InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Febrero 2023, 18

18.02.23

Cantar de Mio Cid: el Honor y la Honra

Me dispongo a comenzar una antología de textos literarios que me parecen imprescindibles y que hoy están abandonados en nuestras escuelas e institutos. Los clásicos son despreciados porque no se entienden. Hemos roto con nuestra tradición cultural porque los nihilistas postmodernos hodiernos considera que el mundo ha empezado con ellos. Sufrimos un adanismo perverso que desprecia la historia y el arte del pasado y creen que solo lo último es lo bueno. Y así se creen que el pensamiento, la literatura o el arte comenzarán con ellos. Cualquier día descubrirán el Mediterráneo o las leyes de la termodinámica. 

Hay un culto a la ignorancia, a la mediocridad, a la pereza. Y todo lo que signifique leer, escribir o estudiar suena a fascismo rancio. Han cambiado el mérito por la subvención y la beca por no hacer nada ni saber nada ni valer para nada. El modelo es el «nini» del aprobado general y la paguita básica universal, el okupa y el sinvergüenza maleducado sin oficio ni beneficio; el vago y el maleante. Y así nos va.

La llamada «crisis de valores» es en realidad una crisis de fe y de educación. 

Los textos que ahora empiezo a publicar y a glosar les sonarán a los alumnos que han pasado por mis clases en los últimos treinta años. A ellos se los dedico, con todo el amor que ellos saben que les tuve y que les sigo teniendo, poque mis niños son como hijos que Dios ha puesto en el camino de mi vida para que los ame y los eduque. Y Dios sabe que, a pesar de todos mis pecado y mis limitaciones, lo he intentado hacer de todo corazón. Yo he tratado de llevarlos a Cristo, que es el verdadero y único Maestro, para que se salven y sean felices en este mundo y en la vida eterna. A eso me llamó el Señor y así he tratado de vivir y de enseñar hasta el día de hoy y mientras Dios quiera.


Cantar de Mio Cid: el honor y la honra

De grado le albergarían,    mas ninguno se arriesgaba:
que el rey don Alfonso al Cid    le tenía grande saña.
Antes de la noche, a Burgos   llegó aquella real carta
con severas prevenciones    y fuertemente sellada:
que a mío Cid Ruy Díaz     nadie le diese posada,
y si alguno se la diese    supiera qué le esperaba:
que perdería sus bienes   y los ojos de la cara,
y que además perdería    salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tenían todos    aquellas gentes cristianas;
se escondían de mio Cid,   no osaban decirle nada.
El Campeador, entonces,   se dirigió a su posada;
así que llegó a la puerta,   encontrósela cerrada;
por temor al rey Alfonso   acordaron el cerrarla,
tal que si no la rompiesen,   no se abriría por nada.
Los que van con mío Cid     con grandes voces llamaban,
mas los que dentro vivían     no respondían palabra.
Aguijó, entonces, mío Cid,   hasta la puerta llegaba;
sacó el pie de la estribera    y en la puerta golpeaba,
mas no se abría la puerta     que estaba muy bien cerrada.
Una niña de nueve años    frente a mio Cid se para:
«Cid Campeador, que en buena   hora ceñisteis la espada,
sabed que el rey lo ha vedado,   anoche llegó su carta
con severas prevenciones    y fuertemente sellada.
No nos atrevemos a     daros asilo por nada,
porque si no perderíamos     nuestras haciendas y casas,
y hasta podía costamos     los ojos de nuestras caras.
¡Oh buen Cid!, en nuestro mal     no habíais de ganar nada;
que el Creador os proteja,    Cid, con sus virtudes santas.»
Esto la niña le dijo     y se volvió hacia su casa.
Ya vio el Cid que de su rey    no podía esperar gracia.
Partió de la puerta, entonces,   por la ciudad aguijaba,
llega hasta Santa María,   y a su puerta descabalga;
las rodillas hincó en tierra    y de corazón rezaba.
Cuando acaba su oración,    de nuevo mío Cid cabalga.

Empieza el Cantar de Mio Cid con el destierro del héroe, acusado, falsa e injustamente, de corrupción: de haber robado parte de los impuestos que había recaudado para el Rey. Se trata de un delito muy español que se perpetúa a lo largo de los siglos, cual castigo bíblico. Aquí no hay pan para tanto chorizo.

Leer más... »