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25.11.23

Reflexiones a vuela pluma a partir de la nota de la CEE

 

Los obispos españoles se pronuncian ante la crispación política y social en el país y han acordado durante su Asamblea Plenaria hacer público un mensaje ante la situación social y política en España[1]. Dios me libre de pretender enmendarle la plana a la Conferencia Episcopal. Pero con la libertad de los hijos de Dios, sí puedo expresar alguna reflexión pertinente e incluso alguna impertinente sobre el asunto.

1.- Los obispos reunidos en asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, compartimos la preocupación que suscitan la actual polarización ideológica, la crispación social y los episodios de desencuentro.

Señala la Encíclica Quas Primas que el cúmulo de males que nos aflige se debe a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, y nunca resplandecerá una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador.

La sociedad española ha abandonado a Cristo y la partitocracia ha dividido a España en un cúmulo de sectas – llamadas partidos políticos – que no son sino falsas religiones que proponen utopías y engaños a los ciudadanos para conseguir el poder o para mantenerse en él el mayor tiempo posible.

Pedro Sánchez es un buen ejemplo de líder maquiavélico: al señor Sánchez le hemos visto  y oído decir hoy una cosa y mañana, la contraria. Y sin despeinarse. Y buena parte de los españoles siguen votando a este mentiroso compulsivo porque para la mayor parte del electorado “ser” de un partido es como ser de un equipo de fútbol. Y así como uno es del Madrid o del Barcelona, pase lo que pase, uno es socialista, comunista o pepero, pase lo que pase. Y lo que diga el líder, bien dicho está. ¿Que miente? Sus razones tendrá. Yo, con los míos hasta el final. Y en este punto, nunca se sabe si es más apasionado el amor por los colores o el odio a los colores del adversario, convertido tantas veces en enemigo. Cuando las políticas de un partido dependen de las decisiones caprichosas, cambiantes, arbitrarias e interesadas de su líder, ese partido ya no busca el bien común, sino los intereses particulares del jefe y del partido. Y eso ya no es un medio de participación política, sino una secta.

Vivir en una sociedad donde el electorado no penaliza la mentira ni la corrupción ni siquiera la traición a su propia patria resulta sumamente significativo e indica bien a las claras la catadura moral de los españoles.

Todas las ideologías del arco parlamentario – desde los liberales hasta los comunistas – rechazan a Dios: lo ignoran, lo desprecian; algunos hasta lo odian. ¿Alguno de estos partidos políticos acepta el imperio de nuestro Salvador Jesucristo? ¿Verdad que no? Pues ahí está el origen de la crispación y de todos los males de nuestra patria.

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