Sentencia del Prestige: ¿y ahora, qué?
El Prestige era un gran barco petrolero que naufragó frente a las costas de Galicia, España, el 19 de noviembre de 2002 causando uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de España. Ante tamaña catástrofe, arreciaron por toda España, y especialmente en Galicia, las protestas que, al grito de “Nunca mais” culpabilizaban al gobierno de la nación por la gestión del suceso y sus nefastas consecuencias.
Tras once años, ayer los tribunales nos han hecho saber la sentencia, que afirma que el vertido fue casual y consecuencia de una serie de circunstancias no predecibles, y que la actuación del gobierno fue correcta. Y ahora, tras once años de “Nunca mais”, protestas, manifestaciones y acusaciones al gobierno de turno de absolutamente todo, ¿qué, alguien pedirá perdón, alguien reconocerá que se equivocaron, alguien asumirá que aquellas protestas eran totalmente injustas y que se hizo mucho daño a un gobierno que actuó debidamente?

¿Con pintas? Sí. Permítanme una explicación.
Toca ahora en este mes. Todos los años lo presentamos ante el arzobispado para recabar su visto bueno. ¿A cuánto asciende el presupuesto anual de una parroquia normal, como la de un servidor, por ejemplo?
Este fin de semana, conferencia política del PSOE. Nada nuevo, más bien, todo muy antiguo, años treinta. Las mismas propuestas de entonces: supresión de la enseñanza religiosa, denuncia de acuerdos iglesia-estado, laicidad y un viva la república que se hizo notar en esos abucheos cuando se tocó el tema de la monarquía.
Pues hermanos sacerdotes, hermanos seglares, es la triste realidad. O pasas absolutamente de todo, o serás el cura “borde”, es decir, cura antipático y estúpido de esos que ya se sabe que “echan a la gente de la iglesia”. Lo curioso es que borde te llaman precisamente los que menos acuden. Cosas de la vida. Ejemplos:





