El amigo Pelagio
Era un buen tipo el tal Pelagio. Monje irlandés, tenía fama de hombre culto y austero, y denunciaba ya en su época (siglos IV –V) el abandono del auténtico cristianismo en la misma Roma. Nihil novum sub solis.
Pero una cosa es que fuera un buen monje, austero, lleno de buenas intenciones y de vida personal ejemplar, y otra que su pensamiento teológico estuviera radicalmente equivocado. De hecho, el mismo San Agustín, contemporáneo suyo y que llegó a conocerlo personalmente, admiraba su vida personal ejemplar, aunque teológicamente le sacudió estopa. Cosas diferentes. La santidad de vida no es siempre garantía de la rectitud de doctrina. Uno puede ser un santo y patinar doctrinalmente, y puede ser un pecador y mantener un discurso teológico ejemplar. Cosas.

Me ha gustado la frase, y es igual quién la haya dicho y en qué contexto. “El adjetivo alternativo es un chollo, cabe todo lo que quieras”. Genial. Porque, sea quien sea, ha dicho lo que muchos pensamos y nadie afirma porque no es políticamente correcto.
Hace ahora como un año que inició su andadura la coral parroquial. Evidentemente, imperfecta, porque la suma perfección está solo en Dios y en un par de elegidos por el dedo de Dios para comprenderla y señalarla. No es nuestro caso. Qué se le va a hacer.
Hermano, hermano, si nos remontamos al mismísimo origen, soy hermano de aquel negrito del África tropical, de la viuda incinerada a la fuerza en la India, de Gandhi y de Lenin, de Buda y Mahoma, Lutero y Calvino, santa María Goretti y Mata Hari, incluso soy hermano de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol, y del sol.
Cada día me asombro más no de la falta de formación de los católicos, sino de la pura y simple de formación en cuestiones de fe.





