Libertad de expresión
Siempre me he sentido muy libre. Hay quien me dice que demasiado libre, lo que viene a ser un tienes razón pero hay cosas que no se pueden decir.
Servidor mantiene dos vías de comunicación y de opinión. Una, la de este mismo blog en el que escribo de lo que me parece y hago las reflexiones que considero oportunas. La otra vía, el noticiario de los viernes que, por cierto, parece se va consolidando.
Desde el ejercicio de la libertad, la primera decisión es seleccionar las cosas de las que me apetece hablar o escribir. ¿Por qué anoche, por ejemplo, hablé de la Iglesia de Nigeria y no del proceso sinodal? Porque me pareció oportuno. ¿Por qué saqué la noticia de un teólogo argentino feliz de que Doctrina de la Fe lleve once años sin un porceso o un juicio a teólogos? Pues porque me parece que lejos de ser una buena noticia llena de misericordia es todo lo contrario: es no compadecerse de los sencillos y permitir que los listos de turno les manipulen y confundan.

Eso de “el respetable” lo aprendió un servidor del mundo taurino. Cuando un torero se refiere a los espectadores del espectáculo siempre lo hace hablando “del respetable", porque todos esos que ocupan los tendidos y las gradas han accedido pagando su entrada y se merecen un respeto. Punto. 

Nunca ha dejado de sorprenderme la planifición estival de parroquias, comunidades, sacerdotes y grupos. Uno estaba acostumbrado a lo corrientito, es decir, organizar el tiempo de vacaciones de los curas, el campamento, garantizar misas, confesiones y despacho, INCLUYENDO EL DE CÁRITAS, y poca cosa más. En los pueblos sobre todo se trata de atender a los de siempre y a los que llegan en verano y estar especialmente presentes en los grandes momentos, como pueden ser las fiestas patronales. Esto es lo que se hace de forma bastante general, aunque uno siempre se hace preguntas en este tiempo.





