15.12.17

"Con Francisco, lo que ves es lo que hay" (Paul Tighe)

Así se ha despachado el neo Secretario del Pontificio Consejo de la Cultura -desde hace dos meses-, el obispo irlandés Paul Tighe, 59 años, que es también uno de los mayores expertos en comunicación del Vaticano, y hombre muy cercano al papa Francisco. De larga vida ya en la Curia vaticana a pesar de su juventud, primero como Secretario del Pontificio Consejo de Comunicación Social -desde 2007-, y luego como secretario adjunto del que hoy es Secretario en jefe. Ya en la diócesis de Dublin había sido Director de la Oficina de Asuntos Públicos, o Relaciones Públicas.

En línea perfectamente convergente con “Tucho” Fernández, se siente en la obligación de abrirnos el alma íntima del Papa; no sólo con ese canto a la autenticidad que domina todo su papal quehacer -"Con Francisco, lo que ves es lo que hay", que me sirve, de título-, sino también con estas otras palabras -aún más íntimas-, con las que destaca  “la espontaneidad, simplicidad y generosidad de Bergoglio".  

No duda en afirmar que “es providencial -"y una bendición enorme para la Iglesia que tengamos a alguien en el pontificado que es tan visual en su estilo comunicativo", dirá y abundará- que tengamos un Papa cuyo estilo comunicativo es muy directo y muy simple". Su ejemplo nos sirve -y nos motiva a ser- de “recordatorio de que tenemos de recuperar la autenticidad” en nuestros medios y usos de comunicación.

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11.12.17

"A Francisco no le hacen mella las criticas" (Víctor Manuel Fernández)

Es la segunda vez en poco tiempo que mons. Víctor Manuel “Tucho” Fernández, a la sazón arzobispo y flamantisismo y magnífico rector de la Universidad católica de Buenos Aires, se ha descolgado con las mismas declaraciones. Ahora en las paginas  -amarillentas por amarillas- de RD, y de la mano del Vidal, “veneno mortal", que lo entrevista y lo publica. Bien se les puede aplicar aquello de que “Dios los cría y ellos se juntan". Ellos sabrán por qué. Otros lo sospechamos nada más; o nada menos.

Con todo, es una entrevista de muchísimo calado: primero, por lo que dice; pero también por lo que no dice. Y por eso voy a recoger los momentos que, a mi modo de ver, son los más importantes. Y los glosaremos convenientemente, como tenemos por norma. Siempre con la intención clara de ayudar en estos tiempos que, como mínimo, vienen revueltos: algo así como lo que traen los tifones y huracanes del Caribe, que son de todo menos benignos.

El párrafo completo, en el que se explaya sobre el efecto de las críticas en el Papa, no tiene desperdicio: “A Francisco no le hacen mella las críticas, aunque sean tan terribles como tacharle de hereje o cismático. Críticas de las peores que se pueden decir de un papa". O sea que, llegarles, sí les llegan.

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4.12.17

"También en la Iglesia hay fundamentalismo" (Papa Francisco)

Lo acaba de decir el papa Francisco -hace unos pocos días- en el mismo avión que lo traía de vuelta de su periplo asiático. Y no es la primera vez que lo afirma: hará cosa de un año -más o menos- dijo exactamente lo mismo, y casi con las mismas palabras.

Y tiene toda la razón. Al menos opino igual, aunque seguro que tengo menos datos que él; no digamos “autoridad y gobierno", de las que carezco totalmente: sólo tengo mi palabra -que intento sea la de Cristo y su Iglesia-, mi intención -que espero sea lo más sana posible- y mi condición de sacerdote, que deseo vivamente desempeñar con fidelidad al servicio de todos. No tengo nada más. Ni nada menos tampoco.

¿Por qué puede Francisco denunciar “fundamentalismo” en la Iglesia Católica? Y una pregunta previa y necesaria: ¿a qué se llama -o se puede llamar- “fundamentalismo"? Vamos primero con éste interrogante.

Podríamos definirlo como “toda exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida, tenga el origen que tenga: político, religioso, ideológico, científico, etc.". Y así, vemos como en todos esos campos se da el fundamentalsmo. En castellano “tradicional” hay una palabra que lo retrata a la perfección; vamos, que lo desnuda: “¡trágala!”. Y así observamos -y sufrimos- un creciente “fundamentalismo” en todos los órdenes.

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28.11.17

Ni una sola palabra. ¿Incomprensible o escándalo?

Ni una sola palabra. Al menos que haya salido publicada. Me refiero al tema -que no es menor, en absoluto, sino que es sólo “la parte visible” del iceberg: pero el iceberg es ya de dimensiones más que mayúsculas y, por tanto, es un peligro real por presente- del “abuso de confianza” y “abuso de posición” que han ejercido unos cuantos COLEGIOS RELIGIOSOS en Barcelona -muy significados en la ciudad, y muy significativos por ellos mismos- y en Cataluña, sacando a los críos a la calle a favor del independentismo; y usándolos como escudos o como “líneas rojas” para su personal seguridad -la de los mayores, no la de los críos que tenían en custodia- que, por supuesto, los polis no iban a traspasar.

Y, ni sus superiores directos -los propios superiores de los religiosos-, ni los superiores eclesiásticos diocesanos bajo cuyo gobierno y juridisción están instalados -la Jerarquía Católica correspondiente-, han dicho esta boca es mía. Mudos de afición o de profesión o de desidia. O quizá es que están metidos tan de lleno en las vicisitudes políticas que no tienen tiempo -ni afición, quizás- para lo suyo, en lo que nadie les puede sustituir.

Es cierto que había padres que estaban en el ajo: estaban de acuerdo con ese “uso perverso” de sus hijos; porque las ideologías es lo que tienen, que arrasan con lo que sea: no se detienen ni ante sus propios hijos. Se hace lo que haga falta, que para eso están las ideologías, y hasta ahí llegan los que se dejan comer el tarro por ellas, sean las que sean. En este caso: “todo por la indepe".

Pero no es este el tema. ¡También hay padres que están a favor de que sus niños sean travestis cuanto antes y no por eso un colegio tiene obligación de “bailarles el agua"! Claro que, si son colegios llevados por religiosos, y si están sitos en Cataluña o en Barcelona, lo veremos muy pronto: los primeros, oigan. Al tiempo. Y a no tardar.

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26.11.17

Ni "Él" ni "Señor".

Es lo último desde el lado “luterano” sueco: proponen que sus “clérigos", es decir, sus funcionarios del Estado, que es lo que son -la iglesia luterana es absolutamente estatal o el Estado es absolutamente confesional, como gusten ustedes; y lo mismo pasa con “los anglicanos” en el Reino Unido: “Dios salve a la Reina", que es su cabeza en la tierra-, ya no usen el “género masculino” para referirse a Dios: ni “Él” ni “Señor", no vaya a ser que se les encoraginen las señoras. Señoras que llevan 500 años sin una sola queja, por cierto: y tiempo han tenido más que de sobra para quejarse, la verdad.

Bueno pues eso: “dios” pasa a ser un término que ni se sabe. [Lo pongo con minúscula con toda intención: por respeto a mi Padre Dios, que conste]. Algo así como un “hermafrodita", que reúne los dos sexos: vamos “un caracol", para entendernos; y así no se enfada nadie, según les parece a este personal. Y para referirse a “jesús” -lo pongo también con minúscula por lo mismo- van a usar “Hermano y Hermana", o así. Como lo oyen.

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