Con plumero y despacito
Ayer, en Borja, pero eso de que aparezca una persona de buena voluntad y se cargue para siempre una imagen, un cuadro, un retablo, o lo que sea es más común de lo que nos pensamos.
Yo lo he sufrido en carne parroquial más de una vez. En Navalafuente, un pequeño pueblo que atendí durante nueve años a la vez que era párroco de Guadalix de la Sierra, lo único que se salvó de la guerra civil fue una imagen sedente del niño Jesús rodeado de angelitos a sus pies. Madera estofada y policromada, posiblemente de mediados del siglo XIX. Cuando llegué al pueblo el pobre niño Jesús estaba en un estado lamentable:

La noticia me ha llegado gracias a la amabilidad de una buena amiga. Una familia de cinco personas, una de ellas en silla de ruedas, hace una reserva para pasar tres días en un hotel de Benidorm. Al llegar a recepción les dicen que no pueden quedarse en el hotel porque ellos “no admiten perros ni personas así”. Incluso, según la denuncia formulada por la familia, desde la dirección les dijeron que “heriría la sensibilidad de los clientes, que se quejarían de ver a una persona así". La noticia puede leerse
Interesantes los comentarios a mi post de ayer, porque vuelven a poner de manifiesto una vez más cómo es el ser humano. Veintiocho comentarios, que no está nada mal. La página vista más de 1.300 veces. ¿Qué dicen los comentarios? Pues creo que todos van en la línea de algunos reproches y muchos buenos consejos sobre lo que debemos hacer los curas.
Reunión de sacerdotes con nuestro obispo. El tema: espiritualidad sacerdotal. Como es natural se nos habló de formación permanente, asistencia a reuniones de arciprestazgo y diocesanas, participación en los grandes acontecimientos diocesanos. Días de retiro y ejercicios espirituales, oración personal. De paso salieron otras cuestiones de organización parroquial: consejos parroquiales, libros, economía, catequesis, caritas y más ahora… 





