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5.12.22

«Extra Ecclesiam nulla salus»

Explica el cardenal Cantalamessa:

«Creemos que todos los que son salvos son salvos por los méritos de Cristo: «No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos». Sin embargo, una cosa es afirmar la necesidad universal de Cristo para la salvación y otra cosa es afirmar la necesidad universal de la fe en Cristo para la salvación».

Y viene el Señor y dice:

«Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer será condenado.

«El Padre ama al Hijo y ha puesto en su mano todas las cosas. El que cree en el Hijo tiene la vida eterna; el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que está sobre él la cólera de Dios». 

«Cristo es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras bien explícitas la necesidad de la fe y el bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que, sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia Católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella». (Vaticano II, Const. Dogm. Lumen Gentium n.14)

Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia.

Aunque Dios, por caminos conocidos solo por Él, puede llevar a la fe, sin la que es imposible agradarle, a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo, el derecho sagrado de evangelizar.

Por parte de Dios no quedará la salvación de ningún hombre, incluso entre los paganos e infieles. Pero es también indudable que fallará por parte de muchos de ellos, por la vida voluntariamente embrutecida y salvaje que llevan, sin ningún rastro de arrepentimiento o de conversión a Dios.

Los paganos no bautizados que ignoren inculpablemente el Evangelio de Cristo y su Iglesia pueden también conseguir la salvación eterna, si buscan a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia (porque la naturaleza caída del hombre no puede de ninguna manera salvarse por sí sola), en cumplir con obras su divina voluntad conocida mediante el juicio de la conciencia. 

«No podrían salvarse aqellos hombres que, conociendo que la Iglesia Católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negaran a entrar o a perseverar en ella».

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