Hipócritas, sinvergüenzas, malnacidos. Y el médico un cabrito con pintas
Ayer han venido a pedirme información para un bautizo posiblemente a finales de septiembre. La abuela, catequista y adoradora nocturna, es la que se acercó a la parroquia para hablar de estas cosas.
Apenas unos días el chiquitín y me dice que está para comérselo. Nació con un problema, eso sí, en un brazo le faltan la manita y parte del antebrazo. Me contaba que lo supieron a los cuatro meses de embarazo y que estaba ella con los papás cuando el médico les comunicó el problema. Lo terrible fue, me decía, lo que les dijo el médico: “¿qué piensan hacer?” La respuesta de los padres: “quererle mucho”.
¿Nos damos cuenta de lo que se esconde tras ese “qué piensan hacer”? Es una clarísima invitación al aborto, algo así como decir “ya que el niño no es perfecto, usted decide si desea traerlo al mundo”.

Algunos son más cachondos que la música de los caballitos. Pero si es que no falla: en cuanto alguien habla de no juzgar, respetar, libertad y democracia, están ustedes ante un dictador. Es más viejo que la tos.
Pues claro que no se rinde. Mira que al inicio de verano me llegaron los peores augurios: va a ser imposible, acuérdate de que en la parroquia no queda nadie, 24 horas es una barbaridad, no pasaba nada por cerrar un par de meses. Claro que el verano es una época complicada, tanto que el otro día me enteré que la capilla de adoración perpetua nada menos que de Valencia, que dicen que en ocasiones reúne a cincuenta y sesenta adoradores, anda flojeando este verano.
El último fruto de las andanzas forcadianas ha consistido en que la CONFER de Perú se ha puesto por montera nada menos que una carta del cardenal de Lima desautorizando expresamente las conferencias de la hoy todavía hermana Teresa Forcades, y trasladando el evento nada menos que auditorio del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP).