Cuando los conflictos los creamos los curas
No quiero escaquearme en absoluto. Ayer escribía sobre conflictos que nos llegan como se dice vulgarmente “sin comerlo ni beberlo”. Los hay para escribir una enciclopedia por entregas.
Pero también se dan muchos por culpa de los propios curas que a veces parece que tenemos un don especial para liarla allá por donde vamos. Pues de curas quiero escribir hoy, y de cómo podemos originar o evitar posibles conflictos pastorales.
Estas son a mi modo las causas más comunes de conflictos en el mundo de la parroquia y cómo podemos evitarlas.
1. El cura que se marchó. No debería ser especialmente complicado un cambio de párroco, aunque en ocasiones se lo ponemos difícil al que llega. El cura que se va lo que debe hacer es dar las gracias a todos por su colaboración, pedir perdón por los fallos, y animar a recibir al compañero con generosidad. Pero si en lugar de eso dice que le han echado, que malo el obispo y se deja querer con alguna recogida de firmas, se lió.

Los grandes conflictos cura - parroquianos suelen ser siempre por temas menores que a los afectados les aparecen como montañas insalvables.
Al comenzar el año necesitaba dirigirme a todos los amigos de Infocatólica para agradeceros la acogida que me habéis brindado en estos meses con vosotros.
Un tanto al hilo de los dos últimos post, hoy recordaba esa tradicional doctrina sobre el matrimonio y la familia que colocaba como uno de sus fines el de “criar hijos para el cielo”.





