Adoración eucarística perpetua en mi parroquia. ¡Nos lanzamos!
Hace apenas unas semanas recuerdo que os contaba que mi gran sueño en la parroquia sería poder contar con una capilla de adoración eucarística perpetua.
Un sueño. Hoy me complace deciros que nos hemos puesto en camino y que si Dios quiere posiblemente en enero se abra la capilla en la parroquia. Os cuento lo que ha pasado.
Este sueño se lo comenté entonces a algunos de los amigos de Infocatólica. Sé que el pajarito Bruno se lo chivó al P. Iraburu. Y el P. Iraburu me facilitó el contacto con el P. Justo Lofeudo, un auténtico apóstol de la eucaristía que lleva abiertas no sé cuántas capillas así por el mundo.
Mantuvimos una entrevista, le conté mis ilusiones y lo que tenía: nada, resumido en muchas ganas de adorar al Señor, un compañero cura tan loco como yo, un puñadito de laicos y unas cuantas religiosas contemplativas en oración. Su respuesta: con eso, a por ello.

Hace años. Un reportaje en televisión sobre salas de cine X (de películas verdes hubiéramos dicho en mi infancia). Preguntaron a un hombre que pasaba por la calle, si creía era bueno que hubiera salas de ese tipo. Aún recuerdo su respuesta: “si las dejan abrir, no serán malas”.
Ante todo gracias a tantos que habéis querido dejar vuestro saber y sentir ante este interrogante que ayer os dejaba.
Esto me soltó ayer todo un hombre hecho y derecho. A veces duda de si tiene fe o si su práctica religiosa es una pura costumbre, un simple hábito, algo más bien de tipo cultural social.
Nos decía una vez el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, hablando de los alejados y de cómo ir a su encuentro, que no necesitábamos salir a buscarlos, que aún una gran mayoría de ellos vienen a nosotros sin que nos demos cuenta. Que el problema es que cuando vienen se encuentren con algo que merezca la pena.