José Antonio Marina: análisis de un texto
La Iglesia puede exponer sus opiniones, siempre que cumpla lo establecido por la ley. Lo que la democracia prohíbe es que una religión imponga sus dogmas mediante el poder político. La postura de los cristianos sobre el aborto ha sido siempre la misma. En tiempos del emperador Constantino, defendieron los derechos de los niños. Hasta entonces eran propiedad del padre, que podía hacer con ellos lo que quisiera. Las mismas razones que entonces llevaron a los cristianos a negar que el niño pueda ser considerado propiedad del padre, llevan ahora a negar que sea parte del cuerpo de la madre. La apelación a un posible “derecho a abortar” resulta ambigua. Hay dos tipos de derechos: los que proceden de una ley, y los que preceden a las leyes, es decir, los derechos fundamentales. ¿Qué tipo de derecho sería el derecho a abortar? Es un derecho que deriva de la ley, pero del que se habla como si fuera previo a ella. Despenalizar el aborto es la mejor solución, porque no reconoce un derecho preexistente, sino nuestra incapacidad para resolver un trágico problema. Y nos obliga por ello a intentar solucionarlo. | JOSÉ ANTONIO MARINA | Filósofo
Fuente: El Mundo.
El pasado domingo, José Antonio Marina dedicó la esquela en el Mundo a la publicación de la nota de la CEE respecto al aborto. En la misma concluye que la mejor solución respecto al tema del aborto sería la despenalización ya que «no reconoce un derecho preexistente, sino nuestra incapacidad para resolver un trágico problema. Y nos obliga por ello a intentar solucionarlo». La metáfora patética - ¿desde cuando un asesinato es «un trágico problema»? -, es un ejemplo más de la forma torticera con la que a través de la modificación semántica, se cambian las ideas: se pasa del homicidio, al trágico problema para desembocar finalmente en un simple problema.