InfoCatólica / De profesión, cura / Categoría: Señora Rafaela

14.01.14

Una funda de ganchillo para la catedral de Santiago

Quizá hasta se la pueda encargar a la señora Rafaela, que puede hablar con Joaquina, Jesusa y alguna más y mira por donde, entretenimiento para un rato. Y no solo para la catedral de Santiago, no vamos a andarnos con chiquitas. Necesitamos un comando organizado tricotosa S.A., con delegaciones en todos las ciudades, villas, pueblos y aldeas, con el noble fin de ir tejiendo, con las variedades más llamativas de la artesanía nacional, fundas para todo monumento católico al aire libre. Sin discriminaciones. Desde la catedral de Santiago a Santa María del Naranco, desde la ermita del Rocío a la ermita de San Frutos, pasando por el monasterio del Escorial, la Sagrada Familia de Barcelona (para la que excepcionalmente se admitiría funda estelada), el Pilar de Zaragoza o los cruceiros gallegos. Ante todo, el respeto.

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12.01.14

Un papelito de Rafaela para el señor Ramón

Cuando el señor Ramón se ponía pelma, no era fácil de contentar. Anticlerical de toda la vida, con un toque de intelectual y una sonrisa de esas de perdona vidas. Con lo bien que estaban las mujeres solas y esa tarde tuvo que arrimarse el buen hombre.

No le faltaban teorías, razonamientos, algún dato de esos que dejaban a la gente asombrada, menos a Rafaela, que cuando le escuchaba hablar de sus filosofías como él llamaba a sus peroratas le decía: “anda Ramón, que tú una vez leíste un libro y todavía no lo has digerido”.

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4.01.14

¿Dónde está Rafaela?

La mayor parte de la gente somos de costumbres fijas, hasta cuando vamos a la iglesia tendemos a ocupar siempre el mismo banco. D. Jesús, el párroco, se sabía de memoria la ubicación de cada uno de sus feligreses, sobre todo las feligresas. Según estaba en el altar, en el segundo banco de la izquierda, Rafaela y Joaquina, siempre juntas a pesar de sus pesares. María a la derecha, más retrasada. Jesusa, no me diga por qué, al fondo a la derecha. Por supuesto si había un hombre, invariablemente al fondo, cosas del pueblo, a no ser que se tratara de un forastero, que esos siempre se han sentado donde les ha dado la gana.

Por eso cuando aquel martes D. Jesús comenzó la celebración notó que algo no casaba. Sorprendentemente, una docena de mujeres se agolpaba en los dos últimos bancos de la izquierda, los que están junto a la escalera del coro y el almacén. Pero bueno, ¿qué mosca les habrá picado justo ahora a estas mujeres? Atentas estuvieron en la celebración, nada que reprochar por esa parte, y comulgaron las de siempre como siempre. El pobre cura tratando de celebrar sin distraerse y a la vez sin poder evitar hacer cábalas. La primera vez que veía a Rafaela fuera de su sitio habitual. Y a las otras.

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8.11.13

Rafaela y las llaves de Joaquina

El otoño aún regala jornadas amables. Por eso no quisieron desaprovechar la oportunidad de tomar su café en el patio de Encarna. Una casita baja, su poco de patio al sol de la tarde y unas cuantas amigas siempre dispuestas a dar un repaso a la actualidad del momento.

¡Cómo han cambiado los tiempos! Hace apenas nada, lo único que turbaba la monotonía del pueblito era el parto de la gorrina de Matías, los manzanos nuevos que acababa de plantar Macario, la Concha del capataz que otra vez “p’alante”, y el secretario que ayer fue a Madrid. Pero… hay televisión e incluso interné, y ahora hablamos de Siria, Somalia y Lampedusa con la misma facilidad que antes se hacía del prao de la Aurora. Cosas de la modernidad.

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19.10.13

Rafaela y la catequista enamorada

Tres o cuatro catequistas en el pueblo, y bien que a duras penas. Mérito del buen, a pesar de todo, párroco que se hizo con cuatro mozas de buena voluntad y no del todo despistadas en las cosas de la fe, para que le ayudaran a desasnar por lo religioso a una panda de chiquillos (y chiquillas) deseosos de hacer la primera comunión e incluso de seguir un poco más.

Pobres catequistas. Café en tarde tormentosa en casa de Rafaela, que además de tener buena conversación y claridad de ideas, hace las mejores rosquillas de la comarca, que todo hay que decirlo. Y ya se sabe: reunión de vecinas, alguien en boca.

Esa tarde tocó a las catequistas. Porque claro, bien sabía la Joaquina (que ha vuelto a misa alguna vez) que una de ellas tiene novio y que se los ve por la calle no todo lo decentes que cabría esperar de una moza que enseña el catecismo y vaya ejemplo para los niños… Hay otra que tampoco parece trigo limpio, porque estando casada se la ha visto en el bar sin su marido y hablando con hombres. Eso no es ejemplo, como se puede comprender. Y en el vestir… qué cosas en el vestir, sobre todo en verano.

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