Aquí un pseudo bloguero en un pseudo medio
Si es que no falla y mira que nos cuesta darnos cuenta. Años y años llevamos aguantando a los autoproclamados poseedores de la verdad conciliar, los intérpretes infalibles del más puro espirtu del Vaticano II sin que se pueda llevarles la contraria en lo que sostienen doctrinalmente, o ponerles ante sus ojos las flagrantes contradicciones de sus vidas. Ya saben: vivan los pobres y vivir como señores, viva la Iglesia humilde, sencilla y en salida, pero nosotros nos situamos en los lugares de decisión y manipulación del resto. Es que es así.
El argumento es viejo de pura repetición: que quiénes somos nosotros para llevarles la contraria y que no hay que juzgar a los demás. Añadimos a esto ese grito de libertad que pide acabar con las normas -especialmente si no les convienen-, y ese otro mantra de no discriminar a nadie por raza, religión, nacionalidad o preferencias sexuales. Genial. Hasta que les aplicas su propia medicina.

Sí. Me he levantado del todo sinodal. No he podido resistirme.
Pues es algo que me vengo preguntando desde hace tiempo. Porque de cuando en cuando aparecen por ahí escritos y reflexiones que saca una autodenominada “iglesia de base” protestando por todo y quejándose de todo. Sea por lo que sea. ¿Se acuerdan aún de lo que pasó con la JMJ de Madrid? Gritos, lamentaciones y rasgamiento de vestiduras. Es como si todos fuéramos por el camino errado excepto un pequeño resto de Israel, investidos de especial pureza de visión y conciencia, constituidos a sí mismos como nuevos profetas del Reino de Dios, que se autoproclaman la iglesia de base y nos hacen el gran regalo de iluminar nuestras mentes pecadoras con sus sesudas y meditadas reflexiones.
Hablar, comentar, discutir y aclarar lo que haga falta, pero siempre con una cierta seriedad. Ponerte a comentar cualquier cosa con alguien que esgrime como argumentos eso de “total no es tan importante“, “a ver si crees que a Dios le importa” o “Jesucristo haría o dejaría de hacer” es una pérdida de tiempo, amén de una total vagancia inntelectual.





