La fuerza de una sonrisa
“La sonrisa es el idioma general de los hombres inteligentes. Sólo son tristes los tontos y los delincuentes”. Víctor Ruiz Iriarte
Me contaban este fin de semana el encuentro de una periodista de la Agencia de noticias Rome Reports TV, con motivo de la próxima visita de Benedicto XVI a Barcelona, con un grupo de niñas en un colegio de la ciudad.
Entre otras muchas cosas recalcó el estupor que produce a todo hombre de bien captar el buen hacer de Dios Trino al disponer y otorgar las mejores y más necesarias cualidades a los que realizan la ardua tarea de gobernar la Iglesia. Es decir, para “que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios” (1 Pedro 4, 10)
Concretamente, se refería a Juan Pablo II y Benedicto XVI. Dos grandes Pontífices, diferentes de temperamento y modo de ser, pero complementarios en su imprescindible misión de “hacer fecunda, hermosa y maravillosa a la Iglesia”.(Pablo VI,1974), y recordaba aquellas palabras del secretario personal del Papa Benedicto XVI, Georg Gaenswein, en una entrevista concedida a Peter Steweld, decia: “Alguien muy familiar con los vaivenes de Roma decía durante el viaje a Bavaria el año pasado, “Juan Pablo II abrió los corazones de la gente. Benedicto XVI los llena” Hay mucha verdad en eso. El Papa llega a los corazones de la gente, les habla, pero no les habla de si mismo, el habla de Jesucristo, de Dios y eso de una forma descriptiva, entendible y convincente. Eso es lo que la gente está buscando. Benedicto XVI les da alimento espiritual”.