Eco párroco. No sé si reír o llorar
Es que de verdad que no lo sé, porque estamos llegando a unas cosas en esta Iglesia nuestra que a mí lo que me producen es un desconcierto total.
Acabo de comenzar unas charlas sobre la constitución “Sacrosanctum Concilium” del Vaticano II, que a mí me parece que mucho citar el concilio, pero poco leer. Interesante, muy interesante ya el número 1: “Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia”.

Ha llegado a mis manos el último número de la revista de la Organización de consumidores y usuarios, la bien conocida OCU. Me ha resultado muy curioso el análisis que hace de la
Rafaela, y con ella las rafaelas de mis pueblos, nunca me han decepcionado. Cuando quiero tener una visión de algo que no termino de entender, pregunto. No fallan.
No se me confundan que ya me conozco la película. Estoy de acuerdo en que tenemos un gravísimo problema que consiste en la no aceptación del concilio Vaticano II por una buena parte de la Iglesia. Lo que hay que ver ahora es, exactamente, qué parte de la Iglesia es la que no acepta el concilio. Y a eso vamos.
La gente se me queda a cuadros cuando les digo que desde la pandemia dedico bastante tiempo al teletrabajo. Comprendo que pueda resultar extraño, pero es lo que hay. Hablo de esto para que seamos conscientes de las posibilidades que las redes sociales ofrecen para el trabajo pastoral.





