Escribe el reverendo padre Leonardo Castellani en su Comentario al Apokalypsis de San Juan:

Visión Séptima

La Medición del Templo.

Todos los Santos Padres han visto en esta visión el estado de la Iglesia en el tiempo de la Gran Apostasía: reducida a un grupo de fieles que resisten a los prestigios y poderes del Anticristo (mártires de los últimos tiempos) mientras la Religión en general es pisoteada durante 42 meses o 3 años y medio. Pisotear no es eliminar: el Cristianismo será adulterado.

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Relata San Jerónimo, en su comentario al Evangelio de San Mateo, una tradición apostólica - según el santo -, que consistiría en no despedir a los fieles el día de Nochebuena antes de la medianoche, en espera de la segunda venida del Señor. Hace algo más de un año, la recogí en mi blog, pero no creo que repetirla ahora sea innecesario:

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Les aconsejo a mis queridos lectores que lean el artículo del vaticanista Sandro Magister en torno al libro del historiador católico Roberto de Mattei, en las que se pone negro sobre blanco las maquinaciones de Giuseppe Dossetti (1919-1996, en la foto), que fue perito del cardenal Giacomo Lercaro, arzobispo de Boloña.

Dice Magister:

Como perito conciliar, Dossetti usufructuó sus habilidades. El 10 de noviembre de 1962, otro célebre perito, el teólogo dominico Marie-Dominique Chenu, anotó en su diario esta frase de Dossetti: “La batalla eficaz se juega en el procedimiento. Es siempre por esta vía que he vencido".

Su apogeo fue en 1963, en la segunda sesión del Concilio, cuando durante algunos meses Dossetti actuó de hecho como secretario de los cuatro cardenales “moderadores", uno de los cuales era Lercaro, convirtiéndose en el sostén de todo la estructura.

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Hay que subrayar, finalmente, que nos ofrece, en nuestra Iglesia posterior al Vaticano II así como en su Iglesia anterior a Trento, el ejemplo perfecto del laico consciente de su lugar en la Iglesia de los derechos inseparables de las obligaciones que dicho lugar implica. En cierta ocasión le preguntaron al cardenal Gasquet cuál era la posición de los laicos en la Iglesia católica de su tiempo. Y respondió: «¿Los laicos? ¿Su posición? De ordinario deben permanecer de rodillas; pero pueden ponerse en pie para el Evangelio. Sin embargo, es necesario que conserven su mano junto al portamonedas».

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