Reuniones. Cómo hacerlas con éxito
Me contaba no hace mucho un buen amigo, creyente, practicante y militante, cómo habían cambiado las reuniones del grupo de vida y reflexión del que lleva tiempo formando parte. Me decía que llevaban tiempo con pequeñas tensiones que hacían que a veces fuera difícil hasta la toma de decisiones aparentemente más simples. Normal. Todos somos buena gente, nadie quiere conflictos, pero cada cual tiene su pequeño ego que a la mínima busca su protagonismo.
Pues me dice que llevan una temporada en que todo ha cambiado. Hay cordialidad, mayor espíritu de colaboración, se han acabado los protagonismos y de nuevo encuentran en el grupo ese oasis de fe y comunidad que es lo que les ha ido atrayendo desde el principio.

Al correo de un servidor llegan cosas de lo más variopinto. Acabo de ver que me ha llegado uno nada menos que desde Amnistía Internacional pidiéndome, no se lo pierdan, mi firma a favor de las Pussy Riot, con el argumento de que llevan más de un año en prisión por cantar una canción protesta en Moscú.
Es una de esas frases que te sueltan como si hubieran descubierto la penicilina, la clave de la piedra de Roseta y la cuadratura del círculo a la vez. Frase además que debe pronunciarse con los ojos semi cerrados y voz de trance místico, y a la que debe responderse con un oh de admiración como si nos hubieran desvelado, por fin, el misterio de la Santísima Trinidad.
Hace apenas unos minutos. Palabrita del niño Jesús que la conversación ha sido esta: