30.07.17

Vamos a aclarar las cosas, de una vez. II

Evangelizacion

Vamos a aclararlas o, al menos a intentarlo. Porque hay una especie de “seguidismo papanatero” que se ha instalado en algunos sectores eclesiásticos -o asimilados- que empieza a producir un fortísimo rechazo, al menos a mí. Los primeros y más “agresivos", encabezados por los que han estado más de 30 años bramando contra los Papas anteriores, de Pablo VI a Bendicto XVI: ahora son neoconversos papistas, qué digo: ¡más papistas que el Papa!, y se descorazonan cuando los demás no vivimos este pelotillerismo tan de vergüenza ajena, tan burdo y tan poco educado. Los segundos, son gente normalilla, que ni antes ni ahora han roto nunca un plato, son buenines; y a estas alturas, ya no se van a poner. Frente a estos dos grades grupos…, queda un resto de Israel, aquel pusillus grex con el que contaba y en el que confiaba san Juan Pablo II en la Novo Millennio ineunte, “pequeño rebaño” con el que la Iglesia renaciese y volviese a ponerse en camino.

Nadie que conozca al sr cardenal primado de Lima podrá negar que es persona muy preparada, valiente y vehemente; de verbo fácil y cautivador. Lo mismo que nadie podrá negar sus grandes servicios a la Iglesia Católica en Peru, y a los mismos peruanos, a todos los niveles.

Pero me da que esas mismas cualidades, o alguna de ellas, le ha hecho traición; en concreto, en el caso que nos ocupa. Si sus declaraciones públicas y publicadas han salido de él, malo: siento tener que decirlo, por las razones que ya expuse, y otras que me guardo. Pero si ha cedido a presiones de ambientes o de personas para decir lo que dijo, peor: con sus declaraciones, ni le ha hecho un favor a la Iglesia, ni al Papa, ni a las almas; ni siquiera a sí mismo, porque, para mucha gente que le tenía querencia y afecto, se ha desprestigiado grandemente.

Y vamos a entrarle ahora a su gran argumento: “la unidad” y, en buena línea con ella, “la obligación de todos los fieles de mostrar cercanía al líder catolico".

La UNIDAD en la Iglesia, tanto hacia dentro de Ella misma -es familia unida; debe serlo-, como hacia fuera -evangelización y ecumenismo como tarea y misión-, solo tienen y solo pueden tener UNA BASE: la VERDAD que emana de Cristo, y que depositó en la Iglesia, su Esposa -es el depositum fidei-, para que la custodiara, y la transmitiera; amén de para ir sacando de allí -para ilustrar y hacer comprensibles, desde Dios y de cara a Dios, las realidades cambiantes de la vida humana-, lo nuevo y lo viejo. Como haría la mejor de las Madres, que lo es.

Sin respeto ni búsqueda de la VERDAD -sin estar anclados en la Verdad, que es Cristo-, no hay ni puede haber VIDA CRISTIANA: ni en los fieles, ni en nadie en el seno de la Iglesia Católica; que es precisamente la que siempre ha levantado la bandera de la VERDAD: respecto a Ella misma, en primer lugar; para defender luego, a brazo partido -y especialmente cuanto más oscuras bajan las aguas de la cultura y de la sociedad-, la capacidad de la persona humana de alcanzarla, de hacerla suya y de transmitirla en toda su pureza. Esto y este es el hombre, que “es el lugar de la Iglesia". Sin el hombre la Iglesia no existiría, como no habría habido Redención.

Por cierto, una precisión obligada, imprescindible e importantísima: la Verdad es inamovible, no es cambiante; como no lo es, ni lo puede ser, lo que las cosas son: una vaca es una vaca y será toda su vida una vaca y solo una vaca. Y no puede ser otra cosa, ni de otra manera. La “cultura” de la postverdad dice otra cosa, pero ese es precisamente su problema. De ahí lo de los “géneros", por ejemplo, y las tragedias que ha engendrado.

Lo que sí cambia -y puede y debe cambiar- es la “valoración” de las “viejas” y de las “nuevas” situaciones o realidades -directamente humanas o no-, que se han dado y se dan; pero SIEMPRE desde la Verdad. Y, en la Iglesia, desde Cristo, Camino, Verdad y Vida. Porque Cristo ni cambia, ni puede cambiar: es el mismo ayer, hoy y siempre. Y por eso mismo siempre es y permanece criterio perenne; de tal manera que siempre ilumina al hombre de todo tiempo, generación tras generación, en lo que es y en lo que hace.

Así, por ejemplo: cuando surge la temática -artificial e injusta para todos, empezando por ellos mismos a los que injustamente ningunea y destroza- del “mundillo” y de los “derechos” LGTBI, ¿a dónde tendrá que mirar la Santa Madre Iglesia para discernir? ¿A la “cultura” dominante en el momento presente? No, a Jesucristo que dejó dicho que, en este tema, ni hay ni puede haber tales “derechos", porque descalifica esos actos y esa pretendida y falsa libertad: Los tales…, no entrarán en el Reino de los Cielos. 

Otra forma de aproximación solo se puede hacer obviando, arrinconando y rechazando la Palabra de Dios: algo a lo que la Iglesia -lo mismo que los miembros de su Jerarquía- no tiene derecho. Se estaría negando a Ella misma y se estaría negando a sus propios hijos y a todos los hombres de buena voluntad, por haber negado antes -y renegado- de Cristo mismo. Jesucristo siempre es Luz y solo Luz: fuera de Él todo son tinieblas.

La Iglesia se desmorona -y desaparece- cuando renuncia a esa “diaconía de la verdad” -tan suya, tan sobrenaturalmente suya- a la que sirvieron de modo total e íntegro -no han vivido para otra cosa: lo hemos visto- san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y es lo contrario a lo que vemos hoy: se quiera o no ver, se diga o se lo calle uno; porque sin VERDAD -sin Cristo: lo que dice y lo que hace- no hay referentes “objetivos” en los que confluir y a los que acudir. Ni hacia dentro ni hacia fuera de la Iglesia.

Precisamente por esto, incluso más y antes que por los protestantes, el Concilio de Trento tuvo que enfrentar el tema de la INFALIBILIDAD del Papa. Y lo hizo, naturalmente: le era obligado, porque no podía seguir así, sin precisar ni acotar el tema: le iba el ser o no ser. Máxime con la que se le estaba viniendo encima con Lutero & cía.

Ahí tuvo todo un papel el español Merchor Cano, que consiguió que el Concilio le “entrara” al tema del Magisterio del Santo Padre -qué grado de fiabilidad o de “infalibilidad” gozaba-, a la vez que lo acotaba en su justa medida. Y así distinguió -Cano, y el Concilio- entre Magisterio Ordinario y Magisterio ExtraordinarioEx cathedra; y solo éste último gozaba de la cualidad de la Infalibilidad, de la asistencia cierta del Espíritu Santo, al entrar y definir materias de Fe y de Costumbres. Doctrina que, en la doxia y en la praxis, ha permanecido inmutable en la Iglesia hasta antesdeayer, como quien dice -no se había tocado una coma desde entonces-, y declarado “dogma de Fe” en el Concilio Vaticano I: lo único que definió, la INFALIBILIDAD del Papa.

Y de esto, los primeros que han sido conscientes -y han estado pendientes de ello- han sido precisamente los Papas. Otra cosa no se entendería y, por eso, no ha pasado. Como goza también de esa misma Infalibilidad el Concilio reunido bajo el Papa y en comunión con él; y solo en esas condiciones. Y esto lo saben, y deberían ser los primeros en asumirlo y vivirlo también, todos los miembros de la Jerarquía Católica: de otra forma, desbarran y desbaratan, desunen y destrozan, destruyen y no edifican, como estamos viendo y sufriendo. Al precio, eso sí, de convertirse de pastores en mercenarios, que es el término que les aplica el mismo Jesús. Y esto lo debemos saber y tenerlo presente todos los fieles de la Iglesia para no confundirnos ni pretender confundir.

Como si hubiese leído lo que estoy escribiendo, no hace muchos días el card. Müller -hasta “ayer” Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: el tercero en el organigrama del Vaticano y del gobierno de la Iglesia, por cierto-, hacía la siguiente declaración en una entrevista pública y publicada en EWTN, grabada en EEUU el 12-V-2017: hoy no se puede ir ya con tapujos, tampoco y mucho menos en la Iglesia Católica.

Decía: “Jesucristo es el relator. El Papa y su Magisterio son sólo el intérprete. […] Algunas de esas personas que se presentan a sí mismas como consejeras del Papa y que dicen que en la teología pastoral a veces dos y dos pueden ser cinco… Eso no es posible porque tenemos teología". Denunciaba, con esto, la falsedad que supone la ruptura de la teología y de la doctrina con la pastoral: ‘no cambio una coma -teóricamente, y de cara a la galería- pero, pastoralmente, hago todo lo contrario’. No se puede.

Puntualizaba: “No es bueno que las Conferencias episcopales [Alemania, Malta, Canadá, etc.] estén interpretando oficialmente al Papa. Eso no es católico. No tenemos dos Magisterios, uno del Papa y otro de los obispos. Pienso que es un malentendido, un malentendido malo que hace daño, podria hacer daño a la Iglesia Católica. […] los obispos interpretan al Papa, el Papa interpreta a los obispos (…) eso no es bueno para la Iglesia". Es exactamente lo que está pasando: se ha hecho un GRAN LÍO a lo largo y ancho de la Iglesia Católica. Y no parece que desde la cima se pretenda atajar: da la impresión de que se está comodísimo ahí arriba viendo lo que pasa más abajo.

Denunciaba: “Hay un problema que la Iglesia tiene en el mundo de hoy: que tenemos dos alas, alas ideológicas, extremos, y todo el mundo quiere ganar la batalla contra el otro. Pero tenemos una revelación que viene de Dios: la Revelación, la Palabra de Dios, que unifica a los creyentes [Mi Palabra es Verdad]. Y no es nuestra tarea unificar de una manera totalitaria: ‘todo el mundo debe pensar como yo’, porque el pensamiento de otra persona no es importante para mi salvación. Sólo la Palabra de Dios puede unificar a la Iglesia y salvar a todos".

[La unidad, si no es en la Verdad, solo es impositiva, nunca atractiva, atrayente y liberadora: la verdad os hará libres]

Y concluía: “Creo que precisamente desde el Evangelio tenemos las respuestas a las grandes preguntas de hoy". Todas las respuestas a todas las preguntas: las de siempre, que se hace -debe hacerse cada generación-, y las “nuevas” que se suscitan también en cada generación.

Yo también concluyo, entrándole a aquello de “la cercanía al líder"; y lo hago con unas palabras de Melchor Cano, tan actuales y clarificadoras, que no me resisto a copiar: “Pedro no necesita nuestras alabanzas o nuestras adulaciones. Los que defienden ciega e indiscriminadamente cualquier decisión del Sumo Pontífice son los que más minan la autoridad de la Santa Sede: destruyen sus fundamentos, en vez de reforzarlos". Siglo XVI, y en el ambiente del Concilio de Trento. ¡Ahí es nada!

Creo que Melchor Cano debía estar pensando, por una especie de visión profética, en RD especialísimamente, y aún más en concreto en Vidal, “veneno mortal” y su brazo izquierdo, Bastante, “el permanentemente insatisfecho". Y ya más en general, en todos aquellos que ponen en un mismo plano -sin discernir, sin asomo de “crítica” o “juicio", que debe ser como una gravísima enfermedad o así: una especie de “sida” intelectual y moral- una declaración doctrinal del Papa que un estornudo suyo.

Y no es lo mismo, creo yo.

29.07.17

Vamos a aclarar las cosas, de una vez. I

Cipriani

O, al menos, a intentarlo. Porque no se puede añadir oscuridad sobre oscuridad: tiene que hacerse la luz sin cálculos ni tapujos. Y eso solo se puede hacer con la verdad en la mano. Con la verdad completa, guste o no guste. Sin cuquerías. Sin falseamientos. Ni mucho menos pretender “ser más papistas que el papa"; porque esto hace tanto daño -como mínimo- como ir “contra” el papa: las dos cosas oscurecen, aunque pueda parecerle a algunos que no.

Por eso, hay que decir las cosas y mostrarlas a la luz. Y luego cada uno entenderá lo que tenga que entender: lo que quiera Dios que entienda, o lo que uno esté dispuesto a hacerlo o a rechazarlo. Porque el Señor no nos pide a todos lo mismo, pidiéndonos lo mismo a todos. Así, quiere que todos los bautizados, sus hijos, seamos santos, por ejemplo; pero no de la misma manera, sino cada uno en y desde su sitio, con sus circunstancias personales, que serán siempre las mejores circunstancias -las permite el Señor, y cuenta exactamente con ellas para ese fin- para que cada uno sea santo. Esta es su Providencia amorosa; porque cada persona es única e irrepetible: no somos fotocopias. Nunca y para nada. Y menos para Dios, nuestro Padre.

Pues a lo que iba. La división entre los miembros de la Jerarquía católica no solo es patente sino que, además, se hace cada vez más pública -también más evidente-, con el consiguiente desconcierto -cuando no algo más que “pequeño escándalo"-, entre los fieles, sus ovejas. Ejemplos tenemos todos los días y a todas horas.

Lo penúltimo que ha saltado a la palestra son las barrabasadas del card. Marx, doliéndose en su corazoncito -que se le desborda de enorme- porque la Iglesia Católica no sea “pionera en la defensa de los derechos LGTB"; ni lo sea ni lo haya sido: quizá se le escapa a este sr. cardenal que así, “derechos LGTB” tal cual, hasta antesdeayer no existía ni el nombre; y hasta 1994, por ley -civil- estaba prohibida la homosexualidad en Alemania. Pero bueno, “pelillos a la mar".

Lo último, unas declaraciones del cardenal de Perú en las que brillan algunas “perlitas” y descalificaciones -a lo directo, y con trazos más que gruesos- contra los 4 cardenales de las “dubia”, sus hermanos, se supone. Y puede estar en su derecho de hacerlo; derecho que no discuto. Pero, en todo caso, es el mismo que tengo yo para decir lo que voy a decir a continuación.

En primer lugar, señalar la contradicción en la que incurre. Y así, no duda en criticar y condenar a los cardenales de las “dubia” por “haberlas publicado", para añadir inmediatamente: “no me parece correcto, realmente no". Mientras, él, está “publicando” sus opiniones contra sus hermanos cardenales en Notimex, una agencia estatal de noticias en la ciudad de Méjico.

Por si no había quedado claro, lo remata: “Creo que cualquiera puede manifestar con gran franqueza lo que quiera” [que debe ser lo suyo por lo del primado, a la vez que se lo niega a los otros; con lo cual, ¿en qué quedamos? ¿se puede o no se puede?], “pero saltar a la prensa ya es otra cosa. Me parece que se equivocaron, aunque se trata de gente buena”: es todo lo más que va a decir en su favor. Y para dejar el asunto ya liquidado: “Hay que estar atentos, no seamos tontos, pero las cosas no deben ventilarse en los medios de comunicación".

Bueno, ya se ve que se ha dado bula a sí mismo para hacer exactamente lo contrario, de tal manera que, lo que niega tan ricamente a los demás cardenales, él si puede hacerlo con toda tranquilidad de conciencia, según parece manifestar. Debe ser cosa del “Primado” o así.

El otro punto, en mi opinión, es más de fondo. No se puede criticar a los 4 cardenales de las dubia, calificarlos de malos y de que han hecho mal, y luego no decir ni una palabra sobre los cardenales, también hermanos suyos -más hermanos suyos a lo que se ve que los anteriores-, que dicen burradas, cuando no “herejías", dicho esto último en lenguaje coloquial y no en lenguaje teológico.

Porque el cardenal de Perú lo enmarca muy fuertemente: “Esto lo digo con mucha claridad: el demonio tiene objetivos, busca dividir". Es tremendo: porque esto lo dice contra 4 cardenales que no han hecho más que lo que tenían obligación de hacer; y no por ellos, sino por los fieles y por la Iglesia. 

Por contra, en relación a los cardenales que propugnan -y practican: lo han dicho públicamente- dar la comunión a los católicos divorciados y recasados por sus pistolas; que defienden “los derechos” de los “practicantes” LGTBI -casi ninguno católico, fijo, ni ganas de serlo, supongo-, y propugnan, por tanto, una “discriminación positiva” -como ha pasado en el mundillo civil-, y les conceden de facto una “bula” que se niega a los demás católicos a los que sí se les recuerda la vigencia de los Mandamientos -al menos hasta hace una semana-, y cosas por el estilo, ¿estos -que también existen y están ahí largando en los medios- no dividen? ¿No hacen ni dicen nada malo? ¿Van de la mano con la Iglesia y hacen lo que tienen obligación de hacer? ¿No están tentados o engañados por el demonio? No me negarán que es más que fuerte.

Entonces, y aunque no lo haya pretendido ni lo pretenda: si el señor cardenal primado señala con el demonio a los cardenales de las “dubia", y calla clamorosamente respecto a los que son envenenadores de conciencias y demoledores de la Doctrina y de la Fe católicas, está poniendo de manifiesto algo demoledor: que los que defienden la Doctrina y la Fe son los malos, y los que la atacan y la derriban, los buenos. Y se cumple en él mismo, a pesar de que lo denuncia en los demás, otra contradicción: “no buscarle tres pies al gato", porque -sigue diciendo- “la obligación de todos los fieles es mostrar cercanía al líder católico". ¡Acabáramos!

Pero aquí vuelve a fallarle la objetividad y la lógica al bueno del cardenal primado. Y le pregunto sinceramente -aunque ya sé que todo esto no lo va a leer y, por lo tanto, no me va a contestar, ni lo pretendo-: ¿cargarse, como hacen Marx, Kasper & cía, la Doctrina y la Fe bimilenaria de la Iglesia, “es mostrar cercanía al líder católico"?

Yo, personalmente, nunca me lo hubiese imaginado; pero, tal como están las cosas, ya se ve que todo es posible…

Y seguiré, claro; esto hoy ya se ha alargado demasiado, pero no lo puedo dejar aquí, porque hay más. De fondo, naturalmente. Insisto.

26.07.17

"La esencia de la sociedad moderna"

Marx

El card. Marx -de la Iglesia Católica, presidente de la CEA, del grupito de “expertos” e “íntimos” que asesoran al papa Francisco, escogidos expresa y digitalmente por él para eso, etc., etc. -será por títulos y leyendas-, acaba de bramar contra la Iglesia Católica. Sí, sí, como lo están leyendo, que no me lo invento, desgraciadamente.

Un miembro más de la Jerarquía católica que se vuelve contra la Madre -su Santa Madre, la Iglesia Católica- que lo ha hecho, y que le ha dado todo lo que es y tiene. Uno más, y empiezan a ser si no “legión” -como aquellos demonios que se llamaron eso mismo ante Jesús-, si numerosillos. Muchos menos, afortunadamente, que los que están calladitos y haciendo su trabajo; aunque no todos los silencios significan eso, ni de lejos.

Pues el tal “cardenal” -sinceramente: me dan arcadas cuando lo escribo; más en este caso, porque llueve sobre mojado- se ha “despachado” con unas declaraciones públicas poniendo verde a la Iglesia Católica en Alemania -y, por tanto y explícitamente además, a toda la Iglesia Católica-, marcándose un broncazo contra la misma -la que debía ser la suya, pero…, ¡vete tú a saber!- por no haber defendido, desde años atrás, ni defender ahora tampoco, a los homosexs: alemanes por lo corto, y del mundo -¡uníos!- por lo largo. Así, tal cual. [No explica lo que significa “defender", pero si me animo ya lo haré yo en otro momento].

No contento con semejante rebuzno, un poco más adelante le atiza otra “bronca” a la Iglesia Católica -la suya, al menos hasta que se vaya o lo echen: ¡que no caerá esa breva!- porque no ha sido, ni está siendo -y cito-: “pionera en la defensa de los derechos de los homosexuales". ¡Toma nisperos, Carmelilla!

Y como es lógico y obligado, no debería faltar -que no se le olvida, no- el que la Iglesia Católica pida perdón, claro -nunca ningún homosexs por su cristianofobia declarada y nunca reprimida: con sus insultos, sus persecuciones, sus llevadas a los juzgados, sus difamaciones…, contra hermanos suyos en el episcopado, o contra los católicos en general-, por el mal trato que les ha dispensado -a los homosexs y asimilados- durante siglos y siglos. ¡Que no hay derecho, oyes, y ya está bien! Y ha manifestado que se siente arrepentido de no haberlo hecho él antes, pero que lo hace ahora, que todo eso le da mucho dolorcillo. [Hasta 1994, en Alemania estaba prohibida por ley la homosexualidad].

Para mayor escarnio de lo que es y representa -de lo que debería ser y representar-, y ya metidos en harina, el tal cardenal se larga con que “la legalización [recientemente, en Alemania] del matrimonio homosexual” -legalización de la que es ferviente, entusiasta y amoroso partidario, y por eso mismo la aplaude hasta con los…, con lo que sea-, “no va contra la Iglesia Católica". ¡Para nada, oiga; que hay que tener mucha mala fe para afirmar una cosa así!

Por todo esto y más el tal… -se me ha olvidado- clama porque la Iglesia Católica sea -porque no lo ha sido, y ya es hora de que lo sea- “la vanguardia -"pionera", dice también textualmente un poco más adelante; “adalid", se diría en castellano- de los derechos LGTB en Alemania". Y de ahí, al mundo mundial.

Para “justificar” sus desatinos -y supongo que también para “justificarse"- este buen sr. -de 63 años de edad, sacerdote en 1979, doctor en teología y profesor de DSI, obispo en 1996 y cardenal presbítero de san Corbiniano -si éste levantara la cabeza le mandaría el oso que lo llevó a Roma- en 2010 por el papa Benedicto XVI, que lo colocó como arzobispo de Múnich y Frisinga-, pues este buen sr., digo, echa el resto -ya lo poquito que le queda y tiene- en el plano filosófico-teológico-pastoral, y como su “gran visión” de la Iglesia -no sé si después o antes de una buena y sonada oktoberfest- aporta dos “grandes momentos” de lo que debe ser la Iglesia Católica hoy, y donde debe estar.  

El primero, que como el matrimonio homosexs está en el orden civil, su aprobación por parte de la autoridad correspondiente -la civil- no es un ataque contra la Iglesia Católica y, por tanto, ésta -la Iglesia Católica- “no debe pronunciarse". ¡A callar, march! ¡Lo típico y lo tópico en un oktoberfest ya avanzado, y en el que se ha participado con interés y vehemencia!

Para aclararnos. La Iglesia Católica tiene todo el derecho y todo el deber de pronunciarse contra todo lo que vaya contra la persona humana, porque “el hombre es el lugar de la Iglesia", como dejó bien clarito san Juan Pablo II. Venga de donde venga: de la filosofía, de la política, de sus cardenales, etc.

El segundo es más… -¿cómo lo diría sin que pueda parecer una ofensa…?; nada, no doy con ello y, por tanto, me callo misericordiosamente; bueno, sí-, “peleón” -algo así como el vino de tetrabrik-, de poca categoría, sin pedigrí que se pueda presentar y con el que quedar bien: no podemos pretender -dice, para quien le quiera oír- “hacer leyes estatales de todos los conceptos morales cristianos”. Es más: la Iglesia Católica debería ‘ponerse de perfil’ o ‘mirar para otro lado y silbar’ ante todos estos temas. Seguimos en la oktoberfest: ¡A callar, march!

El colofón con el que cierra sus declaradas no podía estar a menor nivel, y no defrauda: quien no lo entienda así, “no entiende la esencia de la sociedad moderna". Empezando, claro, por la Iglesia Católica. Y, por tanto, está “aut", está “fuera": ni se está ni se le espera. 

Seguimos con la machacona postura, que unos cuantos pretenden convertir en el único horizonte de la Iglesia Católica, de “adaptarse al mundo o morir". No tiene otra. Bueno, tenerla la tiene, y los católicos de los países árabes -en Irak y Siria- nos la han mostrado y nos la muestran cada día: ser mártires antes que renegar de la Fe en Cristo y de su Iglesia. Pero… eso es pedirle peras a los católicos del mundillo occidental, cuyos pastores -unos cuantos- ya han “desaparecido", o están en ello.

Debe ser eso lo que desde hace tantos años ya le ha pasado y le pasa a la Iglesia Católica en Alemania: que está “aut", disminuyendo a marchas forzadas, y al paso de la musiquilla popular de las oktöberfest. Y de hecho, entre 2015 y 2016 se le han ido “fuera” -se han dado de baja “voluntariamente", ojo: ¡eso ya es casi un auténico agujero negro, que se traga todo!- nada más y nada menos que 240.000 católicos, adultos en su inmensa mayoría, con nombres y apellidos; y con sus aportaciones económicas a la Iglesia, lógicamente. Esto creo que, sin forzar la máquina para nada, bien puede catalogarse de “una iglesia en salida"; prácticamente “a la carrera"…, y “que el último apague la luz, que el contador corre".

La Iglesia Católica en Alemania se está muriendo, y no es de extrañar. Como la luterana o la anglicana, que, para conocimiento del Marx este, lo hacen fruto de su fiel “adaptación” o “seguimiento servil” a las instancias civiles, o sea, mundanas. Si es eso lo que quiere el sr Marx, lo está haciendo de pegada porque lo está consiguiendo.

¡Amén!

23.07.17

"La democracia no tiene nada que ver con la verdad"

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La frase, como pueden comprender fácilmente, no es mía, no. La ha proclamado a los cuatro vientos un icono vivo del “pensamiento débil", Gianni Vattimo, filósofo, escritor, comunicador, profesor de filosofía, eurodiputado neomarxista, antes nietzschiano, antes nihilista, antes cristiano, antes católico…, pero nunca ateo. Una persona que, a lo que se ve, no se casa con nadie, o sus matrimonios le duran solo una temporadita. Todo este currículum está elaborado según declaraciones de su propia boca y de su propia pluma.

Lo reproduzco de nuevo: “la democracia no tiene nada que ver con la verdad". Y en esa misma línea podría afirmarse que “la democracia no tiene nada que ver con el bien". Las dos afirmaciones tienen la misma base y el mismo recorrido: la democracia no tiene nada que ver con el “ser” de las cosas. Por eso, en su práctica real, en su día a día, es un “invento” degraciado, cruel e inhumano.

Pero, ¿qué significa, realmente, que “la democracia no tiene nada que ver con la verdad?” Significa algo muy serio y muy iluminador: que “la democracia occidental” y por definición de quien la conoce muy bien desde dentro, pues toda su vida la ha vivido en ella, y además ha teorizado sobre ella con los recursos de sus posturas filosóficas y de su innegable intelectualidad -que no pocas veces le ha traicionado-, es un invento voluntarista, desgajado de las constantes antropológicas de la persona humana, que son:

1. Su “capacidad de conocer la verdad de las cosas".

2. Su “obligación moral de hacer el bien y vivir para darle cumplimiento".

3. El reconocimiento y aceptación de su “ser social y sociable por naturaleza", empezando por el ámbito familiar, que es donde todo hombre nace y tiene derecho a nacer. Es decir, desde el fundamento “del ser de las cosas", empezando por la verdad y la dignidad de su propio ser, que está en Dios, y que aprende y recibe en el seno de su familia.

Es decir: la democracia occidental está montada sobre la MENTIRA -el mal intelectual-, sobre la INMORALIDAD -contra la obligación “moral” que tiene el hombre de hacer el bien, a sí mismo y a los demás: “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a tí"; este es el primer principio de la ética o de la moral-, y, por tanto, CONTRA la persona humana, a la que debería servir, por servir al “BIEN COMÚN” de la sociedad. Su fruto más genuino -y no puede ser otro- es la CORRUPCIÓN, que tiene como base la MENTIRA, y como soporte (anti)jurídico el llamado “voluntarismo o POSITIVISMO jurídico“, o sea, la mera voluntad de los gobernantes. ¡Para echarse a temblar! ¡O para volar hasta Marte como lugar más cercano!

Por/para conseguir todo esto, lo primero que se plantea la democracia occidental, cuando no ha nacido ya con este fundamento, es “matar a Dios": borrar cualquier rastro -hasta “físico” de la presencia de Dios-, echarle de su casa, dejarle sin hijos -los hombres-, para que estos vivan y se lo monten “como si Dios no existiese”. Que sí existe, y es imposible demostrar racionalmente lo contrario…, pero como si no. De hecho el ateísmo es irracional, y no pasa de un mero voluntarismo. Eso sí, es un pecado grande.

Lo segundo -y es empeño tan trascendente para la persona humana como el anterior- es “matar a la familia”. Para ello se ha ido marcando -paso a paso, para no alertar y espantar la caza- toda una escalada terrorífica y demoledora, que ha incidido, dramática y especialmente “contra” la mujer, porque es la que más “aporta” en el mundo familiar; pero, por contra y a su vez -aunque esto no se lo dicen, claro-, es la que más ha sufrido los inevitables e ineludibles efectos: “libertad sexual", “derecho al sexo", “sexo seguro” -sin consecuencias “desagradables"-, divorcio, anticoncepción, aborto, vientres “comprados” -de las más pobres y por los más ricos-, “otros modelos de familia", ideologías LGTBI a capón, etc.

De este modo, el hombre, ya sin referentes “objetivos” -ni Dios ni familia-, es decir, sin fundamentos “ajenos” a él mismo, o sin fundamentos que pueda reconocer “frente” a él mismo      -como de hecho reconocen tantos y tantos, y los descubre el conocimiento común y espontáneo de las gentes, y los fundamenta científicamente la filosofía y la teología “realistas u objetivas"-, el hombre -y aún más la mujer- que ya no sabe de dónde viene ni a dónde va -desconoce el sentido de su vida y la de los demás, sus semejantes- se convierte así en un pelele en manos de los mandamases, que hacen con él lo que quieren -como vemos que están haciendo a diario y sin ningún pudor ni vergüenza-, además de convertirse en un pelele de sí mismo: las dos cosas son inseparables y, por eso, se dan juntas y se retroalimentan.

¿Por qué la democracia occidental necesita “matar a Dios"? Muy sencillo y directo: porque sin Dios la persona humana no tiene esos referentes “objetivos” de verdad, de bien, de dignidad…, de nada: porque, sin Dios, le falta el referente último del ser de las cosas, que proceden todas de Él, el Creador. Especialmente, el hombre sin Dios se queda “huérfano", suspendido en el abismo en que se convierte su vida. A las vacas les da un poco lo mismo todo esto, que yo sepa.

Y la democracia occidental necesita “matar a la familia” para poder cortarle a la persona humana no solo sus raíces -humanas-, sino también cualquier referencia o deber con los demás: es un verso suelto. O una vaca; y ya se sabe que los animales -todos- están al servicio de la especie o de la colectividad.

Por cierto y no es pequeño detalle: en esto, la democracia occidental es una copia calcada del nazismo, y del marxismo-leninismo-stalinismo-maoísmo-castrismo, etc. Por si alguien no había caído en la cuenta.

Todo esto, los impostores de la progrez de izquierdas o de derechas -que, a día de hoy, son perfectamente reversibles-, lo venden como una “conquista de la libertad” -menos para educar a tus hij@s conforme a tus principios y a tu derecho como padre, por poner un ejemplo-, con el trampantojo del “hacerse a sí mismo” -pero ojo como no estés de acuerdo con el mundillo y las dictaduras LGTBI, que serás acusado y dilapidado como “homófobo” o así-, del “no tener que rendir cuentas ante nadie” -excepto ante Hacienda, si no eres Pujol o asimilado-, y de la zanahoria “del estado de bienestar”: un estado que no impide que te eutanasien -a tí, o a cualquiera de tus hijos, tengan la edad que tengan- en cuanto les venga bien…, y un juez lo firme, que siempre lo hay. Como siempre habrá quien lo ejecute. Amén del “sexo a todo tren".

¿Alguien, en su sano juicio -en plenitud de sus facultades intelectuales y morales: es decir, sin renegar de ser persona humana- puede estar conforme con alimentar semejante monstruo? Parecería imposible… y, sin embargo, lo está. Millones, solo en España.

Y, para más escarnio, todo este tinglado se alimenta con los votos. Votos “humanos". Cosa que, por ejemplo, las vacas no hacen: no pueden. Pero, si pudieran, tampoco creo que quisieran; lo digo con sinceridad: los animales son “listos” por naturaleza, y el que no da la talla… no vive mucho, la verdad.

PD. Que nadie que quiera comentar me venga con que si yo quiero la dictadura u otras cosas del mismo nivel: un poco de dignidad personal -al menos intelectualmente-, y un poco de respeto a los demás. Por fa.

21.07.17

"El magisterio del Vaticano es paralelo al ("magisterio") de las Naciones Unidas".

No lo he dicho yo…, que sería incapaz, en el sentido más estricto de la carga semántica que atesora el término “incapaz". Lo dice, ni más ni menos que mons. Marcelo Sánchez Sorondo, filósofo y teólogo, además de obispo, y mando supremo de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales. Vamos, una máquina, este hombre. Argentino, por supuesto y como corresponde a los signos de los tiempos.

Y si lo dice, dado su alto cargo -que es patente que le ha superado con creces-, será porque se siente autorizado por el mismo Vaticano a expresarse de ese modo.Y si de allí, del mismo Vaticano, no sale una voz que lo desautorice públicamente, es que, ciertamente, estaba autorizado implícita o expllícitamente.

Lo ha declarado en el marco de  la primera sesión de un curso de verano, en la Universidad Católica de Valencia (UCV), que lleva por título “la pregunta de Dios en la universidad". Y, por tanto y en ese marco -"la pregunta de Dios en la universidad"-, nada más lógico -filosófica, teológica y pastoralmente hablando- que afirmar que “el empeño del Papa es erradicar la pobreza y el hambre en el mundo” para añadir, sin solución de continuidad, que “este es precisamente el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que se aprobaron por unanimidad después del discurso del Papa en la ONU y de su encíclica Laudato Sí". Y así siguió dando la matraca sobre las estructuras económicas, lo malos que son los demás, los que no son pobres, y bla, bla, bla.

¿Alguna pregunta o respuesta sobre Dios? No aparece nada de nada en lo que han presentado algunos medios sobre su intervención: han reseñado en especial su referencia a las cosas económicas y así. Pero es posible que las haya habido, solo que yo no las he leído.

De modo que ya lo tienen ustedes todo clarito: “el empeño del Papa es erradicar la pobreza y el hambre". Y punto. En boca de este y otros monseñores, no hay más Papa ni más Iglesia que esta. ¿Que el Papa ha dicho -no hace muchas fechas- que la Iglesia Católica no es una ONG? Bueno pues llega el Sánchez Sorondo y nos lo aclara todo.

Y ya el acento puesto en que el magisterio del Papa es paralelo al de las Naciones Unidas… ¡Vaya bajonazo que mete el buen monseñor al magisterio del Papa y de la Iglesia! Es que nuevamente nos vuelve a abrir los ojos, porque estábamos cegatos al completo; porque no es que las Naciones Unidas se hayan acoplado, no. Es que el Papa y lo que representa se han acoplado. Y a esto lo califica de un momento “mágico". Vamos, como la “conjunción planetaria” -o así- del encuentro entre Zapatero y Obama… Pues eso.

Y ahí tienen ustedes todo resuelto. Ya no es la Iglesia el “alma” de la sociedad y, por tanto, del mundo. Para nada. Ya no es la Iglesia Católica la que “fecunda” al mundo y a sus gentes: es la Iglesia “mundana” en su expresión más genuina, pues hace suyo y propio lo que dice el mundo y sus lacayos. Es más: ¡si ya dice lo mismo que la ONU…! ¡Que ya es bajonazo, ya!

Este sr. obispo, Presi de esas flamantes entidades académicas vaticanas, no sé si sabe -dados sus títulos- que la ONU propugna combatir la pobreza y el hambre…, ¡eliminando a la gente! Primero, que no sean concebidas; y para eso, ahi va la pasta gansa para implantar los métodos anticonceptivos, untando bien -como es lógico- a los distintos estamentos que intervienen en el proceso. Y en segundo lugar, si ha empezado el embarazo, pues se le quita a la señora el “grano” de la tripa…, ¡y a correr! Por supuesto, con la financiación correspondiente, más un plus por dedicación y otro por número de intervenciones.

¿Esto entra dentro del “magisterio del Vaticano” y lo coloca, además -y como gran triunfo: “momento mágico"-, al nivel y en paralelo al de las Naciones Unidas? Por cierto: no sabía que lo de la ONU fuese -o tuviese- “magisterio". Pero, en fin…

Por cierto, y por señalar: ¡qué distinta -y qué distante- la enseñanza del papa Benedicto XVI, su recordado y cada vez más alabado predecesor, hoy emérito! En un discurso a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos (27-I-2006), después de hablar de la dignidad del trabajo y del trabajador, señalaba proféticamente: “Hay que reafirmar la enseñanza del amado Juan Pablo II, que nos invitó a ver en la vida la nueva frontera de la cuestión social (cf. EV 20). La defensa de la vida, desde su concepción hasta su término natural, (…) es el primer deber en el que se expresa una auténtica ética de la responsabilidad, que se extiende coherentemente a todas las demás formas de pobreza, de injusticia y de exclusión".

Este buen monseñor, el Sánchez Sorondo, aparte de no leer a Benedicto -no recordar lo que leyó, o rechazarlo, sin más- se suma al coro de voces -cada vez más numeroso; me da que se contagian, porque están siendo epidemia: el último en “cantar” ha sido Paglia; el penúltimo, Martin, consejero del Papa, y animador de los curas gays para que salgan del armario-, de aduladores de Francisco; tan aduladores que -no recuerdo ahora quién- decía, refiriéndose precisamente al entorno del Papa, que “con amigos así no necesita enemigos". 

El problema, el gran problema, es que -y a lo que parece por las informaciones que llegan- ese coro tan desgraciado -por desafinado- se lo ha montado él solito, a pulso. 

Por cierto: vaya puntería -diana al primer disparo- el que se ha encargado en la UCV de contratar a este “punto” o “gallo", como dicen en Asturias. 

Y, también por señalar: ¿teniendo a Cañizares, que se ha marcado una clausura del curso con una conferencia excelente, qué necesidad había de traer a este sujeto?