El escrito más admirado de san Ildefonso, el tratado «De la Virginidad de Santa María», ha sido leído y meditado abundantemente, se conservan del mismo más de cincuenta códices manuscritos y según algunos es el libro más copiado y difundido de la Edad Media después de los textos litúrgicos, lo que indica la importancia que le dieron los mozárabes y los cristianos de los reinos peninsulares. Fue el primer tratado de teología popular mariana, que enseña las verdades de fe y muestra el modo de orar a la Virgen.
El libro fue redactado en defensa de la Virginidad y Maternidad de nuestra Señora frente a dos herejes y a un judío, e iba destinado a Quírico, obispo de Barcelona. El obispo de Toledo quiso difundir con este libro el amor y la devoción a María.
Con un cuidado estilo literario, reiterando las ideas principales y usando abundantes sinónimos, la prosa poética de este libro mostró el entusiasmo religioso del autor, y deslumbró a sus lectores durante siglos. Él mismo había orado diciendo: «Yo quiero ser esclavo de la Esclava del Señor».
Consta de doce capítulos precedidos de una humilde confesión de su pequeñez y de una oración suplicando la luz divina. A la misma Virgen María le pide ayuda para su proyecto de alabanza y defensa contra los que negaban su Virginidad o la menospreciaban. Con abundantes citas bíblicas del Antiguo y del Nuevo Testamento prueba la venida del Mesías, su acción y divinidad y el cumplimiento de las profecías. Desde ese fundamento cristológico proclama las maravillas de la Anunciación, de la Encarnación y del nacimiento virginal del Señor para finalizar su libro en una oración de súplica y ofrenda a Santa María.
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