Yo soy muy poco ecologista

Pero que muy poco. Y me van a permitir que les dé mis razones, posiblemente equivocadas, pero, desde luego, mías y muy mías.
Uno es de pueblo y vive en un pueblo. Nacido en una familia de agricultores y ganaderos, en permanente contacto con el campo desde niño y sabiendo muy bien que del cuidado del campo dependía no algo tan abstracto como la creación, sino el pan de cada día. Por eso se cuidaba la naturaleza con mimo. Pero es que además vivo en el campo. Y la gente de mis pueblos lo más que dice es eso de ecolo… qué? ¿Qué hay que cuidar la naturaleza? ¡Ah! Que no lo hemos hecho nosotros… que no sabemos, que los montes, las huertas, los prados y dehesas los cuidaban otros. Interesante. Dicen que más que ecologistas, hay mucho ecolo jeta.

Hay datos incuestionables. Por ejemplo, que el número de católicos y de católicos practicantes va en franca decaída. No me hace falta acudir a los datos estadísticos oficiales. Basta hablar con cualquier compañero para constatar que viene menos gente a misa, que los bautizos son pocos y las bodas escasísimas. Incluso en los pueblos lo vemos. El dato es el dato, y puede perfectamente extrapolarse a otras realidades, sin excluir la plaza de san Pedro.
Son pocas, y que mis lectores me disculpen por volver al asunto.
Lo del absolutismo era malo porque lo ejercía Luis XIV. Pero se convierte en buenísimo si soy yo o si es mi grupo quien lo ejerce.