A vueltas con el papa Francisco
Y dale con tirarle a uno de la lengua. Apenas un par de semanas con el papa Francisco y que si me parece bien, que si vaya gestos, que mira qué cosas, que parece todo nuevo, que ojo el jueves santo, que si llamó por teléfono…
No me parecen mal los gestos. Pero voy a señalar algunos peligros que estoy notando no en el papa, sino en periodistas y católicos de a pie.
- Pensar que los papas anteriores no eran suficientemente humildes, buenos, sencillos y cercanos a los pobres, o que no estuvieron suficientemente cerca del evangelio. Podría dar la impresión de que este papa sí que es bueno… y no como otros que hemos tenido. Sería una enorme injusticia. Por ejemplo el gesto de Benedicto XVI de renunciar y enterrarse en vida me parece algo sublime.

Fui ordenado sacerdote a finales de 1979. El momento eclesial era el que era y como es natural uno era hijo de su tiempo. Me formaron en el postconcilio más radical y en consecuencia todos los tópicos doctrinales y celebrativos de los años ochenta tuvieron en mí un ferviente seguidor.
Son las cuatro de la mañana. Llevo en la capilla de la adoración perpetua desde las tres. Es mi turno de cada domingo: de tres a seis de la madrugada. Feliz turno. Mi compañero y yo nos habíamos ofrecido una noche cada uno y finalmente sólo ha sido necesario pasar una noche entre los dos.
Antes de nada decir que reconozco que en esto de los niños pequeños en misa hay curas y curas, pero también hay niños y niños, y sobre todo hay padres y padres.





