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20.12.22

Profesión de Fe

En mi último artículo terminaba jurando que, como fiel católico y como director y profesor de escuelas católicas, no me apartaría nunca de la Santa Doctrina de la Iglesia ni caería jamás en los errores modernistas, naturalistas y liberales. 

Pues bien, en estas navidades y antes del fin de año, me parece conveniente pararme y poner negro sobre blanco la fe recibida de la Iglesia que hago mía. ¿En qué creo? ¿Cuál es mi fe? Mi fe no es mía: es la fe de mis antepasados, la fe de los santos y doctores de la Iglesia. 

Y al mismo tiempo, quiero rechazar con toda rotundidad los errores y las herejías que combatiré, con el auxilio de la gracia, mientras Dios me dé vida y fuerzas para ello. 


Esta es mi fe, esta es la fe de la Iglesia, en esto creo

Credo

Yo, Pedro, creo firmemente en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre.

Creo que la Virgen María era virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Que fue concebida sin pecado original y asunta al Cielo en cuerpo y alma. Afirmo con certeza que la Santísima Virgen María es la Madre de Dios.

Creo que el mismo Hijo de Dios fue concebido entre los hombres como hombre verdadero, pero sin pecado, y que en Él hay dos naturalezas, unidas a la única persona divina del Verbo Eterno, sin mezcla ni división.

Creo que el mismo Hijo de Dios fue hecho preso por los judíos y bajo el poder de Poncio Pilato, fue maltratado, injustamente atado, escupido, azotado, muerto y sepultado. Bajó a los infiernos para librar a los suyos allí cautivos. Bajó para nuestra redención y resucitó y ascendió a los cielos, y volverá de allí a juzgar a vivos y a muertos y su reino no tendrá fin. Y cuando venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Creo en los sacramentos que la Iglesia cree y venera, y creo expresamente que lo consagrado en el altar es el verdadero Cuerpo de Cristo: verdadera Carne y verdadera Sangre de nuestro Señor Jesucristo, a quien también nosotros recibimos para la remisión de nuestros pecados y en la esperanza de la eterna salvación.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén.

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