¿En qué te afecta que los gay se casen?
Responder a esta pregunta no es fácil, porque a primera vista parece que efectivamente no hay una gran diferencia. “Aún si admitiéramos los padres de diferente sexo son importantes en la formación de los hijos” se dice “¿De qué forma esa función se vería afectada por que dos homosexuales se casen?”
Lamentablemente la solución a este enigma nos envía de cabeza al núcleo de las concepciones divergentes del matrimonio que existen en nuestra sociedad, así que puede ser difícil de explicar sin dar un rodeo. Por eso, conviene admitir directamente que nada colapsará el primer día que una par de hombres salgan del Registro Civil mostrando un “certificado de matrimonio", en medio de los aplausos de los gay, alguno que otro diputado progre y el revuelo de la prensa. Luego de tanto debate, será la noticia del día y de algún resumen de fin de año, y nadie se acodará más del tema, salvo tal vez los blogs católicos.


Cuando se trata de instituciones importantes para la sociedad como el matrimonio, es importante tener los conceptos claros. Por eso debemos agradecer que hoy -a la salida de una entrevista con el Ministro del Interior-, la diputada del Partido Por la Democracia (adlátere del socialismo chileno) María Antonieta Saa nos haya entregado la definición más precisa y plena del nuevo matrimonio que se entronizará en nuestras leyes:
Durante su campaña presidencial Sebastián Piñera pidió el apoyo del lobby gay a su candidatura y como buen político, fue totalmente ambiguo en cuanto a qué les ofrecía a cambio. Dos años después, durante la Cuenta Pública a la Nación del pasado 21 de mayo, el Presidente no dijo nada respecto a una regulación de las parejas homosexuales, y su silencio ha gatillado el debate nacional acerca del tema: por un lado al gobierno, con la excusa de regular situaciones de concubinato, propone establecer un Acuerdo de Vida en Común aplicable a parejas hetero y homosexuales que no puedan casarse; y por su parte la izquierda exige que se legalice matrimonio homosexual.
Luego de encarnar al albino “monje del Opus Dei” (ni pregunten) en








