InfoCatólica / Fides et Ratio / Archivos para: Julio 2008

6.07.08

4.07.08

Romanos 5, 12 - 21

La Biblia publicada por la editoria La Casa de la Biblia, hace la siguiente traducción de Rom 5,12-17 (por gentileza de Majao público):

Así pues, por un hombre entró el pecado en el mundo y con el pecado la muerte. Y como todos los hombres pecaron, a todos alcanzó la muerte. Cierto que ya antes de la ley había pecado en el mundo; ahora bien, el pecado no se imputa al no haber ley. Y sin embargo, la muerte reinó sobre todos desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a Adán, que es figura del que había de venir.

Pero no hay comparación entre el delito y el don. Porque si por el delito de uno todos murieron, mucho más la gracia de Dios, hecha don gratuito en otro hombre, Jesucristo, sobreabundó para todos. Y hay otra diferencia entre el pecado del uno y el don del otro, pues mientras el proceso a partir de un solo delito terminó en condenación, el don, a partir de muchos delitos, terminó en absolución. Y si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado universal, mucho más por obra de uno solo, Jesucristo, vivirán y reinarán los que acogen la sobreabundancia de la gracia y del don de la salvación. (Rm 5,12-17)

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2.07.08

Hace veinte años y seguimos igual


Un día como hoy, hace veinte años, el Papa Juan Pablo II publicaba la Carta Apostólica «Ecclesia Dei». En ella el Santo Padre señalaba, entre otras cosas, lo siguiente:

1. La Iglesia de Dios con gran afflicción ha tenido conocimiento de la ilegítima ordenación episcopal que el arzobispo Marcel Lefebvre confirió el pasado 30 de junio, de forma que han resultado inútiles todos los esfuerzos realizados desde hace años para asegurar la comunión da la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por el mismo reverendísmo monseñor Lefebvre, con la Iglesia.(..)

2. Esta tristeza la siente de modo especial el Sucesor de Pedro, el primero a quien corresponde tutelar la unidad de la Iglesia(2) (…)
Las particulares circunstancias, objetivas y subjetivas, en las que se ha realizado el acto del arzobispo Lefebvre, ofrecen a todos la ocasión para reflexionar profundamente y para renovar el deber de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

3. Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia - que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano - constituye un acto cismático (3). Al realizar ese acto, a pesar del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísmo mons. Lefebvre y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de excomunión prevista por la disciplina eclesiástica(4).

4. La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que - como enseña claramente el Concilio Vaticano II - arranca originariamente de los Apóstoles, “va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad"(5).

Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia(6).

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1.07.08

No Kidding!


Según escribe Moisés en el Génesis, cuando Dios creó al hombre y la mujer los bendijo, diciendo:

Creced y multiplicaos, y henchid la tierra (Gn 1,28).

El Rey David, escribe en el salmo 126:

Don de Yave son los hijos, es merced suya el fruto del vientre. Lo que las saetas en la mano del guerrero, eso son los hijos de la flor de los años.

¡Bienaventurados los que de ellos tienen llena su aljaba! No serán confundidos, cuando hayan de litigar en la puerta con su adversario.

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