La famosa pastoral del bar - Y una nota final IMPRESCINDIBLE
Creo que no supe explicarme del todo bien en mi último post. Es verdad que a veces uno se cansa, pero sobre todo era un post de agradecimiento a Dios que sabe ir dando ánimos y razones para seguir adelante. Más aún, estoy muy tranquilo y sigo ilusionado, aunque una cosa es estar ilusionado y otra ser iluso. Sé muy bien dónde estoy.
En la Iglesia seguimos con unos latiguillos de los años setenta -han pasado sesenta años- que somos incapaces de superar. Si hablamos de ciudades y barrios, los sacerdotes obreros y si de pastoral rural, el cura párroco en el bar y echando la partida, era lo más. Han pasado sesenta años.
La experiencia de los curas obreros acabó en que los obreros no entraron en la Iglesia y los sacerdotes se salieron de ella. La de los curas de bar en que los paisanos siguieron sin ir a la Iglesia aunque diciendo que Manolo, el cura, es mu majo, tanto que ni parece cura, lo cual es algo muy serio.

Tengo una cierta sospecha de que el padre Dios lleva tiempo tomándome el pelo. Mi sensación es que me va llevando al límite para llegado el momento final hacerme un guiño de esperanza.
Y como es natural, mis lectores me piden opinión. Y como no tengo problema en hacerlo, pues se la doy, destacando algunas cosas que me parecen interesantes de D. José.
Lo que está pasando estos días en la archidiócesis de Madrid es de pura traca. Parece que ha llegado la hora del cambio de arzobispo. El santo padre habría aceptado la renuncia del cardenal Osoro y nombrado a D. José Cobo como nuevo arzobispo. Ya ven que lo pongo en condicional porque, que uno sepa, el Bollettino de la Santa Sede no ha publicado nada.