InfoCatólica / De profesión, cura / Categoría: Señora Rafaela

22.04.14

La Semana Santa de Rafaela

Decidió que mejor pasaran unos días. Pero cuando el buen cura vio que Rafaela entraba en la sacristía el mismo lunes de pascua se temió lo peor. Se conocían muy bien y casi que se lo esperaba.

¿Puedo hablar con usted, don Jesús? Es que me gustaría preguntarle algunas cosas de estos días de atrás que no me han gustado, pero seguro que es cosa mía que no lo entiendo. Son cosas facilitas. Yo le suelto todo lo que me ha sonado raro y usted me dice.

Por ejemplo he echado en falta el lavatorio de los pies el jueves santo, ya ve, siempre se había hecho y nunca faltaron voluntarios. También me llamó la atención que mandara cerrar la iglesia esa noche a las once, porque siempre habíamos hecho turnos en el monumento la noche entera, aparte de que en misa, en la plegaria, yo he escuchado alguna cosa que me ha sonado rara.

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8.02.14

Mucho buenismo y pocas soluciones

Debe ser que hoy me he levantado “masoca” porque sé que con esta entrada me van a caer más palos que a una estera. Qué le vamos a hacer, la vida es así, no la he inventado yo…

Alguna vez he hablado de lo que un servidor llama “buenismo” y que me parece no solo inútil sino peligrosísimo. Qué quieren que les diga. Que una cosa es la caridad cristiana y otra muy distinta la inconsciencia y el no saber dónde estamos, y además que lo mejor demasiadas veces es un cruel enemigo de lo bueno.

Más aún, el buenismo –insisto que en la forma de verlo un servidor- peca constantemente de ofrecer sueños sin concretar soluciones, lo cual es aún más nefasto. No hay un solo buenista que ofrezca una alternativa real. Y para buenas palabras, frases grandilocuentes e idealismos varios, valemos todos.

Vamos a por ejemplos.

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4.02.14

El día en que Rafaela decidió comprarse un libro

Rafaela es la repera. Desde que su sobrino ha decidido que tiene que modernizarse, está desconocida. Ayer, llamada con el móvil. Pero mujer, con móvil y todo… Pues sí, y me están enseñando a mandar guasaps de esos. Cualquier día te doy una sorpresa. ¿A que no sabes dónde estoy? En Madrid, en una librería religiosa grande… ¿Y eso? Pues mira que quería comprar dos novenas que perdí en su momento y una vida de Jesucristo. Esto es un lío, está lleno de libros y me pierdo. He preguntado a un señor muy atento y estoy ahora en una estantería que pone “cristología”, pero a ver cómo elijo algo que esté bien, porque quería comprar otro para mi sobrino, ese que es tan listo y estudia tanto, un libro bueno sobre Jesucristo. ¿Tú cuál me recomiendas? ¿Cómo sé yo que me llevo un libro bueno y no alguna barbaridad?

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1.02.14

Rafaela y la sonrisa del obispo

Con carita de “a ver por dónde me sale este” se quedó Rafaela cuando le dije que tenía que preguntarle una cosa. Facilita, no se me asuste. A ver, Rafaela: ¿tú crees que es importante que el cura sea simpático?

“¿Y a mí qué me importa?” Respondió sin vacilar. Lo de ser más o menos simpático va en carácter y cada cual es como es. Si el cura tuviera que contar chistes, pues cuanto más simpático mejor, pero no es el caso. Lo que se necesita es un cura que celebre la misa, confiese, enseñe a rezar, enseñe el catecismo a los niños y los no tan niños, esté cerca de la gente, ayude a los necesitados. Y que lo haga como lo manda la Iglesia. Si además se ríe mejor, y si no, pues tampoco pasa nada.

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23.01.14

La señora Rafaela: aquí nunca pasa nada

Desde que Rafaela tiene acceso a Internet está que se sale. Al día en noticias, informada de la política, la sociedad y la religión. Tiene a su sobrino Manolo, un encanto y un diablo de la informática, que la pone al día: “¿tía, has visto, esto, has leído aquello, qué te parece…?”

Rafaela es mujer de ideas claras talladas en su alma por su maestra y el bueno del sacerdote que les atendió de niños. Trabajadora y responsable, siempre tuvo muy claro cómo funciona una cadena de mando por lo civil y por lo eclesiástico. Este manda, este obedece, y el que no acata las normas a la calle. Eso dijo a su sobrina Mari cuando se quedó sin trabajo por empeñarse en hacer las cosas al revés de cómo le decía el jefe: te ha pasado lo lógico, ¿qué querías?

Por eso Rafaela no comprende las cosas que pasan en la Iglesia. Acaba de llamarme, y mira que hacía tiempo. Una llamada, por cierto, en tono de preguntar y desahogarse. Casi que la estaba esperando.

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