Exégesis Simple para el Domingo V de Cuaresma, ciclo C
[Yo tampoco te condeno; vete y no peques más]
* Un estudio sencillo del vocabulario, las características principales y el mensaje del Evangelio del Domingo V de Cuaresma, ciclo C: Juan 8, 1-11.
* ¡Y no te pierdas El Repaso: música para el texto griego, tomando de nuevo una parte del Evangelio de este Domingo!
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Un sacerdote español de esos que niegan la divinidad de Jesús escribe esta semana en el blog de su parroquia sobre Juan 8, 1-11 y dice:
"Este pasaje tan importante y querido de la mujer adúltera, importante y querido porque expresa de manera radical la apuesta de Jesús por la misericordia, parece ser que se añadió posteriormente, no se sabe cuando, al cuarto evangelio. Siendo el evangelio de Juan una obra cuyo resultado final supone hasta tres redactores con sus respectivas añadiduras, no desentona esta adicción. Pero, en este caso es posterior a la elaboración completa del evangelio".
¿Es eso cierto o también aquí se equivoca?
Nota de fray Nelson: Hasta donde yo entiendo, la afirmación de ese blog es correcta. El pasaje que corresponde al actual Juan 8,1-11 no se encuentra en todos los manuscritos antiguos de Juan y en algún caso se encuentra en el evangelio de San Lucas. El tipo de narración de este pasaje, su vocabulario, y la falta de desarrollo semántico, que es una de las notas más típicas de Juan, van todas en la dirección de un texto añadido posteriormente.
Una pregunta distinta, que yo considero bastante relevante, es: ¿De qué manera y hasta qué punto estos elementos de la historia de la redacción de un texto ayudan al bien pastoral o espiritual de los oyentes o lectores? Mi impresión es que el aporte real es mínimo y que el daño potencial, en términos de impacto negativo en la inspiración divina de la Escritura, es bastante considerable.
Por suerte el Vaticano II lo deja claro:
Dei Verbum 11. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería.
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación. Así, pues, "toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y equipado para toda obra buena" (2 Tim., 3,16-17).
Me he acordado de que el bloguero don Daniel Iglesias es un estudioso de los textos bíblicos y ha escrito varios artículos muy interesantes sobre los Evangelios. Le he hecho casi la misma pregunta que a usted por si surgía un desacuerdo que pasase a la historia y llenase muchas páginas. Pero no he tenido suerte. Otra vez será. Mire lo que me responde:
DIG: No pasa de ser una especulación arriesgada, basada en el hecho de que ese pasaje falta en algunos manuscritos antiguos. Lo concreto es que el pasaje forma parte del canon y por lo tanto del texto inspirado y vale también para él la doctrina de la Iglesia sobre la historicidad de los Evangelios. Quizás se escribió un poco después, pero no es un relato inventado, sino una tradición sobre Jesús que puede haberse conservado oralmente.
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