Nada puede contra el don de Dios

Recién leí el artículo de Bruno Moreno en el que pregunta “Qué vamos a hacer con el sínodo?”

Me ha servido de mucho, en primer lugar, para refrescar la memoria. Muchas malas acciones se vienen realizando hace mucho.

Cuando el volumen y extensión de malas acciones llega a límites impensados la fe podría tambalearse y hasta perderse, la desesperanza sacar de su sitio al amor.

Qué desgracia enorme para cualquiera!

Pero entonces, es cuando hay que mirar atrás, allá por el libro del Génesis y seguir mirando con atención cada pequeña o gran acción de Dios en la Historia, pasando por los Santos Padres y hasta el día de hoy. 

Ha existido algún espacio de tiempo o circunstancia que escapara al poder de Dios?

Así, como en la Historia, la gracia nos capacita para mirar las pequeñas y grandes acciones de Dios en la propia vida: no ha caido ni un solo cabello …

Nuestra perspectiva es limitada, por eso, caer en cuenta de tanta maldad como la descrita por Bruno que, por extensa y profunda podría destrozar lo más preciado, nos llena de miedo, quedamos ciegos, paralizados por el cortisol. La mente obnubilada, no razona, como consecuencia, el don de Dios deja de parecernos espectacular.   

Dicen los que saben que, para aniquilar al cortisol que por semanas y meses nos dejará con miedo, iracundos, frustrados, resentidos, amargados, conspiranoicos, etc. es necesario entrar en contacto con el agua, o sea, escuchar las gotas en una fuente, la lluvia y el sonido de las olas. O, sencillamente, nadar bajo el agua un buen rato. 

Qué remedio maravilloso que solo Dios pudo dar y la gracia, ayudar a descubrir.

El regalo del asombro ante el don de Dios es lo que llamo la “maravilla”; se vislumbra en el deseo de entrar en familiaridad con la Divina Providencia y surge de la gratitud ante su fabuloso gobierno.

De habituarse a tan dichosa presencia, tal como la flor de mejor aroma y más grata a Dios, florece la humildad que nos embellece con la pureza de su mirada; la que sirve para mirar de nuevo y maravillarse, otra vez.

Qué grandioso estado del alma que haya adquirido el gusto por mirar cómo “todo es visto y gobernado” por la Divina Providencia! 

Divina Providencia, Alegres en la Esperanza, como el título del pater Iraburu. 

Recomiendo a quien desee mantener la fe viva, viva la esperanza y el amor, lo que dice el padre, miren nada más:

“Dios quiere que seamos habitualmente conscientes de su presencia en nosotros. No ha venido a nosotros como «dulce Huésped del alma» para que vivamos habitualmente en la ignorancia o el olvido de su amorosa presencia. Por el contrario, nosotros hemos «recibido el Espíritu de Dios, para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido» (1Cor 2,12). Y el don mayor recibido en la vida de la gracia es la donación personal que la Trinidad divina ha hecho de sí misma a la persona humana, consagrándola así como un templo vivo suyo”. José María Iraburu, de su libro “Por Obra del Espíritu Santo

Entonces, a qué temer si la Gracia delicadamente conduce a los suyos (alguno de los que podría ser uno de esos malos que, como todos, necesita conversión)?.

Pidamos la gracia de habituarnos a la “maravilla” y, con mirada pura, descubramos lo que nos corresponde hacer dentro de las circunstancias.

No habrá nada que pueda contra el don de Dios.

 

 

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