Un sacerdote, salesiano y gaditano, sobre la forma extraordinaria de la Liturgia

Un regalo para la Iglesia

Santiago Gassín Ordónez

Soy un sacerdote salesiano, de 39 años, director y coordinador de Pastoral Juvenil en el Colegio Salesiano “Ntra. Sra. Del Rosario", en Rota (Cádiz). Sólo un par de veces he asistido a la Santa Misa según la Forma Extraordinaria del Rito Romano. Así es como se llama la que, gracias al Papa Benedicto XVI se puede volver a celebrar, si un grupo de fieles que así lo deseen lo soliciten al Ordinario, el cual no podría negarse.

Sí he asistido más veces de las que hubiera deseado a celebraciones que más que Misas dan la impresión de espectáculos donde el presbítero se convierte en protagonista central, opacando la centralidad del Señor. He asistido a Misas donde el sacerdote tiene prisa por acabar, añade o suprime textos a su antojo, omite ritos expresivos como el de lavarse las manos y falta sin escrúpulos a las normas que regulan el Culto Divino erigiéndose en dueño de la Liturgia de la que no es más que depositario.

He asistido a Misas celebradas con ornamentos indignos e incluso sin ellos; a Misas en que el mismo sacerdote prohíbe a los fieles arrodillarse, porque ello no sería indicativo de una fe adulta; a Misas en que el sacerdote ha obligado a los fieles a comulgar en la mano, en contra de la única forma practicada en la Iglesia desde hace 1500 años y deseada por todos los Papas como nos enseña visiblemente el actual. (La comunión en la mano es una práctica sólo tolerada excepcionalmente por la Iglesia; Pablo VI recordó una y otra vez la obligación de recibir la Comunión en la boca). He asistido a Misas que no expresan el Misterio que representan: la renovación incruenta del sacrificio del Calvario, porque subrayan sólo el aspecto asambleístico.

En los años de mi formación al sacerdocio deseé no celebrar de cualquier manera, sino ateniéndome al rico Misal de Pablo VI (que amo, porque lo he visto maltratar tanto), sin necesidad de adornarlo con una hueca y aburrida verborrea, y menos aún, con lamentables payasadas. Ahora, desde que el Santo Padre publicó el Motu Proprio Summorum Pontificum, mediante el cual se puede celebrar la Misa de siempre, también me he propuesto aprender a celebrarla para poner al servicio de los fieles que lo deseen esa riqueza de la liturgia católica, con la que se han santificado miles de hombres y mujeres hasta 1969.

Reverendo Padre Fray Pascual, respetándole mucho a usted porque es un hermano en el sacerdocio y porque pertenece a una Orden tan benemérita como la de Predicadores (una de cuyas glorias es el Papa San Pío V, que promulgó el Misal que a usted parece no agradarle), permítame decirle que entre el artículo de usted del 23 de octubre de 2009 en el Diario de Cádiz y la preciosa carta con que el Vicario de Cristo acompañó su Motu Proprio del 7 / 07/ 2007 (¿la ha leído usted?) me quedo con esta última.

Aunque no lo veamos en muchos que nos deberían dar ejemplo de ello, gracias a Dios, somos muchos los sacerdotes que, bajo los Pontificados de nuestros amadísimos Juan Pablo II y Benedicto XVI, hemos ido descubriendo el valor de la fidelidad al Magisterio de la Iglesia y a su Tradición. No creemos en una Iglesia que eleva a la categoría de verdad absoluta sólo un tipo de teología, de moral y de liturgia, en discontinuidad con la Tradición. Benedicto XVI, además de Papa, el teólogo hoy más preclaro de la Iglesia, enseña que la correcta interpretación del Concilio Vaticano II es la de la continuidad con la Tradición de la Iglesia y no la de la ruptura, como muchos han querido imponer desde púlpitos, Seminarios y Facultades de Teología. Enseñar otra cosa que lo que enseña el Papa es confundir y hasta escandalizar a los fieles. Y eso es algo, mi estimado P. Saturio, que no puedo creer que desee hacer un religioso fundado por el gran Domingo de Guzmán para debelar los errores doctrinales de los que no sienten con la Iglesia".

Fuente: Diario de Cádiz.
También: Secretum meum mihi.

7 comentarios

  
José María
Pues en Málaga se solicitó al Ordinario y fue denegada, aduciendo comentarios más que peregrinos.
06/11/09 7:51 PM
  
Hermenegildo
Sí, señor. Así habla un religioso. Impecable artículo; sólo un detallito: para celebrar la Misa tradicional no hace falta ya el permiso del Ordinario; basta que un párroco acceda.
06/11/09 10:43 PM
  
JMMXBXVI
Enhorabuena al autor de esta carta. Me alegro de que sea un sacerdote y religioso por demás, es una buena señal. La Tradición de la Iglesia, en todos los ámbitos, es lo que realmente está en juego aquí. Como dice Benedicto XVI: quien corta la raíz del árbol del que vive la Tradición...
07/11/09 8:50 AM
Enhorabuena por el artículo. Valorar el tesoro de la tradición y dar sentido trascendente a la liturgia deberían de llevar a unirnos y no a enfrentarnos en peleas sin sentido.

Saludos :)
07/11/09 12:56 PM
  
vic
Que alegría me ha dado leer este artículo de un sacerdote, religioso y jóven. Ojalá no sea una excepción y si un, como dicen ahora, brote verde entre los religiosos.
07/11/09 1:02 PM
  
P Nicolás Vera
Lo que tiene que haber pasado este pobre en medio de todas las parafernalias que suelen montar algunos hijos de D Bosco... Espero que el ejemplo cunda. Da mihi animas caetera tolle.
07/11/09 4:48 PM
  
Alonso Contreras
Tome nota Fray Pascual: Esto se llama corrección fraterna. Al leer a este Salesiano de Rota veo que no todo está perdido y que nos quedan buenos sacerdotes, obedientes al Papa y fieles al Magisterio y a la Tradición de la Iglesia.
09/11/09 4:56 PM

Los comentarios están cerrados para esta publicación.