Los bárbaros y Benedicto

Siempre es peligroso hacer paralelismos históricos demasiado estrechos entre un período y otro; entre los más engañosos de tales paralelismos están los que se han hecho entre nuestra propia época en Europa y Norteamérica y el Imperio romano en decadencia hacia la Edad Oscura. No obstante, hay ciertos paralelos. Se dio un giro crucial en la antigüedad cuado hombres y mujeres de buena voluntad abandonaron la tarea de defender el imperium y dejaron de identificar la continuidad de la comunidad civil y moral con el mantenimiento de ese imperium. En su lugar se pusieron a buscar, a menudo sin darse cuenta completamente de lo que estaban haciendo, la construcción de nuevas formas de comunidad dentro de las cuales pudiera continuar la vida moral de tal modo que moralidad y civilidad sobrevivieran a las épocas de barbarie y oscuridad que se avecinaban. Si mi visión del estado actual de la moral es correcta, debemos concluir también que hemos alcanzado ese punto crítico. Lo que importa ahora es la construcción de formas locales de comunidad, dentro de las cuales la civilidad, la vida moral y la vida intelectual puedan sostenerse a través de las nuevas edades oscuras que caen ya sobre nosotros. Y si la tradición de las virtudes fue capaz de sobrevivir a los horrores de las edades oscuras pasadas, no estamos enteramente faltos de esperanza. Sin embargo, en nuestra época los bárbaros no esperan al otro lado de las fronteras, sino que llevan gobernándonos hace algún tiempo. Y nuestra falta de conciencia de ello constituye parte de nuestra difícil situación. No estamos esperando a Godot, sino a otro, sin duda muy diferente, a San Benito.

De esta manera termina el profesor Alasdair MacIntyre su libro Tras la virtud, escrito en el año 1.984. Veinticinco años después, podemos decir que Anibal no sólo estaba a las puertas de la ciudad, sino que vive entre nosotros.

El agotamiento moral que muestra nuestra sociedad, con un rechazo explícito de la vida y una amalgama de contradicciones, donde al hombre se le arroja sobre sí mismo, es patente. La vida feliz, bella, como realización de la Ética es imposible. La Ética, como ciencia que se ocupa de la vida feliz, se ha devaluado de manera que las posibilidades para el bien se cierran como callejones sin salida. La Política ya no informa sobre qué instituciones son necesarias para realizar y salvaguardar esta forma de vida, es más, los políticos no sólo no cumplen con su cometido, sino que no hacen otra cosa que interferir en la vida moral del ciudadano, bien sea creando una moral de Estado, como EpC, bien creando conflictos entre los ciudadanos, como sustraer el derecho de los padres a elegir el colegio de sus hijos promoviendo la delación y la pelea entre ellos. Por un lado, interfiere en la vida, por otro en vez de establecer métodos de resolución de conflictos, los crea.

Nuestra sociedad neopagana está agotada.

Es necesario volver a uncir virtud con felicidad: en definitiva que el bien esté recompensado socialmente. Hay que recuperar moralmente la sociedad. Ello sólo será posible volviendo a los fundamentos cristianos.

Si los bárbaros se han instalado en nuestras ciudades, también San Benito se encuentra entre nosotros: Se llama Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, y está construyendo un nuevo Montecassino.

2 comentarios

  
Nines
Efectivamente, quienes nos gobiernan son unos indocumentados, no saben nada de nada, desprecian cuanto ignoran y su desconocimiento es cósmico. Pero lo peor de todo es que no se dan cuenta de que el Papa es quien puede sacarnos de esta crisis. Es un lujazo de Papa
21/04/09 10:27 AM
  
Foix
Ya es hora de rescatar y comunicar este pensamiento central de la filosofía de MacIntyre. No hay nada que hacer ya en la barbacana del castillo porque los bárbaros han entrado ya en la ciudad y se han apoderado de todo. Sólo nos queda a nosotros construir arcas [os monasterios benedictinos de la alta edad media fueron eso exactamente], arcas con las que poder sobrevivir al diluvio que está llegando y que no dejará nada en pie.

Esas arcas, ahora, son comunidades cristianas que, fieles al magisterio y a la Tradición Apostólica, sean conscientes de lo que está pasando y se dispongan a resistir al diluvio exterminador; por cientos de años quizá.
21/04/09 11:33 AM

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