19.02.10

Fabricando una nueva Iglesia

Nuestro Padre Dios nos ha dado, con el Orden sacerdotal, la posibilidad de que algunos fieles, en virtud de una nueva e inefable infusión del Espíritu Santo, reciban un carácter indeleble en el alma, que los configura con Cristo Sacerdote, para actuar en nombre de Jesucristo, Cabeza de su Cuerpo Místico. Con este sacerdocio ministerial, que difiere del sacerdocio común de todos los fieles esencialmente y no con diferencia de grado, los ministros sagrados pueden consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, ofrecer a Dios el Santo Sacrificio, perdonar los pecados en la confesión sacramental, y ejercitar el ministerio de adoctrinar a las gentes, in iis quæ sunt ad Deum, en todo y sólo lo que se refiere a Dios.

Por eso el sacerdote debe ser exclusivamente un hombre de Dios, rechazando el pensamiento de querer brillar en los campos en los que los demás cristianos no necesitan de él. El sacerdote no es un psicólogo, ni un sociólogo, ni un antropólogo: es otro Cristo, Cristo mismo, para atender a las almas de sus hermanos. Sería triste que el sacerdote, basándose en una ciencia humana —que, si se dedica a su tarea sacerdotal, cultivará sólo a nivel de aficionado y aprendiz—, se creyera facultado sin más para pontificar en teología dogmática o moral. Lo único que haría es demostrar su doble ignorancia —en la ciencia humana y en la ciencia teológica—, aunque un aire superficial de sabio consiguiese engañar a algunos lectores u oyentes indefensos.

Es un hecho público que algunos eclesiásticos parecen hoy dispuestos a fabricar una nueva Iglesia, traicionando a Cristo, cambiando los fines espirituales —la salvación de las almas, una por una— por fines temporales. Si no resisten a esa tentación, dejarán de cumplir su sagrado ministerio, perderán la confianza y el respeto del pueblo y producirán una tremenda destrucción dentro de la Iglesia, entrometiéndose además, indebidamente, en la libertad política de los cristianos y de los demás hombres, con la consiguiente confusión —se hacen ellos mismos peligrosos— en la convivencia civil. El Orden Sagrado es el sacramento del servicio sobrenatural a los hermanos en la fe; algunos parecen querer convertirlo en el instrumento terreno de un nuevo despotismo.
Es Cristo que pasa, 79. San Josemaría Escrivá de Balaguer.

17.02.10

16.02.10

12.02.10

Sacrilegio abominable en Costa Rica

Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Oremos:

Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de Tú pasión;

Te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de Tu redención.

Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amen.

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar! ¡Sea por siempre bendito y alabado!

p.s. Lamentables declaraciones del Obispo:

MONSEÑOR HUGO BARRANTES UREÑA

ARZOBISPO METROPOLITANO DE SAN JOSÉ

MANIFIESTA A LA OPINIÓN PÚBLICA LO SIGUIENTE

Ante las dudas y el malestar de feligreses católicos, en todo el país, de cara a ciertos hechos ocurridos en la Eucaristía presidida por este servidor y con la presencia de algunos candidatos presidenciales el pasado domingo 07 de febrero de 2010, aclaramos lo siguiente:

1. Ante el trato no respetuoso e indebido que se diera a la Sagrada Eucaristía , recordamos que “el sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas, las cosas y los lugares consagrados a Dios”. (Catecismo de la Iglesia Católica N. 2120).

2. Advertidos sobre la irregularidad, los sacerdotes presentes solicitaron al señor Guevara la devolución del trozo de la hostia en su poder; y éste accedió a entregarla. La hostia consagrada fue consumida inmediatamente por un sacerdote concelebrante.

3. El canon número 1367 del Derecho Canónico establece que quien arroja por tierra las Especies consagradas o las lleva o retiene con una finalidad sacrílega, comete el delito de sacrilegio, situación que no se dio, de modo que descartamos el sacrilegio en este caso.

4. En conclusión, se dio un trato no respetuoso e indebido, pero no hubo sacrilegio.

Dado en San José, 8 de febrero, 2010.

Encima nos toma por tontos.

¡Señor ven pronto!

Todo vale: Misa Criolla

Canto gregoriano y canto polifónico

La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.

Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica a tenor del artículo 30.

Sacrosanctum Concilium, 116

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