Un pequeño paraíso en la tierra
Esta frase, que me sirve para titular el artículo de hoy, es la que cierra el artículo de D. Alex Rosal sobre las monjas de Lerma, en las que no habiendo recibido revelación divina al respecto, nos atrevemos a hacernos preguntas sobre el hecho en cuestión. Yo soy uno de esos agoreros de turno, un profeta de desventura de los que ven problemas por todas partes
Sin embargo hay una cosa de la que estoy seguro: que ni soy profeta ni hijo de profeta, sino boyero y cultivador de sicomoros. Por eso no me dejo asombrar por la fuerza del número – aunque sean ciento ochenta y una las vocaciones -. La orden de las clarisas ha sido probada por la Iglesia y por el tiempo. Sus santos están ahí. Los entusiasmos, pues, hay que dejarlos aparte.