La Iglesia es el don más bello de Dios
El papa Benedicto XVI predica admirablemente bien. Todas sus homilías merecen ser leídas una y otra vez. La pronunciada esta tarde en la Misa celebrada en el Estadio Olímpico de Berlín es sencillamente ejemplar: muy clara, muy bíblica, muy teológica, muy realista y, a la vez, muy esperanzada.
Comenta el papa el evangelio proclamado: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” (Jn 15,5). En la vida de los santos se encuentra la clave para la exégesis de este texto; pensando en ellos “podemos comprender lo que significa vivir como sarmientos de la verdadera vid, que es Cristo, y dar mucho fruto”.
Entre Cristo y la Iglesia se da una unión similar a la de la vid con los sarmientos, una relación de pertenencia: se podría decir que “un pertenecer a Jesucristo en sentido biológico, plenamente vital”.
¿Qué es la Iglesia? “La Iglesia es esa comunidad de vida con Él y de uno para con el otro, que está fundada en el Bautismo y se profundiza cada vez más en la Eucaristía”. Esa comunión vital lleva a la identificación: “Yo soy vosotros y vosotros sois yo”.
De esa comunión deriva un destino común: “En este mundo, Él continúa viviendo en su Iglesia. Él está con nosotros y nosotros con Él”. Él, Jesús, “es quien sufre las persecuciones contra su Iglesia”, tal como se lo hizo ver a Saulo en el camino de Damasco.
¿Cuál es la misión de la Iglesia? Con palabras de la Lumen gentium el papa dice: la Iglesia es el “sacramento universal de salvación” que existe para los pecadores, para abrirles el camino de la vida.
¿Cómo se debe mirar a la Iglesia? Hay una mirada que se queda en su apariencia exterior. Se mira a la Iglesia como si fuese “una organización más en una sociedad democrática, a tenor de cuyas normas y leyes se juzga y se trata”. Si encima “se añade también la experiencia dolorosa de que en la Iglesia hay peces buenos y malos, grano y cizaña, y si la mirada se fija solo en las cosas negativas, entonces ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia”.
¿Cuáles son las consecuencias de esa mirada? Son la “insatisfacción y el desencanto” si la Iglesia no es lo que yo, superficialmente, pretendo que sea.