Nada sin Dios

Desde el momento en el que la nefasta Revolución Francesa desnudó a una joven bailarina, profanó la catedral de Notre Dame de París y la erigió como imagen de culto a la “Diosa Razón”, el mundo moderno levanta su civilización sobre los cimientos más endebles y perversos que uno pueda imaginar.

Los primeros liberales, lejos de profundizar en el valor de la Razón, amputaron a ésta el valor y las cualidades de las que habló Santo Tomás, y negaron su capacidad de alcanzar lo trascendente, o de fundamentar en lo divino aquellas verdades que solo en Dios pueden encontrar su origen.

De modo que la última instancia sobre lo bueno y lo malo, el bien y el mal, o los derechos de las personas, no tiene un último origen divino y por ello inmutable, sino que viene determinada por el intento de raciocinio una piara de masones reunidos en Asamblea, o quizás por un Tribunal de aquí o allá, que erige sus decisiones sin reconocerse sometidos a una instancia superior.

Y eso es lo peligroso, creerse en la cima de la pirámide, no tener la sencillez y la humildad de reconocernos por debajo de la ley de Dios, creer que los hombres, reunidos en hemiciclos están un escalón por encima de Dios. Y que si acaso se respeta la ley Natural, es porque ellos la consideran tal, y nunca por su deber con el origen divino del poder y la Verdad.

La “divina laicidad” nos obliga a profesar una fe en la positivización humana de nuestros derechos. Y tan perversa es la inducción a una fe ciega por el “consenso” y por la divinización de las tipificaciones legales con presunción de racionales, como humilde es saberse por debajo de Dios y reconocer la ley que de Él emana.

Javier Tebas
[email protected]

9 comentarios

  
Dnip
Estimado Javier:

Con tu permiso me gustaría comentar un par de aspectos de tu artículo.

En primer lugar, indicar que una supeditación de "lo bueno y lo malo, el bien y el mal, o los derechos de las personas" a Dios tiene, para mí, un problema práctico importante. El concepto mismo de Dios, su autoridad y las leyes naturales que puedan provenir de él es un concepto que está muy lejos de ser único (por decirlo suavemente).

Esto, en mi opinión, es un hecho. Podríamos argüir que los demás están pues equivocados, pero eso, no quita un ápice de verdad al hecho de que el concepto de "verdad", "bien" y "mal" referido a una divinidad es visto con diferencias esenciales por diferentes personas. Y no sólo visto, sino defendido y argumentado desde diferentes ópticas.

Dado que no parece existir ningún argumento (vivencia, testimonio...) unánimemente aceptado para decidir que grupo está en posesión del auténtico mensaje de "Dios" o si este mismo existe, resulta que, en la práctica, la ley fundamentada en lo divino es tan relativa como las creencias de los diferentes (grupos de) individuos.

Ante ese panorama y, dado que la conversión no parece funcionar en multitud de casos, parece que se debe optar entre una imposición legal más o menos consensuada. Y, normalmente, "separada" de la autoridad divina, pues al ser este un código objetivo, no parece tener sentido fundamentar el marco en él si lo contradices en alguna de las partes.

Dado que el mensaje está quedando demasiado largo, lo dejó aquí.

Un saludo atento
13/11/09 1:10 PM
  
Eduardo Jariod
Completamente de acuerdo, Javier.
13/11/09 4:33 PM
  
terol
Siempre habrá diferentes percepciones y matices sobre lo que puede ser la Ley de Dios, pero no por ello deja de ser necesario reconocer al hombre por debajo de este origen divino que buscamos y no creernos dioses.
13/11/09 8:25 PM
  
nachet
Estimado Dnip:

La imposición legal más o menos consensuada, nunca está desligada de una u otra moral. El que no defiende la ley natural, está en contra de ella. Toda la filosofía hasta la Ilustración defiende el principio del Bien frente al mal, como un beneficio social. El concepto de la Virtud está ya expuesto en los filósofos clásicos griegos, y heredado y reforzado por los estoicos, que lo introdujeron en el ordenamiento social romano. No existe "la moral de consenso", esta siempre se tiene que apoyar en un sujeto superior al cual se subordina.

Cuando no es la fe en un ser sobrenatural, creador del mundo y del hombre, que da sentido a su existencia y premia y castiga, entonces la "legislación de consenso" acaba siendo simplemente un juguete de los poderosos, los únicos que tienen capacidad de influir en el legislador. La sociedad se pliega a la moral que estos quieran imponer, y su moral es tan antigua como el mundo: beneficiarse ellos a costa de someter a los demás.

Un saludo.



Javier: supongo que ya lo sabías, pero tanto el lema que expones, como la pancarta de la foto que acompaña a tu post pertenecen a la Comunión Tradicionalista Carlista.
13/11/09 10:17 PM
  
Dnip
Estimado Natchet:

En primer lugar discúlpame por no haber contestado más rápidamente pero no me ha sido posible sacar tiempo para ello en los últimos días. Así que me temo que no sé si mi respuesta llegará a tiempo de ser leida.

En segundo lugar quisiera agradecer tu comentario (y el de terol, por supuesto) y tu tiempo.

Me gustaría, ahora comentar algunos puntos de tu respuesta y dejar algunas preguntas que no veo claras de tu mensaje.

Estoy de acuerdo contigo en que no se puede desligar el marco legal de las concepciones morales (si he podido sugerir esto en mi mensaje me temo que es debido a mi falta de capacidad de expresión).

Por el contrario tu frase "El que no defiende la ley natural, está en contra de ella" no me parece aceptable tal como está expresada. ¿Te estás refiriendo a que si alguién no defiende todos y cada uno de los principios de la ley natural está en contra de ella?.

Lo que quería señalar en mi mensaje es que el concepto de "Virtud" y "Bien" no es algo uniforme a lo largo del mundo y el término de consenso lo uso en el sentido de un marco aceptable por más o menos personas que se separa del marco que ellos preferirían a priori.

Por otro lado, no consigo observar en la historia muchas diferencias cualitativas prácticas, entre una legislación basada en la fé y una "legislación de consenso", respecto del poder e influencia que tienen las clases poderosas.

En mi opinión, mi concepción moral puede ser completamente errónea, sin embargo, si yo considero que mi concepto de "Bien" tiene un definición objetiva de origen divina, puede ser irrelevante si la aplicación de esta produce efectos que los demás puedan considerar injusticias, opresión o infelicidad. Dado que mi ser superior define la "justicia" y el "Bien" si los demás no lo ven es que simplemente estarían equivocados.

Ahora bien, dado que estos códigos objetivos no son únicos y se contradicen ¿qué hacemos?. Quiero volver a señalar que, pese a que supuestamente haya una serie de principios inscritos en el ser humano, esto no parece ser aceptado por mucha gente.

Un saludo
18/11/09 10:55 AM
  
nachet
Estimado Dnip:

Gracias por tu contestación. Voy a comentar aquello que considere matizable, dejando sin citar en lo que esté de acuerdo.

""El que no defiende la ley natural, está en contra de ella" no me parece aceptable tal como está expresada. ¿Te estás refiriendo a que si alguién no defiende todos y cada uno de los principios de la ley natural está en contra de ella?"

Debe de estar mal expresada, porque la defensa a la que aludo es a la EXISTENCIA de una ley natural. El que no defiende su existencia, la niega.

El término clásico de Virtud (conducta privada y pública que tiende al bien) evidentemente se basa en un sistema de valores aceptado por una sociedad. Sin embargo, clásicamente ese término no hacía alusión a las "más o menos personas" que lo aceptan o no. Los términos de elección de valores son un concepto moderno, posrevolucionario. Las sociedades tradicionales poseían una serie de valores y sus autoridades reforzaban esos valores, creando una retroalimentación (modernamente se le llama feed-back), por el cual los elementos que no aceptaban esos valores con frecuencia debían emigrar a otra sociedad donde se pudieran sentir más a gusto. Con todo, eran casos excepcionales. La elección de valores al gusto de cada uno es algo muy reciente, y genera sociedades ménos cohesionadas y con mayor conflictividad interna (la nuestra es un buen ejemplo). Para un liberal, esto es aceptable, porque a cambio se obtiene mayor libertad de elección individual.

"no consigo observar en la historia muchas diferencias cualitativas prácticas, entre una legislación basada en la fé y una "legislación de consenso", respecto del poder e influencia que tienen las clases poderosas"

En primer lugar, las legislaciones no están basadas "en la fe", que es un acto puramente personal. Están basadas en una moralidad. Esta a su vez puede tener un fundamento religioso (que, al contrario que la fe, tiene una vertiente tanto pública ocmo privada), y otra cosa diferente (y que frecuentemente coincidía) es que a su vez la legislación proteja a una religión en concreto, como religión propia de la sociedad, o más modernamente descrita como religión de estado. La república romana es un buen ejemplo: la legislación estaba basada en el mos maiorum, o tradición de los antepasados. Esta tradición podría haber sido agnóstica (algo impensable en aquella época), pero estaba basada en la moral de la religión politeísta romano-olímpica. Y en tercer lugar, la religión olímpica (y posteriormente el culto imperial) era religión de estado, o protegida. El resto de cultos sufrió diversos grados de tolerancia o persecución, según el momento político o social.

Ello nos hace contemplar varios aspectos
1) Una legislación basada en una moral religiosa será virtuosa o no en función de los principios morales de esa religión (ejemplo clásico: entre los aztecas era virtuoso capturar enemigos y sacrificar sus corazones a los dioses, y así lo premiaba su ley)
2) Un estado puede legislar a favor de una religión concreta (lógicamente aquella en la que se basa su moralidad), protegiéndola. Eso puede provocar diversos grados de discriminación a otras religiones o al ateísmo. Evidentemente, los poderosos tratarán de adherirse a esa moral y a esa religión para obtener los beneficios que de ello se puedan derivar, pero ellos no establecerán los principios morales, que vendrán dados previamente (por la tradición o por una revelación).
3) Desde hace doscientos años se produce el caso de legisladores que no tienen en cuenta la moral religiosa de la población. En esos casos, se apela a otra moral para sujetar la legislación. En los primeros experimentos liberales se trató de la declaración de los derechos del hombre, del individualismo o de la libertad de conciencia. El proyecto socialista propugnó una moral basada en el materialismo científico, la propiedad pública y el servicio del individuo a la colectividad. Actualmente vivimos una legislación basada en la moralidad progresista, que contempla los derechos individuales por encima de todo, y propugna un materialismo suave, junto al nihilismo y el relativismo moral (nótese que el relativismo moral es una moral en sí misma).

LO que seguro que no existe ahora ni ha existido nunca es una "moral de consenso". Los legisladores no reúnen a la población para preguntarles en que moral quieren que se basen las leyes, del mismo modo que el presidente de una comunidad preguntaría a los vecinos de qué color quieren que se pinte la fachada. Los legisladores hacen leyes en función de su propia moralidad. Dado que la legislación está en manos de los partidos políticos, y la moral progresista, en diversos grados, es aceptada por la mayoría de ellos (y todos los grandes), es evidente que la legislación va a seguir esa moral, independientemente del consenso social que haya. Sin olvidar la capacidad de modificar la moral de la sociedad desde los legisladores.

Hasta la fecha, no existen sociedades organizadas donde la legislación no responda a una moralidad concreta. Hay dos alternativas a esto: que la legislación mezcle varias moralidades, lol que generaría códigos de leyes contradictorios entre sí e inviables, o que no contemplen moralidad alguna, con lo cual malamente se les podría llamar leyes, y básicamente hablaríamos de una anarquía real (no en el sentido político del anarcosindicalismo, que también defiende una moral concreta), que evidentemente conduce a la disolución social.

Para terminar si los "códigos objetivos no son únicos y se contradicen" evidentemente se trata de buscar aquel que de la mejor forma nos lleve a la Virtud pública. ¿Cuál es? Encuentro claro que el anhelo liberal de contemplar el mundo como una tabla rasa sobre la que construir una sociedad "ex novo", de "inventarse a sí mismos" es una simple falacia. Nuestra sociedad, nuestros valores, nuestro concepto del bien, nuestra forma de ver el mundo, tienen unas raíces muy definidas: la filosofía griega, el derecho romano y la moral cristiana. Todo lo que vemos y somos de ahí proviene (incluyendo la Ilustración, el liberalismo y el ateísmo científico). En otras partes del mundo serán deudores de otros orígenes. Yo, personalmente, he decidido ser fiel a mis raíces.

Un saludo.
20/11/09 10:56 PM
  
rastri
¿Nada Sin Dios?

En tanto y cuanto Dios es el que fue, es y será siempre infinito presente en su dimensión cúbico-esférica de infinita Luz e infinita Vida: ¿Cabe la nada?

¿Qué es la nada?
¿Es la nada allí dónde cuándo y cómo un infinito Dios deja de existir? ¿ es ese agujero negro sin luz y sin vida?: ¿es esto posible?

Un infinito Dios cúbico-esférico de infinita Luz iluminado e iluminador; y de infinita Vida poblado y poblador: ¿puede dejar de existir en su misión de iluminar y vivificar?

Luego la NADA es la absurda mención de lo que no existe. Y si no existe: ¿porqué mentarlo?
26/11/09 7:28 PM
  
jastolfi
Arriba España, Franco Presente!!
24/10/12 4:58 PM
  
sergio
muy bueno el artículo de Javier tebas y es más estos liberales acabarán por destruirnos físicamente a través del hambre si no le ponemos freno .
06/02/16 7:17 PM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.