Caldo de perturbados
Leo en la prensa esta mañana que “un perturbado patea en la cara a una monja de 84 años de edad en Atocha”. Inmediatamente he recordado que hace tiempo también “un perturbado” prendió fuego a la sacristía de la Sagrada Familia de Barcelona.
Hace no mucho hablaba con un amigo periodista y le comentaba que a mí ya me han insultado varias veces por la calle por mi condición de sacerdote. Algún perturbado, repuso él. Supongo que sí, como perturbados serán posiblemente los autores de las profanaciones al Santísimo en Madrid, la última creo hace unas semanas en la capilla del hospital Ramón y Cajal. Perturbados imagino los que han intentado quemar templos en la capital o los que insultan a curas y monjas.

¿Cuántas veces no han escuchado que nosotros, los católicos, somos miembros de una institución que hizo las cruzadas y lanzó la inquisición? Esto se ve en la tele y lo repiten sin dudarlo la señora Juana en la peluquería y el señor Manolo en el bar. Es nuestra historia, y nos la rebozan por los morros a nada que te descuides.
Diccionario de la lengua española (RAE). Cantamañanas: “Persona informal, fantasiosa, irresponsable, que no merece crédito”.
Las agresiones contra los católicos en España son un día sí y otro más. En ocasiones parecen poca cosa: un insulto, una pintada. Otras veces son públicas y notorias como las que tuvimos que aguantar con motivo de la JMJ. Hemos conocido procesiones ateas que eran en realidad anti católicas en Madrid. Robos y profanaciones. Hace apenas unos días una discoteca de Ibiza se montó su desfile burlesco contra los católicos con modelitos disfrazados de obispos y cardenales y monjas ofreciendo copas por la calle. Seguro que recordamos la profanación de la capilla de la complutense en Madrid y más cosas que cada uno pueda recordar y con las que haría una lista interminable.
Los comentaristas son la gran riqueza de un blog. El otro día, hablando de Iesu Communio, gente hubo que hablaba de falta de madurez, “comedura de coco”, manipulación de conciencias… en fin, todas esas lindeces que uno tiene escuchadas mil veces.





