Bautismo de niños y pediatras cantamañanas
¿Por qué digo esto? Pues porque hace apenas unos días unos papás han decidido posponer el bautizo de su hijo por recomendación de su pediatra. Parece ser que el niño es chiquitín y necesitado de mucho cuidado y su pediatra ha aconsejado a los padres que no bauticen ahora al pequeño, que es un riesgo, que a ver si le va a pasar algo. Pero es que por lo visto no es el único que se lo ha dicho.
No creo yo que en toda la literatura médica que pueda consultarse se haya encontrado un solo caso de niño que enferme al recibir el sacramento del bautismo, siempre que se haga con la normalidad del ritual en la mano, donde está más que prevista la posibilidad de calentar el agua. Invierno o verano, ahora mismo en una iglesia que tiene su calefacción, con agua calentita, ¿dónde está el problema? ¿En sacar al crío de casa? Pues hombre, ya lo sacan para llevarlo al médico y a ver a los abuelos y abrigadito no le pasa nada. ¿Un poco de agua calentita sobre su cabeza le hará daño? Ya sabemos que no.

Ya. Si ya sé que suena mal, pero verán como al final se me entiende todo. ¿Curas egoístas? ¿Curas pensando en sí mismos? Vergonzoso… si justo lo que tienen que hacer es todo lo contrario: olvidarse de sí mismos, pensar en Cristo y en la Iglesia, en los pobres. Pues sí, y no, y según y depende.
La gran ventaja de que gozan los profetas y adivinos de cada año es que al cabo de doce meses nadie se acuerda de lo pronosticado y así hasta los próximos vaticinios. A ver quién tiene humor y ganas de guardar cada año las previsiones de cada medio y evaluar pasado el calendario.
Vaya por delante que mejor es encontrarte con un sacerdote que saluda amablemente y pregunta por la familia y se toma un café si surge, que no con otro que al pasar a tu lado te saluda, si te saluda, con un rebuzno. Dicho esto, también conocemos todos a sacerdotes que nunca fueron un dechado de simpatía y sin embargo tuvieron parroquias muy vivas.
Hace apenas un mes celebramos el quinto aniversario de la dedicación del templo parroquial. Desde entonces, cada año tratamos de “darnos” un regalo como conmemoración que nos ayude a ser mejor parroquia, más fraterna y más evangelizadora.





