Dontancredismo eclesial
Hacer de don Tancredo era una suerte taurina consistente en vestirse de blanco, encaramarse en un pedestal, y al salir el toro quedarse completamente quieto en la creencia de que el toro, al ver algo inmóvil, jamás lo atacaría. En el dicho popular, hacer de don Tancredo es optar por la impasibilidad ante cualquier problema, sin tomar parte en el asunto. En lenguaje de jóvenes de hoy, sería algo así como pasar de todo y no comerse un marrón.
Lo observo cada vez más en la Iglesia camuflado en pseudo misericordia ful (para un madrileño castizo lo ful es lo falso). Porque llegan los problemas, los que sean, desde una pintada en un templo a lo del padrino ese de Cádiz que a ver en qué acaba, desde la irregular situación de los divorciados vueltos a casar civilmente a los casos de corrupción más flagrantes, en fin lo que sea.

Somos muchos los que no vimos nada claro lo que pasó en la primera parte del sínodo sobre la familia. O lo vimos con demasiada nitidez. Vaya usted a saber. Ya expuse en su momento en una serie de posts lo que servidor percibía.
Acaban de terminar las fiestas del pueblo de Rafaela. La casa, hasta arriba: sobrinos, resobrinos, una cuñada. Pues nada, todos bien venidos que es la fiesta y ya nos apañaremos.
No cabe duda de que una de las palabras, o mejor la palabra que identifica el papado de Francisco es “misericordia”. Tanto que hasta tenemos en puertas un año jubilar especial dedicado a ella.