Don Jesús, el baculazo y la opción por los pobres
Vaya baculazo en todo lo alto el de don Jesús. Sé lo que muchos van a decir porque es más viejo que la tos: autoritarismo, ausencia de libertad de expresión, iglesia opresora, obispos carcamales y se han cargado el concilio Vaticano II. Ni originales. Verán como eso empieza a aparecer en cualquier momento.
Don Jesús ha decidido hacer lo que tanto “profeta” viene exigiendo un día sí y otro también venga o no venga a cuento: una decidida opción por los más pobres y dar la cara, la mitra, el báculo y el solideo por su causa.
Porque los pobres de la Iglesia de hoy no son los supuestos teólogos censurados, las monjitas calladas, los curas alternativos o la iglesia de base, altura, cotangente o hipotenusa. Los pobres, los despreciados, los ninguneados son en este momento dos tipos de personas en lo que a la vida cristiana se refiere.

Principio elemental:
Algunos comentaristas me han venido haciendo, sea en comentarios, sea en correos, tres preguntas en los últimos días sobre la llamada “misa tradicional” a las que quiero respoder ahora.
Estamos muy ilusionados con la capilla de la adoración perpetua, y a la vez muertecitos de miedo, porque yo sé en qué charco nos estamos metiendo.
Confesiones cuaresmales en el pueblo. Poca gente, pero siempre acude un grupito que aprovecha para acercarse al sacramento. Entre otros penitentes, la señora Rafaela, que se las tendrá con el párroco, pero el sacramento es el sacramento y una cosa es que le ponga las cosas claras y otra muy diferente que no sepa que en la confesión el sacerdote es Cristo, por más que en este caso vaya con camisa de cuadros y tengan sus discrepancias en algunos asuntos. Cosas de la señorita María Teresa, maestra de pueblo, pero que supo educar a las niñas con sólidos fundamentos.





