19.09.08

La salvación de la tele

Ayer veía la tele, pésima costumbre que voy aparcando bastante. El panorama era desolador, ¿Cómo siempre? Incluso un poquito más.
Juan Adriansens (pintor fracasado convertido en debatista) gritaba con su característico tono amariconado las excelencias de la masturbación (creo que nunca ha hablado de otra cosa). Y una pobre desdichada prostituta, cuyos rasgos parecían denotar algún retraso mental, del que tristemente ella no tiene la culpa, gritaba más desaforada todavía que Adriansens, batiendo su boca desdentada mientras afirmaba a gritos que ella con su cuerpo, hace lo que quiere.

No me sugirió esta escena (para echarse a llorar) ningún interrogante sobre el debate que se trataba, el de la prostitución. Tan solo se me figuró como ejemplo gráfico de la tristeza y bajeza humana de la humillante inmoralidad que supone el alquiler de personas por sus órganos sexuales.
Sin embargo sobre lo que vine a reflexionar, fue en busca de una vía de escape a la degradación televisiva, que en progresión está llegando a lo más alto dentro de nuestros cubículos (cada vez más aplanados).

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17.09.08

Líbano, tierra fiel a Cristo

En el siglo IV d.c: Cuando en occidente, en España o Italia los cristianos eran todavía arrasados por Diocleciano, nacía en las tierras del Líbano un hombre llamado Marón, que sería Santo, con un temple y un espíritu suficiente como para crear una comunidad de seguidores de Cristo ejemplares que se batieron entre la fuerte presión árabe, y la del imperio bizantino que pretendía uniformizar su imperio en contra de los maronitas.

Fue en el siglo XII cuando a través de las cruzadas, tuvieron contacto con la iglesia de Roma, y cuando providencialmente descubrieron que su doctrina revelada era practicamente la misma, pese a siglos de distanciamiento geográfico y a la falta de contacto cultural que ello conllevó.

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16.09.08

Gaudeamus, la alegría como actitud cristiana

He querido titular al blog “Gaudeamus”. Por una parte porque es un himno universitario, y al fin y al cabo mi entorno es ese, la universidad. Pero otra parte, y ésta es la que quiero reseñar como importante, por ser la traducción latina de “alegrémonos”.

Las actitudes cristianas del optimismo, de la felicidad, de la alegría, tienden a ser olvidadas como tales, especialmente cuando nos abruman los males y las dificultades. Pero el optimismo es la primera premisa para el buen hacer de nuestros proyectos, y la alegría, la primera para una agradable y próspera convivencia con nuestro entorno.
Evidentemente es imprescindible que estas actitudes se fundamenten sobre la realidad, es decir, no es feliz el que se evade del mundo y vive en su burbuja de ilusiones falsas.

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