El "colomato"
Rocío es gitana de pura cepa y orgullosa de serlo. Nos conocemos desde hace tiempo, cuando su parroquia nos la derivó a Cáritas para que la ayudáramos con alimentos. No sé cuántos churumbeles y una alegría que no la cabe en el cuerpo.
Yo creo que llevamos ayudando a Rocío cerca de dos años. Cada dos semanas, como tantas y tantas familias, aquí acude y le vamos llenando el carro de la compra con lo que buenamente se puede dependiendo del momento: que si leche, legumbres, galletas y cacao para los chicos, unas latillas, aceite… Lo que haya.
Pues menudo susto que se ha llevado el otro día. Porque le hemos comunicado oficialmente que a partir de diciembre se acaba el reparto gratuito de alimentos y a cambio podrán acceder al economato, que les ofrecerá muchas más cosas como por ejemplo yogures, congelados, huevos, verduras, productos de aseo y limpieza, y todo a un coste muy reducido, vamos, que casi puede hacer la compra entera.

Hay cosas que te dejan un triste regusto en el alma. Hace unos días me vino Francisco, un niño que hizo la primera comunión en la parroquia hace dos años. Los ojos enrojecidos y una carita de pena de esas que no se olvidan. Llevaba unas semanas sin saber de él y entre sollozos me contó el motivo: flojea algo en el comportamiento y en consecuencia mamá le ha castigado sin ir a misa los domingos. ¿La razón? Que le gusta mucho venir, así que se acabó. No pude decirle muchas cosas. Simplemente que tiene que portarse bien, estudiar, ayudar en casa. ¿Qué otra cosa vas a explicar a un chiquillo de doce años?
El pasado 19 de marzo, hace exactamente hoy ocho meses, el papa Francisco celebraba la misa de inicio de su pontificado. En este tiempo el papa se ha convertido en una figura muy especial. Claramente no deja indiferente a nadie. Sus gestos siempre llaman la atención, desde el primer día.
Es de las cosas que peor llevo en la parroquia. Un crío portándose digamos que solo regular. Apareces por la iglesia y en ese momento escuchas a la mamá o a la abuelita la frase lapidaria: “pórtate bien que te va a regañar el señor cura”.
El Prestige era un gran barco petrolero que naufragó frente a las costas de Galicia, España, el 19 de noviembre de 2002 causando uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de España. Ante tamaña catástrofe, arreciaron por toda España, y especialmente en Galicia, las protestas que, al grito de “Nunca mais” culpabilizaban al gobierno de la nación por la gestión del suceso y sus nefastas consecuencias.





