27.01.17

La mentira como (el peor) sistema

mafalda

La MENTIRA es la gangrena que ha corrompido todo el entramado mundial, tanto a nivel político, social, empresarial, cultural, como también a nivel (inter)personal. ¿Por qué? ¿Por qué “falsear” la verdad es algo tan demoledor para la persona, y para las relaciones y las construcciones humanas? La respuesta es directa: estamos hechos para la verdad y, por tanto, “nos construímos” -nos hacemos y nos mantenemos humanos- en la verdad. Por eso, cuando se la solapa, se la desprecia, se la combate y se la destruye…, estamos haciendo exactamente eso con nosotros mismos y con los demás. La mentira, corrompe y nos corrompe. Ya lo dejaron meridianamente claro los griegos, los primeros filósofos de la humanidad, cuatro siglos antes de Jesucristo.

Y la CORRUPCIÓN, una vez instalada y aceptada -a nivel personal y social-, necesariamente se queda, y deviene en sistema: es el nicho ecológico en el que nacemos -más de una generación no ha conocido ya otra cosa-, vivimos, sufrimos y morimos.

Hasta ahora, hasta no hace mucho y en este mismo campo, únicamente se salvaba la Iglesia Católica como tal. Pero ya ni en la Iglesia es así; porque los intentos reiterados -externos, primero; internos ahora también- y no combatidos -o combatidos deficientemente por parte de quienes debían hacerlo-, de desligarla de su amor por la Verdad, que es Cristo -Camino, Verdad y Vida-, y llevarla luego a aceptar -y dar, por tanto- “gato por liebre", está cuajando en su seno. De hecho, lo estamos viendo ya con machacona cotidianeidad; incluso me atrevería a decir que, en tanta gente, incluso con una gran e insensible indiferencia. Pero volvamos al hilo que traíamos.

¿En qué ámbitos es todo esto más palpable y ha sido más eficazmente corruptor? En tres ámbitos de la vida diaria.

En primer lugar, en el ámbito intelectual o cultural, en el que la verdad sobre “lo que es el hombre” se ha despreciado -se ha concienzudamente destruído- como primera premisa o condición del hacer “cultural” o “intelectual"; con esto, el mundillo intelectual -y con él la cultura, y lo que ha sido y significado- ha perdido lógicamente su razón de ser, que no es otro que indagar, transmitir, construir en base a la verdad y el bien: es decir, al servicio de la belleza, un “valor” cien por cien humano. A sensu contrario, la fealdad que nos invade es el síntoma visible del fracaso intelectual, cultural y moral de las personas, y de la sociedad como tal.

Pero esto y a día de hoy, ¿a quién le importa? Ya no importa a nadie, o a casi nadie. Mostrar como una cima cultural y socialmente aplaudible, que un hombre de 50 años, casado y con no sé cuántos hijos -bastantes-, “es” ahora “una niña de seis"; o que hay “niños” con vulva y “niñas” con pene… Sobran los comentarios. Yo, al menos, no me rebajo a hacerlos.

Estas, y otras cosas más, lo mismo explican las cifras del fracaso y del abandono escolar, como el bulling, los “borrachos habituales de 12 años", o los suicidios -terriblemente crecientes- de escolares.

En segundo lugar, en el ámbito político, donde la más genuina y real seña de identidad de dicho mundillo es precisamente “la corrupción". Estaría años aportando datos, citando nombres, y dando cifras que, en el mejor de los casos, solo serían “la punta del iceberg": nunca llegaremos a saber la verdad -por esto, entre otros motivos, la necesitamos como el respirar- que tan celosamente esconden sus protagonistas.

Como seña de identidad -también propia y específica-, y que necesariamente le acompaña, le protege y le sigue, está "la IMPUNIDAD” de la que han sabido y conseguido rodearse. Sin esta impunidad, la corrupción política no habría podido consolidarse, y no se habría convertido, por tanto, en sistema. El caso “Pujol & family” es emblemático; pero uno entre cuasi infinitos casos.

Y en tercer lugar, en el ámbito periodístico o de los medios de comunicación, que “han traído y han logrado que fragüen los dos primeros”: sin la PRENSA en todos sus formatos no se habrían instalado ninguna de las otras dos corrupciones: ni la corrupción intelectual y/o cultural, ni la corrupcion política, con su “tuerca y contratuerca” de impunidad.

Por este motivo, por la responsabilidad que les cabe a sus “profesionales” a todos los niveles, y porque creo sinceramente que la tan “ansiada” como “necesaria” regeneración -intelectual y, por tanto, moral- puede y debe venir desde aquí -y desde la Iglesia Católica, por decirlo ya todo, con su “diaconía de la verdad” al servicio de la persona-, voy a detenerme un poco más en torno a este mundillo periodístico. Dejándole con más de una “vergüenza” al aire; aunque sea “sine animus iniurandi". Vamos para allá.

¿Qué le ha pasado al mundo periodístico, con sus profesionales al frente? Algo que, si no fuera tan destructor, en sí mismo es muy sencillo y muy “humano": ha sustituido “su razón de ser": la INFORMACIÓN, desde el servicio a la VERDAD y, por tanto, a la PERSONA, por “su razón de no ser": servir a las ideologías, para algo tan prosaico y populista como ganar dinero. Y lo ha hecho ideologizándose -corrompiendo la verdad-, porque no hay otro camino. Y eso desde la peor opción: la opción de las izquierdas desde el socialismo marxista -o, incluso, desde más allá-, con su inevitable, pegajosa e irracional -sectaria- carga de anticatolicismo: ¿qué dice la Iglesia? Pues yo, lo contrario.

Han creado un mundo “irreal” -como lo son todos los “construidos" por las ideologías- en el que cualquier imbecilidad -nada que ver con lo intelectual, es su negación- y, por lo mismo y abundando, cualquier inmoralidad -cuanto más inhumanamente aberrante, mejor- no solo han tenido acogida sino también “justificación” y difusión. Han contribuido necesariamente a instalarlo.

A ese martilleo es muy difícil oponerse: habría que ser, casi, de otro planeta, o tener la cabeza y el corazón muy bien “amueblados". Y la gente “normal", al fallarle además el concurso que debería haberle venido de la Iglesia, se ha desmoronado: y se la ha atragado el mundillo imperante, con los mass media como vehículo necesario.

Un apunte de hoy, del ABC, que ilustra el “aporte” de la Iglesia al momento actual: nombra al cardenal Blázquez como el hombre más influyente en el apartado Religión para 2017. Y pone en su boca textualmente: “Es necesario afrontar de una vez una ley de Educación consensuada". ¿Ustedes saben en qué mundo vive exactamente el señor cardenal? ¿Este hombre sabe que es cardenal de la Iglesia Católica?

Vamos a datos que están en la memoria de todos los que tenemos una cierta edad. Sin ir más lejos: al PSOE lo trajo y lo impuso la prensa. Si sabían lo que hacían o no, ellos sabrán; pero fue lo que pasó. Solo cuando la corrupción -tras muchos años de saqueo- se hizo no ya grito sino alarido incapaz de ser acallado, alguna prensa -y algún periodista-, se atrevió a gritar también.

Pero ya era tarde, porque la corrupción ya estaba instalada; y bastó que el juez Garzón -"el bien pagao"- en lugar de poner el nombre y los apellidos de la última casilla -la que de verdad importaba-, hiciese una “porra” y pusiese una X en la casilla correspondiente…, y todo quedó en agua de borrajas: vamos que todavía hay, en la prensa, quien habla de González como el “gran estadista", cuando no pasó de “gran trilero” y “magnífico charlatán". O sea, un “gran delincuente". No te cuento del Guerra, su alma gemela.

Sigamos con la Historia. Cuando se alzó alguna voz -casi ninguna: Jiménez Losantos, por ejemplo- contra la corrupción del PP, desde la COPE se calló al periodista -se le echó, vamos-, porque los “delicados” oídos de la CEE no podían soportar sus denuncias; sí atendieron las del propio PP contra el periodista. Y pasó lo que pasó.

Oídos -los de la CEE, delicados pero “selectivos"- que no tienen inconveniente en oír -en la COPE, en su propia casa-, con Expósito y Colmenarejo en el frente “popular” y “populista” de la tarde, poner a caldo a Trump, un día sí y otro también, con perlitas como estas: “el Chávez sin uniforme” o “el Maduro sin autobús", en un alarde de memez intelectual y de inmoral infamia, incapaces ambas cosas de ser tapadas o disimuladas. Que, por otro lado y que yo sepa, no sé qué les habrá hecho Trump a estos dos.

Se ve que al Expósito no es que se le haya atragantado algún que otro “premio” -"esto” ya se premia, así está el patio-, sino que se ve que esos mismos “premios" le han envenenado la sangre; y con ella el cerebro y el corazón. Y el Colmenarejo está en su misma estela, con o sin premios.

Por poner -yo, no la COPE- una comparativa: en Venezuela, fruto de la alargada y cruel dictadura chavista y madurista, “solo” hay unos 30.000 muertos violentos al año: asesinados. Igualito que en la semana que lleva Trump de Presi. Igualito: si es que son tal para cual: “populistas", que es lo que antes era mentar la madre. Algo así como Expósito y Colmenarejo.

¿Cuál ha sido el “pecado” de Trump? Primero, que tiene dinero, y que no lo ha robado como los políticos -y sindicalistas- de la nomenklatura: o sea, en nómina. De hecho ha renunciado al sueldo que le correspondería como Presidente. Igualito que Rajoy, por poner un ejemplo.

Segundo, que no le debe favores a nadie: imperdonable. Y menos a Soros, o a la prensa; y por eso puede ponerla en su sitio, como lo ha hecho. Igualito que los partidos y los sindicatos en España que, si serán honrados y buenos que hasta pagan a los separatistas, a los terroristas, a los corruptos, a los  periódicos, etc., a cargo de los PGE; o sea, con nuestro dinero. Del que, por cierto, cobran ellos, y muchísimo.

Tercero, que DICE LA VERDAD: cumple lo que ha prometido en campaña; y esto deja a los políticos “de cuchara", y a la prensa que vive de ellos, con el antifonario al aire. Pero claro, la "verdad” se carga todo el tinglado; y esto, el mundillo de la nomenklatura no puede tolerarlo: de hecho, ya han salido “voces” de que hay que cargarse a Trump, físicamente. Y la prensa, y sus profesionales, que viven de esto, están en un “ay". Y los políticos, ni te cuento, especialmente en Europa, donde todos son de nómina, y engordando.

Un último apunte, también del ABC: Luis Ventoso, en campaña permanente contra Trump, y que cobra religiosamente del medio: “Defender la tortura inhabilita moralmente a Trump” (27-I-2017, p. 15). Seguramente. Pero al Luis, a lo que se ve, defender el aborto al por mayor, sufragar a los terroristas yijadistas, pagarte la campaña electoral con la mayor multinacinal de abortos -favor que pagas luego fomentándolos con dinero público…-, eso, lo que han hecho Obama y la Hilaria, eso sí debe "habilitar moralmente” para ser Presi en EEUU: para el Luis, por supuesto.

En definitiva, lo de Trump es inaceptable e insufrible para la “democracia” partidista, para los políticos de nómina, para los mass media ideologizados y “cobrantes", para la corrupción instalada, para la impunidad imperante, y para el enriquecimiento personal fruto del saqueo institucional.

Por eso los norteamericanos, que estaban hasta el moño de semejante gentuza, han elegido a Trump, y lo han hecho su Presidente. Y claro, en una semana, como ha sido empresario toda su vida y con éxito, en esta semana ha hecho más por Norteamérica y los norteamericanos, que Obama en 8 años. Y encima les ha salido todo muchísimo más barato que con el que se ha tenido que largar.

Algo está cambiando, para bien, en y desde EEUU. Y algo está intentando cambiar en Europa, porque lo de ahora -y lo de la Unión Europea- es insufrible.

Ojalá cuajen a ambos lados del Atlántico, y no sean flor de un día. 

20.01.17

La unidad de los cristianos

Estamos en plena “Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos". Un afán encomiable, que debe anidar en el corazón de todo hijo de Dios, como anidaba en el de Cristo, su Hijo, que rezaba así: Que todos sean uno: como Tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, que también ellos sean uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado(Jn 17, 21). Pero, para respetar la verdad de sus Palabras, Jesús reza esto pidiendo por los suyos: los Ápóstoles que tenía delante en la ültima Cena, personificando ellos a todos los que vendríamos después, generación tras generación. Y todos los días rezo por esta intención.

Ciertamente, las faltas de unidad que, a lo largo de los milenios, han llevado a que se hayan desgajado tantos sarmientos de la única cepa -la única Vid- que es Jesucristo, son un grandísimo pecado, y un escándalo permanente, que han generado y siguen generando grandes males. Pero el pecado lo cometen, de entrada, los que se van: porque nunca hay razones para irse de la Iglesia, como nunca hay razones para abandonar a Jesús y pasarse al enemigo.

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15.01.17

Vida Cristiana: Vida Sacramental

Benedicto XVI JMJDentro de la FORMACIÓN -la primera de las tareas que tiene que emprender la Iglesia Católica en el ámbito del mundo Occidental-, lo más urgente a reconstruir es todo lo que dice relación con los Sacramentos, y con la llamada “vida sacramental", que debe ser asumida por la Pastoral, sin fisuras y sin tardanza: no se puede esperar más, porque la misma Iglesia tiene un límite en su capacidad de aguante; más allá, se rompe.

En esta línea, la Iglesia Católico tiene que "reconstruir” la verdadera y genuina Doctrina sobre los Sacramentos, la praxis -una Pastoral- que tal Doctrina avala y engendra. Doctrina que, a día de hoy y con la Amoris laetitia, está ya, al menos oficiosa y quizá ya también “oficialmente", en solfa, porque la tal exhortación da pié a cargárselos todos, uno por uno, como se está poniendo de manifiesto con las distintas y encontradas declaraciones de miembros de la Jerarquía a todos los niveles. Por eso publiqué en su día que, en la vida de la Iglesia Católica, habrá -para bien o para mal- un antes y un después; siendo esa exhortación el pistoletazo de salida.

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12.01.17

¿Por dónde empezar?

La necesidad de reconstruir o volver a edificar la Iglesia es tan terroríficamente llamativa como necesaria, urgente e inaplazable. Cada uno de los hijos de Dios en su Iglesia deberíamos oír, como dirigidas personalmente, estas palabras de Jesús a Pedro, en  la Última CenaSimón, Simón, (…) Yo he rogado por tí para que tu Fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos(Lc 22, 31-32). Porque nos las dice a todos, generación tras generación. Y cada uno las debe llevar a la práctica en su vida, desde su situación personal, en la misma Iglesia en la que ha nacido para Dios.

Ahora bien, esta responsabilidad, que es común para todos, no tiene en todos -lógicamente- las mismas implicaciones. No es lo mismo ser pastor que oveja, por ejemplo. No es lo mismo tener una misión jerárquica, que carecer de ella. Como no es la misma la formación recibida por unos o por otros, ni los carismas personales son los mismos. La responsabilidad es de todos; pero para cada uno, en su sitiio y desde su sitio.

Ya sé que esto es elemental; pero, tal como están las cosas, me parece que no está de más explicitarlo.

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6.01.17

Quo vadis..., Ecclesia?

Hay que partir de la base de que la Iglesia, nacida de las manos amorosísimas de Cristo -su Amante Esposo-, es Una, Santa, Católica y Apostólica: porque es Esposa Casta y Fiel. Además hay que añadir que “las puertas del infierno no prevalecerán” contra Ella: porque la asiste -perpetua y eficazmente- el mismo Espíritu Santo. Todo para ser camino de Salvación universal de los hombres.

Bueno, de los hombres… y de los burros, de los que no se olvida el Antiguo Testamento: Homines et iumenta salvabis, Domine!Tú, Señor, salvarás a los hombres y a los burros". El por qué los nombra, debe ser para que pueda entrar yo también. Que nadie se ría, que lo digo en serio. Y si alguien se quiere apuntar… yo, encantado.

Pero asentado esto, que es nuestra Fe, y que el Señor no puede menos que atender y hacer eficaz, porque nos la ha dado Él mismo, también es perfectamente constatable que el descamino -por decirlo finamente- que se está instalando en sus adentros, es fino: no hay día que no nos asalte algún titular, alguna noticia, alguna declaración, algún despropósito o alguna herejía…, vengan del norte, del sur, del este o del oeste. O incluso de Roma, que debería ser el último sitio de donde nos viniesen estas cosas ya, desgraciadamente, “cotidianas".

Lo más llamativo -por decirlo también suavemente- es que se dicen y se hacen esas cosas, y da la impresión que a nadie le chocan, que nadie se hace cargo, o se toma la molestia de desmentirlas ni, mucho menos, tomar las medidas pertienentes, si fuese el caso. Da la impresión, insisto, de que nadie se inmuta con esas “burradas” -nada que ver con la cita anterior- y, menos que nadie, aquel o aquellos a quienes, en buena lógica, les correspondería hacerlo, pues es lo que los demás, el pueblo fiel, esperamos que hagan. Como se ha hecho siempre en la Iglesia, para bien de sus hijos… hasta hace bien poco, al menos.

Lo digo desde fuera, porque -gracias a Dios- no estoy donde se deciden las cosas: hablo desde lo que se publica, desde lo que se pone en boca de los protagonistas de los actos y de las declaraciones, y desde los clamorosos silencios -y desde los gritos, también clamorosos, que se dan para temas secundarios en el hacer de la Iglesia, o que ni siquiera le corresponden- de quienes deberían hablar y hacer desde la fidelidad a su vocación y misión.

Y digo y afirmo -modestamente- que da la impresión de que muchas gentes de Iglesia, en la misma Jerarquía, se han inficcionado de lo peor de los males que afectan a la sociedad civil; sociedad, por cierto, que se ha desmoronado -se la ha corrompido- desde las mismas instancias que deberían haberla protegido, cuidado y salvaguardado. Y lo ha hecho, precisamente, en la misma medida en que la Iglesia -y su Jerarquía-, ha contribuido a su descristianización, con lo que ha dejado a las gentes -a “sus” gentes- doblemente a los piés de los caballos.

Uno de esos males, quizá de los peores, ha sido el de no querer ver -no querer reconocer- lo que estaba pasando. Ni por qué estaba pasando. Y, de este modo, no hay solucíón posible. No la puede haber siquiera.

Por ejemplo. Se ha eliminado de la predicación de la Iglesia la palabra “conversión": Se ha cumplido el tiempo, está cerca el Reino de Dios, convertíos y creed en el Evangelio. Y si se la sigue utilizando, se la desvirtúa cuando se la desvincula de la palabra “pecado", y de la necesidad de volver a nacer, la necesidad de hacerse “otro", conforme a Cristo, nuestro único modelo. 

Por contra, se toma como criterio “moral", lo cuantitativo, es decir, lo numérico tout court. Por ejemplo, se constata que hay gran número de matrimonios rotos, de católicos recasados por lo civil, de gentes que comulgan en pecado grave y ya sin planteárselo de otra manera: comulgan en Misa lo mismo que rezan el Padrenuestro…, y así sucesivamente.

Pues bien. Para atajar eso, se atiende también solo a lo numérico: se eceleran los procesos de nulidad, se admite a la comunión a esos recasados, se sigue sin facilitar la confesión de las gentes y sin formar las conciencias -antes bien, se pone la conciencia personal y su “libre” juicio como único y último baremo moral-, porque lo numérico no forma ninguna conciencia. Y así se va ahondando el vacío espiritual, el caos moral, y la corrupción de la misma Iglesia y de sus instituciones: los Sacramentos, la Misa, la identificación con Cristo, el vaciamiento de su Palabra Salvadora y la Majestad de su Persona. Y se renuncia a formar las conciencias. El peor error. La gran traición. Y se pierden las almas.

Con todo esto el hombre, al no poderse reconocer en Cristo, no puede reconocerse ya en ningún otro sitio: se desconoce para sí y se hace desconocido para los demás. Esta es la tragedia de la sociedad moderna y de la “nueva Iglesia” que se pretende instalar. Y así no hay solución.

Como escribió Simone Weil, que no es que sea teóloga, pero “la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero": “El conocimiento del bien solo se tiene mientras se hace… Cuando uno hace el mal, no lo reconoce, porque el mal huye de la luz".

Lo que significa que el bien se reconoce solo si se hace. El mal, solo si no se hace. Y ya cuando se presenta el bien como mal y el mal como bien -que es lo que está pasando- dar marcha atrás, rectificar, reconducir las situaciones se hace muy, pero que muy difícil.

Tarea para Dios, porque los titanes no existen, me parece.