientes, sino por su causa formal, que es intrínseca a la cosa misma, como el alma de Adán era lo que hacía que Adán fuese hombre.

Por supuesto, estamos hablando de una acción divina sobrenatural.

Además, en los países nórdicos el fuego también quema. El Walhala, por ejemplo, es quemado por las llamas en la mitología nórdica.

Saludos cordiales.
19/01/24 3:49 PM
  
Francisco de Argentina
Gracias por su respuesta, aunque me quedan otras preguntas, que no entiendo si fueron contestadas. Si Ud. podria hacerlo y yo estaría muy agradecido.
1.- Donde esta descripto un cuerpo repobo? Por que de los gloriosos sabemos por los evangelios; ¿Por que van a ser distintos los unos de los otros?
2.- Ud parece decir que el fuego material, con todo el sufrimiento que eso implica, parece querido por la voluntad positiva de Dios, dado que se necesitaria algun tipo de milagro o bien para que exista combustible+comburente en el infierno o para que existan nuevas leyes que permitan el fuego o porque Dios mismo lo prenda. Sin embargo, no me trate por favor de modernista o nada parecido porque no lo soy, ¿Como compatibiliza que Dios positivamente prenda fuego a sus hijos (porque seguro que alguno son bautizados) con la promesa hecha por Dios de nunca podrá olvidarse de sus hijos? ¿A los santos los recuerda con misericordia y a los reprobosos con justicia?
Le agradezco su atencion, no soy muy afecto a la filosofia pero sus escritos me parecen muy interesantes

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"Resurrección", como dice el Catecismo, significa solamente que el alma, que se separó del cuerpo por la muerte, vuelve a unirse a él.

No toda resurrección es necesariamente en cuerpo glorioso: no lo fue la de Lázaro, por ejemplo.

Santo Tomás explica de este modo la resurrección en cuerpo glorioso: el alma bienaventurada queda glorificada por el hecho de ver a Dios cara a cara, y esa gloria del alma se comunica al cuerpo.

Es claro que en los condenados no se da la visión de Dios, por tanto, ni sus almas ni sus cuerpos son gloriosos.

Saludos cordiales.

19/01/24 4:22 PM
  
Antolin
Mediante la fe, la esperanza y el amor, seremos salvos.
No debemos ser cicateros en el amor de Dios.
Decía Pemán: "No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera". Y también: "Al final de la vida, el que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada".
Estar con el Señor, aquí y ahora y en la eternidad.

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Yo diría que más que Pemán, es Santa Teresa de Ávila.

Con el amor de Dios no debemos ser cicateros ni manirrotos ni nada en general, porque es Él el que lo administra, no nosotros.

Saludos cordiales.
19/01/24 4:57 PM
  
Juanjo
He visto el video del padre Fortea contestando tu post y me quedo un poco perplejo. No sé si lo he entendido bien, pero me parece que atribuye al infierno las características y propiedades que antes se atribuían al Limbo.

Reconoce que niega absolutamente la pena de sentido.
Postula una felicidad natural para los condenados.

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En efecto, dice que esa tesis de la felicidad natural de los condenados es esencial su planteo. Y sí, niega la pena de sentido al menos en tanto que la reduce a una pena puramente espiritual con lo cual lo de "sentido" ya no encaja, y además es contrario al consenso teológico que hubo en la Iglesia hasta los tiempos del Concilio Vaticano II más o menos.

Saludos cordiales.
19/01/24 8:04 PM
  
penc
Escritura, Tradición y Magisterio de la Iglesia.

NI MAS NI MENOS. EXCELENTE!

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Así es, ése ha sido siempre el método de la Teología.

Gracias y saludos cordiales.
19/01/24 11:00 PM
  
Federico Ma.
Entonces la pena "de sentido" no se define, en sí misma, por ser "sensible" (o corporal). De hecho, en los ángeles condenados tal pena, dada por el fuego que los "liga", los hace sufrir pero, como es obvio, no los atormenta "sensiblemente", sino tan sólo espiritualmente. En los hombres (es decir, en las almas condenadas una vez reunidas con su cuerpo) tal pena sí es, además, sensible. Pero, entonces, por lo anterior, entiendo que negar la pena sensible no equivale sin más a negar la pena de sentido.

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Cierto, no equivale, absolutamente hablando. Sí equivale, si estamos hablando de los seres humanos resucitados y condenados.

Saludos cordiales.
20/01/24 2:11 AM
  
Isasa
¿Pocos al cielo pero el resto no tiene porque ser para siempre infierno ?
¿Puede ser purgatorio?

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Los que están en el purgatorio ya están salvados, su único destino posible es el Cielo, una vez que hayan sido purificados.

Es decir, los "pocos" que se salvan según los Evangelios incluyen a los que están en el Purgatorio.

Saludos cordiales.
20/01/24 10:24 AM
  
María M.
Mi opinión personal es que los que van al infierno lo hacen por decisión propia, ya que Jesús hasta el último segundo de sus vidas les va a intentar rescatar, (por eso y como es tan infinitamente bueno, dulce y misericordioso, inventó el Purgatorio). Ellos no son seres humanos como nosotros, que somos sarmientos de la Vid, formamos parte del Cuerpo de Cristo, cuya Sangre se convierte en la Savia de la Vid, nuestra savia, que trae los buenos y deliciosos frutos...

Dicho de otro modo, nosotros comemos su Cuerpo, bebemos su Sangre, convirtiéndonos en uno con Él, por eso de un modo inevitable damos esas Uvas deliciosas que son el Néctar para la vida eterna.

Las personas que mueren en pecado mortal sin arrepentimiento, no contienen Su mismo Cuerpo y Sangre, se parecen más a los demonios, y su sangre está podrida y apesta. Al no formar parte del Cuerpo de Cristo, detestan al Amor. Repito, no son seres humanos comparables a nosotros, su maldad es inhumana. Muchos de ellos no nacieron así, se fueron pudriendo a lo largo de la vida en sus múltiples decisiones.

Se que es una forma muy particular de ver las cosas, pero se me hace más fácilmente comprensible y le veo mayor claridad al hecho de que A lo podrido van los gusanos. Para esta especie de gusano, lo podrido es su Espacio Vital donde arden, apestan, gritan y se agitan desesperados, pero repito, ese es Su espacio Vital al que las sagradas escrituras llaman el infierno.

Si podemos entender que los demonios gusten y prefieran habitar el infierno, no debe costarnos entender que el ejército de los condenados participa de sus mismos gustos. Su esencia es la desesperada Maldad. que se manifiesta en el máximo horror.

[...]

Perdonen si he podido escandalizar a alguien, es sólo una opinión personal.

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En primer lugar, tanto los que se salvan como los que se condenan pertenecen a la misma especie humana, son todos descendientes de Adán y por todos ellos murió Cristo en la Cruz.

En segundo lugar, como enseña el Concilio de Trento, sin una revelación divina especial no podemos tener certeza definitiva de formar parte del grupo de los que se salvan.

Recibir la Eucaristía no es garantía de salvación. Muchos que están en el infierno han recibido seguramente el Sacramento del Altar. De hecho, Judas comulgó en la Última Cena.

Si a los condenados les gusta estar en el infierno, entonces no es infierno, no es pena, no es castigo.

La maldad no es la esencia de nada. Todo ente, en tanto que es, es bueno. El mal es una carencia y privación de ser y de bondad.

En esos puntos se aparta Ud. de la doctrina católica.

Saludos cordiales.
21/01/24 12:07 PM
  
maru
Realmente, el que lea la Biblia, puede ver que tiene páginas y páginas, donde el Señor habla de condenacion e infierno. No sé vde donde sacan los progres tanto buenismo. El Señor es infinitamente bueno pero no es tonto, además es un juez justo. Es el justo de los justos.
21/01/24 3:58 PM
  
Jorge Alberto
Muchos son los llamados pero pocos son los elegidos, según esa parábola del banquete, que tiene además resonancias con el Apocalipsis.

Suponiendo que Dios llama a diez personas pero elige solo a una de ellas, las nueve restantes, que no son elegidas, ¿son entonces condenadas y se van al infierno? ¿Esa es la única y correcta interpretación?

¿No cabe pensar en que aquellas nueve personas, que son llamadas pero no elegidas, no necesariamente son condenadas?

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Siendo el Purgatorio un estado transitorio, que desemboca en el Cielo, hay solamente dos estados definitivos para toda creatura racional: salvación o condenación eternas.

En toda la Escritura es clara la ecuación entre “elegidos” y “salvados”. Por tanto, los no elegidos se condenan, y los condenados no son elegidos.

Véase por ejemplo Jn. 10, 22 – 30:

“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.”

Las ovejas de Cristo se salvan, porque el Padre y Cristo son uno, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre y de la mano de Cristo. Por eso las ovejas de Cristo oyen su voz, lo siguen, y Él les da vida eterna. Los que no creen, no creen porque no son de sus ovejas.

No les dice que no son de sus ovejas porque no creen, sino que no creen porque no son de sus ovejas.

Tampoco se trata de que todo el que cree es oveja suya, porque los que creen también pueden perderse, pero las ovejas de Cristo no pueden perderse.

Dios llama a muchos que no son ovejas suyas, y que o no responden con la fe, o si creen, no perseveran, y mueren en pecado mortal.

Por eso son muchos los llamados y pocos los elegidos. Judas fue llamado, y tantos otros a lo largo de los siglos han sido llamados, y algunos hasta han creído, pero no han perseverado hasta el final.

Los que no son ovejas de Cristo no se salvan.

Jn 6, 44:

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Jn. 14, 6:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Esos que son traídos por el Padre son los mismos que nadie puede arrebatar de la mano del Padre, o sea, las ovejas de Cristo. Y a ésos los resucitará el Señor en último día. Fuera de ese camino nadie puede ir a Cristo, ni por Cristo al Padre, ni salvarse.

El Padre lleva a esos hombres a Cristo, para que crean en Él, y Cristo lleva a esos mismos hombres al Padre, una vez que han creído en Él.

Jn 17, 1 – 2:

“Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado.”

Es decir, a las ovejas de Cristo.

Estas ovejas de Cristo son los elegidos. No son ovejas porque creen, sino que creen porque son ovejas. O sea, no se han elegido a sí mismos creyendo, sino que Dios los ha elegido para que crean y se salven.

Cfr. Mt 24, 31:

“Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.”

Por eso son "sus elegidos", porque es Dios el que los ha elegido.

En efecto, de los elegidos dice en Jn. 16:

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.”

Saludos cordiales.
22/01/24 8:05 PM
  
Jorge Alberto
Es clara la distinción entre salvación y condenación. De acuerdo. Pero me parece que ser llamado pero no elegido, a la luz de esa parábola en concreto (de donde viene la expresión), no tiene por qué implicar necesariamente ser condenado. Puede alguno ser llamado pero no elegido todavía sino después. De modo que de los nueve llamados pero no elegidos en la primera ocasión puedan ser elegidos ocho después. Repito: argumento con respecto a esta parábola en particular. El Apocalipsis, por lo demás, habla de las bodas del Cordero: los elegidos (tomados) de la Parusía.

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En todo caso estamos en que sólo los elegidos se salvan.

Pero no puede ser que todos o la mayoría sean elegidos, y entonces, se salven, porque no sería verdad lo que dice el Señor en el Evangelio, que muchos son llamados y pocos elegidos.

Además, la elección divina, como acto de Dios, es inmutable y eterna. No es que primero Dios llama y después Dios elige.

Ni la elección divina es algo que suceda en el tiempo o se vaya dando progresivamente en el tiempo.

El plan de Dios no va cambiando con el paso de los tiempos ni se le van agregando a ese plan nuevos elegidos a medida que avanza la historia. Ese plan está en la Mente divina, que es Inmutable y Eterna, y por tanto, ese plan mismo es inmutable y eterno.

Como dice San Pablo al comienzo de la Carta a los Efesios:

"Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda clase de bendición espiritual en los cielos, por cuanto en Él nos eligió antes de la creación del mundo..."

Y en el libro de Jeremías:

"Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te había elegido para que fueras un profeta para las naciones."

Saludos cordiales.
23/01/24 12:56 AM
  
Jorge Alberto
Estoy de acuerdo en que la elección de Dios se da "ab aeterno". Pero considero que eso no impide entender que haya una cosecha, por decirlo así, de elegidos en determinados tiempos de la historia humana. Dios Creador llama desde siempre (para que todos se salven) y elige hoy: en su presente, muchos son llamados y pocos son elegidos. Pero me parece forzar la interpretación inferir que, entre los llamados, los no elegidos hoy son todos necesariamente condenados. Se puede pensar en que son simplemente llamados, no necesariamente condenados todos, y entre ellos son elegidos pocos hoy. Mañana (desde la perspectiva humana) pueden ser elegidos algunos que no lo fueron ayer, llegando a responder al llamado de la salvación.

Mt 21: 28-31 puede dar alguna luz sobre esto. En Lc 13: 23-24, el Señor Jesús no dice simplemente sí: da una respuesta más bien indirecta para la pregunta de si son pocos los que se salvan. No dijo rotundamente: "Sí, son pocos los que salvan", sino que "muchos" querrán salvarse pero no podrán. Lo que no implica necesariamente afirmar que son pocos los que se salvan.

De la expresión de que muchos son llamados pero pocos son elegidos no creo que se deba deducir que finalmente, a la hora del Juicio universal, serán más los condenados que los salvados en cuanto a la cantidad numérica. Entre los Doce apóstoles solo uno se condenó. Si tal afirmación se hubiese entendido de forma absoluta, acaso se hubieran condenado Once. Otro ejemplo es que el Apocalipsis 12 habla de un tercio de las estrellas que fue arrastrado por la cola del Dragón: no dice que fueron arrastrados dos tercios o alguna mayoría abrumadora.

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Es que si la elección divina es “ab aeterno” no hay una elección divina hoy y otra mañana. Porque la elección es algo en Dios, no en los elegidos. Es la ejecución del plan divino lo que se va dando en el tiempo, pero no el plan mismo, que incluye a todos los elegidos desde toda la Eternidad, y que es eterno como Dios mismo.

Dios eligió a San Francisco de Asís y a la Madre Teresa de Calcuta desde la Eternidad. Es claro que ellos sólo pudieron vivir y salvarse en el tiempo en que les tocó vivir, pero eso no quiere decir hayan sido elegidos en ese tiempo, sino, como dice San Pablo, “desde antes de la creación del mundo”. Son los efectos de la elección divina, no la elección divina misma, los que se dan en el tiempo.

Por supuesto que alguien puede rechazar en una primera instancia el llamado divino y luego aceptarlo y salvarse, igual que alguien puede aceptarlo inicialmente, pero luego rechazarlo y condenarse. El que se salvó, desde toda la Eternidad ha sido elegido para salvarse, y no ha sido elegido, desde la Eternidad, el que se condenó.

En Lc. 13, 24 el Señor dice solamente que muchos querrán entrar y no podrán. Pero en Mt 13, 7 – 14 dice que muchos entran por la puerta que lleva a la perdición y pocos por la puerta que lleva a la vida. De ahí sí se deduce que son menos los que se salvan que los que se pierden.

Es lógico que entre los Apóstoles del Señor todos los llamados hayan sido elegidos, menos uno. De hecho, habrían sido todos elegidos, de no haber sido que también había una función para el traidor en el drama de la Pasión. Eso no se puede extrapolar al conjunto de la humanidad.

En cuanto a la tercera parte de las estrellas que caen del Cielo en el Apocalipsis, eso tal vez hable de la mayor fortaleza de la naturaleza angélica para resistir a la tentación.

Saludos cordiales.
23/01/24 3:09 AM
  
Chico
Antes estas doctrinas sobre el infierno eran consideradas como doctrina piis auribus offensiva
23/01/24 2:06 PM
  
Jorge Alberto
Pienso que la expresión "muchos son llamados y pocos son elegidos" no significa exactamente lo mismo que "muchos son condenados y pocos son salvados". No me parece inferir que Dios llama a todos y condena a casi todos, como si los salvados llegaran a ser una minoría.

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No se puede deducir de esa frase que Dios condene a casi todos los que llama. Sí que los salvados son menos que los que se pierden, si es que se le quiere dar algún sentido inteligible y coherente.

Saludos cordiales.
23/01/24 3:55 PM
  
Jorge Alberto
Vuelvo a repetir lo mismo: no me parece que la expresión "muchos son llamados y pocos son elegidos" signifique exactamente lo mismo que "muchos son condenados y pocos son salvados".

¿Acaso Dios, que es Amor, no quiere que todos se salven? Claro que sí. ¿Pero al decidir crear sabe que los condenados serán la mayoría? ¿Lo prevé y aun así decide crear? ¿Lo sabe, a pesar de la perdición y el sufrimiento eterno de la mayoría de sus criaturas en el infierno? Lo dudo. Si eso fuera cierto, entonces el Amor de Dios sería terrible: sería más condenatorio que salvador.

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La frase precisa del Señor es:

"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan."

Desde siempre, "pocos" es menos que "muchos".

Además, con ese argumento tampoco alcanzaría que se salvase, digamos el 60 % de la humanidad.

Y en el fondo ¿qué diferencia habría si se salvase el 80 %? ¿Cuánta gente es un 20 % de la humanidad? ¿Porqué Dios los habría creado, sabiendo que se iban a condenar?

Después del pecado original, en estricta justicia no tendría porqué salvarse nadie. El amor y la misericordia de Dios se mostraría con que se salvase uno solo.

Pero además, de hecho Dios ha creado al hombre en orden a un fin sobrenatural, que sólo por gracia de Dios se puede alcanzar, y la gracia es por definición indebida e inexigible.

Es distinta nuestra visión del amor de Dios si lo miramos por así decir en calidad o en cantidad. La participación en cuerpo y alma en la vida divina implica un amor inmensamente más grande que la mera felicidad natural a la que podría aspirar el alma separada del cuerpo tras la muerte, en la hipótesis de que Dios hubiese creado al hombre para un fin puramente natural.

Como explica Santo Tomás de Aquino:

Ia., q. 23, a. 7, ad 3um.

“El bien proporcionado al estado común de la naturaleza está en muchos. La ausencia de este bien, en pocos. Pero el bien que sobrepasa el estado común de la naturaleza está en pocos. Su ausencia, en muchos. Por eso, podemos comprobar que los hombres dotados de inteligencia suficiente para orientar su propia vida, son muchos. Los que no la tienen, y que se llaman tontos o idiotas, son pocos. Pero son poquísimos, en comparación, los que llegan a tener un conocimiento profundo de las cosas. Así, pues, como la felicidad eterna, consistente en la visión de Dios, sobrepasa el estado común de la naturaleza, y principalmente por haber sido privada de la gracia por la corrupción del pecado original, pocos son los salvados. Y en esto se contempla la inmensa misericordia de Dios, que eleva a algunos a aquella salvación de la que muchos se ven privados según el curso común de las cosas y la inclinación natural."

Saludos cordiales.
23/01/24 4:27 PM
  
sofía
Esos textos del Evangelio, incluyendo esas preciosas citas de Juan, no tienen el significado predestinacionista que usted les atribuye.

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La predestinación es parte de la fe católica, como se ve por la Escritura y el Magisterio, los Concilios y el Catecismo, que veremos enseguida.

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Por supuesto nos dicen que la gracia de Dios va siempre por delante, que es Él quien nos ha elegido a nosotros, no nosotros a Él, que si creemos en Jesucristo es gracias al Padre, que si estamos con Jesucristo no debemos temer que nadie nos arrebate de su lado...
Pero siempre existirá la posibilidad de que nuestro libre albedrío rechace en algún momento la gracia de Dios, aunque el remedio es insistir en permanecer junto a Él: pedid y recibiréis (Jesucristo nos garantiza que todo el que pida el Espíritu Santo al Padre obtendrá lo que pide)

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En efecto, siempre hay la posibilidad de que nuestro libre albedrío rechace la gracia de Dios. Pero hay que distinguir ahí dos casos posibles: 1) Somos de las ovejas de Cristo 2) No. En el primer caso, tendremos finalmente el arrepentimiento y la perseverancia final, y nos salvaremos. En el segundo caso, no.

Porque el Señor lo ha dejado claro: “Nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre”.

Cuando dice que nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre, es claro que se refiere al arrebato definitivo. Porque los elegidos pueden pecar, obviamente, incluso mortalmente, como cuando Pedro negó a Cristo tres veces.

Si estamos con Jesucristo, no debemos temer que nadie nos arrebate de su lado, pero podemos arrebatarnos nosotros mismos de su lado, al menos provisoriamente, y entonces, de nuevo: 1) Somos de las ovejas de Cristo 2) No, etc.

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Por eso el pecado contra el Espíritu Santo es desconfiar de Dios, desconfiar de su misericordia, hablar mal de Él, decir por ejemplo que ha creado a seres humanos para que se condenen, cuando sabemos que su voluntad es que todos los hombres se salven y que si se condenan es porque se obstinan en rechazarle y Dios también quiere respetar nuestro libre albedrío.
Dios será inmutable, pero el lenguaje bíblico no lo expresa así sino como un Dios que "se arrepiente" del castigo de Nínive cuando hacen penitencia etc.

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¿En qué quedamos, entonces? ¿Es Dios Inmutable o no lo es? Dios es Inmutable, y por eso las expresiones bíblicas que parecen afirmar cambio en Dios deben entenderse en sentido metafórico solamente.

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Así que nuestro futuro es abierto y Dios actúa en Él, según nos ha revelado:

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Nuestro futuro es abierto porque el plan eterno e Inmutable de Dios incluye nuestros actos libres, como dice el Catecismo:

“600 Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de "predestinación" incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia: "Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Sal 2, 1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías predestinado" (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de salvación (cf. Hch 3, 17-18).”

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nos señala el bien y el mal, el camino de la vida y el de la muerte, para que podamos elegir; nos da unos mandamientos que se resumen en el amor a Dios y al prójimo, y como es misericordioso nos invita a arrepentirnos y nos perdona y nos ayuda a perseverar en el Amor.

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En efecto, y si somos de las ovejas de Cristo, aquellas que el Padre le ha dado desde la Eternidad, según el Evangelio, y que nadie puede arrebatar de la mano de Cristo y de la mano del Padre, todo eso nos llevará a la perseverancia final y la salvación eterna, en caso contrario, no.

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En cuanto a sus ideas filosóficas sobre Dios, el libre albedrío y la gracia, son una hipótesis filosófica entre otras, que yo no acabaré nunca de entender mientras no me expliquen los cabos que quedaron sueltos; pero como creyente católica puedo rechazar las hipótesis filosóficas que no me convenzan, solo tengo que ser fiel a la doctrina católica definida como tal.

Saludos cordiales

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Saludos cordiales.
23/01/24 11:59 PM
  
sofía
[...]

El lenguaje de la Biblia respecto a Dios será metafórico, pero es el adecuado para que Dios se nos revele, mientras que el lenguaje de la filosofía respecto a Dios es un pobre intento de aproximación racional al misterio de Dios, en el que no todos están de acuerdo y que no siempre resulta adecuado para nuestra relación con Dios y sobre todo no es el lenguaje que Dios usa para revelarse.
Así que me quedo con el de la Biblia.

[...]

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CONCILIO DE LETRAN, 649 (Contra los monotelitas)

D-254 Can. 1. Si. alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres, propia y verdaderamente al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, la Trinidad en la unidad y la Unidad en la trinidad, esto es, a un solo Dios en tres subsistencias consustanciales y de igual gloria, una sola y la misma divinidad de los tres, una sola naturaleza, sustancia, virtud, potencia, reino, imperio, voluntad, operación increada, sin principio, incomprensible, inmutable , creadora y conservadora de todas las cosas, sea condenado.

II CONCILIO DE LYON, 1274 XIV ecuménico (de la unión de los griegos)

D-463 Creemos también que el Espíritu Santo es Dios pleno, perfecto y verdadero que procede del Padre y del Hijo, consustancial, coomnipotente y coeterno en todo con el Padre y el Hijo. Creemos que esta santa Trinidad no son tres dioses, sino un Dios único, omnipotente, eterno, invisible e inmutable.

CONCILIO DE FLORENCIA, 1438-1445 XVII ecuménico (unión con los griegos, armenios y jacobitas) Decreto para los jacobitas.

D-703 La sacrosanta Iglesia Romana, fundada por la palabra del Señor y Salvador nuestro, firmemente cree, profesa y predica a un solo verdadero Dios, omnipotente, inmutable y eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, uno en esencia y trino en personas: el Padre ingénito, el Hijo engendrado del Padre, el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo.

CONCILIO VATICANO, 1869-1870 XX ecuménico (sobre la fe y la Iglesia

D-1782 (…) La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, ,creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inmutable, debe ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede ser concebido.

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Como se ve por estos textos, si Ud. niega o pone en duda la inmutabilidad divina se pone fuera de la fe de la Iglesia, y entonces la discusión tiene que plantearse en todo caso sobre otras bases y respecto de otros temas.

Saludos cordiales.
24/01/24 4:26 PM
  
Tamayo
Uno de los problemas de aceptar el Infierno es la desproporción de las penas que no las hay ni en la peor dictadura humana.
Una serie de pecados mortales te llevan a una eternidad de insoportable dolor, lo mismo si te dedicas a la masturbación como si cometes un genocidio.
[...] voy a tener el mismo castigo que Hitler o Stalin.

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No hace falta que sea una serie de pecados, ni alcanza con que sea un pecado mortal. Hace falta además morir sin arrepentirse.

Para el pecado mortal, además de la materia grave, hace falta la plena voluntariedad, que puede ser disminuida por una serie de factores intelectuales, pasionales o psicológicos.

En ninguna de las dictaduras conocidas el arrepentimiento y la confesión salvan de la pena y conducen a la máxima de las recompensas.

El castigo es el mismo de Hitler o Stalin genéricamente hablando. Luego hay distinta gravedad de los pecados mortales, y por lo mismo, distinta gravedad de las penas eternas.

Saludos cordiales.
24/01/24 7:28 PM
  
sofía
No debería mutilar mi comentario.

En dónde he dicho yo que Dios no sea "inmutable"?
Simplemente he dicho que la noción de "inmutable" aplicada a Dios es una aproximación, pues es una misteriosa inmutabilidad que no impide que Dios cree, que Dios se encarne, que Dios redima, que Dios perdone cuando te arrepientes etc.
Alguien podría pensar en la inmutabilidad de Dios como concebimos la inmutabilidad desde nuestra experiencia humana y no es eso.
Y cuando se revela en Jesucristo se revela como amor, no como inmutabilidad. "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso..." No dice "sed inmutables como vuestro Padre es inmutable" De modo que me quedo con el lenguaje bíblico que es el que Dios ha considerado que es importante para relacionarnos con Él.

Por supuesto no he negado en ningún momento la "inmutabilidad" de Dios y sobre todo no tengo nada que objetar a lo que dicen esos concilios, que hablan del misterio de la Santísima Trinidad. Pero lo importante es saber que Dios es el creador del mundo, el redentor del mundo, y el Espíritu de amor, no divagar sobre lo que quiere decir que es inmutable, pienso yo.

Saludos cordiales

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El término "inmutable" no tiene nada de misterioso: Dios no cambia ni puede cambiar de ningún modo.

Es un término negativo. Son los términos positivos como "bueno" los que se aplican analógicamente a Dios y significan una perfección que en esta vida no podemos conocer en lo que tiene de propiamente divina.

Pero los términos negativos no pueden ser analógicos, obviamente. La negación de algo no tiene nada de semejante con la afirmación de ese algo.

Hay solamente dos posibilidades: que en Dios haya o pueda haber algún tipo de cambio, o no. La Iglesia profesa que no. Eso es todo.

Si en Dios hubiese algún tipo misterioso de cambio, la Iglesia no diría que Dios es Inmutable, como en Dios hay una forma misteriosa de Bondad, y por eso mismo la Iglesia no dice que Dios no es Bueno.

Cualquier cambio que no sea equívoco es analógico, y el que niega un concepto análogo niega todas las realizaciones analógicas de ese concepto.

De lo contrario serían vacíos los atributos divinos negativos, porque siempre se podría decir que hay una forma misteriosa de la perfección negada que está en Dios.

La Infinitud divina significaría que en Dios no están los límites que conocemos, pero sin embargo puede haber otra clase misteriosa de límites.

La Inmaterialidad de Dios significaría que en Dios no hay la materia que conocemos, pero puede haber otra clase misteriosa de materia.

El hecho es que esa clase misteriosa de materia o de límite es “materia” o “límite” en sentido equívoco o análogo.

Si es en sentido equívoco, eso es lo mismo que decir que en Dios no hay clase alguna de materia o de límite.

Si es en sentido análogo, entonces, como sucede con “bueno” y con todos los otros atributos divinos positivos, que son todos analógicos, se debería decir, como se dice que Dios es Bueno, que es Dios es Finito y que Dios es Material, y por la misma razón, que Dios es Mutable, no que Dios es Infinito, Inmaterial e Inmutable como dice la Iglesia.

Y eso es parte de la fe de la Iglesia, como vimos. Por tanto, si Ud. no reconoce que Dios es Inmutable, no podemos establecer una discusión entre católicos.

Saludos cordiales.
25/01/24 11:08 PM
  
Jorge Alberto
«Los que no son ovejas de Cristo no se salvan». ¿Eso quiere decir que Dios decide crear ovejas y no-ovejas (cabras)? ¿Crea cabras que nunca pueden salvarse, a pesar de creer en Cristo?

No estoy seguro de haberle entendido bien.

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No es que las "cabras" no puedan salvarse sin más, porque tampoco es que las ovejas no puedan perderse sin más, porque tienen libre albedrío.

Es que de hecho no se van a perder, porque son las ovejas de Cristo. La frase "nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre" hay que entenderla de modo compatible con el libre albedrío de los seres humanos, y entonces quiere decir que de hecho no van a ser arrebatadas, como cuando decimos que si Dios crea el mundo, el mundo no puede no existir, a pesar de que el mundo es una realidad contingente que en sí mismo considerado puede existir y puede también no existir.

Lo mismo pasa con los que no son ovejas de Cristo, con las "cabras": de suyo pueden elegir el bien y salvarse, porque tienen libre albedrío, pero de hecho no lo van a hacer, porque no están en la mano del Padre, es decir, no están sostenidos por la gracia de Dios de tal manera que de hecho no vayan a pecar o se vayan a arrepentir si pecan.

Dios da a todos la gracia para que puedan no pecar y puedan arrepentirse si pecan, pero eso no quiere decir que de hecho eviten el pecado o la impenitencia en el pecado.

Todos sabemos que el creyente cristiano y católico puede condenarse. Es claro que el creyente católico que se condena no es de las ovejas de Cristo, porque las ovejas de Cristo no pueden ser arrebatadas de su mano, en el sentido que arriba dijimos.

Como enseña el Concilio de Trento, salvo revelación divina especial en esta vida, no podemos saber si somos o no somos de las ovejas de Cristo, y lo sabremos recién cuando el Juez se pronuncie sobre nosotros en el juicio particular de cada uno después de la muerte.

Lo que tenemos en esta vida es la esperanza, que es un deseo confiado de la vida eterna, esa confianza incluye lógicamente la confianza en que somos de las ovejas de Cristo, no una certeza definitiva.

De los únicos que podemos decir sin duda que son de las ovejas de Cristo es de los santos canonizados por la Iglesia.

Saludos cordiales.
26/01/24 12:41 AM
  
sofía
Repito: ¿en dónde he dicho yo que Dios no sea inmutable?
Porque veo que usted insiste en la misma línea mientras que yo jamás he dicho que Dios no sea inmutable, revise mis comentarios y compruebe que jamás he dicho eso.
Y ¿en dónde he dicho que exista algún tipo misterioso de cambio?
Lo que he dicho es que la inmutabilidad de Dios es misteriosa, puesto que nos perdona, se encarna en el mundo, nos redime etc.

A usted no le parece misteriosa por ser negativa etc etc, pero como todo en Dios son perfecciones no veo por qué no se puede decir igualmente que su inmutabilidad "es una perfección que en esta vida no podemos conocer en lo que tiene de propiamente divina."

En todo caso, en ningún sitio se nos prohibe a los católicos encontrar misteriosa la inmutabilidad de Dios, que yo sepa, así que seguiré pensando que la inmutabilidad de Dios es misteriosa y eso no me resta un ápice de catolicidad.

Y vuelvo a preguntarle ¿por qué mutiló mi comentario y no contesta a las otras cuestiones planteadas?

Saludos cordiales

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“Dios será inmutable, pero el lenguaje bíblico no lo expresa así sino como un Dios que "se arrepiente" del castigo de Nínive cuando hacen penitencia etc.”

“El lenguaje de la Biblia respecto a Dios será metafórico, pero es el adecuado para que Dios se nos revele, mientras que el lenguaje de la filosofía respecto a Dios es un pobre intento de aproximación racional al misterio de Dios, en el que no todos están de acuerdo y que no siempre resulta adecuado para nuestra relación con Dios y sobre todo no es el lenguaje que Dios usa para revelarse.
Así que me quedo con el de la Biblia.”

Ud. ha opuesto la afirmación de la Inmutabilidad divina a la Escritura, donde se habla del arrepentimiento de Dios, etc., ha dicho que la noción de "inmutabilidad" es filosófica, y ha concluido que entre la filosofía y la Escritura se queda con la Escritura. De eso se sigue lógicamente la negación de la Inmutabilidad divina.

De todos modos, por lo que dice ahora parece que debo entender que Ud. profesa que Dios no cambia ni puede cambiar en modo alguno. ¿Es así?

Saludos cordiales.
26/01/24 2:17 AM
  
Centurión Cornelio
Necesariamente Dios debe ser inmutable, pues en caso contrario, necesariamente supondría alguna imperfección o menoscabo. Además, sólo donde rige el tiempo puede haber cambio y movimiento.
Néstor, no me convenció tu respuesta, sin duda por alguna falla de mi entendimiento. Es claro que las palabras que utilizamos para referirnos al SER divino no reflejan la realidad, puesto que la verdad es la adecuación del la idea al objeto, y en este caso el objeto es inefable y lejos de toda medida. Entonces, cuando decimos de Dios "eterno, justo, bueno, etc..." no quiere decir que equiparemos la bondad o justicia como nosotros la podemos concebir con la auténtica esencia divina.
Si el aevum es un estado intermedio entre eternidad y tiempo ¿cómo habremos de entenderlo? En ese estado intermedio ¿es admisible el cambio? porque si así fuere, se podría concebir el arrepentimiento de los ángeles caídos (por cierto que quien diga que el Infierno está vacío debe admitir entonces que los demonios o no existen o no están en el Infierno). Además se me ocurre que las almas del Purgatorio (siempre se dice "almas", tampoco termino de entender dónde encaja aquí la resurrección de la carne), sí tienen que sufrir un cambio que llamamos "purificación" ¿cómo ha de entenderse?
Muchas gracias,

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No es que las palabras que usamos al hablar de Dios no reflejen la realidad, pues entonces seríamos agnósticos, sino que la reflejan analógicamente, es decir, en un sentido que es en parte el mismo, en parte diferente, del sentido que les damos cuando las referimos a las cosas creadas.

Santo Tomás explica que cuando afirmamos alguna perfección de Dios, por ejemplo, que es Bueno, esa perfección se da realmente en Dios, pero no se da en él el modo finito con que necesariamente entendemos esa perfección en esta vida, de modo que queda desconocido para nosotros, en esta vida, el modo divino de darse esa perfección.

Y eso es así porque toda perfección del ser que podamos conocer en las cosas creadas es una participación y reflejo del Ser divino. Por decirlo "a lo loco", como dice San Pablo, Dios no es "tan Infinito" que pueda crear algo que no sea participación, de algún modo, en su Ser y en su Bondad, y que por tanto no permita a la inteligencia creada conocer analógicamente las Perfecciones divinas, del modo dicho.

Y Santo Tomás dice eso en polémica con el filósofo judío Maimónides, que sostenía, efectivamente, que en esta vida no podemos conocer nada de lo que Dios es en Sí mismo, sino solamente los efectos del actuar divino.

Uno de los signos, por lo menos, para distinguir el "aevum" del tiempo es que en el "aevum" sólo puede haber cambios accidentales, como son los cambios en las operaciones intelectuales y volitivas de los ángeles, por ejemplo, mientras que en el tiempo es posible también el cambio sustancial, por el que una cosa deja de ser lo que era y se transforma en otra distinta.

Es notable que la misma formulación de lo que es el cambio sustancial ya apunta a la composición de materia y forma, porque ¿qué es eso de que una cosa deja de ser lo que es, y de que una cosa se transforma en otra cosa distinta? Parece contradictorio ¿cómo algo no va a ser lo que es, o va ser otra distinta de ese algo mismo?

Por eso usamos la palabra "transformación", es decir, cambio de forma. La misma materia prima pierde una forma sustancial y adquiere otra. La cosa es la misma mirando a su materia, no es la misma mirando a su forma. Recordemos que la forma no es la figura, sino el principio metafísico que determina a la materia a una naturaleza determinada: perro, gato, etc.

Por tanto, el tiempo, que mide los cambios de los seres de este mundo, sujetos tanto al cambio accidental como al cambio sustancial, es propio de los entes materiales. Para los entes inmateriales creados rige el "aevum", donde sólo hay cambio accidental, porque son inmateriales, no hay composición de materia y forma, sino que son solamente forma. Sí hay composición de sustancia y accidentes. Para Dios no hay cambio ni sucesión alguna, porque en Dios no hay accidentes, eso es la Eternidad.

Otra cosa es que todo cambio accidental sea posible en el "aevum". En el caso de los ángeles, como poseen su libertad de modo más perfecto que nosotros, en un solo acto hacen su opción definitiva e irrevocable a favor o en contra de lo que Dios les propone, y así, por ese solo acto, realizado antes de la creación del mundo material, se hacen para siempre bienaventurados o condenados.

En el caso del hombre, la libertad necesita un tiempo para desplegar toda su potencialidad, digamos, que es el tiempo de esta vida, y que termina justamente en la muerte, tras la cual también es irreformable la decisión de la persona.

En cuanto al Purgatorio, es un estado transitorio de las almas que finalmente entrarán en el Cielo. La inmensa mayoría, por lo menos, de las almas del Purgatorio entrarán al Cielo antes de la segunda venida de Cristo y la resurrección de los muertos, por eso respecto del Purgatorio se habla solamente de "almas". En ese caso, cuando resuciten ya serán almas de bienaventurados y no de purgantes las que se reunirán con esos cuerpos.

Queda la cuestión de si habrá almas en el Purgatorio cuando Cristo venga por segunda vez y se produzca la resurrección de los muertos, o sea, si habrá después de eso un Purgatorio de resucitados, o si con la resurrección automáticamente, por así decir, terminará la purificación del Purgatorio de modo que los resucitados se dividan solamente en bienaventurados y condenados.

Saludos cordiales.
26/01/24 9:33 AM
  
Tamayo
Pero la condenación es igualmente eterna ya sea por materia sexual como por materia genocida.
Se condena eternamente el onanista, el homosexual o el heterosexual que se acostaba con su pareja sin estar casados.
Todos van al Infierno igual que el dictador que mató a millones.
Que me diga que el grado de sufrimiento será menor me parece que importa poco, porque el Infierno implica sufrimiento eterno.
Eso es difícil de entender para muchos.
Porque en el mundo terrenal también hay cárceles más duras que otras, pero no hay cadena perpetua para el que comete un pequeño hurto y sí para el asesino.
Y para la Iglesia una simple masturbación o incluso estar casado por la Iglesia y usar preservativo en las relaciones con tu esposa, te puede condenar eternamente.

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Como digo en el "post", si la pena no es eterna, no es nada, porque si no es eterna, entonces después de ella viene la eterna felicidad. La pena tendría una duración finita, la felicidad posterior, infinita, y por tanto, la primera quedaría en nada frente a la segunda.

Sobre todo, la malicia del pecado es única e incomparable con cualquier otro tipo de malicia, porque va contra el Bien Infinito que es Dios, no necesariamente porque se quiera explícitamente ofender a Dios, sino simplemente porque en forma deliberada, consciente y libre se transgrede su ley en materia grave.

De ahí la infinitud que la malicia del pecado tiene por parte de su objeto, que merece una pena en cierto modo infinita como es la pena eterna.

Por eso es que tampoco está disponible la alternativa de que Dios aniquile a los condenados.

Si estará perdido en nuestro tiempo el sentido del pecado que hay quienes creen que la muerte o el infierno son el mayor de los males.

La primera diferencia entre los pecados no está en su mayor o menor gravedad, sino en el hecho de que rompan o no la amistad con Dios, es decir, que sean mortales o veniales.

En el pecado mortal la creatura deja de tomar a Dios como su fin último, y pone su fin último en algo creado. Eso no sucede en el pecado venial, sino que, manteniéndose la orientación a Dios como fin último de la vida, se peca en lo relativo a los medios que conducen a ese fin.

Santo Tomás lo explica así (Ia. IIae., q 88, a.1):

"Siendo, pues, el pecado una cierta enfermedad del alma, según expusimos anteriormente , un pecado se califica de mortal a semejanza de la enfermedad, la cual se dice mortal porque lleva consigo un mal irreparable, consistente en la destrucción de algún principio (necesario), como hemos dicho. Mas el principio de la vida espiritual, la cual es según la virtud, es el orden al último fin, según hemos dicho anteriormente. El cual, si en efecto fuera destruido, no se puede reparar por (otro) principio intrínseco, sino solamente por el poder de Dios, como dijimos antes; pues los desórdenes de las cosas que se ordenan al fin se reparan por el fin, como (se repara) por la verdad de los principios el error que acontece acerca de las conclusiones. El fallo, pues, del orden respecto del fin no se puede reparar por algo que sea superior, como tampoco el error acerca de los principios. Y por eso tales pecados se llaman mortales, como irreparables que son. Mas los pecados cuyo desorden está en las cosas que se ordenan al fin y que conservan el orden a dicho fin, son reparables. Estos se llaman veniales, pues entonces el pecado tiene venia o perdón, reparado el reato de la pena, el cual cesa cuando cesa el pecado, como hemos dicho."

De todo esto se sigue que la maldad del pecado no se mide ante todo por la gravedad de las consecuencias del mismo, que también son a tener en cuenta, obviamente, sino por la manera en que afecta la relación con Dios, si la rompe o no la rompe.

Sigue explicando el Aquinate (Ia. IIae., q. 88, a. 2)

"...cuando la voluntad tiende a algo que de suyo se opone a la caridad, por la cual el hombre se ordena al fin último, el pecado es mortal por su objeto. Por consiguiente, es mortal por su género, ya sea contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio y otros similares; ya contra el amor del prójimo, como el homicidio, el adulterio y otros semejantes. Por tanto, tales pecados son mortales por su mismo género. A veces, sin embargo, la voluntad del que peca tiende hacia aquello que contiene en sí cierto desorden, pero no es contrario al amor de Dios y del prójimo: v. gr., una palabra ociosa, la risa excesiva y otras cosas parecidas. Tales pecados son veniales por su género.

Mas puesto que los actos morales reciben su razón de bondad y malicia, no sólo del objeto, sino también de la disposición del agente, como hemos expuesto anteriormente, ocurre a veces que aquello que por razón de su objeto es pecado venial, deviene mortal por parte del agente, ya por poner en él su fin último, ya por ordenarlo a algo que por su género es pecado mortal; como si uno dice una palabra ociosa para cometer un adulterio. E igualmente ocurre también por parte del agente que un pecado mortal por su género resulte venial, a saber: porque sea un acto imperfecto, esto es, no deliberado por la razón, que es el principio propio del acto malo, como hemos dicho anteriormente acerca de los movimientos repentinos contra la fe."

Saludos cordiales.
26/01/24 10:54 AM
  
Jorge Alberto
Volviendo al asunto de las ovejas de Cristo y las cabras. ¿Entonces qué debían hacer aquellos judíos (supuestas cabras) para ser del número de las ovejas de Cristo?

Me refiero a aquellos judíos mencionados del Evangelio (Jn 10: 22-30).

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Hay que distinguir el plano de Dios y el plano de las creaturas. En el plano de las creaturas, que es el nuestro, somos llamados por Dios a la fe y mediante la fe a la salvación eterna, y lo que nos corresponde es, con la gracia de Dios, guardar los mandamientos en la esperanza de la salvación.

Pero el Concilio de Trento definió que sin revelación divina especial no podemos saber si somos del número de los elegidos, es decir, de las ovejas de Cristo.

Eso pertenece al plano de Dios: los que desde la Eternidad han sido elegidos por Dios para ser ovejas de Cristo se salvan, por supuesto que obedeciendo libremente al llamado divino, los otros no.

Por tanto, no es que tengamos que hacer algo para ser ovejas de Cristo, es que tenemos que esforzarnos, con la gracia de Dios, para hacer lo que Cristo nos pide, en la esperanza de ser de sus ovejas.

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En la “Catena aurea” de Santo Tomás de Aquino hay comentarios de San Agustín y de Teofilacto respecto de este pasaje.

Los de San Agustín dicen:

San Agustín, in Joanem tract 48:

“Esto les dijo porque los veía predestinados a la muerte eterna, y no a la vida eterna que El les había conquistado con su sangre. Lo que hacen las ovejas es creer al pastor y seguirlo.”

San Agustín, ut supra:

“Estos son los pastos de que poco antes había dicho ( Jn 10,9): "Y encontrará pastos". Buen pasto se dice de la vida eterna, en donde ninguna yerba se marchita; todo allí está verde. Mas vosotros echáis mano de la calumnia, porque sólo pensáis en la vida presente. "Y no perecerán jamás". Puedes sobreentender: Vosotros pereceréis para siempre, porque no sois de mis ovejas.”

Y Teofilacto dice:

Teófilacto

“Después de haberles dicho: "No sois de mis ovejas", les exhorta al punto para que se hagan sus ovejas, diciendo: "Mis ovejas oyen mi voz".”

Teófilacto

“Pero ¿cómo vemos a Judas perecer? Porque no perseveró hasta el fin. Empero, Cristo sólo había hablado de los que perseveraren, porque si alguno se separa del rebaño de las ovejas y deja de seguir al pastor, al punto cae en peligro.”

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Cuando San Agustín dice “predestinados a la muerte eterna”, hay que entenderlo de lo que luego se llamó “reprobación”, precisamente para distinguirlo de la predestinación, que en la Biblia se menciona solamente respecto de los que se salvan, y que es anterior a toda previsión que Dios haga de méritos nuestros.

La diferencia entre la reprobación y la predestinación calvinista, que es herejía, es que aquella es posterior a la previsión divina de las culpas, y ésta es anterior a la previsión divina de las culpas.

Es decir, mientras que en la fe católica la predestinación es sólo para los buenos y es anterior a la previsión de sus méritos, o sea, independiente de éstos, y la reprobación de los malos, entendida como condena al infierno eterno, es posterior a la previsión de sus culpas, o sea, dependiente de éstas, en el calvinismo hay una doble predestinación, al Cielo y al Infierno, que es anterior tanto a la previsión de los méritos de los que se salvan como a la previsión de las culpas de los se condenan, y por tanto, independiente de todo ello.

En realidad, parece que se puede hacer concordar ambas lecturas, la de San Agustín y la de Teofilacto. Porque efectivamente, Dios llama a todos, ovejas y no ovejas, al cumplimiento de su Voluntad, por más que de hecho sólo las ovejas obedecen y perseveran en la obediencia. Y Judas es un ejemplo de ello, pues no perseveró. ¿De qué rebaño de las ovejas se separó Judas? No de aquel del cual dice el Señor:

“Nadie puede arrebatarlas de mi mano”, al cual por tanto nunca perteneció, sino del rebaño de los que en esta vida creen en Cristo.

Es cierto que lo primero que dice Teofilacto no se puede tomar al pie de la letra, porque ser alguien de las ovejas de Cristo es algo que depende de la libre elección del Padre. Otra cosa es si por “ser de las ovejas de Cristo” se entiende simplemente ahí el responder con la fe al llamado de Cristo en esta vida.

Saludos cordiales.
26/01/24 7:49 PM
  
sofía
Yo no he dicho en ningún momento que Dios cambie ni que tenga cambios misteriosos, sino que su inmutabilidad es misteriosa.

Ese primer ejemplo bíblico reconozco que no lo podía haber elegido peor, porque no es Dios quien se arrepiente sino nosotros los que nos arrepentimos, pero Dios nos perdona cuando nos arrepentimos, y no cambia, puesto que no deja de perdonarnos siempre que nos arrepentimos.
Pero naturalmente puesto que Dios crea, Dios se encarna, Dios nos redime, su inmutabilidad es misteriosa.

Naturalmente que Dios está fuera del tiempo y sin tiempo no hay cambio, pero tan misterioso es el estar fuera del tiempo de Dios como la inmutabilidad de Dios.

Y desde luego sostengo que como creyente católica lo que tengo que tener en cuenta es lo que dicen sobre Dios las Escrituras, la Tradición y el Magisterio, pero lo que sea especulación filosófica, puedo tomarlo o dejarlo libremente y católicamente.
El lenguaje de las escrituras, a la luz del magisterio de la Iglesia, es el que tengo que tener en cuenta, porque Dios se ha revelado en ellas.

Sobre la inmutabilidad de Dios, hay citas bíblicas que son interesantes para el creyente. Por ejemplo:
1 Samuel 15:29
29 Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.
Isaías 46, 9-11
" 9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; 11 que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré."
Malaquías 3:6
"6 Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos."
Números 23:19
"19 Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
Él dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará?"
Santiago 1:17
"17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación."

Creo que ese es el tipo de cuestiones que hacen que la inmutabilidad divina nos sea relevante como creyentes.

En todo caso no veo por qué no se va a poder considerar que la misteriosa inmutabilidad de Dios "es una perfección que en esta vida no podemos conocer en lo que tiene de propiamente divina."

Lo que me extraña es que desde la filosofía se pueda llegar a pensar que Dios no es misterioso y se pretenda uno también situar fuera del tiempo y creer que ve las cosas como Dios y pretenda que el futuro de los seres humanos no es abierto sino que está predeterminado y en nada depende de ellos.
No puede usted afirmar que un ser humano no hará lo que puede hacer, si verdaderamente lo puede hacer. Su futuro está abierto. En todo caso, al final de los tiempos, verá usted qué seres humanos no lo han hecho, pudiendo realmente haberlo hecho. Pero esto no se debe a que Dios haya decidido no darles la gracia que le haría falta, pues Dios da a todos la gracia suficiente para hacer el bien de hecho, para pasar de potencia a acto dependiendo del libre albedrío del ser humano si quiere seguir la iniciativa divina o no, porque Dios ha decidido que dependa del libre albedrío y no se va a echar atrás.
Dios quiere que todos los hombres se salven, excepto si deciden rechazarlo, porque nos ha hecho libres para que libremente le amemos o le rechacemos .

Saludos cordiales

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¿Dios cambia o no cambia?

Saludos cordiales.
27/01/24 4:21 AM
  
sofía
¿su inmutabilidad "es una perfección que en esta vida no podemos conocer en lo que tiene de propiamente divina." o no?

Saludos cordiales.

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La Iglesia profesa que Dios es Inmutable. ¿Qué quiere decir "inmutable"?

Saludos cordiales.
27/01/24 6:28 PM
  
Jorge Alberto
«Dios llama a todos, ovejas y no ovejas, al cumplimiento de su Voluntad, por más que de hecho sólo las ovejas obedecen y perseveran en la obediencia». Nuevamente, ¿Dios decide crear ovejas y cabras desde el principio? ¿Sí o no?

Usted afirma que las ovejas «de hecho no se van a perder, porque son las ovejas de Cristo», a no ser que no perseveren hasta el final. En cambio, las cabras «de suyo pueden elegir el bien y salvarse, porque tienen libre albedrío, pero de hecho no lo van a hacer, porque no están en la mano del Padre».

¿No hay acaso contradicción? Si «sólo las ovejas obedecen y perseveran en la obediencia», entonces las cabras ni obedecen ni perseveran. ¿Cómo entonces las cabras «pueden elegir el bien y salvarse», lo que implica obedecer y perseverar?

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No implica eso, lo único que implica es poder obedecer y poder perseverar. Hay muchas cosas que pueden ser y no por eso son.

Por eso las ovejas de Cristo no pueden ser arrebatadas de su mano, aunque es claro que, como tienen libre albedrío, pueden pecar y separarse de la mano de Cristo. Sólo que no lo van a hacer.

Hay que distinguir entre "poder" y "poder". El que está sentado ¿puede estar de pie? En un sentido sí, en otro, no.

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Su distinción y la consiguiente explicación me parecen extrañas o rebuscadas. Como si fuera más fácil salvarse siendo oveja predeterminada que cabra predeterminada, como si Dios diera desde siempre prelación a algunas criaturas por ser sus ovejas.

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La Escritura está llena de la palabra "elección" por todas partes. Dios elige a aquellos que han de alcanzar la salvación. Por citar un solo pasaje, San Pablo al comienzo de la carta a los Efesios:

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda clase de bendición espiritual en los cielos, por cuanto en Él nos eligió antes de la creación del mundo , para ser santos e inmaculados en su presencia por el amor".

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Pienso más bien que Dios no decide crear ovejas y cabras en principio, pues crea a sus criaturas sin clasificarlas o marcarlas como tales; las llama y quiere que todas, con el mismo potencial de ser del número de los elegidos, se salven. La distinción entre las ovejas y las cabras se daría luego: si las criaturas responden al llamado y perseveran, se salvan (ovejas); si no, se condenan (cabras).

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Sin embargo, San Pablo dice que Dios nos eligió "antes de la creación del mundo".

Es claro que elegir a unos implica no elegir a otros.

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Nadie puede saber en esta vida si pertenece al número de los elegidos, como dice Trento, pero eso no sería porque ya Dios nos clasificó previamente como ovejas o cabras: depende de la respuesta de cada uno al llamado de la salvación.

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Pero la Escritura dice que Dios nos eligió "antes de la creación del mundo".

Y en la Carta a a los Romanos, San Pablo comenta el caso de Jacob y Esaú:

"Y más aún; también Rebeca concibió de un solo hombre, de nuestro padre Isaac;
ahora bien, antes de haber nacido, y cuando no habían hecho ni bien ni mal — para que se mantuviese la libertad de la elección divina, que depende no de las obras sino del que llama — le fue dicho a Rebeca: El mayor servirá al menor, como dice la Escritura: Amé a Jacob y rechacé a Esaú." (Rom. 9, 10 - 13).

Por eso el Señor no dice en San Juan "Ustedes no son de mis ovejas porque no creen", sino "Ustedes no creen porque no son de mis ovejas".

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Un verdadero católico puede confiar en su propia salvación, aunque no puede tener absoluta certeza de ser de los elegidos (salvo revelación divina).

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Eso es exactamente lo que dije, entendiendo no tener certeza de ser de los elegidos como no tener certeza de salvarse.

Saludos cordiales.
27/01/24 8:16 PM
  
Tamayo
"Si la pena no es eterna no es nada"
¿Y entonces de qué sirve el Purgatorio?
Por cierto ¿qué sentido tiene hablar de "días de Purgatorio" si se supone que en las postrimerías ya no existe el tiempo?
Por aquello de las indulgencias que quitan días de Purgatorio.

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Hay que distinguir la pena retributiva y la pena medicinal. La primera busca la restauración del orden de la justicia, perturbado por la culpa; la segunda busca la sanación espiritual del pecador. La pena del infierno es retributiva, la del Purgatorio es medicinal, por lo cual apunta lógicamente a un término, como toda curación.

Lo de los "días" es una forma de hablar para hacer referencia a que se acorte la duración de la pena para las almas del Purgatorio por las oraciones y buenas obras de los fieles ofrecidas con esa finalidad, ante todo, el sacrificio de la Misa.

Saludos cordiales.
28/01/24 12:14 AM
  
Jorge Alberto
«Sin embargo, San Pablo dice que Dios nos eligió "antes de la creación del mundo"».

¿Entonces los no elegidos antes de la creación del mundo son necesariamente condenados o bien pueden serlo, por decirlo así, más fácilmente que los elegidos, considerando el libre albedrío de cada uno?

Se puede argumentar que Dios había elegido en principio a Esaú, pero Esaú rechazó el don de Dios finalmente, esto es, reprobó; entonces (solo entonces) Dios odió a Esaú: no lo había odiado antes de la creación del mundo.

Por supuesto, Dios es previsor: sabe quién puede ser oveja o cabra. Digo «puede ser», porque depende del libre albedrío de la criatura. Pero no predetermina a ninguna criatura a ser oveja o cabra.

San Pablo dice que Dios «nos eligió»: eso no debería entenderse que antes de la creación del mundo Dios no eligió a otros, que serían condenados previamente (o que al menos tendrían la posibilidad de ser condenados más fácilmente). De nuevo, pienso que Dios no decide crear ovejas y cabras antes de la creación del mundo: la distinción entre las ovejas y las cabras se da luego durante el Juicio.

Usted afirma: «Por eso el Señor no dice en San Juan "Ustedes no son de mis ovejas porque no creen", sino "Ustedes no creen porque no son de mis ovejas"». Creo que aquí está usted forzando la interpretación. Conviene matizar que antes Jesús les había reprochado a aquellos judíos no tener fe en Él: «Jesús les respondió: “Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí» (Jn 10, 25). Precisamente porque no creen en Él, porque han endurecido su corazón hasta ser verdaderas cabras, no son de sus ovejas. De modo que puede concluir el Señor con certeza: «pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas» (Jn 10, 26). Por otro lado, Jesús insistía mucho en la importancia de tener fe, de que la gente creyera en el Mesías. La fe es un requisito para ser de las ovejas de Cristo: sin ella es imposible agradar a Dios y se hace alguno objeto de la reprobación.

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Por San Pablo sabemos que Dios elige a algunos antes de la creación del mundo. Ud. dice que los elige a todos, pero eso no va con el sentido de la palabra “elegir”.

Cuando se dice que Jesús eligió a doce entre sus discípulos para ser Apóstoles, no es porque haya elegido a todos sus seguidores para formar el Colegio Apostólico, y cuando se dice que Dios eligió a Israel, no es porque haya elegido a todos los pueblos.

“Elegir a todos” es no elegir, es llevarse todo.

Pero Ud. dice que Dios eligió a todos y luego falló la elección divina en algunos. Sin embargo, Jesús dice en ese pasaje de San Juan que nadie puede arrebatar a sus ovejas de su mano. O sea, que la elección divina no puede fallar, porque es claro que Dios ha elegido a los que son sus ovejas.

Si Dios eligió a Esaú, entonces Esaú era una de sus ovejas, pero entonces ¿cómo cayó Esaú, si nadie puede arrebatar a las ovejas de la mano del Padre?

Porque Jesús dice que nadie puede arrebatar a sus ovejas de su mano, porque el Padre, que se las ha dado, es mayor que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre, por tanto, las ovejas también está en la mano del Padre, porque además el Señor dice que Él y el Padre son Uno, y entonces, es claro que no todos son ovejas del Padre ni de Cristo, porque algunos sí son arrebatados y se pierden, pero no son arrebatados de la mano del Padre ni de la de Cristo, porque nadie puede arrebatar a las ovejas, y por tanto, estos que son arrebatados no son de sus ovejas, o sea, no han sido elegidos desde antes de la creación del mundo, como dice San Pablo.

Por eso Jesús dice “Ustedes no creen, porque no son de mis ovejas”. No que sólo las ovejas puedan creer, porque son necesarias muchas cosas para salvarse, entre ellas creer, pero además, por ejemplo, perseverar en la fe y morir en gracia de Dios.

Pero con que falte una sola de esas cosas necesarias ya no hay salvación, y a estos judíos les faltaba el primer paso: creer en Cristo. Podría ser que igualmente fuesen de sus ovejas, porque habrían de creer después, pero el Señor agrega un dato más: no son de sus ovejas, por tanto, tampoco van a creer, o si creen, no van a perseverar.

De lo contrario la frase del Señor no tendría sentido. Si todo se reduce a que no son de sus ovejas porque no creen ¿por qué les dice que no creen porque no son de sus ovejas? ¿Qué significa entonces esta frase del Señor?

Y en el mismo contexto dice que las ovejas están en su mano y en la del Padre y que nadie puede arrebatarlas de allí. ¿Por qué no puede nadie arrebatarlas? ¿Por la firmeza de la decisión de las ovejas de ser fieles a Cristo?

Pobres ovejas si la certeza de su salvación dependiese de la sola firmeza de su voluntad. Es claro que ahí está haciendo referencia a la Omnipotencia divina. No dice “nadie puede vencer la firme decisión de mis ovejas”, sino “nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre”.

Pero y entonces ¿en qué queda el libre albedrío de las ovejas? ¿No pueden apartarse de la mano del Señor si quieren hacerlo? ¿Y cómo dice el Señor que no pueden ser arrebatadas de su mano?

Porque él dice que nadie puede arrebatarlas, pero sólo pueden ser arrebatadas por el pecado, que depende de la voluntad de cada una de ellas, ¿y en qué queda entonces el libre albedrío de estas ovejas, según el razonamiento que Ud. hace, si no pueden ser arrebatadas de la mano de Cristo?

Por eso hay que distinguir entre poder y poder, y entre no poder y no poder, como en el dicho que cité antes ¿puede estar de pie el que está sentado?

Hay un “poder” que es necesario para el libre albedrío, y otro que no, y hay un “no poder” que elimina el libre albedrío, y otro que no.

Hay un “poder apartarse” que las ovejas tienen, y otro “poder apartarse” que no tienen, como el mundo creado por Dios puede no existir, en sí mismo considerado, porque es contingente, pero no es posible que al mismo tiempo Dios lo cree y no exista.

Y por eso, no hay nada de contradictorio en que haya un “poder” que los no elegidos tienen, y otro “poder” que no tienen, y haya un “no poder” que se puede predicar de ellos, y otro “no poder” que no se puede predicar de ellos, sin que ello vaya contra su libre albedrío.

Saludos cordiales.
28/01/24 2:36 PM
  
sofía
Yo diría que la inmutabilidad de Dios es una perfección divina que consiste en que siempre sigue siendo perfecto, sin disminuir nunca su perfección.

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Repito: ¿qué quiere decir "Inmutable"?

Saludos cordiales.
28/01/24 2:37 PM
  
Néstor
Por las dudas hago la aclaración, que sin duda es totalmente innecesaria, que "Inmutable" quiere decir "que no puede cambiar", y por tanto, "que no cambia".

Saludos cordiales.
28/01/24 9:23 PM
  
Luis
La diferencia entre "pocos" y "muchos" es grande.

Si son pocos los que se salvan y muchos los que se condenan, necesariamente el número de condenados hará ver pequeño al número de salvos. No sería exagerado decir que más o menos por cada 20 hombres, solo uno se salva (el 5% de la humanidad).

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Esa cifra no se sigue para nada del hecho de que pocos se salven y muchos se condenen.

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En todo caso, es claro que a la gran mayoría de los miembros que conforman la humanidad le habría valido mejor nunca haber nacido ( y por ende existido). Lo digo en serio.

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Parece lógico deducir eso solamente para la "mayoría", lo de "gran" es gratuito.

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En ese sentido no veo el aborto con tan malos ojos, pues este libró y libra del infierno eterno a la gran mayoría de niños no-nacidos (o al menos los salvó y salva de la pena de sentido).

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Es que lo malo del aborto no es de orden físico, sino moral, es decir, que se trata de un pecado. Es la diferencia entre morir y ser matado. El que es abortado sufre un mal físico, que es la muerte, que al final nos va a llegar a todos, más tarde o más temprano. Pero además, sufre un mal moral, que es la injusticia con que se lo priva de la vida, y eso es lo específicamente malo del aborto.

Y como el fin no justifica los medios, no podemos decir que es bueno que se multiplique el pecado del aborto para que más almas escapen al menos a la pena de sentido.

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Lo que si me deja dudando es el "tipo" de perpetuidad de las penas de daño y sentido, pues si no hay descanso del tormento, como pueden los demonios tentar a los hombres y a la vez tentar a los hombres o reírse durante un exorcismo?

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La pena de daño la tienen los demonios desde que se rebelaron contra Dios, porque desde entonces han quedado definitivamente privados de la visión beatífica.

En cuanto a la pena de sentido de los demonios, Santo Tomás parece retrasarla hasta después del Juicio Final, basándose en el texto de San Pablo que dice que los demonios están en la atmósfera:

"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." (Efesios 6, 12)

"...en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2, 2)

Según eso, dice Santo Tomás en Ia, q. 64, a. 4:

"Pero la obra de procurar la salvación de los hombres durará hasta el día del juicio. Por lo tanto, hasta entonces deberá durar el ministerio de los ángeles y la función de los demonios. Por eso y hasta entonces nos serán enviados los ángeles buenos. Y hasta entonces estarán también los demonios en nuestro aire tenebroso para someternos a prueba; si bien algunos están ya en el infierno para atormentar a los que arrastraron al mal, como también hay ángeles que están en el cielo en compañía de las almas santas. Pero, a partir del día del juicio, todos los malos, hombres o ángeles, estarán en el infierno; y todos los buenos, en el cielo."

Saludos cordiales.
03/02/24 3:12 AM
  
Néstor
Además Ud. dice:

“Se puede argumentar que Dios había elegido en principio a Esaú, pero Esaú rechazó el don de Dios finalmente, esto es, reprobó; entonces (solo entonces) Dios odió a Esaú: no lo había odiado antes de la creación del mundo.“

No, no se puede, si se ha leído con atención lo que dice San Pablo:

"Y más aún; también Rebeca concibió de un solo hombre, de nuestro padre Isaac; ahora bien, antes de haber nacido, y cuando no habían hecho ni bien ni mal — para que se mantuviese la libertad de la elección divina, que depende no de las obras sino del que llama — le fue dicho a Rebeca: El mayor servirá al menor, como dice la Escritura: Amé a Jacob y rechacé a Esaú." (Rom. 9, 10 - 13).

Según lo que Ud. dice ahí, la reprobación de Esaú dependería de sus obras, es decir, de su rechazo del don de Dios, cuando San Pablo dice precisamente que no dependió de las obras, sino del que llama.

Por eso hay que distinguir, como hacen muchos teólogos, entre la reprobación negativa y la reprobación positiva. La segunda es la condena al infierno eterno, y esa sí depende de las obras, es decir, de la impenitencia final prevista eternamente por Dios.

La primera consiste en la no elección para la vida eterna, y esa, como dice ahí San Pablo, es independiente de las obras y anterior, por tanto, a la previsión divina de las culpas y de la impenitencia final. Es claro que hablamos aquí de anterioridad lógica, no temporal.

Es cierto que los molinistas no aceptan esto, pero precisamente ahí se ve el límite de una teología que no sabe qué hacer, en realidad, con ese texto de San Pablo. Porque para el molinismo, Dios elige según la presciencia que tiene de lo que las personas harían si fuesen puestas en determinadas circunstancias, y entonces, eso es hacer depender la elección divina de las obras, yendo precisamente en contra del texto paulino.

Otro texto, esta vez del Evangelio según San Mateo, que va en la misma dirección:

"Pero Él contestó y dijo: Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigada." (Mt.15, 13)

¿Y será desarraigada alguna de las plantas que el Padre sí plantó? No, porque como dice el Evangelio según San Juan, nadie puede arrebatar a las ovejas de Cristo de la mano del Padre.

Saludos cordiales.
03/02/24 5:25 PM
  
Jorge Alberto
Gracias por su su comentario, Néstor, pero no tenía por qué eliminar mi nombre ni mutilar el resto de mi comentario previo.

Todavía se puede pensar en que Dios preveía que el mayor (Esaú) serviría al menor (Jacob). Pero de ahí a inferir necesariamente que Dios, antes de crearlos, odió a Esaú y amó a Jacob me parece una lógica terrible. ¿Por qué Dios habría de odiar a Esaú cuando no había nacido todavía ni había hecho ni bien ni mal? El odio de Dios sobre Esaú no podría ser antes de haberlo creado sino después.

En mi concepto, Dios no odia a sus criaturas antes de crearlas: no decide que algunas (aunque sean la mayoría) sean del número de los no elegidos.

Le agradeceré que comparta el comparta el comentario mutilado.

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No es ningún comentario mutilado, es un nuevo comentario mío que cita parte del suyo, el cual ya había sido publicado íntegramente.

Metodológicamente hablando, "me parece" y "en mi concepto" no valen contra el testimonio claro de la Escritura. En general, en teología católica lo que a uno le parece es irrelevante, lo que importa es lo que Dios ha revelado.

Incluso en la hipótesis molinista, Dios habría elegido crear ese mundo en el que Él prevé desde la Eternidad que A se salva y B se condena, en vez de elegir crear otro mundo en el cual Él haya previsto que se salvan ambos.

Y de nuevo, no tiene sentido, desde el punto de vista católico, argumentar contra lo que dice la Escritura. San Pablo dice que "cuando no habían hecho ni bien ni mal — para que se mantuviese la libertad de la elección divina, que depende no de las obras sino del que llama", Dios eligió a Jacob y rechazó a Esaú.

El "odio" allí significa simplemente que Dios no quiso para él el don de la elección para la vida eterna. Otro "odio" muy diferente es aquel por el cual Dios condena al réprobo al infierno, con posterioridad (lógica) a la previsión divina de su impenitencia final, ése "odio" sí depende de las obras de la creatura. Ambos "odios" son desde la Eternidad, porque en Dios no hay cambio.

Santo Tomás enseña que el que es malo debe ser amado en tanto que creatura de Dios, y odiado en tanto que es malo. Lo mismo vale para el odio divino del pecador, que por otra parte no es una pasión como el odio nuestro, sino la irreductible oposición de la Voluntad divina al mal.

Saludos cordiales.
03/02/24 8:33 PM
  
Jorge Alberto
Gracias nuevamente por su amplia respuesta. No había visto el comentario que creí mutilado.

Las expresiones "en mi concepto" o "me parece" las usé precisamente para dar una opinión personal sobre un asunto teológico discutible, no para ser categórico. Es obvio que lo que importa es la revelación de Dios, considerando que la propia opinión es irrelevante, pero, de hecho, usted dice "en la hipótesis molinista": todavía estamos con hipótesis.

Su explicación sobre el odio de Dios se sobreentiende. ¿Pero no será usted quien está argumentando contra la Escritura? ¿No será usted quien está traicionando el pensamiento de San Pablo en este caso?

Esto escribe usted: «San Pablo dice que "cuando no habían hecho ni bien ni mal —para que se mantuviese la libertad de la elección divina, que depende no de las obras sino del que llama", Dios eligió a Jacob y rechazó a Esaú».

Si fuera cierto su pensamiento, si fuera cierta su explicación, entonces se concluiría que Dios decide elegir a algunos para la vida eterna (Jacob o las ovejas), mientras decide no elegir a otros para la vida eterna (Esaú o las cabras), siempre con la condición de que se trata de una decisión previa a la creación del mundo: el Creador decide crear ovejas y cabras incluso antes del momento del Juicio final en que las va a separar eternamente.

Entonces a los que hayan nacido para ser cabras (o los que sean del número de los no elegidos previamente por Dios) les valdrá la expresión «de malas» o «era preferible no haber nacido» o «nada podías hacer contra la voluntad amorosa de Dios».

Pero mi pensamiento aquí es que Dios no decide crear ovejas y cabras antes de la creación del mundo. De hecho, está escrito: «Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tim 2: 3-4). Dios quiere que todos se salven. Cuando leemos «todos los hombres», ¿está excluyendo a algunos? Si efectivamente quiere que todos se salven, ¿cómo entonces decide no elegir a algunos para la vida eterna, exponiéndolos a una condenación factible, marcándolos anticipadamente como cabras, aun cuando no hayan nacido ni hecho bien ni mal? Lo correcto sería interpretar que Dios quiere que algunos se salven y otros se condenen, lo que contradice la Escritura. La expresión «Dios quiere que todos se salven» puede equivaler a «Dios llama a todos a salvarse».

Por otra parte, nadie puede arrebatar las ovejas de la mano del Padre: quien persevere hasta el fin (con la gracia de Dios, por supuesto) será salvo, luego nadie puede arrebatarlas; pero quien no persevere hasta el fin no será salvo, luego pueden ser arrebatadas por el maligno.

Sostengo que el pensamiento de San Pablo en ese versículo candente debería ser matizado. Dios, antes de que Esaú naciese, sabía (preveía) que iba a ser réprobo (por sus malas obras), por eso no iba a ser de los elegidos (a la vida eterna) y por eso mismo lo «odió»; no que Dios quiso que él, antes de que naciese, fuera réprobo o no elegido en absoluto. Pues Dios quiere que todos se salven o sean elegidos a la vida eterna; siempre llama a todos a salvarse, aunque algunos, por su libre albedrío, no le lleguen a corresponder y no alcancen entonces a ser de los elegidos.

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Esto último que Ud. dice no es "matizar" a San Pablo, es contradecirlo. Él dice que la elección divina no depende de las obras, y Ud. dice que depende de las obras.

Igualmente se contradice Ud. cuando dice que nadie puede arrebatar a las ovejas de la mano del Padre y luego dice que algunas pueden ser arrebatadas por el maligno.

Según eso, la imposibilidad de esas ovejas de ser arrebatadas sería igual a la imposibilidad de romperse de aquel jarrón que tuvo esa cualidad hasta que se rompió. El Señor estaría enunciando ahí una banalidad, como quien dijese que mientras el jarrón no se rompe, no se rompe.

Dios es Omnipotente, y por tanto, lo que quiere lo hace. Sin embargo, algunas cosas que Dios quiere no se hacen, por ejemplo, que nosotros no pequemos nunca. Eso no es posible si pensamos para esos casos en un querer divino Omnipotente sin más, porque entonces sería contradictorio que lo así querido por Dios no tenga lugar. Por tanto, hay que admitir, junto al querer divino simple y sin más, que es sin más Omnipotente y realiza infaliblemente lo que quiere, un querer divino cualificado, bajo cierto aspecto, "secundum quid", con el cual es compatible que lo querido por Dios no suceda.

Ésa es la clásica distinción escolástica entre la Voluntad divina antecedente y la Voluntad divina consecuente. La primera es condicional, la segunda es absoluta, la primera es compatible con la no realización de lo querido, la segunda no, con la primera Dios quiere que todos los hombres se salven y que nosotros cumplamos siempre los mandamientos, con la segunda quiere la salvación de los elegidos y permite el pecado de las creaturas racionales.

Saludos cordiales.
04/02/24 4:21 PM
  
Néstor
Respecto del tema de si la inmutabilidad divina es algo misterioso, hay que tener en cuenta que las negaciones de suyo no son perfecciones, y por tanto, no se predican analógicamente, ni tienen porqué tener, por tanto, nada de misterioso.

Si algo es bueno, es posible que su bondad trascienda toda bondad creada, como sucede con la Bondad divina, y entonces, esa perfección será analógicamente afirmada de Dios y tendrá un aspecto misterioso para nosotros.

Pero si algo no es bueno, en el sentido de negar de ello toda bondad, trascendente o no, en eso no hay nada de analógico ni por tanto de misterioso.

Por eso la Inmutabilidad divina no tiene nada de misterioso, porque es simplemente la negación de todo cambio, del tipo que sea, en Dios.

La inmutabilidad en sí misma no es una perfección, por más que sea una consecuencia necesaria de la Suma Perfección divina. Más aún, en sí misma considerada, la inmutabilidad es la negación de una perfección, porque el cambio es una perfección relativa, o sea, una perfección que implica necesariamente imperfección.

Como dice Aristóteles, el cambio es "el acto del ente en potencia en tanto que en potencia". O sea, "acto", perfección, pero esencialmente imperfecta, porque sólo se da mientras hay algo de potencialidad aún no actualizada: "en tanto que en potencia".

Es decir, la estatua que se está haciendo está cambiando mientras no está terminada, mientras todavía está en potencia para una perfección ulterior.

En Dios sólo pueden darse en forma propia y no metafórica las perfecciones que no implican esencialmente imperfección alguna, como la inteligencia, la verdad, la bondad, el ser, etc.

Las perfecciones que implican esencialmente imperfección, como el volumen, la velocidad, etc., sólo pueden afirmarse metafóricamente de Dios.

Se puede llamar “misteriosa”, si se quiere, la relación entre la Inmutabilidad divina y algunas acciones divinas como la Creación, la Encarnación, etc.

Pero eso no cambia en nada el hecho de que Dios no cambia en modo alguno, y eso, en sí mismo considerado, no tiene nada de misterioso.

Saludos cordiales.
05/02/24 9:46 PM
  
sofía
Bueno, lo cierto es que la inmutabilidad de Dios es misteriosa, por su relación con esas acciones, creación, Encarnación etc y también es misteriosa porque en Dios la inmutabilidad es una perfección, la de no disminuir nada ninguna de sus perfecciones y la de estar fuera de las limitaciones temporales - poco que ver con la inmutabilidad que se predica de las realidades temporales.
[...]

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La inmutabilidad no es eso que Ud. dice, sino lo que sencillamente significa la palabra "inmutabilidad": el no poder cambiar, y por tanto, no cambiar.

Por eso es que no tiene nada de misteriosa.

La prueba de ello es que la inmutabilidad no se atribuye a Dios analógicamente desde las realidades temporales, como sí la bondad, la verdad, etc., sino al contrario, Dios se distingue de las realidades temporales precisamente en que es Inmutable, mientras que el tiempo, como dice Aristóteles, es "el número del cambio".

Es decir, no hay una inmutabilidad de las realidades temporales desde la cual se predique analógicamente la Inmutabilidad en Dios, como sí hay una bondad de las cosas temporales desde la cual se predica analógicamente la Bondad divina.

Sino que lo que hay es un cambio, una mutabilidad de las realidades temporales, desde la cual se llega, por el principio de causalidad y el razonamiento propio de la Primera Vía tomista, a la afirmación de un Primer Motor Inmóvil.

Saludos cordiales.
05/02/24 11:31 PM
  
sofía
Bueno, pues a pesar de todo lo que usted dice a mí me sigue pareciendo misterioso que Dios esté fuera del tiempo, razón por la que es inmutable y que Dios tenga la perfección de no dejar de ser nunca menos perfecto de lo que es, que es otro motivo por el que es inmutable.
Y no creo que haya ningún problema en eso, porque encontrar misterioso a Dios es lo normal, teniendo en cuenta que somos imperfectos y estamos limitados por el tiempo.

[...]

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"No dejar de ser nunca menos perfecto de lo que es" significa que Dios permanece siempre siendo menos perfecto de lo que es, lo cual no tiene sentido, obviamente.

El estar fuera del tiempo no es la razón de la inmutabilidad, sino al revés, porque es Inmutable, Dios está fuera del tiempo, porque el tiempo es propio de los seres mudables, como dice Aristóteles, el tiempo es "el número [es decir, la medida] del cambio".

El asunto es que mientras Ud. no reconozca, siguiendo la fe de la Iglesia, que Dios no cambia ni puede cambiar, sin más, no podemos seguir discutiendo en católico sobre estos temas.

Saludos cordiales.
06/02/24 3:41 AM
  
sofía
Es obvio que donde dice "menos" debía decir "tan", como usted sabe perfectamente, porque es lo mismo que he dicho ya mil veces, en todos mis comentarios anteriores:
"... siempre sigue siendo perfecto, sin disminuir nunca su perfección."
Y es obvio también que yo jamás he dicho que Dios cambie, sino por el contrario he dicho que Dios no cambia, incluso poniendo citas bíblicas.

[...]

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En realidad, eso tampoco alcanza para expresar la Inmutabilidad divina, porque alguien podría decir que sin disminuir nunca su perfección, Dios podría aumentarla, y eso sería igualmente un cambio.

Saludos cordiales.
06/02/24 11:40 AM
  
Enciclopedia Católica
"No es admisible leer en el pensamiento del apóstol una reprobación negativa de ciertos hombres, porque la primera intención de la Epístola a los Romanos es insistir en la gratuidad de la vocación al cristianismo y rechazar la presunción judía de que la posesión de la ley Mosaica y la descendencia carnal de Abraham dio a los judíos una preferencia esencial sobre los paganos."

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Justamente, "elección divina" y "gratuidad de la salvación" van juntos. Todo el argumento de la Carta a los Romanos es que nadie tiene derecho a la salvación, ni judíos ni gentiles ("no hay justo, no hay uno solo") y son justificados gratuitamente por el sacrificio de Cristo en la Cruz.

"Gratuitamente" quiere decir que nadie tiene derecho a ser salvado y que por tanto no pasa nada si Dios no salva a todos.

Por eso San Pablo dice ahí cosas como ésta (Rom. 9, 10 - 24):

"Pero no sólo esto: también Rebeca concibió dos hijos de un hombre solo, Isaac nuestro padre. Y cuando aún no habían nacido ni habían hecho nada bueno o malo, para que el designio de Dios permaneciese según la elección, y no en virtud de las obras sino del que llama, se le dijo: El mayor servirá al menor; conforme está escrito: Amé a Jacob y odié a Esaú. ¿Entonces, qué diremos? ¿Es que existe injusticia en Dios? ¡De ninguna manera! Pues a Moisés le dice: Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y me apiadaré de quien me apiade. Por lo tanto, no depende de que uno quiera o de que se esfuerce, sino de Dios, que tiene misericordia. Pues le dice la Escritura al Faraón: Para esto mismo te he exaltado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. Así pues, tiene misericordia de quien quiere, y endurece a quien quiere. Pero me dirás: «¿Entonces, por qué reprende? ¿Es que alguien ha podido resistir a su voluntad?» ¡Hombre, quién eres tú para contradecir a Dios! ¿Acaso le dice la vasija al que la ha moldeado: «Por qué me hiciste así»? ¿Es que el alfarero no tiene poder sobre el barro para hacer de una misma masa una vasija, bien sea para usos nobles, bien para usos viles? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia las vasijas de ira preparadas para la perdición y –para mostrar la riqueza de su gloria sobre las vasijas de misericordia, que de antemano preparó para la gloria– también nos llamó a nosotros, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles?"

Las reclamaciones deben dirigirse, por tanto, a San Pablo, y en definitiva, al Espíritu Santo que inspiró esas palabras.

La tarea de la teología es mostrar cómo esas palabras no implican la negación del libre albedrío de las creaturas racionales, ni que Dios quiera el mal, o que Dios sea autor del pecado, o que Dios destine a alguien a la condenación eterna independientemente de la previsión de las culpas y en particular de la impenitencia final.

Pero no es negarlas, ni ignorarlas, ni cambiarlas por las palabras contrarias.

Saludos cordiales.
11/02/24 1:59 AM
  
sofía
Claro que la elección es gratuita, pero usted está obviando lo principal: que en la enciclopedia católica se dice que en romanos San Pablo no está hablando de la elección para la salvación o la condenación, sino de la elección para la vocación cristiana.

Lo que dice la Enciclopedia Católica es que de Romanos no se puede deducir una reprobación negativa de ciertos hombres.

Y en el caso de Esaú se habla de la gratuidad de la elección para el cumplimiento de la promesa mesiánica, pues a pesar de ser Esaú el mayor, será Jacob quien herede la promesa - la famosa venta de la primogenitura por un plato de lentejas.

Así que de esas palabras de San Pablo no se deduce obligatoriamente lo que usted dice sobre la reprobación. En la enciclopedia católica deducen otra cosa.
No se niegan las palabras de San Pablo, se interpretan en su contexto de forma distinta a la que lo hacen ustedes, porque usted supone que la palabra "elegidos" significa siempre elegidos para la salvación o la condenación (o reprobación), y no es el caso en Romanos.

[...]

Y debería tener claro todo el que pase por aquí que existen distintas teorías católicas para solucionar el misterio de la "predestinación" y la relación entre gracia y libre albedrío, que la suya no es la única, por lo que creo que se debe recomendar a todos que lean el artículo de la predestinación completo en la Enciclopedia Católica y que cada cual decida qué teoría católica le parece más razonable.

Despedida cordial

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El artículo de la Enciclopedia Católica sobre la “Predestinación” es del teólogo Joseph Pole, que probablemente sea jesuita por su adhesión al molinismo, aunque con originalidades, por ejemplo, dice que Dios es Inmutable y que

“Hay otras cualidades de la predestinación que hay que tener en cuenta porque son importantes e interesantes desde el punto de vista teológico: su inmutabilidad, que el número de los predestinados está fijado, y su incertidumbre individual. (1). La primera cualidad, la inmutabilidad del decreto Divino se basa tanto en el preconocimiento infalible de Dios de que ciertos y determinados individuos dejarán esta vida en el estado de Gracia y en la inmutable voluntad de Dios de dar precisamente a esos hombres y no a otros la felicidad eterna como premio por sus méritos sobrenaturales. Consecuentemente todo el futuro número de miembros del cielo, hasta su detalles más ínfimos, con todas las diferencias de medidas de gracia y varios grados de felicidad, ha sido invariablemente fijado desde toda la eternidad. Y no podía ser de otra manera. Porque si fuera posible que un individuo predestinado fuera después de todo arrojado al infierno o que uno no predestinado llegara al cielo, entonces Dios se habría equivocado en su conocimiento anterior de los sucesos fututos; dejaría de ser omnisciente. De ahí que Dios pastor, dice de sus ovejas (Juan 10:28): “Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mi mano”.”

Y después dice que:

“La teología, es cierto, no puede probar estrictamente este dicho a no ser que el decreto original de predestinación sea concebido como primer decreto hipotético que después cambia a un decreto absoluto e irrevocable por las oraciones, buenas obras y perseverancia de aquel que está predestinado, según las palabras del Apóstol (“Pedro 1:10): “Por tanto, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra elección”).”

O sea, al mismo tiempo afirma y niega la inmutabilidad del decreto divino de predestinación, contradiciéndose.

El autor defiende un molinismo radical. Rechaza la predestinación divina anterior a la previsión de los méritos, y pone tanto la predestinación como la reprobación como posteriores a la previsión divina de los méritos o las culpas respectivamente.

Si rechaza la interpretación agustiniana y tomista de ese pasaje de Romanos 9, 10 – 24, es porque, según él:

“…es imposible dibujar los detalles de una pintura en la que el apóstol compara a Dios con el alfarero que tiene poder sobre el barro…O ¿es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa objetos para usos nobles y otros para usos despreciables? (Rom. 9:21)”, sin caer en la blasfemia calvinista de que Dios predestine a algunos hombres al infierno y al pecado de la misma manera que pre-elige positivamente a otros a la vida eternal.”

Aquí está diciendo, sorprendentemente, que ese pasaje de San Pablo sólo puede interpretarse en sentido calvinista. La alternativa que él propone, al parecer, es no interpretarlo, con lo cual lo lógico sería sacarlo de la Escritura.

Pero el calvinismo consiste en negar el libre albedrío de las creaturas, y en afirmar que Dios quiere la pena infernal con anterioridad a la previsión de las culpas de los condenados, nada de eso puede deducirse de ese texto de San Pablo, ni se encuentra tampoco en la interpretación agustiniana y tomista de ese pasaje.

El autor, por supuesto, es adversario del tomismo, y argumenta a favor de la tesis que él defiende como si fuese verdadera. No está a cada rato diciendo “miren que esto es una tesis teológica, hay otras”.

Por ejemplo, dice:

“Cualquier postura que tomemos sobre la probabilidad interna de la reprobación negativa es incompatible con la certeza dogmática de la universalidad y sinceridad de la voluntad salvífica de Dios, puesto que la predestinación absoluta de los elegidos es al mismo tiempo la absoluta voluntad de Dios “de no elegir” a priori al resto de la humanidad (Suárez) o, lo que viene a ser lo mismo, “excluirles del cielo” (Gonet), en otras palabras no salvarles.”

¿Falta aquí un paréntesis que diga “(ojo que esa incompatibilidad con la certeza dogmática…etc. es una tesis mía y hay otras tesis posibles en la ortodoxia católica, ¿eh?)”?

Finalmente, la tesis según la cual San Pablo no está hablando en ese pasaje de la elección y predestinación para la gloria choca con la parte de ese texto que dice:

“¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia las vasijas de ira preparadas para la perdición y –para mostrar la riqueza de su gloria sobre las vasijas de misericordia, que de antemano preparó para la gloria–también nos llamó a nosotros, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles?”

Lo que se opone en este texto no es la elección o no elección en esta vida, el ingreso o no a la Iglesia, que se tenga fe o no se tenga, etc., sino la “perdición” y la “gloria”, que en todo el pensamiento de San Pablo, y en todo el Nuevo Testamento, tienen un sentido claro, que es escatológico.

De hecho, si Pole ve en ese pasaje riesgo (por decirlo suavemente) de calvinismo, es también que lo interpreta en sentido escatológico y no solamente respecto de elecciones para cosas de esta vida.

Saludos cordiales.
11/02/24 11:16 PM
  
sofía
No, lo que hace Pole es contextualizar ese texto para darle su significado exacto.
El riesgo de calvinismo está en la descontextualización del texto.

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Él no dice eso. Dice que no hay forma de dar una interpretación precisa, bajando a detalles, de ese texto que no sea calvinista.

Es muy raro que un teólogo católico diga que el calvinismo es la única interpretación posible de un texto de San Pablo.

Podemos imaginarnos cómo será la exégesis de ese teólogo.

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[...]

Saludos cordiales

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Saludos cordiales.
12/02/24 11:20 AM
  
sofía
Lo que HACE es contextualizar ese texto y señalar que su descontextualización da lugar a una interpretación calvinista.
La doble predestinación calvinista se basa en la descontextualización de textos de San Pablo y San Agustín, pero la exégesis correcta tiene en cuenta el contexto.

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No es cierto. No habla de ninguna exégesis correcta de ese texto, dice que todo intento de explicarlo con cierto detalle lleva al calvinismo.

“…es imposible dibujar los detalles de una pintura en la que el apóstol compara a Dios con el alfarero que tiene poder sobre el barro…O ¿es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa objetos para usos nobles y otros para usos despreciables? (Rom. 9:21)”, sin caer en la blasfemia calvinista de que Dios predestine a algunos hombres al infierno y al pecado de la misma manera que pre-elige positivamente a otros a la vida eterna.”

Dice que es imposible, sin más, no dice "es imposible en el contexto de tal o cual interpretación".

Saludos cordiales.
12/02/24 4:00 PM
  
Jorge Alberto
«Esto último que Ud. dice no es "matizar" a San Pablo, es contradecirlo. Él dice que la elección divina no depende de las obras, y Ud. dice que depende de las obras».

Yo no dije precisamente eso. Dios quiere que todos se salven, es decir, quiere que todos (sin excepción) sean elegidos a la vida eterna. Mientras quiere eso, ¿cómo puede querer a la vez que algunos, antes de que nazcan, no sean elegidos a la vida eterna?

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Ud. dice:

"Dios, antes de que Esaú naciese, sabía (preveía) que iba a ser réprobo (por sus malas obras), por eso no iba a ser de los elegidos"

Eso es hacer depender la elección divina de las obras. Lo que dice San Pablo es que la elección divina no depende de las obras:

"Y cuando aún no habían nacido ni habían hecho nada bueno o malo, para que el designio de Dios permaneciese según la elección, y no en virtud de las obras sino del que llama, se le dijo: El mayor servirá al menor; conforme está escrito: Amé a Jacob y odié a Esaú."

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¿Acaso Dios, antes de que Jacob y Esaú naciesen, no quería para ambos que se salvaran, no quería que fueran (o llegaran a ser) elegidos a la vida eterna? Seguramente, previó (antes de las obras de ambos) que Esaú podía ser réprobo, por lo que no llegó a ser elegido (antecedentemente): «odió» a Esaú según su previsión de las obras futuras, no porque quisiese que él fuera réprobo o no elegido en absoluto, y lo «odió» finalmente conforme a sus obras realizadas.

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Ya dije que eso es lo contrario de lo que dice San Pablo en el pasaje citado. Por otra parte, la Voluntad divina de que todos los hombres se salven no coincide con la Voluntad divina de que se salven los elegidos. Porque los elegidos son los que se salvan, y por tanto, no son todos los hombres. Dios quiere con Voluntad antecedente que todos los hombres se salven, y quiere con Voluntad consecuente que se salven los elegidos.

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Ser elegido para la vida eterna depende de Dios, por supuesto, pero también (consecuentemente) del libre albedrío de la criatura, de sus obras, de su respuesta al llamado de Dios a salvarse, pues Dios no salva a nadie si alguno no quiere también salvarse.

Cuando San Pablo dice que la elección divina depende no de las obras sino del que llama, ¿no se está refiriendo a la voluntad antecedente de Dios?

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Como dije, la elección divina no tiene que ver con la Voluntad divina antecedente, porque por ésta Dios quiere que todos los hombres se salven, y los elegidos no son todos los hombres.

La elección un hombre X no puede depender a la vez de Dios y del hombre. Si Dios lo elige y el hombre no se elige, al final resulta elegido o no. En el primer caso, la elección depende solamente de Dios. En el segundo caso, depende solamente del hombre, porque de él depende que la elección divina tenga efecto o no. Y no se puede decir que un no elegido es objeto de la elección divina.

Lo mismo si Dios no lo elige y el hombre se elige. Al final queda elegido o no. En el primer caso, la elección depende solamente del hombre. En el segundo caso, la elección depende solamente de Dios.

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«Igualmente se contradice Ud. cuando dice que nadie puede arrebatar a las ovejas de la mano del Padre y luego dice que algunas pueden ser arrebatadas por el maligno».

Tampoco dije precisamente eso. Nadie puede arrebatar a las ovejas de la mano del Padre una vez que ellas hayan alcanzado a salvarse. Mientras transitan por esta vida terrenal (Iglesia militante), pueden ser arrebatadas por los lobos, a no ser que perseveren hasta el fin siguiendo al buen Pastor.

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No es eso lo que dice el Evangelio.

El Señor dice:

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. El Padre que me las dio es mayor que todo, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos Uno." (Jn. 10, 27 - 28)

Las ovejas no pueden ser arrebatadas de la mano de Cristo. ¿Sólo cuando están en el Cielo no pueden ser arrebatadas? ¿Tiene menos fuerza la mano de Cristo en esta vida que en el Cielo? ¿O no están en la mano de Cristo las ovejas cuando están en esta vida?

"Nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre" ¿Desde cuándo están en la mano del Padre las ovejas? Al menos, desde que existen. Y por tanto, también en la mano de Cristo, porque "Yo y el Padre somos Uno". Por tanto, ya en esta vida las ovejas no puede ser arrebatadas de la mano del Padre y de la mano de Cristo.

¿Desde cuándo le ha dado el Padre estas ovejas al Hijo? En todo caso, es un evento pasado :"me las dio". Por tanto, ya están en la mano del Hijo cuando Él habla, y habla estando en esta vida temporal, antes de morir, resucitar y subir al Cielo. Por tanto, ya en esta vida no pueden ser arrebatadas las ovejas de la mano de Cristo.

Saludos cordiales.
14/02/24 7:17 PM
  
sofía
Espero que a Jorge Alberto le haya quedado claro que lo que dice Pablo de Esaú se refiere a la elección para la promesa mesiánica de Jacob, no a la predestinación a la condenación o reprobación.

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Pero para San Pablo, eso es un caso particular de un principio general: la elección divina es independiente de las obras. Por eso, cuando habla luego del alfarero, dice que hace unos vasos para perdición y otros para gloria, para mostrar tanto su misericordia como su justicia, y ahí no está hablando de un fin intrahistórico, sino escatológico.

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Por otra parte habla usted de pasado y futuro, como si a Dios le afectara el tiempo o como si no nos afectara a nosotros. Para Dios todo está presente, misteriosamente, para nosotros el futuro se construye en el presente al que hemos llegado desde nuestras elecciones pasadas, y si con la gracia de Dios seguimos las exhortaciones de Dios que nos invita a escuchar a su Hijo, nadie nos arrebatará de sus manos si nosotros no rechazamos su gracia.

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Es claro que Dios es Eterno e Intemporal, pero la existencia de los seres humanos y su vocación a la fe se dan en el tiempo. Del mismo modo decimos que Dios ha creado el mundo, y no que lo va a crear.

Las ovejas ya están en la mano de Cristo en esta vida, porque el Padre ya se las ha dado. No dice "El Padre que me las va a dar", sino "El Padre que me las ha dado". Y sobre esa base, Él dice que nadie puede arrebatarlas de su mano, porque nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre, y Él y el Padre son Uno.

Si el Padre se las ha dado, es que estaban en la mano del Padre, y entonces ya no podía ser arrebatadas, ni pueden serlo ahora, que les han sido dadas al Hijo.

En un sentido es obvio que nadie (es decir, nadie distinto de las ovejas mismas) puede arrebatar a las ovejas de la mano de Cristo, porque el ser arrebatadas sólo puede ser mediante un pecado que sólo ellas pueden cometer. Nadie puede hacer pecar a otra persona, sí tentarla, pero eso es otra cosa.

Y por otro lado, todo está, en cierto modo, en la mano de Cristo, porque es Dios.

Pero en esos sentidos Judas también estaba la mano de Cristo, y nadie podía arrebatarlo de esa mano, y sin embargo, no era de las ovejas, y finalmente se arrebató a sí mismo de la mano de Cristo.

Por tanto, aquí el Señor está diciendo otra cosa, pues está hablando de los que son sus ovejas.

Tampoco es que las ovejas son sus ovejas mientras creen en Él. Judas creyó un tiempo en Él, y también los que se fueron cuando habló de la Eucaristía, pero no eran de sus ovejas.

Las ovejas de Cristo se salvan. Todas ellas: "Mis ovejas me siguen...y Yo les doy vida eterna". Y no se salva nadie que no sea de las ovejas de Cristo.

Por eso nadie puede arrebatarlas de su mano, no porque cuando estén en el Cielo no van a poder salir de allí, sino porque no pueden no llegar al Cielo, no pueden arrancarse de la mano de Cristo, como sí pudieron Judas y tantos otros, de los que dice justamente la Primera Carta de Juan:

"Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros." (1 Jn. 2, 19)

Y no dice "no eran de los nuestros porque no tenían fe", sino "porque no permanecieron con nosotros", es decir, porque no perseveraron en la fe.

Por eso es que "muchos son llamados pero pocos son elegidos" (Mt. 22, 14).

Porque no estaban en la mano de Cristo al modo en como están en esa mano las ovejas de Cristo.

Las ovejas de Cristo no son ovejas condicionales. Ya ahora, en esta vida, son ovejas suyas, y entonces ya ahora es verdad que nadie puede arrebatarlas de su mano.

¿Y en qué queda entonces el libre albedrío de las ovejas, si no pueden arrancarse ellas mismas de la mano de Cristo? Es claro que en un sentido pueden, y en otro sentido no pueden. Pueden porque son libres, no pueden, en el sentido de que es imposible que se pierda aquel al que la Omnipotencia divina ha decidido conservar hasta el fin en el camino de la salvación.

Véase el caso de la Virgen María, que de hecho no cometió un solo pecado, ni siquiera venial, en toda su vida. ¿Podía pecar o no? Sí, porque era libre, no, porque es imposible que peque Aquella a la que la Omnipotencia divina ha decidido conservar libre de todo pecado.

¿Y la conservó así privándola de su libre albedrío? Es claro que no.

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Dios quiere que todos los hombres se salven con tal de que no rechacen su gracia, esa es su voluntad, ofrecernos su gracia suficientemente a todos y respetar nuestro libre albedrío si queremos rechazarla, es Dios quien lo decide así.

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Sin duda que Dios respetó el libre albedrío de la Virgen, y que ello no es incompatible con el hecho de que Dios decidió eficaz e infaliblemente desde la Eternidad que la Virgen no cometería un solo pecado, ni siquiera venial.

Del mismo modo respeta Dios el libre albedrío de aquellos a los que desde la Eternidad elige y ayuda eficazmente para que infaliblemente se salven.

Y sólo estos se salvan, es claro que nadie puede "colarse" en la salvación al margen del previo designio eterno de Dios.

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Que Dios conozca nuestro futuro porque para Él todo está presente, no quiere decir que no seamos verdaderamente libres en nuestro presente para elegir el bien o el mal. Dios no miente cuando nos dice que ante nosotros pone el bien y el mal y que podemos elegir la Vida o la muerte. Tampoco miente cuando dice "pedid y recibiréis". Ni cuando dice que Dios se encarnó para salvarnos.

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Y nada de eso puede ser incompatible con el hecho de que sólo se salvan aquellos respecto de los cuales la Omnipotencia divina ha decidido desde la Eternidad que se han de salvar, las ovejas de Cristo que no pueden ser arrebatadas de su mano, como la Virgen, de la que es verdad decir que es imposible que a la vez Dios la haya ordenado desde la Eternidad a no cometer un solo pecado, y cometiese algún pecado, sin que ellos vaya para nada en contra de su libre albedrío.

Porque no fue al margen de la Voluntad de Dios que la Virgen no cometió un solo pecado, ni siquiera venial. Es claro que eso ha sido parte del plan de Dios desde siempre. No es que Dios le dio esa posibilidad y luego se puso a mirar a ver si la Virgen la realizaba de hecho o no. Estamos hablando de un don de Dios a la Virgen, no de una grandeza de la Virgen misma: "Proclama mi alma la grandeza del Señor...porque ha mirado la humillación de su esclava...el Poderoso ha hecho obras grandes en mí."

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Según la doble predestinación calvinista lo mismo da lo que uno haga, estamos predeterminados a la salvación o la condenación, no somos libres - aunque según ellos la fe les salva, o más bien es un signo de que están salvos.

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Que los calvinistas se entiendan con sus propios problemas, por lo que tiene que ver con la predestinación que enseñan San Agustín y Santo Tomás de Aquino es claro que no da lo mismo lo que uno haga, es más, es absurdo decirlo.

Si fuese así, el predestinado podría salvarse a pesar de morir en pecado mortal y sin arrepentirse de ello: "da lo mismo lo que uno haga". Y eso es absurdo, obviamente.

El predestinado no se salva haga lo que haga, precisamente porque ha sido predestinado para hacer el bien, no cualquier cosa, y así salvarse.

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Yo no estoy de acuerdo con ellos, sino con Trento.
Pero no entiendo la interpretación de Trento que hace el bañecianismo con las gracias resistibles que nunca se podrán resistir que son las que sirven para hacer el bien (y Dios ha decidido no dárselas a los que ha decidido reprobar) y las gracias suficientes que no sirven para hacer el bien dependiendo de nuestro libre albedrío.

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Todas las gracias que Dios le dio a la Virgen para que no cometiese un solo pecado, ni siquiera venial, eran resistibles, y a ninguna de ellas resistió la Virgen, no porque era una genia, sino porque Dios quiso, y quiso eficazmente, que no las resistiera, de modo que sería contradictorio decir que Dios quiso eficazmente que la Virgen no resistiese esa gracias y ella las resistió, y en ese sentido, solamente, eso es imposible, y por tanto, tampoco pudo resistirlas, solamente en ese sentido, y de nuevo, no por la grandeza de su libre albedrío, sino por don de Dios, como ella misma dice.

Y probablemente eso no puede decirse de ningún otro ser humano que sea una pura creatura, ¿y porqué? Obviamente, porque Dios no ha querido dar esa misma gracia a nadie más. ¿Y qué problema hay en ello? Dios es dueño de su gracia, como dice en la parábola de los viñadores: "¿No puedo hacer lo que quiero con lo que es mío?" (Mt. 20, 15).

En cuanto a las gracias suficientes, saquemos por ahora la palabra "suficientes" y vayamos a la cosa.

Es necesaria la gracia de Dios para poder hacer una obra buena sobrenatural. No se hace sino lo que se puede hacer.

Esa gracia decimos que la reciben todos los hombres, porque Dios no manda lo imposible.

Esa gracia no da el hacer de hecho el bien. Pues la reciben todos, pero no todos hacen de hecho el bien.

Por tanto, o bien el hacer de hecho el bien no depende de gracia alguna, o bien depende de otra gracia diferente de la primera.

Se dirá: "esa gracia sí da el hacer de hecho el bien, supuesto que el libre albedrío quiera valerse de ella".

Pero de nuevo, eso sólo quiere decir que esa gracia da la posibilidad de hacer el bien. No se puede decir que me da de hecho cinco millones de pesos el que me vende un número de lotería con el cual los puedo sacar. Y por tanto, sigue en pie que el hacer de hecho el bien no es fruto de esa gracia.

Es como el combustible en un automóvil. Sin combustible no anda, pero no es el combustible lo que lo hace andar, hace falta girar la llave del encendido y sin eso el coche puede estar años con combustible y quieto en un lugar.

Lo que dicen los agustinianos y tomistas, y concuerda grandemente con muchos pasajes de la Escritura y con las expresiones del II Concilio de Orange, es que la llave del encendido la gira Dios, que es gracia de Dios que esa llave gire, y no solamente que haya combustible en el tanque.

Por eso la Virgen proclama la grandeza del Señor, no la suya propia, que habría sido tan genia de girar la llave del encendido cuando otros menos genios, como Judas, se quedaron con el tanque lleno y sin moverse.

Obviamente que la Virgen giró la llave, y Judas no quiso hacerlo, porque tienen ambos libre albedrío, pero el hecho mismo de girar libremente la llave es gracia de Dios, y la Virgen proclama la grandeza del Señor, no la suya propia, porque es el Señor el que mueve a las voluntades libres de las creaturas, y eso es más que solamente darles la posibilidad de moverse.

"...porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad." (Flp. 2, 13).

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No veo por qué Dios no va a poder "predestinar" "post praevisa", que me parece además la manera de que tengan sentido las exhortaciones de las Escrituras y del Magisterio de la Iglesia, los sacramentos etc y sobré todo la verdad de la justicia y la misericordia divinas.

Saludos cordiales

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En realidad, tampoco en el molinismo, ni en ningún otro sistema, si se mira a fondo, Dios predestina "post praevisa merita".

Incluso poniéndonos en el punto de vista de los que defienden la elección y predestinación "post praevisa merita", el hecho es que las creaturas racionales son libres, y eso quiere decir, que para ellas siempre hay dos posibilidades, en dos variantes: hacer esto o no hacerlo, hacer esto o hacer aquello otro.

Quiere decir que a la creatura posible a la que Dios ve en una cierta circunstancia posible haciendo A, la ve en otra circunstancia posible distinta no haciendo A, o haciendo B.

Desde la Eternidad están en la mente de Dios tanto la idea de César cruzando el Rubicón como la idea de César no cruzando el Rubicón, entre las ideas divinas de las cosas posibles. Eso quiere decir que César es libre.

Por tanto, Dios no puede saber cuáles son los méritos o culpas de una creatura racional posible cualquiera, hasta que Dios mismo determine libremente considerar, para luego eventualmente crear, a esa creatura racional en tales y tales circunstancias y no en otras, si se quiere, en tal mundo posible y no en otros.

Esta libre determinación divina es anterior, por tanto, a cualquier previsión de méritos o culpas de las creaturas.

Y esa libre determinación divina ya es la elección de los que se salvan y la reprobación de los que se pierden, porque es elegir el conjunto de circunstancias, o el mundo posible, si se quiere, en las que Fulano hace A y se salva, y Mengano no hace A y se condena.

La elección divina de los que se salvan y la reprobación divina (negativa, es decir, como mera no elección para la gloria) de los que se condenan es necesariamente, por tanto, "ante praevisa merita vel demerita".

Dios podría haber creado un mundo en el que todas las creaturas racionales se salvasen. No lo hizo. ¿Porqué? Porque no quiso. Es claro que podía hacerlo respetando exquisitamente la libertad de cada uno, bastaría para eso con que Dios crease aquella combinación de circunstancias o "mundo posible" en las que Él prevé que libremente todos eligen el bien y se salvan.

Hay una situación pensable, posible, en la que Judas no traiciona a Cristo, Pedro no lo niega, etc., etc. De lo contrario, estaríamos negando la libertad de Judas y de Pedro, y de todos los demás.

Saludos cordiales.
15/02/24 11:18 AM
  
Jorge Alberto
«Del mismo modo respeta Dios el libre albedrío de aquellos a los que desde la Eternidad elige y ayuda eficazmente para que infaliblemente se salven.

Y sólo estos se salvan, es claro que nadie puede "colarse" en la salvación al margen del previo designio eterno de Dios».

¿Está afirmando entonces que Dios, antes de que la humanidad existiera, elige a algunos para la salvación (ovejas), mientras que no elige a otros
para la salvación (cabras)? ¿Dios quiere, pues, antes de crear al género humano, que se salven pocos (los elegidos, las ovejas) y se condenen muchos (los no elegidos, las cabras)?

«Dios quiere con Voluntad antecedente que todos los hombres se salven, y quiere con Voluntad consecuente que se salven los elegidos». Si Dios quiere que todos los hombres se salven, ¿no es lo mismo que decir: quiere que todos los hombres sean elegidos a la vida eterna? Pues salvarse implica ser elegido por Dios para la salvación.

Por supuesto, Dios quiere que todos se salven, pero no todos serán salvos finalmente: solo algunos serán salvos, esto es, solo algunos serán elegidos. El infierno existe.

Parece dar usted a entender esto: Dios quiere que todos se salven, pero no todos son elegidos previamente, de manera que, en fin, quiere que solo se salven los elegidos previamente. A mí me suena extraño.

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Por un lado, hay un dato de fe: Dios es Omnipotente. O sea, todo lo que quiere, lo hace.

Y aquí no se puede poner la libertad de las creaturas racionales como excepción, porque entonces Dios no sería Omnipotente. Tampoco se puede negar el libre albedrío de las creaturas racionales, ángeles y hombres. Por tanto, hay que decir que la Omnipotencia divina se extiende hasta hacer a Dios Causa Primera de los actos libres de las creaturas.

Sin embargo, hay que entender bien eso, porque no hay duda de que hay muchas cosas que Dios quiere, y sin embargo, no suceden. Por ejemplo, que no pequemos.

Por tanto, hay que distinguir dos clases de Voluntad en Dios: una que es condicional, que quiere que A suceda si B sucede, y que como B no sucede, no hace tampoco que A suceda, y otra que es absoluta, que quiere simplemente que A suceda, y entonces, como Dios es Omnipotente, A sucede.

Dado que no todos los hombres se salvan, es claro que la Voluntad divina de que todos los hombres se salven es del primer tipo.

Pero como por otra parte es evidente que aquellos de lo que Dios quiera absolutamente que se salven, se salvan, porque Dios es Omnipotente, hay que decir que es con esta otra Voluntad absoluta y no condicional que Dios quiere que se salven los que de hecho se salvan.

A la primera los teólogos la llaman "Voluntad antecedente" y a la segunda "Voluntad consecuente", con la primera Dios quiere que todos los hombres se salven, con la segunda quiere que se salven los elegidos.

Esto último es así no solamente en el tomismo, también en la teoría molinista. Donde difieren, entre otras cosas, es que en el molinismo no se acepta que Dios sea la Causa Primera de los actos libres de las creaturas racionales.

Saludos cordiales.
16/02/24 3:42 AM
  
Jorge Alberto
Muy bien. Ahora pienso que todavía se puede discutir la explicación de que las ovejas de Cristo que jamás serán arrebatadas por los lobos estaban actualmente en su mano durante el momento en que Cristo mismo dijo eso. Es cierto que usa el tiempo pasado: «El Padre me las ha dado», pero ¿acaso no se trata de algo futuro pero expresado como algo ya realizado?

Cuando Cristo dice: «Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33), ¿no está hablando de algo futuro, su Crucifixión, pero expresándolo como algo ya realizado?

En este sentido, al usar el tiempo pasado para un hecho futuro, las ovejas que recibe Cristo del Padre son las futuras, las finalmente salvadas gracias a su Redención, de modo que las ovejas se salvan al haber sido perseverantes siguiendo al Pastor: así, una vez salvas, ninguna será arrebatada por los lobos.

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Si fuese como Ud. dice, Jesús debería haberle dicho a los judíos "Ustedes no son de mis ovejas porque no creen", en vez de decirles, como les dijo: "Ustedes no creen porque no son de mis ovejas".

Ser de las ovejas de Cristo es requisito previo para creer, por eso no se puede ser oveja de Cristo solamente en el Cielo, porque eso es posterior a creer y en el Cielo mismo ya no se cree, sino que se ve.

Por eso en Jn. 10,27 dice:

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano."

¿Cuándo oyen las ovejas de Cristo la voz de Cristo y lo siguen, cuando ya están en el Cielo? Eso es absurdo. Luego, las ovejas de Cristo son ovejas suyas ya en esta vida.

Más aún, dice:

"Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas." (Jn. 10, 8).

Es claro que en el Cielo los ladrones no pueden ir a engañar a las ovejas.

Y el v. 16:

"También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor."

¿De dónde las tiene que traer, del Cielo?

¿Será que son sus ovejas antes de que el Padre se las haya dado? Más bien, son sus ovejas porque el Padre se las ha dado.

Y entonces, ya se las ha dado, porque ya son sus ovejas.

Además está lo que dice San Pablo al comienzo de la Carta a los Efesios:

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda clase de bendición espiritual en los cielos, por cuanto en Él nos eligió antes de la creación del mundo , para ser santos e inmaculados en su presencia por el amor, y nos predestinó a la adopción de hijos suyos por Jesucristo".

Ésas son las ovejas de Cristo, obviamente.

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Por lo demás, es admisible que haya algunas ovejas especialmente elegidas que se salvarán conforme a la voluntad absoluta y consecuente de Dios, pero para que ellas se salven es siempre un requisito que tengan fe en el Mesías y oigan asimismo su voz.

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Y por eso mismo, las que sean objeto de esa voluntad absoluta y consecuente divina tendrán fe en el Mesías y oirán su voz. Por eso les dice a los judíos: "Ustedes no creen porque no son de mis ovejas", y no "Ustedes no son de mis ovejas porque no creen", que es lo que debería decirles en la interpretación que Ud. hace.

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Aún pienso que, como expliqué arriba sobre ese pasaje concreto de Juan, aquellos judíos no eran «definitivamente» de sus ovejas porque «definitivamente» no creían ni querían creer en el Mesías, no porque Dios ya había predeterminado que ellos iban a ser cabras antes de nacer.

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Pero en esta vida no hay nadie que definitivamente no crea. Hasta la muerte hay posibilidad de arrepentimiento, y la gracia de Dios puede obrar.

Además, repito, el texto no dice lo que Ud. le hace decir: "no eran de sus ovejas porque no creian", no, el texto dice que no creían porque no eran de sus ovejas.

¿Cuántos que en ese momento no creían en Cristo creerían después? Y no hay no creyentes definitivos en esta vida. Lo definitivo viene de otro lado: Cristo les está revelando que no son de sus ovejas, que no son de los que Él ha recibido de la mano del Padre, a los que nadie puede arrebatar de Su mano.

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Una vez más, la distinción (separación) entre las ovejas y las cabras se sigue del Juicio: es un evento posterior al principio de la Creación. Dios, puesto que quiere que todos los hombres se salven, no crea previamente (antes de que ellos nazcan) ovejas ni cabras.

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La separación entre las ovejas y las cabras es una cosa, su distinción es otra. En la parábola del trigo y la cizaña se dice "Déjenlos crecer juntos hasta el tiempo de la siega". No está diciendo que hasta el tiempo de la siega va a haber sólo trigo, o sólo cizaña, sino ambos mezclados, lo que se hará entonces será su separación, no su distinción.

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Mirándolo mejor, puede elegir previamente que algunos se salven y sean con toda seguridad de sus ovejas (de acuerdo con la voluntad absoluta y consecuente): ¿quiso acaso previamente que Esaú fuera réprobo, lo condenó a ser una cabra incluso antes de nacer?

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Es que elegir a algunos para que se salven es no elegir a los otros para lo mismo, y es claro que ningún no elegido se va a salvar, no hay forma de colarse.

Antes de la previsión de sus culpas y de su impenitencia final Dios quiere no elegir a algunos a para la vida eterna, dado que ésta es un don gratuito e inmerecido por todos. Luego de la previsión de las culpas e impenitencia final de éstos, quiere su condenación eterna.

Ésa es la tesis de los agustinianos y tomistas.

Los molinistas sostienen que todo ello es posterior a la previsión divina de las culpas, pero omiten decir, como señalé en otra respuesta, que en todo caso esa previsión supone la libre elección divina de las circunstancias en las que las creaturas racionales elegirán libremente esto o aquello, y que si Dios prevé las culpas de Mengano en vez de sus méritos, es porque libre y soberanamente ha elegido crear a Mengano en las circunstancias en que Mengano tiene culpas, en vez de méritos.

Saludos cordiales.
18/02/24 1:47 AM
  
Jorge Alberto
Si aquellos judíos que no creían en Jesús no eran de las ovejas del Padre, ¿por qué Jesús les insistía en que creyeran en Él? Si supuestamente Jesús sabía que no eran de las ovejas del Padre, no les hubiera insistido en eso, ni siquiera en que se convirtiesen.

Si, como usted dice, para creer o tener fe en el Mesías es necesario ser primero una oveja del Padre, entonces no valía la pena que Jesús les insistiera en que creyeran en Él o al menos en sus obras.

Es más, no tendría sentido que el Evangelio fuera predicado a todas las naciones, porque se supone que solo los que hayan sido previamente las ovejas del Padre lo escucharán y aceptarán.

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Y si el Señor sabe desde la Eternidad que vamos a cometer tal pecado ¿porqué insiste en decirnos que no debemos pecar?

Con su Voluntad divina antecedente no quiere que pequemos, y por eso nos lo exige, porque además podemos no pecar, dado que somos libres, pero de hecho vamos a pecar, y lo vamos a hacer libremente, porque con su Voluntad consecuente Él ha permitido (no causado) desde la Eternidad que cometamos ese pecado.

La relación entre la Libertad divina y la libertad creada es un caso único, que no se puede comparar con ninguna otra cosa.

Capaz que nos ayuda mirar algunos cuadros de Rembrandt, por aquello del "claroscuro de la fe" de que habló Garrigou - Lagrange. Es lógico que estemos ante una realidad misteriosa. Lo más que podemos pedir es que no haya contradicción.

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La realidad es que la fe se recibe por la predicación y nadie llega a ser una oveja de Cristo sin haber escuchado tal predicación y asimismo sin tener la fe. Por supuesto, es admisible que algunos hayan sido elegidos previamente por Dios para ser de sus ovejas y finalmente contarse entre los salvados.

Aquellos judíos no querían ser sus ovejas ni pertenecer a su rebaño. Por lo tanto, no creían ni querían creer en Jesús, ni oírle, ni seguirle, porque decidieron ser cabras e incluso matar al Mesías. Así, no creían porque ya eran cabras.

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Eso no alcanza para ser cabra, porque, como ya dije, siempre se pueden convertir. San Pablo estaba más determinado aún que esos judíos a no creer en Cristo.

Según esto, el Señor no debería haberles dicho "Ustedes no son de mis ovejas", sino "Ustedes no quieren ser (por ahora) de mis ovejas".

Es claro que todos aquellos los que se les predica inicialmente el Evangelio no tienen por eso mismo fe. Si embargo, el Señor dice que tiene otras ovejas que no son de ese redil, y que tiene que ir a buscarlas, para que haya un solo rebaño y un solo pastor.

"También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor." (Jn. 10, 16 - 18).

Ya son ovejas, y todavía no han oído la voz de Cristo. Todavía no se les ha predicado el Evangelio y todavía, como es lógico, no creen ("oirán mi voz") todavía no la han oído, y por tanto, todavía no han creído. Pero ya son de sus ovejas.

Son los gentiles, los paganos, que no pertenecen al redil de Israel. Pero (algunos de ellos) ya son ovejas. Y como son ovejas, cuando se les predique van a creer, no como los judíos a los que el Señor les dice: "Ustedes no creen porque no son de mis ovejas" (Jn. 10, 26).

No que todos los que creen sean de las ovejas, tampoco, porque pueden apartarse de la fe y morir en pecado, como dice la Primera Carta de Juan: "Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros" (1 Jn. 2, 19), y no está diciendo que no tuvieron nunca fe, sino que no perseveraron en ella.

Y eso concuerda con Mt. 15, 13:

"Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz."

Pero si son de las ovejas, creen. Y además, perseveran en la fe: "Nadie las arrebatará de mi mano" (Jn. 10, 28)

Y si se dice que desde la Eternidad el Señor previó que esos gentiles iban a creer, por la misma razón previó desde la Eternidad que esos judíos no iban a creer, y entonces ¿porqué les insiste para que crean?

Además, el "régimen mixto" no es posible. O todos los que se salvan son elegidos previamente por Dios (ante praevisa merita) o ninguno. No podemos tener tomismo para algunos casos y molinismo para otros casos.

Los "elegidos" no son una categoría especial entre los que se salvan, no son los que se salvan VIP. Son los que se salvan, simplemente hablando, porque como dije, nadie se cuela en la salvación (cfr. el texto citado de Mt. 15, 13).

Saludos cordiales.
18/02/24 10:50 PM
  
sofía
No estoy de acuerdo con esa exégesis bíblica de textos descontextualizados a los que se les hace decir lo que en realidad no dicen.

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Eso es falso y calumnioso.

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Tampoco me sirve de nada que me ponga de ejemplo de como funciona un ser humano a la Virgen, puesto que se trata de un ser humano totalmente excepcional por ser la madre de Dios, concebida sin pecado original.

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La Virgen no es de naturaleza diferente de la nuestra y sostenerlo sería herejía. Por más que haya sido concebida sin pecado original, el hecho de que no haya pecado ni siquiera venialmente durante toda su vida se explica únicamente recurriendo a la Omnipotencia divina, en virtud de la elección divina absolutamente gratuita. La única diferencia entre la Virgen y nosotros es que en su caso la Omnipotencia divina, por elección absolutamente gratuita, no permitió ningún pecado, mientras que en nuestro caso sí ha permitido algunos, pero lo que no ha permitido se debe igualmente a esa misma Omnipotencia divina actuando gratuitamente, sin mérito previo alguno nuestro.

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Este misterio de María Inmaculada, yo lo creo porque es un dogma desde 1854, aunque el sentido de la fe de la mayor parte de la gente sencilla lo ha venido afirmando siempre. Pero si dependiera de los debates entre teólogos no lo creería, pues el mismísimo Santo Tomás de Aquino no pensaba que la Virgen pudiera ser inmaculada desde su concepción y sus razonamientos de filósofo le llevaban a a rechazar esa idea (podía porque era un tema abierto entonces)

Ahora siguen siendo un tema abierto las discusiones sobre la gracia y el libre albedrío: un católico puede ser bañeciano o molinista o tomista no bañeciano, todo eso está admitido por la Iglesia – lo que no está permitido en este tema es ser calvinista, pelagiano o jansenista y otras variantes protestantes o herejes.
Como católica estoy totalmente de acuerdo con lo que dice el Catecismo sobre la “predestinación” término que pone entre comillas porque es un misterio que se puede enfocar de distintas maneras, unas admitidas por la Iglesia y otras no, como ya señalé antes.

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"Bañeciano" y "tomista", en este tema, es lo mismo. A no ser que Ud. sea experta en Santo Tomás y en Báñez.

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Naturalmente que todo lo bueno que hacemos procede de Dios y desde luego que siempre va la gracia por delante. Por supuesto que todos somos diferentes y que Dios no nos ha elegido para las mismas vocaciones ni nos ha dado a todos el mismo número de talentos ni tiene porqué, ni es deseable que sea así, ni nos importa nada, pues cada uno es responsable de su propio talento y de su propia vocación, sin más. Pero a todos les ha dado la gracia suficiente que necesitaban para salvarse con tal de que no la rechazaran, no ha elegido por anticipado antes de la creación que a determinados seres humanos los va a condenar o reprobar, no dándoles lo que necesitarían para salvarse, lo que sería totalmente injusto si la salvación no tiene otra alternativa que la condenación.

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Es claro que Dios les ha dado a todos lo que necesitan para salvarse con tal de que no lo rechacen, como dice Ud. Con eso parece que para Ud. es suficiente.

No hay problema entonces en que no les haya dado el no rechazarlo de hecho. ¿Está obligado Dios a mover eficazmente las libertades de todas las creaturas racionales hacia el bien? Es claro que no. ¿Qué injusticia hay entonces en que, dándoles a todos lo que necesitan para salvarse si no lo rechazan, no les dé a algunos el no rechazarlo de hecho, y a otros sí?

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Así que hay que considerar la primacía de la gracia divina, de la que dependemos por completo, pero sin llevar el misterio de la “predestinación” al punto de negar la voluntad salvífica universal de Dios ni la libertad humana.

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Cosas que ningún momento hemos negado, y es calumnioso decir que lo hemos hecho.

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Respecto a la gracia suficiente no estoy de acuerdo con usted, esa gracia es suficiente para hacer el bien de hecho simplemente con que el libre albedrío no la rechace, sin más. Por supuesto que si se hace el bien de hecho es por esa gracia que no se ha rechazado, no por ningún mérito personal, pues el libre albedrío se limita a no hacer nada, a no poner un obstáculo a la gracia, nada, cero patatero por parte del que no rechaza la gracia.

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El libre albedrío no elige solamente lo que hace, también elige lo que no hace. La libertad de elección es la capacidad de hacer o no hacer, y de hacer esto o hacer aquello. El no hacer también es libre, y por tanto, responsable, meritorio o culpable, según.

Existe el pecado de omisión, y también la omisión virtuosa, como cuando se omite voluntariamente matar al vecino.

Por tanto, se puede ser "genio" tanto por haber hecho efectiva la gracia de Dios con nuestras acciones como por haberla hecho efectiva con nuestro libre no obrar. De todos modos cualquier bienaventurado en el Cielo debería felicitarse a sí mismo (no a Dios) por no haber puesto impedimento a la gracia, a diferencia de tantos otros no tan genios que sí lo pusieron. Porque es claro que en este caso no fue Dios el que no puso impedimento a la gracia, y de ello precisamente dependió toda la salvación de esta persona.

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En todo caso, existen otros enfoques distintos del suyo por parte de otros tomistas como Maritain o Marín-Solá que me parecen más acordes con mi punto de vista, aunque ya sé qué usted no está de acuerdo con ellos, pero yo sí. Si tuviera que tener en cuenta a los teólogos tomistas, cuento con ellos, y si no, me basta el sentido común y la forma normal de entender las cosas, especialmente el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, que dijo “Pedid y recibiréis” porque Dios no niega su Espíritu a quien se lo pide.

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Ni Marín - Solá ni Maritain son tomistas en este punto.

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Creo que esto se ha alargado demasiado, así que dejo el resto para otro día.

Saludos cordiales

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Saludos cordiales.
19/02/24 3:08 AM
  
sofía
Continúo el comentario que comencé ayer:
Claro que Dios es omnipotente y lo que quiere lo hace.
Si Dios quiere que todos los hombres se salven con tal de que no rechacen la salvación, eso no disminuye su omnipotencia para nada: todos los hombres se salvan excepto los que rechazan su salvación, que es justamente lo que Dios omnipotente quiere que se haga y se hace.
No me parece que su forma de enfocarlo respete la voluntad salvífica universal de Dios.

Tampoco entiendo su forma de hablar de la libertad humana:
”Desde la Eternidad están en la mente de Dios tanto la idea de César cruzando el Rubicón como la idea de César no cruzando el Rubicón, entre las ideas divinas de las cosas posibles. Eso quiere decir que César es libre”???!!!!
Dios nos ha creado a imagen suya, con inteligencia y voluntad, por eso somos libres para elegir el bien, no lo seríamos si fuéramos incapaces de comprender lo que es el bien y por tanto elegirlo.
César es libre porque él puede elegir entre A y B, cruzar el Rubicón o no cruzarlo, tras reflexionar sobre lo que debe hacer. También puede tener Dios entre las ideas divinas de las cosas posibles que un gusano cruce o no cruce el Rubicón y eso no lo hace ser libre al gusano, porque aunque también puede elegir entre A y B, lo hará por instinto o por azar, no como producto de la reflexión.
En cuanto a sus teorías de otros mundos posibles, el caso es que el que conocemos es este y lo único que sé sobre él es que Dios lo creo por amor y que consideró al crearlo que todo era bueno. Y en este mundo es en el que quiere que todos los hombres se salven, a menos que rechacen la salvación porque permitirá que lo rechacen si quieren hacerlo.
Conozco a ateos que también piensan que en nada nos diferenciamos de los gusanos y que la libertad es solo un espejismo y estamos determinados por una serie de causas encadenadas que forman nuestras circunstancias. Usted parece decir lo mismo solo que encima parece hacer responsable a Dios de nuestras elecciones, puesto que si elegimos esto y no lo otro es porque en este mundo es lo que corresponde, si fuera en otro mundo distinto sería de otra manera pero Dios lo ha querido así – pues bueno, entonces a qué vendría castigar eternamente al gusano o a Julio Cesar, con que a Julio César se lo coman los gusanos ya tiene bastante.

Saludos cordiales

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Para querer que todos los hombres se salven con tal de que no rechacen la salvación no hace falta ser Omnipotente, como no hace falta ser Omnipotente para querer que todos los hombres permanezcan solteros con tal de que no se casen.

Ese querer divino por sí solo es compatible con que nadie se salve.

La pregunta es si pueden ser verdaderas al mismo tiempo estas dos proposiciones: 1) Dios quiere, no en forma condicional, sino absoluta, que Fulano se salve 2) Fulano no se salva.

La libertad de César para cruzar o no el Rubicón implica que en la mente divina hay al menos dos ideas de un César posible: una en la que cruza el Rubicón y otra en la que no lo hace. Eso no quiere decir que la recíproca sea verdadera: o sea, que todo aquello de lo que hay dos ideas posibles distintas en Dios sea libre, como el caso del gusano.

Si hay libertad, hay dos ideas posibles distintas, eso no quiere decir que si hay dos ideas posibles distintas, haya libertad.

El único mundo actual que conocemos es éste, no es el único mundo posible que conocemos, conocemos muchos mundos posibles distintos de éste, por ejemplo, uno en el cual Pedro no niega a Cristo, otro en el cual lo niega y no se arrepiente de haberlo negado, otro en el cual Judas no traiciona a Cristo, etc., etc.

A no ser que digamos que Pedro no tenía la posibilidad de no negar a Cristo o de no arrepentirse si lo negaba, y que Judas no tenía la posibilidad de no traicionarlo, pero entonces estamos negando el libre albedrío de Pedro y de Judas.

Es claro que si Dios elige dar existencia a aquella posibilidad en que un ser libre hace A, ese ser libre no va a poder no hacer A en la existencia actual, porque esa posibilidad no puede no ser la posibilidad que es.

Eso no quiere decir que ese ser no sea libre, o no actúe libremente. Dios ve que una de las posibilidades es que César cruce el Rubicón, y otra, que no lo cruce. Ambas cosas las haría libremente, claro, porque es un ser racional. Pero cuál de ellas se haga real, depende de a cuál de ellas Dios quiera dar la existencia.

Ahora, es absurdo pensar que Dios da la existencia a la posibilidad en la que César libremente cruza el Rubicón, y César no cruza el Rubicón.

Es más, es absurdo también pensar que no lo cruza libremente, porque ambas cosas, tanto el que lo cruce como el que lo cruce libremente, están incluidas en esa posibilidad contemplada eternamente por Dios.

¿ Que cómo sabemos que Dios la contempla eternamente? Fácil, ¡si podemos contemplarla nosotros, cómo no la va a contemplar Dios! Nos damos perfectamente cuenta de que César podía no haber cruzado el Rubicón ¿y Dios no va a tener desde la Eternidad ese mismo conocimiento?

Saludos cordiales.
19/02/24 12:41 PM
  
sofía
Mateo 15, 13 también está descontextualizado. Habla allí del legalismo farisaico que pervierte el verdadero espíritu de la ley y por tanto no viene de Dios.

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Lo que hace ahí el Señor es aplicar al caso de los fariseos un principio general, que Él enuncia clara y taxativamente.

Saludos cordiales.
19/02/24 6:08 PM
  
Jorge Alberto
Nuevamente, usted da a entender entonces que Dios, antes de crear el mundo, ya previó cuáles serán sus ovejas y cuáles serán sus cabras. En otras palabras, ya eligió a algunos (ovejas) y no eligió a otros (cabras) para la salvación, por mucho que haya querido que todos los hombres fueran salvos, esto es, elegidos.

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Que Dios quiere que todos los hombres se salven no quiere decir que quiere que todos sean elegidos, porque entonces no habría elección alguna. Más bien hay que decir que con Voluntad antecedente Dios quiere que todos los hombres se salven, y con Voluntad consecuente, quiere elegir a algunos para la salvación.

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Es como si Dios, porque quiso, lo hubiera pensado así antes de crear: «Determinaré que del total de la humanidad la cantidad fija de 1/12 sean ovejas y 11/12 sean cabras».

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En primer lugar, esos porcentajes son gratuitos, en teoría podría ser perfectamente al revés: 1/12 de cabras y 11/12 de ovejas. Son ciertos pasajes de la Escritura los que dicen que de hecho los que se salvan son menos que los que no se salvan.

Pero además, no alcanza con decir que Dios establece una cantidad fija: es que también establece quiénes son los que integran esa cantidad fija, o sea, quiénes son las ovejas.

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Esto puede implicar varias cosas, tal vez extremistas. Por ejemplo: 1) Las cabras, puesto que obviamente no son ovejas, no van a creer en el Evangelio, por mucho que se les insista en creer en el Mesías, luego se condenarán necesariamente.

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Según qué sentido de "necesariamente". El que esta sentado ¿está necesariamente sentado? Según. Obviamente que no, puesto que puede ponerse en pie. Obviamente que sí, porque no puede ser que al mismo tiempo sea verdad que está sentado y que está de pie.

Igual el que se condena. ¿Puede no condenarse? Según. Puede no condenarse, porque es un ser libre y puede optar por el bien. No puede, en el sentido de que no es posible que desde la Eternidad Dios prevea su condenación y no se condene.

El asunto es que para la libertad alcanza con la potencia, no hace falta el acto. Actuar libremente es actuar pudiendo no actuar y pudiendo actuar de otro modo, no puede ser actuar al mismo tiempo no actuando o actuando de otro modo.

Es decir, para la libertad alcanza con el sentido dividido, no hace falta, ni es posible, el sentido compuesto (sobre esto ver más adelante).

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Entre esas cabras se contarían aquellos judíos de los que venimos hablando, a pesar de que Jesús (extrañamente, de acuerdo con su interpretación) les insistía en que creyeran en Él o al menos en sus obras.

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Tan "extrañamente" como nos insiste a nosotros que no pequemos sabiendo desde la Eternidad que en tal y tal caso vamos a pecar.

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Está claro que, según su explicación, aquellos judíos no eran de las ovejas del Padre, entonces no creían. Sin embargo, parece usted decir que sí podían creer: «siempre se pueden convertir». ¿Acaso una cabra, una no-oveja, así prevista eternamente por el Padre, puede convertirse en una oveja, incluso a última hora?

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Sí, en el sentido dicho en el ejemplo acerca del que está sentado donde se pregunta si puede estar de pie.

Eso se llama en filosofía la distinción entre "sentido compuesto" y "sentido dividido". El que está sentado puede estar de pie en sentido dividido, no en sentido compuesto.

Supongamos que yo veo a Fulano levantar libremente el brazo. De ahí se siguen dos cosas: que Fulano puede no levantar el brazo, porque lo levanta libremente, y que Fulano no puede no levantar el brazo, porque no puede ser que yo lo vea (distinto de "alucinar" o "soñar") levantar el brazo, y él no esté levantando el brazo.

Supongamos que desde la Eternidad Dios sabe que Fulano hace libremente el acto X. De ahí se siguen dos cosas: que Fulano puede no hacer X, porque lo hace libremente, o sea, pudiendo no hacerlo, y que Fulano no puede no hacer X, porque es imposible que a la vez Dios sepa que Fulano hace X y Fulano no haga X.

Puede no hacerlo, entonces, en sentido dividido, no puede no hacerlo, en sentido compuesto.

Lo de "dividido" y "compuesto" viene porque en la frase "Dios ve que Fulano levanta libremente el brazo", podemos considerar el hecho de que Fulano levanta libremente el brazo, "dividiéndolo" del hecho de que Dios lo ve hacerlo, y en ese sentido, puede no levantar el brazo, porque eso es lo propio de un acto libre, o podemos considerar el hecho de que Dios lo ve hacerlo, o sea, "componiéndolo" con ese hecho, y en ese sentido, no puede no levantar el brazo, porque no puede ser a la vez verdad que Dios lo ve hacerlo y que él no lo hace.

Puede no hacerlo, entonces, en sentido dividido, no puede no hacerlo, en sentido compuesto.

La cabra, entonces, puede convertirse en oveja en sentido dividido, no en sentido compuesto.

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Pero (conforme a su interpretación) Jesús les reprochó: «Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas». Mi punto de vista es que no creían porque no querían ser ovejas y, por lo tanto, no eran ovejas: eran cabras rebeldes porque no le oían ni le seguían. Cierto, por lo demás, es que Jesús no les dijo: «Vosotros no me creeréis nunca porque no sois de mis ovejas». Si podían, pues, convertirse cuando le creyeran, ¿eran entonces ovejas del Padre?

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Las cabras pueden convertirse en sentido dividido, no en sentido compuesto, las ovejas, si de momento no creen, pueden convertirse también en sentido compuesto.

La proposición "las "cabras" pueden convertirse" es verdadera en sentido dividido, o sea, atendiendo que se trata de seres racionales y por tanto libres, no en sentido compuesto, o sea, atendiendo a que son "cabras".

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2) Las ovejas del Padre, en cambio, sí pueden creer en el Evangelio, estén o no dentro del redil, estén resguardadas o perdidas; oirán la voz del Pastor y lo seguirán, por el hecho de ser las ovejas del Padre, pero no todas van a perseverar hasta el fin (pues existe la apostasía), luego no todas se salvarán, sino acaso una cantidad todavía menor que 1/12.

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Como dije, todas las ovejas creen, pero no todos los que creen son ovejas. "Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros". "Muchos son llamados, pocos elegidos". Hay dos clases de cabras: las que no creen, y las que creen pero luego apostatan. Las ovejas creen y no apostatan, porque nadie puede arrebatarlas de la mano del Señor; apostatan las cabras convertidas que no perseveran en la fe. Y ya le dije, ese porcentaje que Ud. pone es un invento suyo nada más.

Saludos cordiales.
19/02/24 6:24 PM
  
sofía
Lo que dice usted a Jorge Alberto de la libertad el sentido dividido y el compuesto lo puede decir exactamente igual si el que cruza o no cruza el rubicón es un gusano, pero evidentemente Julio César sí tiene libre albedrío cuando decide cruzar el Rubicón y el gusano no.
Luego la libertad no consiste en eso.
Le ruego que si puede hacerlo me aclare las otras cuestiones que le planteé anteriormente en comentario no publicado para poder entender qué es lo que considera usted que es la libertad.

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Sobre el asunto del gusano ya le expliqué en otro comentario. De "Si alguien es libre tiene dos posibilidades" no se sigue que "si algo tiene dos posibilidades es libre".

Lo que yo digo es que el conocimiento divino de toda creatura libre posible envuelve siempre el conocimiento de las distintas opciones libres posibles de esa creatura.

Saludos cordiales.
20/02/24 4:02 AM
  
Jorge Alberto
«Como dije, todas las ovejas creen, pero no todos los que creen son ovejas. "Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros". "Muchos son llamados, pocos elegidos". Hay dos clases de cabras: las que no creen, y las que creen pero luego apostatan. Las ovejas creen y no apostatan, porque nadie puede arrebatarlas de la mano del Señor; apostatan las cabras convertidas que no perseveran en la fe. Y ya le dije, ese porcentaje que Ud. pone es un invento suyo nada más».

Claro, es un invento. Puse ese porcentaje a manera de ejemplo, pero también con base en su argumentación, pues usted sigue afirmando que muchos son los llamados y pocos son los elegidos; lo sigue afirmando en este sentido: son pocos los que se salvan (la minoría) y son muchos los que se condenan (la mayoría). ¿Es así? Si es así, los salvados siempre serán menos de la mitad del total de la humanidad.

No obstante, vuelvo al tema. Por la cita de arriba: «Hay dos clases de cabras: las que no creen, y las que creen pero luego apostatan», ¿está usted diciendo entonces que Dios, antes de crear el mundo, quiere que existan cabras que nunca se van a salvar y que, a pesar de haber creído, siempre van a apostatar? ¿Cómo se concilia esto con su aserción de que «siempre se pueden convertir»? ¿O es que siempre se pueden convertir pero finalmente van a apostatar y se van a condenar? En todo caso, se pueden convertir pero en vano: ¿para qué entonces Jesús les insistía a aquellos judíos en que le creyeran, supuestamente sabiendo que se podían convertir pero que al final iban a apostatar? Es extraño, una vez más; sería una perdida de tiempo predicarles.

Dios quiere que todos los hombres se salven: ¿lo quiere antes de crear el mundo? Si es así, ¿cómo es que, antes de crear el mundo, quiere (a la vez) que algunos sean ovejas que, sea como fuere, llegan a salvarse para contarse entre los elegidos y que otros sean cabras que, tarde o temprano, se condenan para pertenecer a los no elegidos?

¿No es cierto que el Catecismo actual dice que Dios no predestina a nadie al infierno?

Aparte de esto, se me está ocurriendo pensar en lo siguiente: muchos son los llamados y pocos son los elegidos, es decir: Dios llama a todos a salvarse, sin excluir a nadie, mientras que algunos de los llamados, antes de crear el mundo, son los elegidos previamente para la salvación segura: las famosas ovejas. En este sentido, no cabe pensar en que muchos se condenarán (la mayoría) y pocos se salvarán (la minoría). Porque una cosa son los elegidos previamente, que son pocos en comparación; otra cosa son los llamados, que son todos sin excepción y entre los cuales podrán ser elegidos muchos finalmente, si aspiramos a ser optimistas.

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Le resumo la respuesta, que ya di en respuestas a sus comentarios anteriores: Dios quiere que todos los hombres se salven, con una Voluntad antecedente, de suyo ineficaz, que es la misma con la que quiere que no pequemos nunca, a la vez que con su Voluntad consecuente y eficaz quiere permitir que pequemos alguna vez, sin querer ese pecado en modo alguno. Con esa misma Voluntad consecuente y eficaz quiere que se salven los elegidos, a los que ha elegido desde antes de la creación del mundo. El saber desde la Eternidad en qué casos vamos a pecar no impide que Dios nos exija siempre que no pequemos, mediante la voz de la conciencia, que es la voz de Dios. Del mismo modo, el saber que los no elegidos no se van a salvar no impide que Dios los llame a la conversión y a la fe. De hecho Dios llama a todos a la conversión y a la fe, y Dios sabe desde la Eternidad que muchos de ellos no se van a salvar. Eso puede parecernos "raro", pero es un hecho innegable. Los no elegidos pueden salvarse en sentido dividido, no en sentido compuesto; para la libertad de la elección alcanza con poder no hacer lo que se hace o hacer otra cosa en sentido dividido. Qué sea el sentido dividido y el sentido compuesto lo expliqué en la respuesta al comentario anterior. La parte de la Providencia divina que se ocupa de los que se condenan no se llama "predestinación", sino "reprobación". La predestinación la define San Agustín como "la razón de los beneficios divinos por la cual certísimamente son liberados todos los que son liberados", por eso se refiere solamente a los que se salvan. La elección divina se refiere a los predestinados, la no elección, a los réprobos. La elección tiene que ver con el fin, la predestinación, con los medios. Por la elección Dios determina los que han de alcanzar el fin, por la predestinación les otorga las gracias que han de llevarlos "certísimamente", como dice San Agustín, al fin. En cuanto a los llamados y los elegidos, el Evangelio dice que los primeros son muchos, y los últimos pocos. Si al final logramos que sea al revés, podremos ser optimistas, pero contradiciendo lo que dice el Evangelio.

Saludos cordiales.

21/02/24 3:33 AM
  
Jorge Alberto
[...]

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Sus preguntas parecerían revelar el hecho de que no ha leído suficientemente lo que le he respondido o que no lo ha entendido.

Veamos. Le pregunto yo: ¿Dios sabe desde la Eternidad quiénes se han de condenar? ¿A esos, los llama o no los llama a la salvación? ¿No es cierto que llama a todos los hombres a la salvación, y por tanto, también a éstos?

Y eso ¿le parece absurdo a Ud.?

Saludos cordiales.
21/02/24 8:06 PM
  
Jorge Alberto
Permítame responder sus preguntas, si no es mucha molestia. El tema me interesa. Luego le quisiera mostrar algo suyo que me parece contradictorio. Me corrige si me equivoco.

1) ¿Dios sabe desde la eternidad quiénes se han de condenar? [...] mi respuesta sobre tal pregunta sería más bien esta: Dios sabe desde la eternidad quiénes se pueden condenar. En este sentido, no hay un fijismo predeterminado con relación a cuántos se salvan o se condenan, puesto que puede variar el número de ambos colectivos, que se completaría con el Juicio universal.

[...]

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Hay que detenerse aquí. Dios es Omnisciente e Inmutable. Es decir, lo sabe todo, desde siempre, sin cambio, sin progreso, sin aprendizaje.

Por eso le vuelvo a preguntar ¿encuentra Ud. absurdo que Dios llame a los que desde la Eternidad sabe que se van a condenar?

Saludos cordiales.
22/02/24 2:47 AM
  
Jorge Alberto
Bueno sería que se hubiera podido compartir el comentario entero. Sí, Dios es omnisciente e inmutable, así como usted lo dice.

Me vuelve a preguntar eso; yo ya le había dado la respuesta en el comentario anterior que no se ha dado a conocer.

Las expresiones «se van a condenar», «se han de condenar» y «se condenarán» son algo distintas en cuanto a la morfología pero pueden tener (si se concede) el mismo significado con relación al tiempo: se condenan en el futuro. Mejor dicho, nunca llegan a salvarse, a no ser que se precise con un condicional. Por ejemplo: «Se condenarán, si no se convierten». Si ese condicional no existe ni se indica, la condenación es absoluta.

Distinta es la expresión «se pueden condenar», que implica que no necesariamente se condenan sino que pueden también salvarse. Las expresiones anteriores no implican eso de forma intrínseca.

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Me temo que no ha entendido Ud. todavía del todo y mientras este punto no quede claro no podemos pasar a los otros.

Mi argumento es que si Dios es Omnisciente e Inmutable, entonces sabe todo desde siempre, y también, por lo mismo, desde antes de la creación del mundo, y por tanto, sabe desde siempre no solamente quiénes se pueden condenar, o se condenarán si no se arrepienten, sino simplemente quiénes se condenarán, sin más. Y sin embargo, llama a todos, y por tanto, también a éstos, a la conversión.

¿Encuentra entonces Ud. algo raro en que Dios llame de ese modo a los que desde la Eternidad sabe que sí se han de condenar?

Saludos cordiales.
22/02/24 5:32 PM
  
Jorge Alberto
Sí, lo encuentro raro. Porque hay que tener en cuenta también la libre voluntad de la criatura. Por ejemplo, hay dos hombres: la probabilidad de que se condene cada uno es de 1/2.

Existe la probabilidad de que se pueden condenar los dos a la vez, se pueden salvar los dos a la vez, se puede salvar uno solo y condenar uno solo. Diversos pueden ser los resultados. En este sentido, sostengo que Dios sabe qué puede suceder para los dos hombres y conoce todos los números posibles. Por esto, no es que Dios sabe cuántos se han de condenar, como si ya tuviera un único número fijo, sino cuántos se pueden condenar según la respuesta de cada hombre a su llamado.

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Eso es negar la Omnisciencia y/o la Inmutabilidad divina. Dios lo sabe todo desde siempre, por tanto, también sabe desde siempre cuántos y quiénes se han de condenar.

Saludos cordiales.
22/02/24 7:56 PM
  
Jorge Alberto
No, no la estoy negando. Dije otra cosa: Dios sabe quiénes y cuántos se pueden condenar y conoce todas las probabilidades (con su omnisciencia, por supuesto, pero respetando la libre voluntad de la criatura).

[...]

Judas Iscariote pudo haberse salvado: no se condenó porque Dios quiso previamente que fuera un réprobo. Solo consecuentemente quiso Dios que fuera un réprobo, habiendo previsto, claro está, que se podía condenar, no que se había de condenar.

[...]

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1) Si Dios es Omnisciente, lo sabe todo.
2) Si Dios lo sabe todo, no ignora nada.
3) Por tanto, si Dios ignora algo, no lo sabe todo.
4) Y por tanto, si Dios ignora algo, no es Omnisciente.
5) Pero decir que Dios ignora quiénes se han de condenar, es decir que Dios ignora algo.
6) Por tanto, decir que Dios ignora quiénes se van a condenar, es decir que Dios no es Omnisciente.

El que acepta 1), 2), 3), 4), y 5) tiene que aceptar 6).
Por tanto, para negar 6) hay que negar 1), o 2), o 3), o 4), o 5).

Saludos cordiales.
23/02/24 1:23 AM
  
sofía
No estoy tan segura de que lo que dice Jorge Alberto vaya contra la omnisciencia e inmutabilidad de Dios, pues aunque es verdad que Dios lo sabe todo, nuestro presente pasado y futuro, Él no es anterior a nuestra temporalidad, en una especie de tiempo más grande, sino que en su eternidad ve a la vez lo que podemos ser en un momento dado antes de serlo y lo que acabaremos siendo. Dios ve cómo vamos eligiendo entre la vida y la muerte, bien dejándonos llevar por su gracia o bien rechazándola. En nuestra temporalidad no hay un momento previo antes de nacer en el que se decida que vamos a nacer como ovejas o como cabras, todo es posible, el final dependerá de nuestras elecciones y así podemos acabar siendo cabras si rechazamos a Dios.
Dios conoce todos esos momentos misteriosamente a la vez, pero somos nosotros los que libremente decidimos en nuestra temporalidad, porque esa es su voluntad. Desde la eternidad nos ha dicho: podéis elegir el camino de la vida o de la muerte (y no nos miente) y nos lo dice a todos porque realmente es así para todos.

[,,,]

Saludos cordiales

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Dios es anterior a nuestra temporalidad lógica y ontológicamente, porque es el Creador de la realidad temporal: tiene que existir la Eternidad de Dios para que pueda existir el tiempo, y podría haber existido sólo esa Eternidad divina sin el tiempo, si Dios hubiese elegido no crear nada, que pudo hacerlo, porque nos ha creado libremente.

Eso quiere decir que el Eterno presente inmutable de Dios es anterior lógica y ontológicamente a todo lo que sucede en el tiempo, y que entonces, el conocimiento que Dios tiene de lo que de hecho sucede y lo que puede suceder es lógica y ontológicamente anterior a que suceda lo que de hecho sucede.

Porque la alternativa, que Dios fuese recibiendo su conocimiento de lo que sucede de las cosas mismas a medida que van sucediendo, va en contra de la Inmutabilidad divina, porque supone que Dios de algún modo es perfeccionado por las creaturas, al adquirir en dependencia de ellas un conocimiento del que carecía, y porque implica que Dios va cambiando a medida que va conociendo las nuevas cosas que van sucediendo.

Dios debería estar en potencia para ese conocimiento que recibiría de las creaturas, como nosotros estamos en potencia para el conocimiento que recibimos de nuestra experiencia de las cosas, y el recibirlo significaría en Dios una actualización de esa potencialidad, o sea, un cambio.

Con más razón es independiente de la existencia actual de las creaturas el conocimiento que Dios tiene de todas las creaturas posibles y de todas las acciones libres posibles de esas creaturas. Ése es un conocimiento que Dios tiene independientemente de que cree algo o no cree nada, porque para la posibilidad de algo no hace falta que ese algo exista.

Saludos cordiales.
24/02/24 5:26 PM
  
Jorge Alberto
Tampoco dije precisamente que Dios no pueda saber quiénes y cuántos se han de condenar. Claro que lo puede saber, pero a condición de haber querido previamente (antes de que nazcan) que algunos hombres determinados se condenen. Se infiere, según su lógica, que Dios eternamente quiso que Judas Iscariote fuera un réprobo, no elegido previamente para la salvación y que jamás podía colarse para ser un elegido. Mejor dicho, ya estaba condenado de antemano: Dios lo creó, pues, para que se condenara, simple y llanamente. Lo mismo que le pasó a este Judas le pasó a todos los réprobos que llenan y llenarán el infierno, porque así lo quiso Dios desde siempre y nada podían ni podrían hacer para salvarse, por mucho que creyeran en el Evangelio, pues en todo caso habían de apostatar porque ya Dios los había clasificado como cabras malditas.

Me gustaría que leyera el numeral 1037 del Catecismo actual. ¿Está de acuerdo con lo que allí se dice?

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Dado que Dios ha querido crear este mundo en el que algunos se han de condenar, es necesario que Dios sepa desde la Eternidad quiénes se han de condenar, porque de lo contrario no sería Omnisciente e Inmutable, como ya mostré.

Eso no quiere decir que Dios haya condenado a algunos al infierno con anterioridad a la previsión de sus culpas.

Lo que sí quiere decir, y que fue lo que motivó esta parte de la discusión, es que Dios llama de todas formas a la salvación a todos los hombres, incluidos por tanto los que desde la Eternidad sabe que se van a condenar, independientemente de que eso nos parezca o no nos parezca raro a nosotros.

Lo que dice el n. 1037 del Catecismo es correcto, obviamente. Como dije, la predestinación es para los elegidos, para los no elegidos lo que hay es la reprobación, y ésta, como condenación al infierno, es posterior a la previsión divina de las culpas.

En ese numeral del Catecismo no se rechaza la tesis tomista que dice que lo que hay anteriormente a la previsión divina de las culpas de los que se condenan es su no elección a la vida eterna a título de don gratuito e inmerecido, no a título de pena por el pecado.

En realidad, ésa es la tesis de algunos tomistas, como Gonet. Otros, como Billuart y al parecer también Garrigou - Lagrange, dicen que antes la previsión divina de las culpas lo que hay es la permisión divina de esas culpas, incluida la impenitencia final. Es decir, no incluyen ahí la no elección a la gloria a título de bien gratuito e indebido.

El molinismo, por el contrario, sostiene que la no elección a la vida eterna de algunos es sólo posterior a la previsión divina de sus culpas.

Ambas posturas, la tomista y la molinista, pueden sostenerse hoy día en la Iglesia. En este blog defiendo la tomista porque entiendo que es la más conforme con los datos de la Revelación.

De entre las distintas tesis tomistas, me parece más lógica la de Gonet, porque parece claro que la elección de algunos antes de la previsión de sus méritos ya comporta la no elección de otros antes de la previsión de sus culpas, y porque en general las decisiones acerca del fin son anteriores a las decisiones acerca de los medios.

Saludos cordiales.
26/02/24 7:11 PM
  
Jorge Alberto
«Eso no quiere decir que Dios haya condenado a algunos al infierno con anterioridad a la previsión de sus culpas».

Pero usted en otro comentario dijo lo contrario, al parecer:

«Es que elegir a algunos para que se salven es no elegir a los otros para lo mismo, y es claro que ningún no elegido se va a salvar, no hay forma de colarse.

Antes de la previsión de sus culpas y de su impenitencia final Dios quiere no elegir a algunos a para la vida eterna, dado que ésta es un don gratuito e inmerecido por todos. Luego de la previsión de las culpas e impenitencia final de éstos, quiere su condenación eterna.

Ésa es la tesis de los agustinianos y tomistas».

En otras palabras, no elegir Dios a algunos para que se salven equivale a condenarlos previamente. Usted mismo lo dice: «Ningún no elegido se va a salvar, no hay forma de colarse».

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No es lo mismo no querer para alguien la Vida Eterna a titulo de bien gratuito e indebido, que no quererla para esa misma persona a título de pena por el pecado.

Para lo primero no hace falta pecado alguno de la persona, alcanza con la gratuidad esencial de lo sobrenatural.

Lo contrario sería negar lo sobrenatural y su carácter gratuito, si Dios estuviese obligado a dárselo a todas sus creaturas.

Y aquí no hay alternativa: o Dios está obligado a dar su gracia a las creaturas, o no hay forma de reclamarle por no hacerlo.

En la tesis de Gonet, luego de que Dios ha determinado no elegir a algunos para la vida eterna, permite el pecado de éstos, y su impenitencia final, sobre la base de esa permisión prevé todo ello, y sobre la base de esa previsión decreta la condenación al infierno.

Por supuesto que estamos hablando de prioridades y posterioridades lógicas, no temporales.

Permitir el pecado no es quererlo ni causarlo, es solamente querer no impedirlo, la causa del pecado está en la libertad de la creatura.

En la tesis de Billuart, el primer acto de la Voluntad divina respecto del réprobo es la permisión de su pecado y su impenitencia final (anterior, por supuesto, a la previsión de cualquier culpa de la creatura, pues se trata justamente de permitir esa culpa), sobre esa base Dios prevé esa impenitencia final, y sobre la base de esa previsión decreta la condena eterna.

El problema, a mi juicio, con la tesis de Billuart es que representa a Dios tomando una decisión sobre los medios antes de tomar una decisión sobre el fin. Parece lógico que la Voluntad divina de permitir la impenitencia final de alguien supone la libre no elección divina de esa persona para la Vida Eterna.

Saludos cordiales.
27/02/24 12:22 AM
  
sofía
Lo que yo dije es: "en su eternidad ve a la vez lo que podemos ser en un momento dado antes de serlo y lo que acabaremos siendo"

No veo que esto vaya contra la inmutabilidad ni la omnisciencia.

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El conocimiento de lo que podemos ser en un momento cualquiera lo tiene Dios independientemente de que existamos o no.

Porque lo que es posible no empieza a ser posible en un momento dado, sino que lo es desde siempre.

Supongamos que al final de una serie de eventos A, B, C, se hace posible el evento D.

Desde siempre fue posible la secuencia A, B, C, y por tanto, D.

En un sentido, D comienza a ser posible en este contexto, una vez realizados A, B y C, pero es que ese mismo contexto es posible, antes de ser actual (lo imposible no puede actualizarse) y toda la serie de eventos temporales es posible, y por tanto, lo es desde la Eternidad, independientemente de que exista o no algo fuera de Dios.

La ciencia divina de “simple inteligencia” es la que conoce, desde siempre, todas
las creaturas posibles y todos los eventos posibles, es decir, aquellas cosas o eventos cuya existencia actual no implica contradicción.

Porque es así, Dios no puede ignorar si tal cosa o evento implica o no implica contradicción, y no puede ignorarlo nunca, porque es a la vez Omnisciente e Inmutable.

De lo contrario, si Dios comenzase a conocer la posibilidad de D, por ejemplo, luego de realizados A, B y C, entonces Dios cambiaría y aprendería algo.

La ciencia divina de “visión”, por el contrario, es aquella con lo que Dios conoce lo de hecho existente, que para nosotros es pasado, presente o futuro.

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No he dicho en ningún momento que Dios aprenda nada de nosotros, sino que nos ve en todas nuestras fases a la vez.

En ese sentido cuando se dice que el número de los elegidos está fijado inmutablemente eso solo significa que Dios no tiene que esperar al fin del mundo y el juicio universal para saberlo porque él lo sabe todo y para él todo está presente a la vez.

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Es cierto que todo el curso temporal esta eterna y simultáneamente presente para la ciencia divina de visión.

Ahora bien, los elegidos son aquellos que de hecho perseveran en el bien hasta el final, de modo que mueren en gracia de Dios y se salvan.

Eso quiere decir que reciben de Dios el gran don de la perseverancia final, que un sentido es la gracia más grande que Dios otorga en esta vida. Por eso San Agustín tiene todo un libro llamado “El don de la perseverancia”.

Si Dios ve, entonces, que estas personas se salvan, es porque ve que reciben la gracia de la perseverancia final, y la reciben porque Él ha querido dársela, obviamente. Toda gracia procede de una libre iniciativa divina, por eso es “gracia”, es decir, gratis, no debida.

No hablamos aquí de la gracia de poder perseverar, porque ésa la tienen también los que de hecho no perseveran, ya que Dios no manda lo imposible. Hablamos de la gracia de perseverar de hecho, que sin duda es una gran gracia de Dios.

Por tanto, la libre decisión divina de dar la gracia de la perseverancia final a estas personas es lógicamente anterior (en Dios no hay anterioridades ni posterioridades temporales) al conocimiento divino, mediante la ciencia de visión, de que éstas personas reciben esa gracia y se salvan.

Es decir, el don de la perseverancia final es anterior a la previsión divina de los méritos de esas creaturas, concretamente, a la previsión divina de la perseverancia final de estas creaturas.

Pero sólo los elegidos tienen la perseverancia final, y sólo los que tienen la perseverancia final son elegidos.

Por tanto, la elección divina es anterior a la previsión divina de los méritos.

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Pero eso no quiere decir que haya predeterminado nuestro futuro desde antes de que naciéramos, pues nuestro futuro es producto de nuestras elecciones libres, porque Dios así lo ha querido sin disminuir su omnipotencia un ápice pues lo que quiere lo hace y él quiere que se salven todos menos los que se empeñen en rechazar la salvación, que a esos les permitirá rechazarla. Eso quiere y eso hace.

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Como dice el Catecismo, Dios incluye nuestros actos libres en su eterno decreto de predestinación (n. 600).

El “querer que se salven todos menos los que rechacen su salvación” parece ser un querer abstracto, en el cual no se sabe todavía quiénes serán en concreto esas personas. Eso implica que Dios aprendería con el tiempo los nombres de los elegidos y de los condenados, lo cual va contra la Omnisciencia y la Inmutabilidad divinas.

Para salvaguardar esos atributos divinos hay que decir que desde la Eternidad Dios sabe quiénes se salvan y quiénes se condenan, en concreto.

Por otra parte, si Dios permite que rechacen la salvación los que de hecho la rechazan, esa permisión tiene que ser anterior (lógicamente) a ese rechazo, porque no tiene sentido permitir un hecho consumado. “Permitir” es “no impedir”, y el “no impedir” de parte de Dios es requisito para que las cosas sucedan, y por tanto, anterior a la ocurrencia efectiva de esas cosas.

A partir de aquí ya tenemos la elección divina “ante praevisa merita”, porque los que se salvan son aquellos en los que Dios no ha permitido el rechazo de la gracia de la perseverancia final, y esa no permisión divina ha de ser lógicamente anterior a esa perseverancia final misma, y por tanto, a la visión divina de esa perseverancia final, y entonces, esa no permisión parte de la elección divina de estas personas “ante praevisa merita”.

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[….]

Saludos cordiales.

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Saludos cordiales.
29/02/24 1:31 AM
  
Jorge Alberto
«Parece lógico que la Voluntad divina de permitir la impenitencia final de alguien supone la libre no elección divina de esa persona para la Vida Eterna».

Pienso que conviene aportar una cita bíblica o un texto magisterial que apoye con claridad esto. ¿Cómo conciliarlo con que Dios quiere que todos los hombres se salven? Es como decir algo extraño: «Dios quiere que todos los hombres se salven, sí, pero, en el fondo, no es así: Dios elige a algunos para la salvación; qué le vamos a hacer».

Veo que está usted distinguiendo dos cosas. Dios, antes de crear el mundo:

1) Elige a algunos para la vida eterna: estos se salvan.
2) No elige a algunos para la vida eterna: estos se condenan.

Pareciera que ya desde antes de crear el mundo Dios separa las ovejas y las cabras: ya sabe, pues, cuántas y cuáles son las ovejas y cuántas y cuáles son las cabras. Y, por lo visto, según su argumento, siempre serán más en cantidad numérica las cabras que las ovejas: Dios ha querido que el infierno sea más poblado que el cielo...

Si se le ocurre citar el texto de san Pablo sobre la elección de Dios sobre Jacob y no sobre Esaú, siempre se puede discutir, de acuerdo con Sofía, que se trata solo de la elección para la primogenitura. Y si se le ocurre citar el texto de san Juan sobre las ovejas que están en la mano del Padre, siempre se discutir el sentido de la frase «Ustedes no me creen porque no son de mis ovejas».

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¿Pueden ser verdaderas a la vez estas dos proposiciones: 1) El Omnipotente quiere en forma absoluta y no condicional que Fulano se salve 2) Fulano no se salva?

Es claro que no, por eso hay que distinguir en Dios dos modos de querer, dos "Voluntades": la antecedente, que es condicional, y la consecuente, que es absoluta. Con la Voluntad antecedente Dios quiere que se salven todos, con la Voluntad consecuente quiere que se salven los elegidos.

La Voluntad divina antecedente es la que quiere que algo sea si se cumple tal condición, la Voluntad divina consecuente es la que quiere que algo sea, sin más, absolutamente.

Dios no puede estar condicionado por nada distinto de Él mismo, por eso, que esa condición se cumpla o no depende en definitiva de la Voluntad divina consecuente.

¿Con qué Voluntad quiere Dios que no pequemos nunca, con la antecedente o con la consecuente? Si fuese con la consecuente, no pecaríamos nunca, de hecho. Luego, lo quiere con su Voluntad antecedente. Con su Voluntad consecuente permite que pequemos a veces, es decir, no lo impide.

¿Es don de Dios que hagamos el bien y que no pequemos? Porque ese don evidentemente que no lo reciben todos. No se puede decir que ha recibido el don de hacer el bien el que no hace el bien.

Es claro que el bien lo hacemos con nuestro libre albedrío, pero ¿es don de Dios que nuestro libre albedrío haga el bien? Porque ese don no lo reciben todos, porque no todos hacen el bien con su libre albedrío.

Se dirá que los que no reciben ese don es porque lo rechazan. Pero ¿es don de Dios que no rechacemos ese don? También, obviamente. Todo lo bueno que hay en nosotros es don de Dios, y sin duda que no rechazar el don de Dios es algo bueno. Pero ese don de no rechazar el don de Dios no lo reciben todos, porque algunos lo rechazan.

¿Dios quiere entonces que todos tengamos todos esos dones? En todo caso lo quiere con su Voluntad antecedente, no con su Voluntad consecuente.

Saludos cordiales.
03/03/24 10:36 PM
  
sofía
O sea que, según lo que usted dice, Dios, siendo perfecto, tiene sin embargo una voluntad inútil e ineficaz (antecedente) y, siendo inmutable, la cambia por otra voluntad distinta que quiere otra cosa distinta (consecuente).
Pues no le veo mucho sentido.

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Es que no lo tiene. Ambas Voluntades divinas son eternas e inmutables: una condicional, otra absoluta. La Voluntad divina condicional no es inútil, porque no se espera de ella, lógicamente, que algo se realice, sin más, sino solamente que se realice algo si se da la condición en cuestión. De lo contrario no sería una Voluntad condicional, sino absoluta.

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Yo diría que su voluntad absoluta es que la voluntad salvífica universal sea condicionada a que el ser humano acepte la gracia y la salvación.

Antes de rechazar el camino de la salvación están incluidos en la voluntad salvífica universal de Dios con tal de que se cumpla la condición, si deciden no cumplir la condición, consecuentemente quedan excluidos.
Nada de esto afecta a la omnipotencia, omnisciencia e inmutabilidad de Dios.

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Es que el cumplimiento o no de esa condición depende de la Voluntad divina consecuente. Porque aceptar la gracia de Dios es una gran gracia de Dios, gratuita y libre como todas las gracias divinas.

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Sigo pendiente de que me ponga algún ejemplo de potencia humana universal que nunca pueda pasar de potencia a acto dependiendo del libre albedrío del individuo.

Saludos cordiales

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Por ejemplo, la capacidad que tiene todo individuo humano, en cada cosa que hace libremente, de no hacerla o de hacer otra cosa distinta, cosa que es parte de la definición del libre albedrío. Esa capacidad nunca se actualiza, porque si se actualizase, la persona haría y no haría a la vez lo mismo.

Saludos cordiales.
15/03/24 5:40 PM
  
sofía
La voluntad divina condicional sí sería completamente inútil si la voluntad absoluta fuera la que usted dice, puesto que si la voluntad absoluta de Dios es decidir antes de que nazcan que unas personas determinadas se salven y otras no, ni hace falta ninguna condición ni depende de la persona en cuestión, y la voluntad salvífica universal de Dios sería inexistente.
Así que me reafirmo en que su voluntad absoluta es que la voluntad salvífica universal sea condicionada a que el ser humano acepte la gracia y la salvación.
Y Dios da esa oportunidad a todos, no como usted dice solo a algunos a los que ha elegido y les da la clase de gracia que sirve para algo mientras que a otros les da la que no sirve para nada: la gracia suficiente se la da a los que la aceptan y a los que no. De eso dependerá que tengan una gracia eficaz o no. Por supuesto todo es don de Dios, pero le da suficientes dones a todos para que se puedan salvar.
Hay diversas teorías de la gracia, diferentes de la bañeciana que dejan claramente a salvo la voluntad salvífica universal de Dios y la libertad del hombre (Maritain, Marín Sola, el mismo Molina…)

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Yo:
Sigo pendiente de que me ponga algún ejemplo de potencia humana universal que nunca pueda pasar de potencia a acto dependiendo del libre albedrío del individuo.

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Usted:
Por ejemplo, la capacidad que tiene todo individuo humano, en cada cosa que hace libremente, de no hacerla o de hacer otra cosa distinta, cosa que es parte de la definición del libre albedrío. Esa capacidad nunca se actualiza, porque si se actualizase, la persona haría y no haría a la vez lo mismo.

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Conclusión mía: “la capacidad que tiene todo individuo humano, en cada cosa que hace libremente, de no hacerla o de hacer otra cosa distinta, cosa que es parte de la definición del libre albedrío” se llama capacidad de elección. Y esa capacidad de elección sí se actualiza cada vez que el ser humano elige una opción, eliminando así la otra opción en un mismo acto.
Lo que usted describe a continuación no es una capacidad, sino una incapacidad : la incapacidad de elegir a la vez hacer una cosa y su contraria, y es una imposición universal de la realidad, no una capacidad humana universal sino una impotencia universal.

Saludos cordiales

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Por la Revelación sabemos que hay una Voluntad divina de que todos los hombres se salven, que sin embargo no se realiza, porque algunos se condenan. Es claro por eso mismo que se trata de una Voluntad divina condicional, no absoluta. No tiene sentido decir que es inútil, porque lo mismo se podría decir si fuese la única Voluntad divina, ya que de hecho no todos se salvan. El que el cumplimiento o no de la condición dependa de la Voluntad divina o de la voluntad creada no cambia nada en lo relativo a la utilidad o inutilidad. La coexistencia de ambas voluntades en un mismo sujeto es claramente posible, por el ejemplo que da Santo Tomás: el juez quiere con voluntad antecedente que no muera el reo, en tanto que es un ser humano, pero con voluntad consecuente lo condena, porque es un reo.

Si la Voluntad absoluta divina es que la Voluntad divina sea condicional, entonces de hecho hay una sola Voluntad, que es la condicional. En ese caso, el cumplimento de la Voluntad divina condicional depende de una condición que no depende de Dios. Eso es imposible, no hay nada fuera de Dios que no dependa de Dios.

La capacidad de elección se actualiza cada vez que alguien elige, pero no se actualiza por ello que elija A en vez de No A. Y la que es una incapacidad es la supuesta capacidad de elegir A a la vez que se elije No A, no la capacidad de elegir A o de elegir No A, aunque una de ellas nunca se va a realizar.

Saludos cordiales
27/03/24 1:30 AM
  
sofía
Añado la aclaración de que cada opción concreta que no se actualiza no es una capacidad humana universal que nunca se actualiza, puesto que esa capacidad universal se actualiza en otras opciones concretas en otros momentos distintos.
Ejemplo: capacidad de hablar y capacidad de callar (no hablar). Actualizo mi capacidad de elección en un momento dado y elijo la opción concreta de callar (no hablar) en esa ocasión. La opción concreta de hablar en esa ocasión desaparece pero la capacidad universal de hablar se ha actualizado y se actualizará en otras ocasiones concretas.
Saludos cordiales

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Si una capacidad humana universal se actualiza con sólo actualizarse en algunos casos, no hay problema, porque la capacidad de hacer el bien que da la gracia suficiente se actualiza cada vez que la acompaña la gracia eficaz.

Saludos cordiales.
29/03/24 9:53 AM

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