Buscando rastros de Cristo en la literatura (I)

          «LLevando la cruz». Obra de Viktor Bychkov (1956-).
 
 
«Quien no cargue con su cruz y me siga, no es digno de mí».
Mateo, 10, 38. 
 
   
  
Cualquier hombre, sea cual sea su creencia, incluso un agnóstico o un ateo honestos, estará de acuerdo en la naturaleza extraordinaria y fuera de lo común de Jesucristo. Él protagoniza la mayor de las historias. Inconcebible, fuera del alcance de toda fantasía humana. Como diría Tolkien, la eucatástrofe jamás contada. Una historia de un asombro inagotable; infinita cual infinito es su protagonista. La humildad, el coraje y la compasión de Cristo son incomparables e inimitables, aun cuando Él siga siendo, al tiempo que divino, completamente humano.
 
Y esta historia es más inconcebible y extraordinaria aún, si pensamos que Cristo, siendo como es Dios (siempre lo ha sido), no necesitaba a Pilatos, ni a Judas, ni a Pedro, ni a Pablo, ni a ninguno de los demás, así como tampoco a ninguno de nosotros. No necesitaba la caída, que la crucifixión y la resurrección corrigen definitivamente. No necesitaba la muerte, salario del pecado causado por la caída. Dios no estaba obligado a nada en la creación, ni siquiera a llevar a cabo una creación. Corrige el pecado y la muerte humanos mediante una expiación que, como nos dice san Atanasio, revela algo completamente nuevo: que Dios es Uno en una Trinidad de personas, deseoso de redimir una ofensa frente a Él por un acto de si mismo a través de si mismo (Jesucristo), y todo ello por amor.

 
De esta forma, si incluimos un personaje que se asemeje a Jesucristo en cualquier relato, sin duda dispararemos el interés y la expectación de forma inusitada, pero, al mismo tiempo, certificaremos su fracaso, dinamitaremos la obra, porque lo que pretendemos introducir la excede de forma infinita. Es el fracaso anudado a todo intento de realizar un imposible. Porque de eso se trata cuando se intenta trasladar a un trozo de papel, finito y contingente, aquello que es infinito y eterno; cuando la criatura intenta realizar la inimaginable acción de recoger entre sus manos a su Creador. 
 
Tal extravagante experimento podría descansar en una sola pregunta: ¿qué imprevisible cadena de acontecimientos se desencadenaría sí un hombre que representara la bondad encarnada entrara en el escenario humano, apareciendo de la nada, perturbando así el flujo ordinario de la vida? Los cristianos sabemos la respuesta: Cristo. Sin embargo, los cristianos hablamos de Dios hecho Hombre, pero… ¿Qué ocurriría si se tratará de un mero hombre? ¿sería esto posible? ¿en qué grado? ¿a qué precio y con qué consecuencias? 
 
En las escuelas medievales el alumno aprendía, en su ascensión por la escala del conocimiento y como instrumento mnemotécnico básico, el siguiente verso:
 
Lettera gesta docet,
quid credas allegoria,
moralia quid agas,
quo tendas, anagogia.
 
Lo literal enseña historia,
lo alegórico, lo que debes creer,
lo moral, lo que debes hacer,
lo analógico, hacia dónde vas.
 
El verso es un resumen de la conocida como «exégesis cuádruple», la forma clásica de interpretar un texto y comprenderlo. Los cuatro sentidos mencionados no siempre están presentes o discernibles en todos los pasajes de las Escrituras ni en todo el arte figurativo o literario, pero resulta de mucha ayuda tenerlos con nosotros.
 
El asunto que hoy abordo (y que exigirá varias entradas más) tiene, en cierto modo, relación con este importante tema de la interpretación, más específicamente, con la segunda y la cuarta de las formas de entender un texto, la alegórica y la analógica. La primera que trata de representar algo real, pero intangible, a través de algo real y tangible, y la segunda que apunta a la existencia de tipos y anti tipos. Porque lo cierto es que a Quien voy a referirme en las próximas líneas ––Cristo–– es el único que responde a las cuestiones de «qué es lo que debemos creer» y «hacia dónde debemos ir», y el tema de esta y de las cuatro próximas entradas se referirá a la forma en que algunos hombres han tratado de plasmar en sus obras, atributos, reflejos o figuras, parciales y/o totales, de Él.  
 
A pesar de la complejidad e inmensidad de la tarea de trasladar al papel, a través de personajes, figuras cristológicas, los intentos no han faltado y el interés de algunos de ellos ha sido proporcional a su malogro, con una expectación que ha ido a la par de la desilusión cosechada, y un atractivo parejo a su desencanto. 
 
Por si fuera poco, en esa hercúlea labor, el hipotético poeta se enfrenta con otro obstáculo. Un manido cliché literario proclama que «con buenos sentimientos solo se hace mala literatura». La frase, propiedad de André Gide, se ha convertido en un lugar común. Incluso alguien tan poco sospechoso y tan distante de Gide como Dorothy L. Sayers, en un ensayo titulado La leyenda de Fausto y la idea del Diablo (1945), abona esta idea diciendo:
 

«Es notorio que una de las grandes dificultades de escribir un libro o una obra de teatro sobre el Diablo es evitar que ese personaje nos robe el protagonismo. Cualquier actor les dirá que el papel del Diablo en cualquier pieza es éxito seguro. Y es probable que esto sea así, no solo en el sentido de que el Diablo es una figura pintoresca llena de color y acción; eso es cierto de cualquier villano potente. Si no también en el sentido de que el Diablo es muy apto para capturar la simpatía del público».

 
A pesar de esa potencialidad dramática del mal y de la personalidad engañosamente seductora de Lucifer («el engañador del universo», Apocalípsis, 12, 9) ––cosas ambas que no niego––, me resisto a aceptar la idea de manera indiscriminada: hay también buena literatura sobre el bien con personajes magníficos y atrayentes, llenos de bondad. 
 
En todo caso, la cuestión no es fútil o banal porque trata de responder a una compleja pregunta: ¿Cómo entra la teología en la literatura y qué pasa cuando llega allí?
 
Les propongo nueve casos, cuatro de alta literatura (clásicos) y cinco de buena literatura que, si bien no responden a tal pregunta, son, al menos, ensayos brillantes que, no obstante su anunciado fracaso, al tratar con el Creador encierran por esa razón retazos de verdad, belleza y bondad. 
 
En una primera entrega examinaré, Beowulf (siglo VIII) y La Búsqueda del Santo Grial (1200/1220). En la segunda, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605/15) de Miguel de Cervantes y El idiota (1869) de Fiodor Dostoievski. En la tercera, Billy Bud, marinero (1891) de Herman Melville, El hombre vivo (1918) de G. K. Chesterton y Mr. Blue (1928) de Myles Connolly. Y en la cuarta y última, me ocuparé de El Señor de los Anillos (1954/55) de J. R. R. Tolkien y de Las Crónicas de Narnia (1950/56) de C. S. Lewis.
 
 
 

23 comentarios

  
Ecclesiam
"Al partir yo para Macedonia te rogué que permanecieras en Efeso para que mandaras a algunos que no enseñasen doctrinas extrañas, ni dedicasen su atención a fábulas y genealogías interminables, que son más a propósito para promover disputas que para realizar el plan de Dios, fundado en la fe."
I Timoteo 1, 3-4

"Rechaza, en cambio, las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad."
I Timoteo 4, 7

"Evita discusiones necias, genealogías, contiendas y disputas sobre la Ley, porque son inútiles y vanas."
Tito 3, 9
05/02/21 4:03 PM
  
Haddock.
Esto promete. Los autores que usted cita pueden dar muchísimo jugo, y creo que leyendo entre líneas, rasca rascando, se puede encontrar a Cristo escondido al fondo en miles de libros.

Siendo cosa diferente, a mí me encanta que un autor me presente a un personaje como canalla y asquerosillo y al final del libro me parezca simpático porque muestra en espejos cóncavos o convexos el amor al bien. Aquí es cuando el autor me torea ( John Silver, de Stevenson o el formidable capitán Wragge, de Wilkie Collins).

El Señor de los Anillos fue publicado en Inglaterra en 1955 y a los cinco años ya había una traducción oficial en la URSS; a Lewis le costó 35 años meter Narnia. Porque a Lewis se le notaba mucho.

Conviene muchas veces hacerse el tontito.



05/02/21 6:34 PM
  
Scintilla
No sé si va por ahí, querido Ecclesiam, pero creo que plantea un tema apasionante, que va más allá de lo tratado sobre la utilidad de la literatura para la evangelización. El o los autores de las pastorales inspiradas por san PAblo (o san PAblo mismo, vaya usted a saber, yo no lo descarto del todo), utilizan una palabra, muthos para lo que para nosotros es fábula del latín (de fateor, hablar, parlería se podría traducir) mucho más seria de lo que suponemos. Algo que he defendido públicamente, aunque no por escrito, es que esa alusión al muthos tiene un trasfondo platónico detrás que enlaza con el comienzo del artículo de don Miguel: el muthos platónico, al menos en los últimos diálogos platónicos (en los que se aprecia una clara evolución en el uso del término), sirve para presentar un proyecto de vida colectiva que no hay otra manera de presentar, de buena vida, que Cristo trae y supera, de ahí la oposición a las parlerías de viejas y a las genealogía, a las que tan aficionados eran ciertos judíos a los que volverá a reprender san Ignacio de Antioquía con su verbo de fuego. Es la realidad de Cristo y su Iglesia lo que supera todo mito posible. Ahora bien, una vez realizado, ¿por qué no un arte a su servicio? Y así volvemos a la otra discusión.
05/02/21 7:24 PM
  
Federico María
Respecto de los sentidos de la Sagrada Escritura, no es buena la traducción: "lo analógico, [enseña] hacia dónde vas".

Por empezar es lo "anagógico", término que encierra una rica etimología. Y este sentido anagógico enseña más bien hacia dónde hemos de ir, no hacia dónde vamos (a no ser que se circunscriba a los predestinados, que efectiva e infaliblemente llegarán a la gloria).

La "analogía" (o sentido "analógico") santo Tomás sostiene que pertenece al sentido literal: "Illa tria, historia, aetiologia, analogia, ad unum litteralem sensum pertinent" (S. Th., I, q. 1, a. 10, ad 2).
05/02/21 8:21 PM
  
Federico María
Además, como bien dice el Angélico, dichos sentidos espirituales (alegórico, moral y anagógico) son propios y exclusivos de la Sagrada Escritura:

"In nulla scientia, humana industria inventa, proprie loquendo, potest inveniri nisi litteralis sensus, sed solum in ista Scriptura, cuius Spiritus sanctus est auctor, homo vero instrumentum..." (Quodl. VII, q. 6, a. 3, c.).

De modo que todas las metáforas y simbolismos de las letras meramente humanas no pasan del sentido literal.

Por eso "en todo el arte figurativo o literario", en cuanto humano, directamente no pueden estar presentes.
05/02/21 8:50 PM
  
Scintilla
Federico María: coincidiendo con usted en que lo anagógico (que es lo que dice la cancioncilla de marras) no es lo analógico (aunque tiene que ver con él, como sabe), no veo que don Miguel haya traducido mal el texto, hacia dónde vas. Es literal. Y verbo poético. Que quiere decir lo que usted dice, "hacia dónde has de tender", pero que, por ser poema, lo dice como lo puede decir.
En cuanto a la relación entre analogía y anagogía, que es el cabo que ha dejado suelto, hay que recordar siempre a la fuente de santo Tomás, que es san Agustín, como expresamente dice en el artículo de la cita de la Suma que usted trae. Y en san Agustín (De Genesi ad litteram) explica que la analogía es "cum Veteris et Novi Testamentorum congruentia demonstratur". Este es, como sabe, uno de los sentidos que el medievo llamó alegórico: la tipología (sentido típico), o la figura de la que hablaba el clásico trabajo de Auerbach. El que funge en la historia de la salvación realizada en Cristo: cómo éste ha realizado lo que se esperaba. Pero la venida de Cristo, su muerte y resurrección, genera otra esperanza, y ahí entra en juego la anagogía: es la historia por venir, no realizada (aunque sepamos el final: es siempre escatológica). Y así tiene sentido lo que plantea, me parece, don Miguel.
En cuanto a su cita del séptimo quodlíbeto del Aquinate, yo leería todo el texto de la respuesta:
Dicendum, quod spiritualis sensus sacrae Scripturae accipitur ex hoc quod res cursum suum peragentes significant aliquid aliud, quod per spiritualem sensum accipitur. Sic autem ordinantur res in cursu suo, ut ex eis talis sensus possit accipi, quod eius solius est qui sua providentia res gubernat, qui solus Deus est. Sicut enim homo potest adhibere ad aliquid significandum aliquas voces vel aliquas similitudines fictas, ita Deus adhibet ad significationem aliquorum ipsum cursum rerum suae providentiae subiectarum. Significare autem aliquid per verba vel per similitudines fictas ad significandum tantum ordinatas, non facit nisi sensum litteralem, ut ex dictis patet. Unde in nulla scientia, humana industria inventa, proprie loquendo, potest inveniri nisi litteralis sensus; sed solum in ista Scriptura, cuius spiritus sanctus est auctor, homo vero instrumentum; secundum illud Psalm. XLIV, v. 2: 'lingua mea calamus scribae velociter scribentis'.
Lo que ahí creo que está diciendo santo Tomás es algo distinto de lo que usted le hace decir (y no es al único que he leído esa interpretación): Dios, como dueño de las cosas, puede, en su providencia, hacer que unas prefiguren otras. Dios es aquí escribano con los acontecimientos. De ahí lo que decía san PAblo en Gálatas, atina estin allegoroumena, como alegorizadas. Sólo Dios puede hacer eso, escribir con los hechos. Y eso es lo maravilloso. Mientras que el sentido del hombre, por mucho que alegorice, siempre alegoriza sobre el papel, y toda alegoría literaria es literaria, es letra, porque humanamente no puede más... salvo que lo acompañe el Espíritu.
06/02/21 9:56 AM
  
Gris Funcionario
Ecclesiam:

Pero también "examinadlo todo y quedaos con lo bueno", 1 Tes 5,21

No olvide que las citas que usted antepone son de las cartas pastorales. Timoteo y Tito reciben instrucciones de San Pablo de cómo ejercer sus ministerios. Se dirigen pues a un ámbito específico. Sería erróneo entender que estos consejos impidan a los cristianos el acceso a la literatura universal no cristiana. De hecho la Iglesia no lo ha enseñado así, e incluso ha sido la Iglesia la que ha rescatado la mayor parte de la literatura pagana que ha llegado hasta nosotros, tanto los clásicos latinos y griegos como las leyendas y poemas de los germanos.

Si usted no es pagano ni está en riesgo de serlo sería un escrúpulo pensar San Pablo le está prohibiendo el estudio de las "fábulas", sea cual sea el alcance de este término.
06/02/21 11:12 AM
  
Federico María
Pues mejor estaría:
"lo anagógico, adonde debes tender" (que, como sostiene la fe católica, no todos van allí...).

En cuanto al Angélico, precisamente porque "sólo Dios puede hacer eso, escribir con los hechos", por eso sólo en la SE se encuentran los sentidos espirituales: eso es lo que "le he hecho decir" a santo Tomás: lo que dice. Lo que expone antes en el cuerpo del artículo es precisamente el fundamento de que "in nulla scientia, humana industria inventa, proprie loquendo, potest inveniri nisi litteralis sensus, sed solum in ista Scriptura...".

El pasaje de san Agustín del De utilitate credendi ("Secundum analogiam, cum demonstratur non sibi adversari duo Testamenta Vetus et Novum") es el que precisamente ubica la analogía así entendida en el sentido literal, como bien lo interpreta santo Tomás a continuación del pasaje que cité (y entonces "congruentia", como dice el pasaje del De Genesi ad litteram imperfectus liber, no tendría que significar "tipología", propia del sentido alegórico, sino esta "no repugnancia", que no pasa del sentido literal).

No conozco mejor intérprete de san Agustín que santo Tomás.
06/02/21 8:23 PM
  
Scintilla
Sin duda, don Federico, que santo Tomás es un apasionado de san Agustín y que hace de él un pilar (aunque no tan grueso, me admitirá, como el que había puesto Pedro Lombardo) de su doctrina escolar. Lo que no debería significar, como algunos creen, que sabiendo a santo Tomás puede dejarse de leer a san Agustín. Ni, por lo mismo, que los intérpretes de santo Tomás sean, ya por eso, los mejores intérpretes del de Hipona. Más bien al contrario: son los hijos de san Agustín los que, como se decía en Salamanca cuando era Salamanca, interpretan con la debida libertad de espíritu (el espíritu agustiniano) a santo Tomás. Los que lo leen después de haber leído a san Agustín, cosa rara, desde luego.
No razone contra lo obvio. La tipología (el sensus typicus que se buscaba en el AT por los exégetas medievales) es lo mismo que analogía, en el sentido agustiniano-tomístico del término. Que era llamada alegoría desde la autoridad de la Escritura: san Pablo, que en Gál 4,24 pone el fundamento de esa interpretación tipológica/analógica, dice que es "como alegórica" en el griego que le puse, y que los medievales, para distinguirla de la alegoría literaria, allegoria in verbis, la llamaron allegoria in factis. Y eso es lo que le decía. Que hay dos tipos de alegoría, una de las cuales es la analogía, que tiene que ver con la analogía Y las dos eran alegoría. Una inscrita en los hechos, que se podrán contar de una manera o de otra, y otra inscrita en la pura palabra, que por eso es esencial, pues no da lo mismo una palabra que otra para querer significar esto o lo otro (el caso del Cantar es muy claro).
Ese es un debate que hay que distinguir del otro que santo Tomás trata en su cuodlíbeto: el de la dialéctica paulina entre espíritu y letra (de la Ley y, por extensión, de la Escritura), que tanto inspiró a san Agustín, y que usted mezcla con el otro. Desde este otro punto de vista que sólo la Escritura tiene un sentido alegórico, si por alegórico entendemos más bien un espíritu que hay que distinguir de la pura letra, y que toda letra de la Escritura, además de su sentido literal, en el que ya es de por sí útil para instruirnos sobre lo que hemos de hacer, tiene un sentido oculto, secreto, sagrado que podemos llamar, en terminología griega, alegórico, místico o teléstico. Y sólo pertenece a la Escritura. Como cuando los santos Padres nos descubren en el Cantar los amores de Dios por el alma o su Iglesia. Eso, sólo Dios lo inspira, en la letra del poema y luego en la mente de los intérpretes sagrados.
Lo que no quiere decir que por eso deba dejar de haber alegorías literarias e incluso que se pueda utilizar la alegoría literaria con fines evangélicos o para expresar lo que la letra no puede expresar. Qué es, si no, san Juan de la Cruz. La poesía mística cristiana. Y los libros que propone don Miguel tienen esa otra lectura que, aunque no sea mística (es decir, sagrada), como recordaba Gris Funcionario, pueden ser de lo bueno que hay que leer y quedarse.
Le propongo otra traducción, ya que no le gusta lo literal (ni la mejor que siempre es para el subjuntivo latino de voluntad el uso de nuestro verbo blanco): "a lo que es digno que tiendas".
07/02/21 1:36 PM
  
Federico María
"No razone contra lo obvio. La tipología (el sensus typicus que se buscaba en el AT por los exégetas medievales) es lo mismo que analogía, en el sentido agustiniano-tomístico del término".

Sed contra:

"Illa tria, historia, aetiologia, analogia, ad unum litteralem sensum pertinent" (S. Th., I, q. 1, a. 10, ad 2).

¿Razonar contra lo obvio...?
07/02/21 4:31 PM
  
Tulkas
Echo de menos a Dickens junto a Don Quijote y al Idiota.

Yo no haría mucho caso a Extra Excclesia: creo que apenas ha salido de la adolescencia, creo que es seminarista y un entusiasmao que suele adolecer una grave falta de comprensión lectora como acaba de demostrar citando a San Pablo.

Es verdad que el bendito Crisóstomo repeochaba innumerables veces a sus feligreses ir mucho al teatro y apenas leer la Escritura... pero vamos, de ahí a pretender que Cervantes, Dostoyevsky, Dickens o Tolkien sean “geneslogías interminables” o “cuentos de viejas” o fantasías de la falsa gnosis hay un trecho.
07/02/21 5:22 PM
  
Scintilla
Respondeo dicendum:
1. "Dicite mihi, qui sub Lege vultis esse: Legem non auditis? Scriptum est enim, quoniam Abraham duos filios habuit, unum de ancilla et unum de libera. Sed qui de ancilla, secundum carnem natus est; qui autem de libera, per promissionem, quae sunt per allegoriam dicta: ipsae enim sunt duo Testamenta, unum quidem a monte Sinai, in servitutem generans, quod est Agar."
2. Est igitur in Sacrae Scripturae studio oratio in qua per res ipsas et gestae Veteri Testamenti aliud intelligimus in Novo quod a Paulo dicitur allegoria et ab Augustino analogia, sicut et ipse docet: "Secundum analogiam, cum demonstratur non sibi adversari duo Testamenta Vetus et Novum."
3. Has allegorias seu analogias etiam datur Paulo nomine figurae (graece typi) sicut docet HIeronymum super Galatas, dicens Apostolus: "Nolo enim vos ignorare, fratres, quoniam patres nostri omnes sub nube fuerunt et omnes mare transierunt et omnes in Moyse baptizati sunt in nube et in mari et omnes eandem escam spiritalem manducaverunt et omnes eundem potum spiritalem biberunt; bibebant autem de spiritali, consequente eos, petra; petra autem erat Christus. Sed non in pluribus eorum complacuit sibi Deus, nam prostrati sunt in deserto. Haec autem figurae fuerunt nostrae, ut non simus concupiscentes malorum, sicut et illi concupierunt."
4. Historia enarrata intelligenda est proprie, non figurate, sed est fundamentum allegoriae seu analogiae.
07/02/21 6:02 PM
  
Scintilla
...nominem... Hieronymus...
(Festinandum)
07/02/21 6:06 PM
  
Federico María
Le pido la referencia del texto citado, por favor.
07/02/21 9:43 PM
  
Scintilla
Lo único nuevo es la cita de 1 Cor 10, 1-6 del 3 al que alude san Jerónimo en su comentario a Gálatas (en 4,23-24). Lo demás ya lo hemos citado. El mal latín del resto es mío. Perdóneme la broma.
07/02/21 10:51 PM
  
Federico María
Entonces se mantiene:

1. Analogía no es lo mismo que anagogía, al menos según santo Tomás, quien lo dice expresamente y cuya autoridad no hace falta encomiar.

2. La analogía, según santo Tomás, pertenece al sentido literal: también lo dice claramente. Y en este sentido interpreta la analogía de que habla san Agustín (tanto en "De utilitate credendi" como en "De Genesi ad litteram imperfectus liber"), cuya descripción (la de san Agustín) no pasa efectivamente del sentido literal, si se entiende como la mera no repugnancia o congruencia entre AT y NT (lo cual difiere de la tipología en cuanto sentido espiritual, como es claro).

3. No todos van a la gloria.

4. Los sentidos espirituales son propios y exclusivos de la SE, como Ud. mismo de algún modo lo admitió. También lo dice expresamente el Angélico en "Super Gal.", cap. 4, lect. 7: "Et hoc specialiter est in sacra Scriptura et non in aliis; cum enim eius auctor sit Deus, in cuius potestate est, quod non solum voces ad designandum accommodet (quod etiam homo facere potest), sed etiam res ipsas. Et ideo in aliis scientiis ab hominibus traditis, quae non possunt accommodari ad significandum nisi tantum verba, voces solum significant. Sed hoc est proprium in ista scientia, ut voces et ipsae res significatae per eas aliquid significent, et ideo haec scientia potest habere plures sensus". De modo que ningún texto meramente humano pasa del sentido literal, en el que se incluyen las metáforas y parábolas, según dice el Angélico.

5. No es verdad que en sentido tomista la tipología sea lo mismo que la analogía: santo Tomás las distingue. De modo que no es correcto lo que Ud. mismo afirmó: "La tipología (el sensus typicus que se buscaba en el AT por los exégetas medievales) es lo mismo que analogía, en el sentido agustiniano-tomístico del término".

6. No le he hecho decir a santo Tomás nada distinto de lo que dice. No he razonado contra ninguna obviedad.

07/02/21 11:13 PM
  
Scintilla
1. Ciertamente. De hecho, no ha estado en discusión entre nosotros. Y no según santo Tomás, sino según ningún autor que conozca.
2. En este punto indicaba que en su interpretación (que es la de santo Tomás) se cruzan dos problemas que san Agustín no había planteado juntos: el de la técnica hermenéutica y el del espíritu en esa hermenéutica. Según este cruce, unos son los sentidos literales (historia, etiología, analogía) y otros los espirituales (moral o tropológico, anagógico, alegórico). ¿Pero de verdad no hay espíritu en la interpretación literal, en la analogía, por ejemplo, que encuentra -buscándolo previamente- en un testamento lo que ya ve en el otro? ¿No hay apoyo mutuo entre analogía y alegoría? ¿No es eso lo que dice san Pablo?: los dos testamentos están "como alegorizados" en los dos hijos de Abraham, ¿y no es por eso por lo que nos dice que nuestros hermanos en el desierto son como tipo, figura -analogía que es alegoría in factis- de nosotros en este mundo camino del cielo, que nos indican qué es lo que no debemos hacer -anagogía e incluso tropología-?
3. Indiscutido e indiscutible entre nosotros. Sólo se ha suscitado por cómo desearía usted que se viera reflejado en la traducción del artilugio mnemotécnico medieval.
4. Admito sin ninguna duda que sólo las palabras inspiradas por Dios están llenas del verdadero Espíritu que puede elevar el nuestro cuando está bien dispuesto por su gracia. Y que eso se cumple de manera universal sólo ante la Sagrada Escritura. Pero que el Espíritu también ha inspirado a otros autores que han servido a generaciones enteras para nutrir el suyo y de llevarlos a Dios y a su Palabra (que no sólo está escrita, sino que también se Encarnó y es participada por los santos). En ocasiones, construyendo alegorías puramente verbales, como en la poesía mística cristiana. O creando historias con sentido moral. En ocasiones, incluso, calcando situaciones de la Sagrada Escritura (analogías). Que son humanas (literales, en sentido tomista), pero participan del soplo del Espíritu, habiendo algunos caso en los que la propia Iglesia reconoce esa participación.
5. Como le digo, dentro de la exégesis estrictamente bíblica, parece difícil hablar de tipología sin analogía y de analogía sin tipología. Sólo la fe ilumina la analogía entre el pueblo elegido del AT y el pueblo de Cristo, como sólo la fe nos hace ver en Sansón tipo de Cristo (y sólo hasta un cierto punto, punto a partir del cual abandonamos el tipo, la semejanza). A menos que entienda la literalidad de la analogía en un sentido puramente moral (analogía jurídica, como la hay gramatical o matemática), diciendo que la doctrina moral del AT en materia de amor a los enemigos es análoga (aunque no idéntica) a la del NT.
6. Igual no es tan obvio.
7. Y frente a lo que se pueda pensar, lo maravilloso es que la Iglesia siempre ha defendido, también por boca de san Agustín y santo Tomás, la plena y absoluta dignidad del sentido literal, que no es menos que el espiritual, pues es el único que sirve para apoyar la fe y discutir su verosimilitud. La letra debería bastar, porque ya está llena de Espíritu (que es su origen y, por lo tanto, lo es Cristo), es don suficiente el de ser humildemente fiel a la verdad. Cristo murió y resucitó. A las veras. Y lo demás...
08/02/21 10:27 AM
  
Scintilla
Y aún más: ¿no apunta, como lo alegórico en lo analógico, lo tropológico en lo etiológico y lo anagógico en lo histórico? ¿No es así, en definitiva, como esperamos entender las Escrituras, como esperamos que nos las expliquen para que se sacie, en la medida de lo posible, nuestra sed de Dios, para que en ellas encuentren materia nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad?
08/02/21 6:54 PM
  
Juan Manuel
Creo que Federico en la discusión lleva razón. En sentido propio, solo en la SE se encuentran los sentidos mencionados en el post. Ahora, el problema es que quiere concluir con eso:

1) Le parece importante señalar el uso propio de las palabras y tal vez señalar no satanizar tanto la literatura (que me parece bien).
2) Apunta a que la literatura es una pérdida de tiempo y que no vale la pena e incluso es perniciosa.

Creo que Ecclesiam iba por ese lado también. Y en ese caso, diré que no creo sea tan problemático usar impropiamente los cuatro sentidos de las SE en algunas obras de literatura escogidas por el autor del blog, y que espero leer las próximas entradas.

Saludos
09/02/21 5:47 PM
  
Juan Manuel
Era sacralizar, no satanizar*
09/02/21 5:48 PM
  
Scintilla
Y mucho más sensato y comedido que yo. Don Federico María, quiero decir. Pero eso mismo, Juan Manuel, se lo concedí también de entrada y de salida porque es lo que creo: Espíritu, como tal, sólo asoma de manera plena en la Escritura. Sólo en ella hay sentido verdaderamente espiritual. Y revelado como tal.
Ahora bien, no por eso deben de dejar de ser ciertas dos cosas:
1) Que instrumentos compositivos y hermenéuticos como la alegoría (in verbis) o la analogía (el otro día no hacía más que acordarme de las Vidas paralelas de Plutarco) ni eran desconocidos entre los paganos (de donde proceden como términos, por cierto) ni su uso y entendimiento en ellos depende del exegético. Y que, de hecho, las propias exégesis y retórica cristianas aprovecharon mucho de ese trabajo. Cualquiera puede echar un vistazo a los manuales, dominicos inclusive, y ver cómo echan mano de Horacio, Quintiliano, Cicerón... sin ninguna repugnancia y con gran aprovechamiento cuando había interés por estas cosas en la Iglesia.
2) Que eso da libertad a los autores cristianos para utilizar esas herramientas, que no tienen, sin duda, el alcance, la perfección que tiene en la Escritura. La Divina Comedia, Don Quijote, Utopía, o El charlatán moderado son obras que nutren también el espíritu, sin las alturas de la Escritura o de las obras directamente entroncadas con ella, vástagos suyos como las poesías de san Juan de la Cruz o las Moradas de santa TEresa, claro. Y no hay que olvidar que en la república christiana se dio ese tipo de literatura públicamente durante siglos sin contradicción o que san PAblo cita a Epiménides con toda tranquilidad y no para decir nada especialmente espiritual, al contrario. Bastante irónico. Y no tenemos por qué creer que cuando mandó a Timoteo que le recogiera los libros que dejó en Troas todos fueran de divina erudición.
Dicho lo cual, coincido en que un católico tiene que cuidar muy mucho lo que lee. Como lo que mira o desea. Forma parte de nuestra disciplina.
09/02/21 7:30 PM
  
Miguel Sanmartín Fenollera
Agradezco a todos sus intervenciones. Y especialmente la corrección, las puntualizaciones y el debate, que nos enriquece a todos y da valor e interés a esta bitácora. Y lamento no haber sido más preciso, pero la materia es profunda, el espacio reducido y el saber escaso. No obstante creo que está claro el objeto y la finalidad del escrito que no es otro que lo bien expuesto por Scintilla en su última intervención.

Miguel Sanmartin Fenollera
13/02/21 8:50 PM
  
Lector
Usted dirá lo que quiera, Tulkas, pero la verdad es que las citas de Ecclesiam contribuyen en cierto modo a desnudar la moda tan extendida en algunos círculos de tomar los morosos entretenimientos de Tolkien --a veces flanqueados a derecha e izquierda por los de C. S. Lewis y G. K. Chesterton-- como una especie de «addenda» a las Sagradas Escrituras...
14/02/21 10:15 AM

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