La Semana Santa de Rafaela
Decidió que mejor pasaran unos días. Pero cuando el buen cura vio que Rafaela entraba en la sacristía el mismo lunes de pascua se temió lo peor. Se conocían muy bien y casi que se lo esperaba.
¿Puedo hablar con usted, don Jesús? Es que me gustaría preguntarle algunas cosas de estos días de atrás que no me han gustado, pero seguro que es cosa mía que no lo entiendo. Son cosas facilitas. Yo le suelto todo lo que me ha sonado raro y usted me dice.
Por ejemplo he echado en falta el lavatorio de los pies el jueves santo, ya ve, siempre se había hecho y nunca faltaron voluntarios. También me llamó la atención que mandara cerrar la iglesia esa noche a las once, porque siempre habíamos hecho turnos en el monumento la noche entera, aparte de que en misa, en la plegaria, yo he escuchado alguna cosa que me ha sonado rara.

Debe ser que hoy me he levantado “masoca” porque sé que con esta entrada me van a caer más palos que a una estera. Qué le vamos a hacer, la vida es así, no la he inventado yo…
Rafaela es la repera. Desde que su sobrino ha decidido que tiene que modernizarse, está desconocida. Ayer, llamada con el móvil. Pero mujer, con móvil y todo… Pues sí, y me están enseñando a mandar guasaps de esos. Cualquier día te doy una sorpresa. ¿A que no sabes dónde estoy? En Madrid, en una librería religiosa grande… ¿Y eso? Pues mira que quería comprar dos novenas que perdí en su momento y una vida de Jesucristo. Esto es un lío, está lleno de libros y me pierdo. He preguntado a un señor muy atento y estoy ahora en una estantería que pone “cristología”, pero a ver cómo elijo algo que esté bien, porque quería comprar otro para mi sobrino, ese que es tan listo y estudia tanto, un libro bueno sobre Jesucristo. ¿Tú cuál me recomiendas? ¿Cómo sé yo que me llevo un libro bueno y no alguna barbaridad?
Con carita de “a ver por dónde me sale este” se quedó Rafaela cuando le dije que tenía que preguntarle una cosa. Facilita, no se me asuste. A ver, Rafaela: ¿tú crees que es importante que el cura sea simpático?
Desde que Rafaela tiene acceso a Internet está que se sale. Al día en noticias, informada de la política, la sociedad y la religión. Tiene a su sobrino Manolo, un encanto y un diablo de la informática, que la pone al día: “¿tía, has visto, esto, has leído aquello, qué te parece…?”