22.10.20

La Iglesia se pegó un tiro en el pie. Y se le gangrenó. II

No tengo más remedio que continuar con mi post anterior; que, como muy bien dice uno de los comentaristas, ha sido el más breve de lo que se estila y lleva en este blog, “Non mea voluntas”; que ya va llevando unos añitos a cuestas: o sea, creciendo adecuadamente. 

Me explico. Una vez que había escrito la entradilla -lo que ha salido en el anterior artículo-, como se me echaba encima el tiempo de ir a cenar con todos, le dí a “guardar"; y se guardó, claro. Pero se guardó para PUBLICAR; cosa con la que no contaba. Y se publicó, como es notorio.

Como hasta esta tarde (miércoles 21-X) no he abierto el ordenador, no me ha dado cuenta del tema; así que, al ver lo que habia pasado, he colgado los comentarios, menos uno que, tambien por error, en lugar de pulsar “editar", pulsé “desaprobar: y desapareció. Si su autor me lo vuelve a enviar, lo publicaré con gusto.

¿A qué quería referirme, en concreto, con lo de “pegarse un tiro en el pie, y se le gangrenó"? Pretendía denunciar, una vez más, la apuesta que hicieron algunos en la Iglesia Católica, sí o sí, y por conveniencias meramente políticas y, por tanto, circunstanciales y caducas en sí mismas, por las “democracias liberales” que se estaban implantando en el mundo occidental

Más lo que ha traído, empezando para la misma Iglesia, la gran perdedora. Con su terrorífica y “obligada” repercusión en las almas y en la sociedad.

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19.10.20

La Iglesia se pegó un tiro en el pie. Y se le gangrenó.

Ella misma se pegó un tiro en el pie, o en lugar más comprometido para su supervivencia. El problema fue que se lo pegó “fusilando” a sus hijos más fieles: desde España, pasando por Polonia, para acabar matando a Europa y todo el mundo occidental, hasta el punto de que este ya no se reconoce en los tradicionales valores católicos; y, por tanto, tampoco en su Iglesia, porque ya no lo es.

16.10.20

"Quedaremos pocos..., pero no importa". Pablo VI, 1968.

Son palabras del papa Pablo VI que, a la vuelta de los años, han tomado una actualidad quizá imposible de sospechar entonces por los que las oyeron, aunque no por el que las dijo, y precisamente porque las dijo: retratan perfectamente la realidad de la Iglesia Católica en el mundo occidental, el primer mundo: el que acogió como su fundamento la Fe católica, y el que la llevó al resto del planeta.

Lo cuenta Garrigues, por aquel entonces Embajador ante la Santa Sede, en una relación que envía personal y directamente -sin filtros-, al Jefe del Estado español, Francisco Franco.

Y lo recoje tal cual, don Luis Suárez, historiador, sabio y profundamente honrado, en su libro: Franco y la Iglesia. Libro que os recomiendo con vehemencia: ¡no podemos estar a oscuras de esta etapa de la Iglesia Católica en España y en el mundo!

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11.10.20

¡¡¡Monseñor Escribano, por favor...!!!

El flamante neonato para Zaragoza, procedente de Logroño -¡qué caramba!-, se ha estrenado a lo grande: armando ruido: “como un elefante en una cacharrería", según frase hecha.

Se ve que se le ha subido el ascenso; y, como pasa cuando buceas, que has de programar la subida con calma -mejor cuanta más profundidad, pues si no, te “emborrachas"-, le ha debido pasar algo así. Es lo que tiene subir rápidamente a base de no pesar nada…

Me refiero a su rajada sobre el “sacerdocio ¿femenino?” -una contradictio, no ya in terminis, que sería un mero lapsus intelectual, sino una contradictio versus Iesus: contradecir a Jesús mismo-, “arropado” como una “carta” en el bolsillo de la Iglesia, por si acaso…: no vaya a ser que, en un futuro, haya que echar mano de “eso".

O sea: ¡otra vez con las sacerdotas y las obispas a cuestas…! ¡Que ya son ganas de liarla!

Estos jerarcas que se autorreciclan con majaderías -nada católicas; antes al contrario: anticatólicas de libro… herético-, cómo y cuándo les da la gana, como les da el aire, como ¿creen? que “toca": ¡que ya es creer, oigan!…, son motivo de escándalo ante toda la Iglesia, y ante el mundo “normal“; por contra, todos los “anticatólicos” le aplaudirán.

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6.10.20

"¡Concilio, concilio, concilio!"

Esta ha sido la voz de los Papas desde que acabó, allá por 1965. Una voz que, por demostrado, cada vez ha significado menos en la vida de los católicos; hasta el punto de que, como es patente, cada vez más el mundo occidental, “el mundo de las democracias liberales” -único “aire” que “se concede” respirar al conjunto de sus “ciudadanos."; y claro, por viciado, todos “contagiados", cuando no “muertos"-, los católicos, prácticamente, han desaparecido.

Y muchos de los que aún se declaran tales, se han desvirtuado tanto, tanto, tanto…, que no intentan ni siquiera aparentarlo. El “pusillus grex” que queda, a pesar de los pesares, es tan mínimo que, prácticamente, casi ni se ve: más bien hay que imaginarlo…, para no caer en el desaliento.

Pero lo hay. Y por un solo “justo” que haya, el Señor hace lo que haga falta hacer.

Me refiero funtamentalmente a los pontificados de san Juan Pablo II y de Benedicto XVI, Papa Emérito actualmente. Por supuesto, también el papa Francisco lo ha dicho; pero, aun usando las mismas palabras, en él ya no significan lo mismo, ni de lejos: todo es, o “jerga para iniciados", o tan “novedoso” que no se le entiende casi nada; y menos cuando no explica a qué se refiere, o qué pretende decir con esos modismos. Y así estamos.

San JP II intentó que calase. Pero se quedó prácticamente solo en el empeño: el vacío que se le hizo en el seno de la misma Iglesia Católica fue de juzgado de guardia. Y a Benedicto XVI no es que le pasase lo mismo: ¡es que no pararon hasta que le echaron, prácticamente “a patadas"!

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