Cáritas está proporcionando el material deportivo en algunas cárceles españolas
Al menos en la prisión Madrid V situada en Soto del Real. Ayer mismo nos lo contaba en una reunión de coordinadores de Cáritas el sacerdote encargado de moderar las Cáritas de la zona.
Así como suena. El arciprestazgo de Colmenar Viejo, donde se encuentra ubicada la cárcel, lleva años colaborando con voluntariado en el centro penitenciario: clases de alfabetización, manualidades, talleres, pastoral penitenciaria. Lo sorprendente es tener que escuchar que el mismo director de la cárcel ha pedido a Cáritas que si pueden conseguir para los internos balones de fútbol y baloncesto, material deportivo como chándales, zapatillas e incluso ropa corriente porque no tienen nada de nada.

A todos los sacerdotes nos han colado goles de libro. Algunos por toda la escuadra. De jovencitos más, la cosa de la ingenuidad de los primeros años, pero a pesar del paso de los años nos los siguen colando, aunque ahora, como no podía ser de otra manera, con más mesura.
Felicidades, monseñor Sebastián, cardenal in pectore de la Santa Iglesia Romana. Acabo de enterarme de que ha colgado sobre su flamante sotana, pronto adornada con el púrpura de su dignidad, la medalla de oro de la decencia y el bien hacer. No podía ser de otra manera.
Así son las cosas, para qué nos vamos a engañar. Hay parroquias con más medios materiales que otras porque están en zonas más ricas o porque tienen una feligresía especialmente espléndida, mientras que en otras no alcanzan ni para pagar la luz.
Don Roque era monotemático en sus sermones. Tocara la lectura que tocara siempre acababa con la confesión. Por eso aquel año, al llegar la fiesta de San José, sus feligreses se dijeron: “San José… hoy tendrá que hablar de otra cosa”. Pues así comenzó don Roque: “Hermanos, San José era carpintero, así que bien podría hacer confesionarios. Hablemos por tanto de la confesión que es lo mismo”.